viernes, diciembre 30, 2011

FELICITACIÓN DE TEBEOSFERA

Diseño de Antonio Moreno con personajes del divino Al Capp, a quien mis lectores saben que adoro a pesar de los pesares. Ya queda menos para despanzurrar 2011. ¡A ver, camarero del tiempo: otra botella de whisky!

sábado, diciembre 24, 2011

ESTA BITÁCORA TE DESEA FELICES FIESTAS

Ahora sí, felicito oficialmente a todos los seguidores de este blog de fondo, de esta tiendita de abarrotes del pensamiento. Y también a quienes aquí llegan por casualidad y por aquí pululan durante un rato, aunque no siempre vuelvan. Mis mejores deseos para todos a ambos lados de las turquesas cortinas. Y bueno, aficionado como soy a las Mamás Noelia más que a Papá Noel, les dejo dos formidables páginas de un Special Elvira. La de arriba dibujada por Paul Gulacy, y la de abajo por García López. Que ustedes coman y beban con gusto sus cavas y jabalíes, y que sobrevivan a la Nochebuena.


viernes, diciembre 23, 2011

NAVIDABADÁ, NAVIDABADÚ

Hay personas que se deprimen en Navidad. Y no me refiero a personas que realmente tienen razones para estar muy deprimidas, sino personas que no tienen razones de verdadero peso para deprimirse en estas fechas. Sé de muchas personas que estas noches, tradicionalmente familiares, las pasarán llorando o sumidos en la desesperanza. No es para menos con lo que está cayendo, con lo que va a caer. Sin embargo, otros son como el George Bailey de It´s a Wonderful Life (1946), el clásico film de Frank Capra: lo tienen todo para ser felices, y aún así deciden dejarse llevar por la desesperación. No es necesario que alguien les mande un ángel que necesita ganarse sus alas para sacarles de la tontera. En lo personal debo decir que estas fechas un poco cursis, herederas cristianizadas de las Saturnales romanas, me dan un poco igual. Ni me entusiasman ni me hunden. Las veo con un pragmatismo evidente: son las fiestas de los niños, y lo que más me gusta de la Navidad es, precisamente, ver a los niños consumirse por la ilusión de obtener sus regalos y juguetes. Es por eso que este año he introducido como cartela navideña de esta bitácora la siguiente tira diaria de Gasoline Alley, esa serie familiar, optimista a pesar de todo (como la película de Capra) donde Frank King ponía todo el énfasis en ese espíritu infantil y de ilusión que debería impregnar estas fechas repipis, pero tan necesarias desde hace siglos. Al fin y al cabo, celebramos que Perséfone acaba de volver a sentarse en su trono de monarca del reino de los muertos en compañía de Hades, su marido. Celebramos que la primavera ya está un poco más cerca, porque a Perséfone le dolerá el culo muy pronto de encontrarse allí sentada.


Así pues, no esperen de mí más que buenos deseos de comilonas y enormes ganas de consumir botellas espirituosas. Ya tendré tiempo y oportunidades de llorar cuando realmente llegue mi hora de dolor y arrepentimientos. Otra cosa que me gusta de la Navidad es la nieve. Las navidades de mi infancia sólo eran blancas en las películas de Hollywood, como en It´s a Wonderful Life, precisamente. Mis navidades juachupinas son, como pueden observar por la primera foto de mi jardín, tan blancas como en aquella nostalgia infantil hollyoodienta. Hoy hemos amanecido bajo el manto de la nieve, y continúa nevando mientras escribo estas líneas. Me gusta que nieve durante los días navideños. Y ya puestos, qué mejor película para estas fechas que, ejem, no sé si la he mencionado antes: It´s a Wonderful Life, cuya loca carrera de James Stewart la noche del 24 de diciembre por las calles de Bedford Falls me sigue conmoviendo. Ahí les va una foto. 


Stewart no se ve muy bien, se confunde un poco con el árbol, pero lo siento, no he podido tomar una captura de pantalla mejor. Es la película de las navidades, sin duda, y ayer, que la vi por enésima vez, me sorprendí de nuevo llorando como una nenaza durante la media hora final. Soy una delicada margarita sin remisión. Soy la quinceañera más fea del mundo. Me emociono con el mensaje esperanzador de Capra, quien no sólo fue un gran director de cine, sino también un optimista incorregible. Su biografía lo demuestra, y el tesón como ingrediente de vida feliz, que él pregona en esta película, fue el que él mismo puso en su vida. Tuvo la suerte Capra de poder predicar con el ejemplo. No esperen de mí huraños comentarios sobre estas fechas. Aprendí la lección de Capra y de George Bailey hace mucho tiempo. Descorcho a su salud una buena botella de vino y me preparo para disfrutar estas fechas infantiles con mi tozuda actitud infantil ante la vida. Salud. 

