lunes, mayo 31, 2010

RAPACES, DE DUFAUX Y MARINI

Recién aparecido. Artículo sobre la serie Rapaces en Tebeosfera. Clicando aquí. No olviden clicar sobre las imágenes del artículo para ver a mejor tamaño.

miércoles, mayo 26, 2010

EL SEÑOR BURRÓN SE MURIÓ

Una nueva desgracia ensombrece el ánimo de los mexicanos: se murió don Gabriel Vargas, el señor Burrón, el padre de la Familia Burrón que tantas delicias, carcajadas y reflexiones provocó durante décadas. Es verdad que, desde hacía años, don Gabriel permanecía retirado de la serie, pero la mantuvo con gracia y garbo borolesco su sobrino Agustín Vargas (Guty), casi un clon gráfico de su tío, que supo proporcionarle a los tacos toda la salsa de su ingenio, que tampoco era pequeño. La Familia Burrón era toda una institución en México: se publicó ininterrumpidamente desde 1948, y desde 1952 tuvo su propio pepín semanal de 34 páginas a todo color. Quizá fue La Familia Burrón la última institución en derrumbarse en un país como México, donde nadie, absolutamente nadie, cree en las instituciones: en 2009 apareció el último número de la serie, el número 1616.

La Familia Burrón retrataba a la clase humilde mexicana, esa sufrida e ingeniosa superviviente de toda clase de gobiernos nefastos que la han torturado y esquilmado durante décadas. Ante este fatum cosmogónico donde el malo siempre es el Estado, esta decepción de por vida y prenatal con que viven y nacen los mexicanos, los Burrón oponían su bonhomía, su sentido de lo lúdico, su visión de la vida como una comedia de errores, su desparpajo, sus costumbres populares, sabias y sencillas, su sentido del humor vitriólico con que los pobres siempre se burlan de quienes empuñan el látigo. El señor Burrón, peluquero enamorado de su oficio, y su simpar vieja Borola, ya son historia, como lo son el universo de las cándidas y confusas, léperas vecindades que ya no volverán.

La Familia Burrón, brillante y divertidísima historieta costumbrista un poco en la línea de la Familia Ulises del español Benejam (pero con mucha más traca), retrataba la vida de una clase media baja mexicana que hace ya mucho tiempo que entró directamente en la indigencia, las mafias, el negocio informal o los menesteres del narcotráfico. Ya no son aquellos tiempos, don Burrón. Ya quizá nadie se sienta retratado en aquellos personajes entrañables a quienes gráficamente caracterizaba siempre una sonrisa sempieterna, y en sus diálogos un lenguaje popular que Vargas supo estilizar y recrear a su manera como gran artífice de la lengua mexicana que fue.

¡Qué tiempos aquellos, don Burrón! No cabe duda de que aquellos tiempos, que tampoco fueron del todo buenos ni ideales, ya no son los tiempos que corren a ritmo de cuerno de chivo, de sangre y fuego. Sin embargo, don Gabriel ya no tendrá por qué perder su sonrisa.

sábado, mayo 22, 2010

UN AÑO MENOS UN DÍA



Lo celebro con Ann Margret, una botella de whisky y mi querida soledad. La noche impoluta. La felicidad en el pesebre de los años que vendrán.

miércoles, mayo 19, 2010

ARTICULO SOBRE DAMPYR, EN TEBEOSFERA

Hace unos meses, Manuel Barrero me invitó a colaborar con Tebeosfera. Tebeosfera no es solamente el mayor proyecto mediático en español sobre el tebeo español, que pretende (casi ná) conseguir una catalogación absoluta de todos los tebeos editados en España, sino también una revista que ya va por su número 5 (dedicado al terror). La revista Tebeosfera tiene la fortuna de ser digital. Nadie en todo el planeta invertiría su dinero en editar una revista con características de elefante blanco cuya edición sería económicamente inviable. Si no lo creen, echen un vistazo al índice del número 5, clicando aquí, y adviertan que estamos hablando de cientos, quizá miles de páginas. Durante los primeros meses asistí estupefacto a un torrente de e-mails que hablaban de forma confusa de catalogaciones, portadas, artículos, versiones, variantes, redistribuciones y quién sabe cuántas cosas más. Incluso había un niño alemán haciendo comentarios chuscos en su patizambo castellano. Como hubo un momento en que pensé que todos estaban locos, me quedé. Al fin se concretó algo en lo que podía colaborar: un artículo sobre la serie italiana Dampyr, una de mis series favoritas de los últimos años. Pueden leerlo clicando aquí. Y si quieren ver mi ficha de autor, pueden clicar también aquí.

