miércoles, agosto 30, 2006

UNA CITA DE PHILIP K. DICK

Con esta cita de Aguardando el año pasado, de Philip K. Dick (Editorial Júcar, Madrid, 1988) me despido de este autor por un buen rato (ningún otro libro tengo en reserva). La portada de esta edición corresponde a Antoni Garcés, y la cita se halla en la p. 37. La traducción, de Domingo Santos.

-¿Pone usted objeciones a una cinta estéreo de una cinta sinfónica tocando, cuando está por las noches en su apartamento?
-No -dijo Jonas-. Pero eso es totalmente distinto.
-No lo es -objetó Eric-. La orquesta no está ahí, el sonido original ha desaparecido, la sala donde fue grabada permanece ahora en silencio; todo lo que usted posee son trescientos cincuenta metros de cinta de óxido de hierro que ha sido magnetizada siguiendo un esquema específico…, es una ilusión tan grande como ésta. Sólo que ésta es completa. -Quod erat demonstrandum, se dijo, y siguió andando hacia las escaleras. Vivimos continuamente con la ilusión, reflexionó. Cuando el primer bardo entonó la primera canción épica de alguna batalla, la ilusión entró en nuestras vidas; la Ilíada es tan "falsa" como esos niños robant que intercambian sellos de correos en el porche del edificio. Los seres humanos siempre han intentado retener el pasado, mantenerlo vivo de forma convincente; no hay nada malo en ello. Y, desprovisto del pasado, este momento, el presente, tiene muy poco significado, si es que tiene alguno.

lunes, agosto 28, 2006

¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS?

Escrita en 1968, esta novela ha alcanzado la categoría de mítica por haber inspirado uno de los mejores filmes de la década de los 80: Blade Runner, reflexión futurista sobre la humanidad del ser humano y similares, es decir, androides. Creo que la película no habrá gustado a quien conociera con anterioridad la obra literaria, novela de culto antes del film y novela de culto después del film. Tiene la novela los suficientes ingredientes como para ser recordada durante generaciones, pero sobre todo, tiene más humanidad que la película. La película de Ridley Scott simplifica la trama argumental de la novela y al depurarla convierte a sus protagonistas en arquetipos o mitos: el cazarrecompensas que se cuestiona la moralidad de su oficio, la bella heroína que debe ser salvada, el androide más humano que los humanos… Poco o nada de esto encontramos en la novela, que muestra a un Rick Deckard (interpretado por Harrison Ford en la pantalla) casado con una mujer con la que no se entiende (de nuevo la obsesión dickiana) y soñando con tener un animal de verdad al que cuidar en vez de los habituales animales eléctricos, al alcance de los bolsillos más desfavorecidos. En el universo de la novela, los animales se han extinguido después de la Gran Guerra, y los seres humanos, quizá por penitencia, añoran la compañía de un animal de verdad, pero no sólo el perro fiel o el independiente gato, sino cualquier animal, auténtico o eléctrico: una oveja, un caballo, una rana… Es en este aspecto donde la novela de K. Dick adquiere un tono casi humorístico que viene a quitar algo de hierro a la cacería de androides de Deckard, un cazador de bonificaciones (efectivamente, hicieron bien en tomar prestado el término blade runner de una novela de Burroughs) que debe eliminar a un puñado de androides rebeldes fugados a la tierra. En este punto hay numerosas divergencias con el film, ya que sólo los androides Pris y Roy Batty llegaron a la versión de Scott, quedándose por el camino un número de replicantes (como la cantante de ópera, que hace tambalearse en Deckard la creencia de que es legítimo asesinar a seres más humanos que los humanos) y algunas digresiones narrativas que enriquecen el conjunto de la obra.

Vibrantemente escrita, llena de elementos enriquecedores de una trama que podía haberse quedado en el mero western urbano y futurista, el título de la novela realza la duda enorme que pesa sobre el hecho de crear humanos artificialmente que resultan ser más humanos que los humanos, y que podrían soñar amorosamente, como lo hace el propio Deckard, con ovejas eléctricas. Después de tanta diversión lectora, concluyo que Philip K. Dick es un autor al que habrá que seguir la pista en todas sus ediciones para que me siga reportando grandes momentos de placer. Por cierto: en la foto, impagable, tenemos a Ridley Scott y a K. Dick durante el tiempo en que el de la izquierda rodaba Blade Runner.