miércoles, diciembre 21, 2011

EL GASOLINE ALLEY DE PETER MARESCA

No sé si erigir un altar a Peter Maresca, ese editor afectado de gigantismo. Me ha dejado turulato la lectura de su edición de páginas dominicales selectas de Gasoline Alley, la obra maestra de Frank King que éste escribió y dibujó desde 1918 hasta su fallecimiento en 1959. Estamos hablando de una edición a tamaño original de las reproducciones de la época, cuando los suplementos de los diarios norteamericanos presentaban a sus lectores la Edad de Oro de las series de prensa. Se trata de un volumen enorme que no cabe ningún sitio. Durante un tiempo lo tuve depositado sobre una mesita de madera, hasta que mis gatos Crisis y Apocalipsis adquirieron la costumbre de usarlo como atalaya. Desesperado, al fin le encontré un hueco entre dos libreros sobre la impresora y el archivo, pero cada vez que cambio las hojas de la impresora o rebusco algunos papeles en el archivo, suelo olvidarme de su existencia, así que mi Gasoline Alley de Maresca aprovecha para clavarse entre mis costillas cuando me incorporo. Veo las estrellas, maldigo a Maresca, pero luego recuerdo los tesoros sin cuento del volumen y bendigo a Maresca por su exquisita tozudez como editor.

 El libraco lo ha publicado Sunday Press Books. La tira diaria, que edita Drawn And Quaterly, va por su volumen número 5, y se trata de una edición exquisita al cuidado nada menos que de Chris Ware. Gasoline Alley es una serie especial. Ya escribí por aquí que en ella bien se puede ver crecer la hierba, lo que no suele resultar del agrado de todos. Gasoline Alley cuenta la vida que pasa, la vida que se va. Nos narra las experiencias cotidianas de Walt y su hijo adoptivo, Skeezix, así como las vivencias cotidianas de los habitantes del barrio de una gran ciudad. El gran mérito de Frank King consistió, se ha dicho y ponderado multitud de veces, en que los personajes envejecían casi al mismo ritmo que lo hacían los lectores de la serie. Así, Walt y Skeezix pasaron a ser la expresión de la vida cotidiana en Estados Unidos durante el siglo XX, y como conciencia del hombre común que resultaron ser, vivieron también sus grandes cambios y conflictos al mismo tiempo que lo hacían los  propios habitantes de aquel país.

 Pero la tira diaria y la página dominical carecieron de continuidad, así que King se dedicó en las dominicales (como tantos de nosotros, precisamente durante los domingos) a embarcar a sus personajes en excursiones a la montaña o a charlas de vecindario sin mayor trascendencia, pero rehuyendo en estas ocasiones la hilvanación argumental con la serie diaria y la vida que pasa con un estado más contemplativo y lúdico de la existencia. Para ello, King recurrió a páginas dominicales majestuosas donde jugaba exquisitamente con los colores y la estructura de la página para acercarse a un grado experimentalista del cómic que recuerda muchas veces al Little Nemo de Winsor McCay. 


Las páginas dominicales editadas por Maresca son, naturalmente, una antología. Es todavía Gasoline Alley una serie muy olvidada a pesar de sus méritos. Incluso ahora en Estados Unidos Drawn And Quaterly la publicita como “The Neglected Masterpiece of Cartoonig collected for the first time ever”. Y es que en estos tiempos de bullicio y precipitación constante, detenerse unos instantes cada día a ver crecer la hierba y ver transcurrir la vida es, cuanto menos, un acto de irreverencia hacia los nuevos dioses de lo veloz, de lo instantáneo y perecedero.

Gasoline Alley continúa publicándose. Desde 1986 dirige la serie Jim Scancarelli, tanto Walt como Skeezix ya son muy ancianos y lejos quedan los tiempos de gloria de Frank King. Walt y Skeezix también han sobrevivido a Bill Perry y Dick Moores, sus sucesores tras el fallecimiento de Frank King en 1959.  Las páginas que se reproducen en este blogo han sido tomadas de la red, y demuestran los continuos juegos de diseño de página/viñetas y de colorido con los que gustaba King de experimentar. Clicando sobre cada imagen podrán advertir muchos más detalles.

domingo, diciembre 11, 2011

JERRY ROBINSON (1922-2011)