CORDIALMENTE INVITADOS

Cordialmente invitados. Jorge Humberto se retira del mundanal ruido y vuelve a hacer ruido con lo que más le gusta.

martes, mayo 11, 2010

YO, EL JURADO

Siempre había querido leer esta novela porque es un clásico del género. Pero sólo cuando encontré esta edición mexicana editada en 1953 (por Editorial Diana) mi interés por la obra se volvió necesidad. Sencillamente, quería compartir esta portada con ustedes. Firmada por Velarde, con todo el sabor de más de medio siglo de diferencia. Y no sólo en el estilo de publicación y de portada, sino por el tiraje: 6000 ejemplares salieron a la calle el 16 de septiembre de ese año. Spillane debía de ser todo un fenómeno para la época.

Spillane se convirtió en un gran autor de novela negra con su serie del ex policía y detective Mike Hammer, un individuo tan martilludo como su apellido: sexista, violento, descarnado... Sin piedad. En Yo, el jurado, por ejemplo, investiga el asesinato de su mejor amigo, y no dudará en peinar la ciudad y vengarse de quien menos podría pensar un lector de aquella época. O sea, la lectura de Yo, el jurado, como la de tantas otras obras cumbres de la literatura negra, me ha llegado tarde. Hubiera disfrutado mucho más a los 15 años, porque hoy, Mike Hammer es más historia de la cultura popular que otra cosa. Su dureza, su hueca violencia campanuda, sus sucios modales hoy han sido asimilados por la tradición posterior de la novela negra, y ahora, en ese estado puro, son arquetipos de un tiempo desaparecido. Sucede también al revisitar a Hammett o Chandler, pero al menos éstos eran estilistas mayores de la lengua, más finos retratistas de la psicología humana.

No es que Spillane se haya vuelto viejo. Dejémoslo en que ha sido asimilado y trascendido. Por el naturalismo de Chester Himes; por la profundidad psicológica de Jim Thompson para describir a sus psicópatas; porque el género ha vuelto a mutar en Latinoamérica y ahora la narconovela de Élmer Mendoza y otros ha planteado reglas nuevas en distintos escenarios; porque vinieron El Padrino, y los Soprano, y porque The Wire nos enseñó lo complejo que es un mundo donde las grandes masas de dinero que mueve la droga sirven a todos aunque ninguno lo reconozca. Porque es necesario que en Ciudad Juárez muramos como chinches para que en Estados Unidos la droga financie campañas electorales, levante negocios honrados con dinero lavado, y en definitiva, sanee un sistema demasiado oprimido por sus demasiadas leyes y escasas tolerancias. Un país de virtudes públicas y vicios privados, que es la peor clase de moralidad posible.

El tío Mickey, fascistoide y tal, no es nadie ante la metódica frialdad de los neocons con que la patria del tío Sam inauguró el siglo XXI. Mike Hammer ha sido trascendido hasta por los entrañables sicarios de la serie Roma (una serie que, mire usted por dónde, es la que mejor describe mutatis mutandis la enorme descomposición social y política que hoy vive México).

Y la portada de Velarde, con esa blonda moza que dispara con los ojos y se apresta a liberar la fuerza expansiva de sus granadas, sigue siendo eternamente antigua y moderna, demodé y fresca. Refleja tanto su época como las novelas de Spillane. La agresividad y el erotismo que ésta desprende son también iconos de un tiempo ingenuo y desaparecido.