domingo, agosto 27, 2006

PHILIP K. DICK: AGUARDANDO EL AÑO PASADO

Philip K. Dick es uno de los grandes autores de la historia de la ciencia-ficción, pero para muchos es la ciencia-ficción, el autor máximo y más representativo. Mucho podría escribirse y se ha escrito sobre su biografía: es dueño del aura que rodea la cabeza de los santos malditos: adicto a las anfetaminas y otras drogas, esquizofrénico, temperamental… Muere a los 53 años antes de ver estrenada la primera adaptación al cine de una novela suya: Blade Runner. Más tarde llegarían más adaptaciones de novelas suyas. Independientemente de quien adapte la novela y dirija la película, los argumentos siempre son fascinantes en sí mismos: enrevesados e imaginativos: son K.Dick.

En el supermercado librero de Gijón compré una novela suya, Aguardando el año pasado, y en casa me aguardaba aquella que inspiró esa bella película que es Blade Runner: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (mañana la comento). Debo decir que K. Dick era una de mis cuentas pendientes (una de tantas), cuántos años oyendo hablar de él, pero sin haberlo leído hasta hace unos días. ¿Imperdonable? Ya lo creo, pero debo decir en mi descargo que durante muchos años sus novelas fueron difíciles de conseguir (al menos para mí).

Aguardando el año pasado data de 1966, y está ambientada durante una guerra entre humanos y Lilistarianos contra los alienígenas Reegs. El presidente de las Naciones Unidas (un organismo que en la novela sí vale para algo) y máximo líder de la contienda es Gino Molinari, alias La Mole, un hombre enfermo que sobrevive en cierto modo sometiéndose a clonación una y otra vez bajo los atentos cuidados de Eric Sweetscent, un médico en continuas trifulcas con su esposa (reflejo de las relaciones de amor y odio que tenía K. Dick con sus esposas y que él trasladó a sus criaturas de ficción). Sweetscent es ejecutivo de una empresa que tiene el pintoresco nombre de Compañía de Tintes y Pieles de Tijuana, una fábrica que funciona en la fronteriza ciudad mexicana, ciudad que sigue siendo un extraño reducto de peligro y libertad tanto en el ayer de nuestro presente como en el futuro soñado por K. Dick. El ingrediente más interesante de la novela lo constituye la droga JJ-180, una substancia adictiva desde la primera ingesta y que genera la muerte en poco menos de dos meses. Ideada por los humanos como arma de guerra contra los Reegs, algunos terrícolas comienzan a experimentar con ella. ¿Los efectos de esta droga? Permiten a su consumidor viajar en el tiempo. Es esta la parte que más he disfrutado de la novela: los momentos en que Sweetscent viaja al futuro, en buena medida para hallar el antídoto de la propia droga. Aguardando el año pasado es una novela a veces un poco confusa, morosa en su inicio, de la que no se sabe muy bien hacia dónde va, en la que conviven muchos focos de interés interrelacionados, de entre los cuales K. Dick no se queda con uno solo. La profusión de continuums o universos paralelos (el término continuum ya aparece en El eternauta de Oesterheld y Solano, escrita más una década antes) y las influencias que estos universos paralelos tienen sobre nuestra realidad son lo más sugestivo de la novela.

martes, agosto 22, 2006

CABEZA BORRADORA (1977)

Sepan vuesas mercedes que he pasado tres semanas infernales con una conexión a Internet del diablo, que se me colgaba cada dos por tres. El ochenta y cinco por ciento de las veces no tenía red. Después de mucho dar el coñazo a mi servidor, me tuvieron que renovar todo el cableado hasta la calle. Se acabaron los problemas, y al fin puedo volver a ser Homo Interretis (sive Internuticus). De todos modos, déjenme decirles que en estas semanas he recuperado esos pequeños y grandes placeres que disfrutan quienes no tienen una bitácora que alimentar, que en el fondo es un comecocos como otro cualquiera. Anteayer, por ejemplo, recuperé Cabeza borradora, primer largometraje de David Lynch. Hoy no se llevan las películas de pensar, y mucho menos las de no entender y de romperse la cabeza. El espectador medio no quiere ir al cine a que le cuenten historias que no comprende, no paga porque le obliguen a pensar.