Murió Jerry Robinson el 7 de diciembre. Desde aquí pueden acceder a muchos enlaces con muestras de su arte. Fue un artista en la sombra, sobre todo por haber pertenecido al equipo de Bob Kane durante la gestación de los primeros números de Batman. Cualquiera que haya leído el Batman clásico sabe que, como Will Eisner y muchos otros, Bob Kane aglutinaba bajo su firma los méritos (y deméritos) de los miembros de su equipo. Así era en buena parte del cómic clásico norteamericano: una labor de equipo. Robinson fue creador intelectual del Joker (el Comodín, como a mí me gusta llamarlo, pues soy heredero de las viejas traducciones de Novaro). Pero Robinson también cuenta con una obra destacable y propia en su haber, y me refiero a Jet Scott, una obra perdida de la ciencia-ficción clásica de la que pueden ver muestras aquí. Recientemente Dark Horse Books acaba de reeditarla completa en dos preciosos volúmenes que deberían ser el modelo a imitar por todos aquellos que hoy editan en Estados Unidos series clásicas de prensa. La labor de editoriales como Fantagraphics, IDW, Hermes Press o Classic Comic Press, con ser meritoria y a veces excelente, no siempre deja feliz a todo el mundo, y, sin ningún género de dudas, está lejos de la perfección. Esto lo digo sobre todo por Classic Comic Press, que es el patito feo de las editoriales usacas que hoy editan material clásico: asco me da el primer volumen de Big Ben Bolt, de Cullen Murphy, por ejemplo, y en la edición de Mary Perkins On Stage uno echa en falta el color de las dominicales y mejor papel. Conclusión: uno empieza a tener miedo de que Classic Comic Press edite alguna serie. Pero la edición de Jet Scott, qué maravilla: papel de calidad, dos tiras diarias por página excelentemente reproducidas y su bella dominical a colores donde corresponde. Jet Scott (que, ejem, reposa en mi pila de tebeos pendientes de lectura) fue una serie escrita por Sheldon Stark y duró poquito, pero quizá sea la gran contribución individual de Robinson al noveno arte. Un dibujo delicioso. Algunos la llaman obra maestra perdida del cómic de ciencia ficción. El mejor homenaje que puede hacérsele a un artista es el de disfrutar su obra, así que, me dejo de palabrería y mejor acabo mis lecturas para hacerle un tiempo a Jet Scott, la gran obra de Jerry Robinson. Ya le tocaba. Ahora es cuándo. Descansa en paz, Jerry.

viernes, diciembre 09, 2011

CIEN RAZONES PARA AMAR LOS TEBEOS

El amigo Pablo, de El blog impaciente, nos invitó a algunos a seguir el ejemplo de Álvaro Pons cuando enumeraba éste 100 Razones para amar los tebeos. La condición era colgar todos un post sobre el mismo tema hoy 9 de diciembre. He aquí el mío, aunque con las ocho horas de diferencia con España. La verdad es que no quise leer ni las 100 razones de Álvaro ni tampoco sus nuevas 100 razones, como no quise leer ningún otro listado para no verme influido por ellos. Ahora que cuelgo mis 100 razones para amar los tebeos (presentadas sin orden ni concierto) advierto con gusto que algunos autores y obras son coincidentes en los listados. Dudo mucho de que esto quiera decir que Dios existe, pero sí que existe cierto canon de los cómics.

CIEN RAZONES PARA AMAR LOS TEBEOS

1. Porque todavía tiemblo de emoción al abrir algún tebeo como si fuese la primera vez.
2. Por los labios y los ojos de Modesty Blaise, a quien amé sin remedio ni esperanza.
3. Por la sonrisa del Capitán Trueno y sus amigos.
4. Porque todavía río hasta las lágrimas leyendo el Thimble Theatre de Segar.
5. Porque amé a la reina Desira de Trópica mientras Flash Gordon sólo tenía ojos para la boba de Dale Arden.
6. Porque tardé muchos años en conocer a Burma y a Dragon Lady, pero la espera mereció la pena.
7. Porque antes de aprender latín, combatí contra el Imperio Romano junto al Jabato.
8. Porque nadie era capaz de aterrorizarme más en la infancia que Rafael Auraleón.
9. Porque nadie es capaz de aterrorizarme hoy día más que Suehiro Maruo.
10. Porque Patomas me hizo creer en la superación personal.

Razón número 2

11. Porque el Corsario de Hierro me hizo atisbar que la vida podía ser una aventura alegre y maravillosa.
12. Porque Little Nemo me enseñó a soñar despierto.
13. Por las baladas desafinadas de Krazy y los ladrillazos de amor de Ignatz.
14. Por la mala leche de Al Capp y su humor furioso.
15. Porque limpiaría a lengüetazos a Moonbeam McSwine.
16. Porque con Zagor y Cicco conocí el realismo mágico del western.
17. Porque a Mr. No siempre le diría que sí.
18. Porque el Sheriff King fue como la novela pastoril del western.
19. Por el pincel galante y alegre de Ángel Pardo.
20. Porque Tintín me convirtió en delincuente juvenil.