lunes, mayo 10, 2010

HA MUERTO FRANK FRAZETTA

Todavía no me repongo de la muerte de Peter O´Donnell y se nos acaba de morir Frank Frazetta, uno de los más grandes nombres del cómic y la ilustración de la segunda mitad del siglo XX y de todos los tiempos. Yo he hablado de Frazetta en más de una ocasión en este blog. Precisamente tengo sobre mi mesilla el cuarto volumen del Li´l Abner de Al Capp, donde el maestro trabajó como negro o "ghost", como ahora es políticamente correcto decir. De Frazetta me gustó siempre todo, tanto sus cómics como sus portadas, que finalmente le convirtieron en una mega-estrella del medio. Es difícil ver aquellas portadas y no pensar que el cómic es un gran arte que merecería estar en los museos más que mucha chatarra contemporánea subvencionada por políticos analfabetos que no saben ni escribir su nombre sin faltas de ortografía. Y sobre todo me gustan sus mujeres: curvilíneas rotundas, con pancita y un poco fodongas (possí: sobre gustos no hay nada escrito, ¿verdad?). Les pongo una antología de imágenes elegidas un poco al tuntún extraidas de esta excelente página, y les remito también a la Ficha Toutain que publiqué es su día. Consulten si quieren la etiqueta Frank Frazetta de este mismo blog para encontrar más quincalla de su pobresor gafapasta favorito. Pero sobre todo, hagan clic en las imágenes para ver a buen tamaño. Merecen la pena.









martes, mayo 04, 2010

ANTONIO BERNAL: EL CAPITÁN TRUENO EN TRES DIMENSIONES

Este artículo fue publicado en el número 1 de la revista Trueno (Asociación de Amigos del Capitán Trueno, España, 2005). Desde entonces han aparecido por ahí algunos originales de Antonio Bernal para portadas de Trueno Color. Aunque ello me obligaría a modificar y/o matizar algunas afirmaciones de este artículo, lo dejo tal cual, con la esperanza de que sean muchos más sus aciertos que sus involuntarios errores. Aunque he intentado reproducir la mayoría de portadas citadas en mi texto, no ha sido posible. Recomiendo durante su lectura la cosulta gráfica de esta excelente página con la totalidad de portadas de Bernal para Trueno Color.

El Capitán Trueno en tres dimensiones.

A Juan Arnáez y Elías Bravo, con agradecimiento.

La belleza que encierra la obra de Antonio Bernal (1924) se agiganta con el paso del tiempo. Vinculado al cómic español desde 1953, Bernal no alcanzaría la consagración como dibujante de historieta, sino como portadista de algunas de las mejores obras del tebeo español. Dedicado desde 1957 a realizar portadas a color para Bruguera, sería en los años 70 cuando su larga trayectoria estallaría literalmente en algunas de las mejores portadas de toda la historia del tebeo nacional. Quizá pueda parecer exagerado, pero el portadismo autóctono de los años 70 pertenece a Antonio Bernal. Citar títulos consagrados como Trueno Color, Jabato Color, Joyas Literarias Juveniles, El Sheriff King o El Corsario de Hierro es hablar no sólo de sus dibujantes y guionistas, sino del portadista Antonio Bernal. Él supo mejor que nadie (número a número, semana a semana hermoseando con muchas series los kioscos españoles) vestir hermosa a la novia para que la novia fuese, independientemente de la verdad escondida bajo la portada, la novia más hermosa del kiosco.

Fue sobre todo con el refrito de los finales de los años 60 y 70 de Trueno y Jabato donde Bernal brilló como la gran estrella de aquellas publicaciones. Alguien ha escrito recientemente que las hermosas portadas de Bernal no justificaban aquella lamentable edición perpetrada a cuchilladas sobre los originales que fue la de Trueno y Jabato Color. Lejos de justificarla, hemos de señalar ahora con toda justicia que, cuanto menos, nos dejó sus irrepetibles portadas. Ahora que es tan fácil conseguir las reediciones facsímiles de El Capitán Trueno y El Jabato sin mutilaciones ni omisiones, muchos deseamos YA la reedición en un lujoso tomo de las portadas de aquel artista cuyo arte estaba tan influido por el cartelismo cinematográfico de su épóca, una forma de entender la publicidad del cine tan desaparecida hoy día como su consecuencia lógica: la forma de vender tebeos que entrasen al comprador por los ojos.

Creo que Bernal alcanzó su gran momento ilustrando las portadas de Trueno y Jabato Color —y puesto que esta revista está dedicada a Trueno, hablaré sólo de Trueno Color (TC)—. El formato de la ilustración de portada (23x16 cm.) se alejaba del cuadriculado de Joyas Literarias Juveniles (20x20) y sus secuelas Sheriff King o Corsario de Hierro, y esto permitió a Bernal jugar más y mejor con el espacio que tenía disponible en cada portada, aunque con una peculiar limitación: la ilustración siempre era más larga que ancha. Bernal supo extraer excelentes resultados de aquel formato oblongo que constituye, a mi entender, la fórmula mágica para que el artista se implicase en la experimentación formal que constituyeron —con diferencia incluso con respecto a su producción de la misma época en las series del formato Joyas— las portadas de Trueno y Jabato Color. La tridimensionalidad aludida en el título de esta cariñosa evocación del gran maestro Bernal no se debe al hecho de que sus portadas fuesen pintadas, frente al trabajo de Ambrós o Pardo que en el refrito sufrió un coloreado infame, sino al experimentalismo formal al que se sometió Bernal cuando se lanzó a la búsqueda de una profundidad de campo de la que se beneficiaron otras series, pero que en mi humilde opinión no llegaron nunca a los niveles expresivos y plásticos de su trabajo para el refrito de Trueno y Jabato.