Cabeza borradora es un film difícilmente entendible, pero ni falta que hace por su carácter poético extremo. Es un poema visual en blanco y negro con influencias expresionistas y surrealistas más que notorias, lo que automáticamente le entronca en un experimentalismo con sabor de otra época y con mucho de coña marinera, todo sea dicho. La gestualidad de los actores (y no sólo de su protagonista), es expresionista. Un poema, sí, pero un poema al estilo de los poetas románticos y simbolistas que trasladaban sus pesadillas a la literatura. Un poema inundado a veces de un humor grotesco, como podrán ver. En realidad, este es el gran mérito de Cabeza borradora después de su belleza formal: su carácter de pesadilla filmada. La pesadilla, sueño que infunde pánico, tiene un carácter inaprehensible y difícil de traladar a la pantalla. Cada uno tiene sus miedos y pesadillas, así que Lynch unifica miedos ancestrales del ser humano recurriendo a lo retorcido, lo monstruoso, lo silencioso y lo oscuro. Gracias al blanco y negro de la fotografía, que remite formalmente al periodo del pasado, y por tanto de lo muerto, el prodigio de la pesadilla filmada se hace realidad. Cabeza borradora es una película artesanal en la que Lynch, además de director y guionista, proyecta otras responsabilidades artísticas que nos hacen comprender toda su sensibilidad y todo su talento. Un talento que debió de sorprender mucho en su tiempo (yo la disfruté en aquel entrañable Cine Club en el Paraninfo de la Universidad de Murcia) y que hoy ha sido asimilado por la oficialidad de los artístas plásticos del cine, aunque muy difícilmente, teniendo en cuenta la escasa prodigalidad del genio de Lynch en las pantallas y el lapso que hay entre su último film estrenado, la inquietante y bellísima Mulholland Drive (2001), y la película que ahora mismo se halla en post-producción: Inland Empire.

En Cabeza borradora tenemos el compendio de la obra lynchiana: la intrusión de lo onírico en el mundo real, la mujer peligrosamente sexual, el monstruo, las personalidades extrañas, las psicologías torturadas, el horror que late debajo o detrás de lo cotidiano… Formalmente, hallamos la atmósfera densa, los rincones sórdidos, los parajes mágicos o inquietantes. Entender o no Cabeza borradora es lo de menos, sobre todo porque desde algún punto de vista puede ser desventrada y explicada. Sin embargo, la profanación del secreto de la belleza y la poesía no siempre tiene una recompensa feliz. A veces, como en Cabeza borradora, es mejor dejarlo pasar como cualquier otra pesadilla que nos visita durante la noche. A continuación, estreno juguete. En este caso se trata de un fragmento del film que reproduzco gracias a esa nueva juguetería de la Red que se llama You.Tube, denominada Tutubo por los más campechanos. Pueden verla clicando sobre la flechita que señala la derecha. Que ustedes la disfruten y sepan gozarla con el espíritu lúdico que merece.

Cabeza Borradora, de David Lynch (1977). Guión por David Lynch. Fotografía de Herbert Caldwell y Frederick Elmes. Montaje, música original y diseño de producción de David Lynch. Con Jack Nance, Charlotte Stewart, Allen Joseph, Jeanne Bates, et al. B/N. 108 minutos. USA. (****, de 4).

martes, agosto 15, 2006

LA VÍA APIA, HOGAR DE LOS MUERTOS

Acaba de aparecer el número 8 de Revista Digital, publicación mensual de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) que en esta ocasión dedica un monográfico al tema de la muerte: Cuerpo etéreo o cuerpo físico: también la muerte es virtual. Me pidieron una colaboración al respecto, y yo, salao que es uno, redacté un artículo titulado La Vía Apia, hogar de los muertos. Uno de "están locos estos romanos, por Tutatis". Si quieren echarle un ojo, pueden acceder a la portada e índice de Revista Digital clicando aquí. La bonita ilustración que encabeza estas líneas se debe a John Linton Chapman y se titula Via Apia, Looking Toward Rome (1868).

INDIOS AMERICANOS 2: RAYO VELOZ Y LIRIO FLORIDO

Rayo Veloz y Lirio Florido no son dos superhéroes, sino los protagonistas de El árbol ahorquillado, una leyenda de los indios de Norteamérica que recuerda bastante Romeo y Julieta, cuyo antecedente latino podría ser Píramo y Tisbe (un resumen del mito, aquí). La imagen que encabeza estas líneas es una ilustración de Edwin A. Abey para el trágico final de la obra shakesperiana.