Razones 3 y 19

21. Porque las pecas de Supernova siempre me hicieron tilín.
22. Porque Tom Berry me presentó a mi primera mexicana.
23. Porque el campo nunca fue tan divertido como en los pinceles de Vázquez.
24. Porque el desierto es buen lugar para irse de paseo con Anacleto.
25. Por las mujeres de Jordi Bernet.
26. Por los afilados diálogos de Abulí para Torpedo.
27. Por las introducciones dicharacheras y chachis de Toutain en todas sus publicaciones.
28. Por todos los porros que me fumé con el gato Fritz.
29. Porque nadie me hizo conocer Barcelona como Alfredo Pons.
30. Porque nadie me hizo conocer la noche barcelonesa como María Lanuit.

Razones 14 y 15

31. Por la idealización del idealismo que fue Príncipe Valiente.
32. Por la space-opera de mármol de Mac Raboy.
33. Por la elegancia superlativa de Alex Raymond en Rip Kirby.
34. Porque cuando sea mayor quiero ser como Martin Mystére.
35. Porque cuando sea mayor acabaré siendo el Profesor Tragacanto.
36. Porque contesté por primera vez al teléfono mientras dibujaba a Zipi y Zape.
37. Por la enorme capacidad de sugestión de las portadas de Antonio Bernal.
38. Por la estupidez como arte de Happy Hooligan.
39. Por Spirou y las Ideas Negras de Franquin.
40. Porque adoro la rotulación manual y aborrezco las fuentes personalizadas.

Razón 31

41. Por el trazo noble y vigoroso de Ambrós.
42. Porque andes por donde andes, no andes lejos de… Andes por donde andes, no andes por los Andes.
43. Por todas las navidades con Carl Barks.
44. Por los tiempos en que Mickey Mouse y Minnie podían dormir juntos sin estar casados. Y el Tea Party no decía nada.
45. Por la línea elegante, graciosa y perfecta de Floyd Gottfredson.
46. Porque si Walt Disney fuera Dios, Giorgio Cavazzano hoy sería su profeta.
47. Porque de niño también caí en la marmita de Panorámix.
48. Porque Paco Pito es una obra maestra que debe ser reivindicada.
49. Porque me ponen nervioso los chistes de Groucho y me inquietan las pesadillas de Dylan Dog.
50. Porque me gustaba grouñir en el desierto.

Razón 37

51. Por los dibujos de Ventura y los guiones de Nieto.
52. Porque Carlos Giménez hace de la vida un poema constante.
53. Por el candor de Mortadelo y los berrinches de Filemón.
54. Porque Hessa y Lucifera me hicieron sudar durante muchas noches infantiles.
55. Porque me suspendían en Historia al interesarme más la prehistoria de Purk.
56. Porque todavía me duran las resacas de los piratas de El Cachorro.
57. Porque me molaba mucho la princesa Bimba.
58. Porque el estilo de Iranzo rugía como el trueno y deslumbraba como el rayo.
59. Por el pincel vertiginoso y naïf de Manuel Gago.
60. Porque en la vida real he conocido peores poetas que Fideo de Mileto.

Razón 49

61. Porque Pumby, el gatito feliz, todavía me puede arreglar un mal día.
62. Por el verbo sugestivo y rimbombante de Stan Lee.
63. Por el virtuosismo poderoso y barroco de Jack Kirby.
64. Por el cráneo privilegiado del profesor Charles Xavier.
65. Por aquellas deliciosas tardes de verano en Villachica.
66. Por el Daredevil de Nocenti y Romita Jr. Por Daredevil. Punto.
67. Por la Patrulla X de Chris Claremont.
68. Porque nunca Drácula fue más sugestivo que cuando lo dibujó Gene Colan.
69. Porque un día Batman se volvió Caballero Oscuro.
70. Porque sólo en el universo de C.C. Beck podría funcionar un revoltijo mitológico tan incongruente como SHAZAM!

Razón 72

71. Porque me gustaría ser Sileno en la isla de Themyscira.
72. Por las jamonas de Robert Crumb.
73. Por H.G. Oesterheld, que nos hizo sentir miedo de la nieve.
74. Por Robin Wood, biblioteca universal del aforismo.
75. Por Will Eisner, maestro del cuento dibujado del siglo XX.
76. Por los rifirrafes epistolares entre el tío Vampus y el primo Rufus.
77. Por Arlerí, y el resto de la obra de Edmond Baudoin.
78. Por la mirada acuática de Comanche y su cinturita de junco.
79. Por el universo novelesco de Charlier.
80. Por los pedregosos paisajes de Giraud y Hermann.