Sin abandonar nunca la portada de figurines clásica (como el simple pin-up, en TC 6; en combate, como en TC 44; estática, como TC 20 o 178) los trabajos más gozosos de Bernal fueron aquellos en que la distribución de elementos dentro de la ilustración se producía aprovechando diversos niveles de profundidad que Bernal usaba magistralmente. En muchas ocasiones, por ejemplo, uno de estos elementos (objetos, fieras o los protagonistas de la serie) ocupa el punto de vista del observador de la portada, produciendo así la ilusión de que éste se encuentra dentro de la misma, como en TC 65, 81, 90 o 151. Esta misma técnica, de la que Bernal extraería estupendos efectos, sería aprovechada dramáticamente en ilustraciones como TC 51, en que el Capitán está a punto de ser arrojado a un infierno de fuego que ocupa más de la mitad de la portada.

Los resultados de Bernal cuando quería transmitir la sensación de profundidad y vacío podían ser fantásticos, como en TC 142, donde Goliath y Crispín se ocultan de sus perseguidores en la cornisa de un palacio a los pies de un abismo.

Además, Bernal reforzó esta búsqueda con un efecto de ruptura consistente en que algunos elementos se salían del recuadro de portada superponiéndose a los créditos de la serie. Cuando combinaba este elemento de tridimensionalidad con la distribución de personajes y objetos en la portada, podía conseguir efectos francamente dramáticos, como en TC 25, cuyo resultado final se acercaba mucho al experimentalismo de aquella rareza que fue el cómic en 3-D.

Tampoco renegaba del encuadre cinematográfico atractivo y audaz: picados como en TC 139 o 245; contrapicados como en TC 21; planos generales aéreos llenos de fuerza y tensión, como en TC 245.

Bernal, hombre del tebeo, no era un artista estático, sino que sus portadas vibraban siempre con un sentido dramático, o estaban llenas de una movilidad trepidante, como en TC 202. Sus líneas cinéticas imprimían una enorme fuerza al conjunto, como vemos en TC 125.


Como pintor que era, la luminosidad casi rabiosa de su paleta y la ejecución rápida de sus portadas —Bernal se ha definido como un artista rápido en entrevista aparecida en Tebeolandia número 4— le condujo a veces a crear obras de predominio cromático: verde, rojo, amarillo... (TC 9, 139 y 84 respectivamente) y otras donde su inspiración le conducía a una explosión colorista de rabiosa belleza, como es el caso de TC 170.


Las portadas de Bernal no eran temáticamente predecibles, y en buena medida presentaba a los protagonistas enfrentándose no contra otros hombres, sino contra monstruos, animales salvajes o cataclismos naturales, que predominaron en su obra para TC más que los combates cuerpo a cuerpo, lo que imprime a su visión del mundo y del hombre un espíritu ciertamente civilizador. Dentro de estas obras yo quisiera destacar, por su curiosidad y belleza, aquellas en que Bernal distribuía la acción de la portada dedicando media al fondo del mar y media a su superficie, convirtiéndose en artista de simultáneos espacios naturales, como en TC 108, 126, 204 o 272.

No podemos afirmar que Antonio Bernal fue el artista más grande de su época, pero su ingente contribución al portadismo de Bruguera y su presencia casi masiva en los kioscos españoles durante tantos años le convierten, sin ningún género de dudas, en el portadista por antonomasia de la última época del tebeo semanal de aventuras en España.

Su labor pictórica en Trueno Color convirtió a Antonio Bernal en el cuarto y último gran artista dentro del canon estético de la época clásica de la serie El Capitán Trueno: Ambrós, Pardo, Fuentes Man, y —digámoslo de una vez y bien alto— Antonio Bernal Romero.

HASTA SIEMPRE, PETER O´DONNELL