Esta leyenda pertenece a las tribus llamadas del Noroeste. Hace muchísimo tiempo había dos tribus muy próximas, solamente separadas por un bosque no muy extenso aunque sí sumamente frondoso, en cuyo centro había un claro en forma de prado. Las tribus, pese a su vecindad, o tal vez a causa de la misma, llevaban muchos siglos enemistadas, hasta el punto de que los dos últimos jefes respectivos de ambas tribus, igual que sus antecesores, se odiaban a muerte de modo personal. Mas dio la casualidad de que cierto día, estando Rayo Veloz, hijo de Asta de Ciervo, jefe de una de las dos tribus, en el bosque, vio pasar a una bellísima muchacha, que resultó ser Lirio Florido, hija de Gran Vendaval, jefe de la otra tribu. Tan pronto se vieron ambos jóvenes, quedaron prendados uno del otro, y aquella misma noche en su primera entrevista celebrada en el claro del bosque, a la luz de la luna, se prometieron amor eterno. Sin embargo, sabían que debido a la enemistad de sus respectivas tribus, su amor era imposible. Rayo Veloz, no se conformó, no obstante, con su desdicha, y decidió, de común acuerdo con su adorada, ver a su padre y contarle toda la verdad, pidiéndole su bendición. Poco después, Rayo Veloz se hallaba en presencia de Asta de Ciervo.
-Padre mío, debo revelarte algo que deseaba comprendieses en tu infinito amor paternal.
-Habla -se limitó a gruñir Asta de Ciervo.
Acto seguido, Rayo Veloz le contó a su severo padre lo relativo a sus amores con Lirio Florido. Al oírle, Asta de Ciervo montó en cólera.
-¡Jamás! ¡Jamás consentiré en tamaño desafuero! ¿Casado tú con la hija de mi cruel enemigo? ¿Acaso ignoras que sus indios pisotean nuestros prados, que irrumpen en nuestro cotos de caza y matan nuestras manadas? ¡No, olvídate de este amor o dejarás de ser hijo mío!
Rayo Veloz, ante esta andanada proferida con acentos iracundos sintióse morir en lo más hondo de su alma.
Por su parte, Lirio Florido había mantenido con su padre, Gran Vendaval, una escena muy semejante a la anterior.
Aquella noche, los dos amantes decidieron unir sus vidas para toda la eternidad, en la muerte. Sin titubear ni un solo momento, Rayo Veloz extrajo su puñal de caza del cinto y cortó las venas de las muñecas de su amada, y luego procedió a realizar la misma operación con las suyas. La sangre empezó a gotear primero lentamente y después, como dos torrentes de fuego, regando la tierra del claro del bosque. Los dos enamorados no tardaron en caer en tierra, exangües.
Cuando sus cuerpos fueron encontrados, las dos tribus prorrumpieron en llantos y lamentos desgarradores, no siendo los menos desdichados los de ambos padres. Sin embargo, la enemistad tribal continuó todavía por unos días, hasta que alguien se dio cuenta, harto maravillado, que en el claro del bosque, en el mismo lugar donde la sangre de los dos enamorados había empapado el suelo, empezaba a brotar un árbol que, milagrosamente, en unas cuantas semanas apenas, adquirió una gran corpulencia, al tiempo que de su grueso tronco salían dos ramas, llenas de hojas que no tardaron tam poco en entrelazarse profusamente.
Naturalmente, los chamanes declararon que aquellas dos ramas eran las almas de los dos enamorados, simbolizadas en el árbol. Los dos jefes, Asta de Ciervo y Gran Vendaval, decidieron fumar la pipa de la paz y sellar una nueva amistad, que debería ser tan duradera como el amor eterno de Rayo Veloz y Lirio Florido.

(c) R.R. Ayala, Mitos y leyendas de los indios americanos. Edicomunicación. Barcelona, 1998, pp. 129-130.

miércoles, agosto 09, 2006

INDIOS AMERICANOS: LA LEYENDA DE OJO DE ÁGUILA

He leído recientemente varios libros, que quizá comente o no. Uno de ellos se titula Mitos y leyendas de los indios americanos, escrito por R.R. Ayala. Editado por Edicomunicación dentro de la colección Olimpo, se trata de una colección baratita de las que se encuentran en las ferias del libro españolas, una de esas que reeditan textos clásicos sobre mitología, más o menos desfasados o irregularmente escritos, pero siempre interesantes. Hace ya cuatro o cinco años compré en Murcia, muy baratitos, 14 de estos volúmenes dedicados a mitologías que no me son familiares, como la egipcia, la china, la japonesa, la de los pueblos asiáticos o la de los puebos de Oceanía. Por supuesto, no compré el tomo dedicado a la griega ni a la azteca porque libros de éstas ya tengo muchos.