Razón 75

81. Por los diálogos de Greg.
82. Por Dan Barry y Cia, que le dijeron a Flash Gordon: “Levántate y anda”.
83. Por Luba, Palomar, Tonantzin y Beto Hernández.
84. Porque Jaime Hernández es el mejor dibujante vivo de culos.
85. Porque Guido Crepax fue el mejor dibujante vivo de culos.
86. Por el tormentoso pasado ratonil de Art Spiegelman.
87. Porque Corto Maltés y Jerémiah Steiner fueron los culpables de que estudiara Filología Clásica y hoy muchos estudiantes sufren las consecuencias.
88. Por el inquilino de la Cueva de la Calavera.
89. Porque ninguna chica será capaz de morderte el cuello como Vampirella.
90. Por las criaturas saturninas de Sandman.

Razón 79

91. Por la amargura infantil de Peanuts.
92. Por la sabiduría adulta de Mafalda.
93. Por la angustia que me causan los universos provincianos y cerrados de Daniel Clowes.
94. Por el exasperante trabajo de orfebrería de Chris Ware.
95. Por los tebeos clásicos mexicanos que hoy nadie conoce, ni siquiera en México.
96. Porque Adelita y las guerrillas, de José G. Cruz, nos demuestra que la Revolución Mexicana no fue cosa de hombres, sino de machas.
97. Por los espesos silencios de Thomas Ott.
98. Por la sabiduría narrativa de Osamu Tezuka.
99. Porque es el Fin.
100. Porque, como nos enseñó el Capitán Trueno, cuando uno piensa que es el fin, nunca es el fin. La aventura no ha hecho más que empezar.

Razón 84

miércoles, diciembre 07, 2011

EL ARRECIFE DEL ESCORPIÓN, DE CHARLES WILLIAMS

He aquí una de mis novelas negras favoritas. Ya lo es desde que la descubrí, hace apenas un año, hojeando mi colección de las Sagradas Escrituras (Club del Misterio, de Editorial Bruguera). Mucho había oído hablar de Charles Williams, mas poco encontraba al alcance de la mano. De pronto, en mi covachuela de Murcia, me encuentro con dos a tiro: El arrecife del escorpión y Una mortaja. La primera, ya digo, entre los títulos que en su día editó Bruguera dentro del famoso Club; la segunda, en una bonita edición argentina de la colección Serie Negra de la editorial Tiempo Contemporáneo, más negra que la boca de un lobo, que algunos desdeñan porque sus traducciones están llenas de argentinismos (como si todas las traducciones debieran sonar a castellano de Castilla).

Charles Williams es uno de esos grandes olvidados de la novela negra clásica. En el catálogo de Amazon no hay nada que comprar, y para colmo, el buen Williams tiene un sosias inglés que fue teólogo y también escribió novelas muy marcadas por el esoterismo. Merecería la pena leerlo (fue amigo de Tolkien y de C.S. Lewis), pero ahora hablaremos del gringo Williams. Bibliografía al respecto, prácticamente ninguna, salvo, alucina vecina, una biografía excelente made in Spain escrita por Hernán Migoya: Charles Williams. La tormenta y la calma (Glénat, 2001). Este gratísimo libro hoy sólo puede encontrarse en la sección de saldos de algunas librerías (bueno, dicho sea de paso: hay que tener suerte para encontrarlo, y yo la tuve).

Williams nació en San Angeles, Texas, el 13 de agosto de 1909 y se suicidó en abril de 1975. Trabajó durante diez años (1929-1939) en la marina mercante, de donde extrajo todo el conocimiento que luego le resultaría tan provechoso para sus novelas negras, que se caracterizan por tener el mar como telón de fondo, como escenario protagónico de sus tramas, al igual que muchos autores de novela negra usarían la geografía urbana para desarrollar sus argumentos y gestar un espacio mítico. El espacio mítico de Williams era el reino de Posidón y el misterio de sus abismos era también el misterio de los abismos humanos. Entre sus novelas más reconocidas figuran El arrecife del escorpión (1955), Una mortaja (1961) y Dead Calm (1963). Algunas de sus novelas fueron adaptadas al cine, y quizá la más conocida de sus adaptaciones sea Vivamente el domingo (Francois Truffaut, 1983), que adaptaba la novela The Long Saturday Night (1962) y constituyó la última obra del gran cineasta francés.

La grandeza de El arrecife del escorpión parece no tener discusión. Se trata de una novela negra que transcurre en mar abierto, pero también es una honda y lacerante historia de amor, en lo cual se parangona con otras célebres obras maestras como El cartero siempre llama dos veces (James M. Cain) o ¿Acaso no matan a los caballos? (Horace McCoy). Tiene esa contundencia y esa pureza de los grandes maestros norteamericanos clásicos de la novela criminal. Suele ser evocada como la piedra fundacional del amor por la obra de Williams, y es que ciertamente es una obra notable en muchos aspectos. Narrada en primera persona por Bill, buzo profesional que narra su historia en un diario que al fin es encontrado en el velero abandonado que pilotaba, la novela desarrolla la claustrofóbica historia de Bill y Shannon intentando deshacerse de sus captores, asesinos del marido de Shannon, en la búsqueda de un magnífico tesoro en el arrecife del Escorpión que da título a la novela. Más allá de esta premisa no ciertamente relevante, más allá incluso de la difícil justificación del relato en primera persona o de la difícil evolución del amor entre Bill y Shannon, El arrecife del escorpión tiene uno de los clímax más líricos y desesperados de la novela criminal clásica. A partir de ese momento de certeza angustiosa, la novela se instala en un remanso de paz. Un remanso de muerte, al fin y al cabo. Hasta la conclusión.

lunes, noviembre 28, 2011

BIBLIOTECA PULGA. PORQUE LA MUERTE ACECHA.

También mi abuela Anita tenía esta manía antigua de que el papel viejo, el papel del libro o del tebeo usado, era esencial nutriente de microbios y otras alimañas dispuestas a que te durmieras para saltar sobre ti y devorarte. Nunca olvidaré, cuando yo tenía seis años, cuánto me recriminó haber comprado el número 1 del Príncipe Valiente de la editorial Buru Lan en una tienducha de segunda mano. Es verdad que aquel sucísimo ejemplar se caía a trozos de haber pasado por tantas manos. Aquel fascículo me tuvo aterrorizado durante un buen tiempo, pues creía haberme infectado para siempre de un mal irremediable. Ni siquiera las hermosas ilustraciones de Foster podían servirme de consuelo. Al final debí deshacerme de él por aquel terror que de mí se había apoderado. No volví a leer el Príncipe Valiente hasta los veinte años de edad, cuando Ediciones B sacó aquella edición que consistió en mi alegría quincenal de los años universitarios. Cuánto disfruté poder comprar aquella colección y leer esa magna obra por vez primera.

miércoles, noviembre 23, 2011

TEBEOTECA X: EL TENIENTE NEGRO

Editorial Glénat se desvive siempre por darnos gratas sorpresas a los gafapastas. Su ya larga tradición de rescate de clásicos del tebeo español es de quitarse el peluquín y el sombrero. Recientemente ha estrenado la colección Vintage, con Juan Furia, y en realidad se había estrenado poco antes con un integral que recopilaba todas las entregas de una serie ciertamente curiosa, El Teniente Negro. Ecos de John Ford y de tomahawk.

El Teniente Negro nos contaba las aventuras de Richard Blake, uno de aquellos "pies tiernos" del viejo Oeste que, a pesar de sus aparentes modales de mojigato y su naturaleza cobarde, esconde en el fondo una personalidad bronca y singular que le lleva a adoptar la doble personalidad del Teniente Negro, un soldado yanqui de raza negra que lucha contra el Sur en los tiempos de la Guerra Civil de Estados Unidos. Blake es, siguiendo el modelo de El Zorro y de El Coyote (que había triunfado durante décadas en España y otros rincones del mundo) un artista del transformismo de personalidad que lucha por causas nobles. Pronto se le unirán en sus andanzas el joven Ricky y el sudista renegado Ursus hasta completar un trío a lo Capitán Trueno (Ursus incluso luce camiseta a rayas como Goliath).