Me interesaba leer en estos días el tomo dedicado a los mitos y leyendas de los indios americanos, aquellos pueblos nómadas que corrían detrás del bisonte y que permanecen inmortalizados para siempre en el cine western que tan importante ha sido en la vida de muchos. Ha sido una grata lectura donde me he sorprendido al encontrar dos leyendas que se guardan correspondencia con el mito griego de Prometeo y otra con la leyenda de Romeo y Julieta, que a su vez, es una recreación del mito de Píramo y Tisbe. Como profe de mitología que soy, voy a reproducir entre hoy y mañana las dos leyendas para que vosotros mismos saquéis conclusiones sobre las coincidencias y las divergencias. Empiezo hoy con "el Prometeo" apache. Quien no recuerde bien quién fue Prometeo, que lo mire aquí:

La leyenda de Ojo de Águila

En los comienzos, Ojo de Águila tenía el fuego en tierras lejanas del sur, más allá de los márgenes del gran curso de agua. En efecto, las gentes de la región no conocían el fuego real, aunque sí poseían una apariencia de fuego, en realidad inservible. No servía para calentar ni para guisar los alimentos, por lo que se mantenían a base de verduras y pescado crudos. Al Oeste, sí existía el fuego, pero tampoco servía para cocinar. En el Norte y en el Este vivían muchas personas, pero carecían asimismo de un fuego eficaz. Todos se preguntaban dónde se hallaba el fuego sin saber cómo podían descubrirlo. Una noche, todos los habitantes de la comunidad, mujeres y niños incluidos, fueron en busca del fuego, cubriendo un amplísimo territorio, pero a pesar de escudriñarlo todo no pudieron encontrar e1 fuego. A continuación se celebró un consejo de los jefes de la comunidad india, y al final determinaron que el mas valiente de entre ellos debía descender al Infierno, donde era seguro que había fuego, un "buen" fuego. Fue Ojo de Águila quien bajó por un hoyo oscuro que después se ensanchaba en forma de embudo invertido. Cuando llegó al infierno, donde vio centenares de espíritus malignos, que atizaban el fuego que llameaba por doquier, Ojo de Águila se puso al acecho, aguardando su oportunidad. De este modo transcurrieron varios días, al parecer, puesto que el tiempo no pasa igual en aquel reino malvado que en la Tierra, hasta que, durante una ceremonia infernal, que reunió a todos los malos espirirus del lugar, consiguió apoderarse de unas llamas que, ante su gran extrañeza, no le quemaban a pesar de su gran intensidad y del calor insoportable que despedían. Luego nunca supo de qué manera había salido del infierno y llegado a su tribu, portador del fuego. El hechicero de la comunidad reclamó las llamas, puesto que, según el, era necesario purificar aquel fuego procedente del infierno, donde reina todo el mal. Acto seguido, reunió a los ancianos y jefes de la comunidad y procedió a ejecutar, después de ataviarse debidamente para la ocasión, una danza ritual, cuya duración fue de tres días, al cabo de los cuales declaró que el fuego estaba ya purificado, por lo que podía ser utilizado para los usos cotidianos de toda la tribu. De esta manera, las tribus indias de America del Norte empezaron a disfrutar de los beneficios que el fuego proporciona a la Humanidad.

(c) R.R. Ayala, Mitos y leyendas de los indios americanos. Edicomunicación. Barcelona, 1998, pp. 90-91.

FICHAS TOUTAIN XXIV: FERNANDO FERNÁNDEZ (1940-2010)

Uno de los autores claves del llamado boom del cómic adulto español de los años 80 que apadrinó Josep Toutain. No podía faltar entre los grandes de la Historia que este editor incluyó en sus fichitas de la Historia de los Cómics. Actualmente la técnica de Fernando Fernández está más que asimilada por las corrientes mainstream y su experimentalismo lo hallamos hoy hasta en los tebeos de superhéroes. En los 80 era algo nuevo y fresco que no dejaba indiferente a nadie. Una de sus obras más emblemáticas, Zora y los hibernautas (publicada en la revista 1984 y que nos seducía por su fantástico y fino erotismo) ha sido reeditada recientemente por Glénat en su necesaria recuperación del patrimonio histórico reciente de nuestro tebeo (que en aquellos tiempos sus principales defensores se empeñaban en llamar cerrilmente cómic, y nada más que cómic). Tempus fugit. La ficha de hoy fue escrita por Moncho Cordero.