El Teniente Negro debió de pasar con más pena que gloria durante su primera edición en 1962 por Editorial Bruguera. Aseguran las crónicas que aquellos fueron los años aciagos del fin del cuaderno de aventuras español, aquel que durante décadas había traido pan y tomate a los más jóvenes de la casa. Los guiones empezaron firmados por Silver Kane, un nombre que imagino habrá tenido mucho peso a la hora de reeditar en volumen el ciclo completo de El Teniente Negro. Silver Kane, seudónimo de Francisco González Ledesma fue uno de los tigres de la Malasia brugueril, y hoy día uno de sus pocos supervivientes. Como es sabido, González Ledesma se dedicó, bajo el seudónimo Silver Kane, a producir ingentes cantidades de novelas del Oeste, de terror y de espionaje, pero sobre todo, destacó como escritor de westerns vibrantes y dinámicos, concisos y un poco cínicos, en los que con el paso de los años fue aflorando una socarronería y un sentido del humor muy de agradecer. Silver Kane ha sido hoy objeto de reivindicación desde muchos frentes, sobre todo porque desde el fin del franquismo pudo explotar su vena literaria de “autor serio” de novela negra y hoy es un novelista reivindicado entre los más grandes del medio ibero tanto en España como en Francia (de donde, por cierto, vino su reivindicación). Pero en los tiempos en que Ledesma no tenía derecho a ser Ledesma (estaba en varias listas negras del franquismo) y sólo era Silver Kane, autor de bolsilibros a destajo y brillante argumentista, hizo felices a millones de españoles con las tramas de sus novelas de a duro, donde se posicionó en su género como el más popular y llamativo después de Estefanía. Quienes leímos las novelas de aquel Silver Kane le debemos todavía muchos grandes ratos de emoción y entretenimiento.

Coqueteó Ledesma/Kane con la escritura de tebeos. No por gusto, imagino, sino por imposiciones editoriales. Kane era sobrino del legendario Rafael González Ledesma, braccio di ferro de las oficinas Bruguera y recientemente aupado a la mitología popular gracias al simpático film El gran Vázquez (Óscar Aibar, 2010) y el imprescindible tebeo El invierno del dibujante, de Paco Roca. Hombre de claroscuros ideológicos más que notables, Ledesma fue el creador de El Inspector Dan y guionista de muchos de sus episodios. Años después, también don Silver Ledesma asumiría el oficio escritural de los siniestros casos de este personaje londinense. Sus guiones para el publico infantil que leía esta serie son ingenuos, y no tan chispeantes como los de Víctor Mora (a quien consciente o inconscientemente se imita, incluso en las irritantes burlas sobre señoras gordas), pero hoy se siguen leyendo bien, con la fluidez que proporciona saber contar historias que también se escriben con la misma fluidez con que sin duda se escribieron sin ánimo de trascendencia. A partir del número 24, sin embargo, fue sustituido en los guiones por el arcano Mark Gilbert.

Mayor placer produce la contemplación de los dibujos de José Grau (1914-1998), quien a la sazón se encontraba en sus años de madurez gráfica. Artista destacado por Juan León, el guerrillero de Sierra Morena (1954) o Rey Furia (1961), pasó también por El Capitán Trueno durante una breve etapa. Grau era ya para entonces dueño de un estilo lleno de dinamismo y de poderío que a veces recuerda a Ambrós en los escorzos, aunque sin la natural grandeza de éste. Agilidad para las figuras, atractivos tramados y mucha fuerza en el trazo fueron marca de Grau durante la realización del Teniente Negro. Es una pena que la serie fuera cancelada en el número 30, cuando el buen hacer de este artista resultaba tan destacable y atractivo. Sobre todo destaca en la segunda parte de las aventuras de este Teniente Negro, aquella en que Silver Kane introduce a los protagonistas en una serie de peripecias donde se mezclan el western con el género gótico, una variante del western que Silver Kane desarrollaría con maestría en muchos de sus bolsilibros, hasta el punto de que hoy día uno de ellos, Rancho Drácula, resulta ser una codicida pieza de coleccionista entre los amantes del bolsilibro. Rancho Drácula no fue la única incursión de Kane en esta vertiente gótica del western. Se disfrutan las ambientaciones góticas de Grau, era magnífico para los juegos de luces y sombras. Flotaba todavía el recuerdo de la mejor época del Inspector Dan, y su influencia resulta notoria en algunas páginas de la serie que parecen salidas de aquellas páginas del inspector de Scotland Yard que Eugenio Giner dibujaba con tremebundo poder de persuasión.

Glénat reedita ahora este Teniente Negro en plena presidencia de Obama como imperator de la Recaput Mundi. Llama la atención el parecido que nuestro Teniente guarda en algunas viñetas con el inquilino de la Casa Nostra. ¿Habrá alguna clase de ironía en la propuesta de Glénat? Nuestro Teniente es, como Obama, un Negro con el alma blanca. ¿No será Richard Blake un blanco con el alma negra? Treinta números no dieron para revelarnos tanto. Nunca lo sabremos.