Clicar sobre las imágenes para ver a mayor tamaño. Estas fichas fueron publicadas en la tercera de forros de cada fascículo de la Historia de los Cómics (Toutain Editor, 1982) y no han vuelto a ser reeditadas desde entonces. El © de los textos e imágenes pertenece a sus respectivos autores. Estas fichas se publican aquí con intención exclusivamente divulgativa y educativa.

domingo, agosto 06, 2006

KRAZY KAT 1931-1932

Es hermoso ver cómo se agiganta con el tiempo la belleza de Krazy Kat, la obra maestra de George Herriman. Krazy es una gata (¿o gato?) que ama al ratón Ignatz, quien sólo le demuestra su rechazo (¿amor?) con un reiterado ladrillazo en la cabeza. Para defenderl@ está el perro policía Ofissa Pupp, quien siempre vela por su amad@ Krazy y encierra continuamente a Ignatz en la cárcel de Coconino County, de la cual sólo él es el único inquilino. Ya he hablado antes de la profunda poesía y complejidad de esta obra cuya belleza, ininteligible en su tiempo, hoy parece la premonición de muchas clases de amor prohibido o socialmente mal visto.

¿Homosexualidad? ¿Homofobia? ¿Violencia de género? La poesia de Krazy y su complejidad ha trascendido el tiempo, y hoy podemos disfrutar de la digna edición crítica y anotada que está llevando a cabo Fantagraphics Books. He colgado sobre estas líneas una tira diaria de 1931 que me ha fascinado desde que la leí y cuyo sentido todavía no acabo de desentrañar. Quizá no lo tenga del todo. En la primera viñeta, Ignatz enseña a Krazy el pronombre-adjetivo latino Hic, haec, hoc. Krazy, analfabeta como es, cree reconocer el significado latino en las siguientes viñetas: primero, en el hipo de un borracho (Hic), a continuación en el exhabrupto de otro: Heck! (¡maldición!), que se podría corresponder fonéticamente con la pronunciación inglesa del pronombre Haec). Hasta aquí está claro, pero llega la última viñeta: ¿alguien sabría qué hay en la viñeta final que pueda corresponderse con "Hoc" tal y como lo habría podido entender Krazy Kat? Quizá sea imposible el paralelismo, y Herriman simplemente haga honor a su fama legendaria de poeta de asociación libre de ideas, del lenguaje libérrimo, del juego infinito, mágico y tierno de la poesía que derrochó en su obra irrepetible e… intraducible.

jueves, agosto 03, 2006

AGUARDANDO LA TEMPESTAD

Ayer y hoy ha permanecido cerrada la universidad por razones de fuerza mayor (cuanto menos, el instituto donde laburo). Éste se ha convertido en una isla en mitad de un lago al que no acceden los coches cuyas bujías pueden acuíferamente infartarse. La ciudad, que ya de por sí, la pobre, nunca ha sido bonita, está llena de baches en el pavimento y ahora parece una adolescente poco agraciada con la cara picada de viruelas. Hoy toda la mañana ha trascurrido especialmente soleada, aunque nuestros vecinos que todo lo saben auguran para la noche una tempestad corajuda con tormenta eléctrica, rayos y truenos. ¡Tonerre! Las tardes transcurren tranquilitas, leyendo una novela de Philip K. Dick, Aguardando el año pasado. Al final de la tarde, una película. Ayer vi por fin Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969), de Peckinpah, un western de los llamados crepusculares, con mucha suciedad y conciencias más sucias todavía. Una historia de amistad y odio entre Pike (William Holden) y Thornton (Robert Ryan), que se persiguen por toda la frontera tex-mex mientras el primero intenta reventar bancos con su banda y el segundo intenta acabar con su vida para no tener que regresar a la prisión de Yuma. Una modélica película de acción, con mucho alcohol y tabaco, putas y mucha sangre. Pero sobre todo, la evocación de un mundo que se extingue (el del Oeste) y cuyos personajes sólo pueden huir a México en plena revolución villista para ganarse la vida a salto de rodadera, como seres fuera del tiempo. También Peckinpah vio en México el último refugio de los inadaptados, el último bastión de la furia homérica. Un país donde la vida común suele tener vínculos fuertes con la épica, y siempre con el melodrama. Grupo salvaje es una película que resumen en 140 minutos que la vida es combate, sangre, polvo, sexo y risa. Y cuando el arte sensible tiene alguna cabida, no tiene en el fondo más importancia que las cancioncillas que cantan las mujerucas que siguen al General Mapache (Indio Fernández) por su cruzada de furia y sangre. La película tiene, como no podía ser menos, ese encanto nihilista que nos gusta tanto, y en muchos sentidos concuerda bastante con The Misfits y con otras producciones de ese otro vitalista bebe-sin-sed que fue John Huston. Sin embargo, Grupo salvaje (rodada casi íntegramente en Parras Madero, para mí ya lugar de peregrinación) es un nihilismo realista, alejado de la pieza teatral milleriana y culta que originó Misfits. Grupo salvaje es la existencia misma, y ahondar en este sentido sería ahondar en el sentido de la vida, y en porqué nos gustan tanto las películas de perdedores (quizá porque al hacer recuento, todos nos sentimos más perdedores que ganadores en esta romería que es la vida).

Los documentales que acompañan esta nueva edición en dvd de Grupo salvaje son largos y enjundiosos. Así, así sí se combate la piratería: con elevada calidad y precio razonable. Lo demás son mierdas, y gimoteos de putas baratas bajo la lluvia.

martes, agosto 01, 2006

DILUVIO

Hoy persiste la tormenta tropical, o sea, que el cielo se está cayendo literalmente sobre nuestras cabezas. Comenzó la nueva andanada de lluvia antes de las seis de la madrugada (fue lo que me despertó) y continúa lloviendo desde entonces (y son las dos de la tarde). Para las nueve de la mañana las calles que rodean mi casa ya estaban inundadadas, y arriesgarme a recorrer esta Nueva Venecia hubiera podido detener mi coche y quedarme varado en mitad de quién sabe dónde. He decidido quedarme a trabajar en casa y telefonear a la oficina. No ha dejado de llover y como a mediodía escucho en la televisión que todo el personal de la Universidad ha sido desalojado. El Río Bravo a estas horas ya debe estar desbordándose, lo cual no sucedía desde hace décadas. Los pronósticos ya no son para bromas: no sólo no va a parar, sino que mañana y pasado continuará lloviendo infatigablemente. Los habitantes del barrio de Anapra (barrio pobre de la ciudad) han sido desalojados de sus casas y acogidos en centros especiales. Hasta mi casa tiene una gotera en el estudio, a medio metro de mi biblioteca, y a cada momento echo un vistazo al cubo que tengo debajo para ver cómo va subiendo el agua. Y no me puedo quejar, que conste, porque vivo en un segundo piso, pero soy consciente de que las casas de cientos de personas cuyas casas se encuentran a ras de tierra deben estar ahora literalmente inundadas. Y en El Paso, ¿cómo lo están viviendo? Repórtese, Don Melón.

LLUVIA

He encontrado por ahí esta imagen de Felix Vallotton y me ha venido al pelo para introducir estas líneas y decir que ya estoy en Juaritos. Esta vez encuentro a los juarinos y juarinas ensopados desde hace días con unas lluvias persistentes debidas, dicen, al huracán Emilia, un huracán que anda desnortando el norte y decapitando el verano calorífero. En inglés, Emilia es Emily, y quién sabe por qué, en México han decidido transformarlo en huracana y la han llamado Emilia, una huracana quizá transexual con pelos en las piernas que corre por los cielos, ordeña nubes y derroca al Sol de su reinado norteño. Hoy parecía día de otoño, con su cielo recargado de nubes sombrías anunciando otra precipitación que por fin ha sucedido. Por lo demás, el regreso ha sido toda una odisea que mejor no les cuento porque todavía estoy cansado. Los señores de Air France y Aeroméxico se empeñaron en que mis vacaciones no acabaran el jueves, cuando debería haber llegado a mi covachuela juarense, sino ayer domingo, y nos regalaron pernoctaciones pagadas en París y México. En fin, que quien no quiera que le pasen estas cosas que no salga de su casa. Y ahora les dejo porque voy a comerme unos spaghettis con gambas al ajillo de rechupete.