Silver Kane/José Grau, El Teniente Negro. Ediciones Glénat. Barcelona, 2010. Colección Vintage.

jueves, noviembre 03, 2011

NO QUIERO OLVIDAR A MI GATO, DE TROUB´S

Este libro cautivará a todos aquellos que sienten simpatía, cariño o amor por los imprescindibles mininos. Les gustará porque ya son público lector cautivo de un encanto anterior al encanto que tienen las páginas de J´veux pas oublier mon chat, escrito y dibujado por Troub´s y que podría traducirse como No quiero olvidar a mi gato. Este artista del cómic francés que se considera, ante todo, un campesino, es un enamorado de los animales (aunque me consta que odia a los perros), y es precisamente sobre los entrañables cuates ronroneadores donde él proyecta una de las más nobles y elevadas aspiraciones del hombre: el anhelo de libertad. Los gatos entrañan la libertad como, según Troub´s, los perros encarnan el espíritu de sumisión y servidumbre en el hombre. Es una dicotomía exagerada, posiblemente, pero ya Enrique Jardiel Poncela escribió un diálogo formidable titulado Del amor del perro y del gato que venía a plantear semejante dicotomía entre los hombres y las mujeres, una reflexión ingenua pero ingeniosa (porque estamos hablando de Jardiel) sobre la atracción entre los dos sexos.

También entre las personas son unos de gatos y otros de perros, y la mayor parte de ninguno. Pero, no en vano estos animales domésticos (de domus, casa) nos acompañan desde las primeras sociedades humanas. Les gusta estar cerca del hombre y el hombre les atribuye características humanas que, muy posiblemente, no han tenido nunca. En el antiguo Egipto los gatos eran sagrados, mientras que durante la Edad Media, en numerosas sociedades, estaban condenados a muerte porque se les atribuía diabólicas características. Todavía debe andar en la memoria colectiva el recuerdo de aquel concejal del Partido Popular español que se fotografiaba con gatos muertos que él mismo asesinaba durante sus borracheras con los amigos. De los perros es ya un tópico denominarles “el mejor amigo del hombre”.

J´veux pas oublier mon chat no está dirigido al público adulto, sino a los más pequeños de la casa, aunque yo no me haya sentido muy infantil leyéndolo. La colección J´veux pas… aproxima a los niños a los animales domésticos. En este caso, Troub´s evoca a su primer gato, un vagabundo y libérrimo felino llamado Skippy, cuyo jactancioso sentido de la libertad y arrogante independencia enseñan al joven Troub´s cuál es el verdadero sentido de la vida, pero también cuál es el precio que hay que pagar por él. Pequeña obra de un autor casi desconocido en España, un vagabundo viajero que, como Skippy, recorre el mundo siguiendo un ansia de libertad, Troub´s es uno de esos artistas que hacen del cuaderno de apuntes su bitácora personal de las experiencias vividas siguiendo un modelo de cómic autobiográfico más próximo al experimento biográfico que al periodismo.

martes, noviembre 01, 2011

MODESTY BLAISE HALLOWEEN

Me encantan las portadas que hace el artista Loopy Dave para la revista sueca Modesty Blaise Agent X9. Ya he colgado por aquí unas cuantas, y podrán verlas clicando sobre la etiqueta Modesty Blaise. La del último número corresponde, precisamente, a una visión halloweenera de nuestra heroína favorita del espionaje. Y como por ahí tenía una más, la adjunto bajo estas líneas. Trick or Treat!! Como pueden ver aquí, LoopyDave es un artista muy versátil.


domingo, octubre 30, 2011

LA VIDA Y EL GENERAL YEN


Yen me dijo una vez que podríamos concentrar una vida entera en una sola hora. Sí... ¡Y en un solo trago!

Gran película que me acabo de echar esta noche. ¿Cómo podían hacer películas románticas CREÍBLES en los años 30 y 40 y ahora no podemos? ¿Qué coño nos ha pasado a todos? ¿Por qué el romanticismo, hoy, no es más que sensiblería o ñoñez? Oye, que aquellos cabrones eran tipos más duros que nosotros y vivieron entre dos guerras mundiales. ¿Qué secreta verdad atesoraban aquellos seres del crepúsculo que nosotros hemos perdido?

viernes, octubre 07, 2011

SEGUID HAMBRIENTOS

Mi iPad y yo seguimos de luto, y ahora con mayor razón para mi iPad. Muere Jobs y antes se me murió Bonelli. Curiosamente, los tebeos de Bonelli son los que mejor se leen en el iPad. Este último parece diseñado para leer Martin Mystere y Dampyr. O Zagor. Sin necesidad de tener el tebeo en la mano. Les enlazo el famoso discurso que Jobs dio en Stanford en 2005 porque es HERMOSO. Cuando superé mis depresiones de los 20 años y mis intentos de suicidio, cuando regresé del descensus ad inferos, me convertí al vitalismo y renegué de Cioran (a quien debo la vida por En las cimas de la desesperación) y de los intelectuales muermo y llorones. Volví a reencontrarme con Henry Miller y la alegría de vivir. Comparto lo que dice Jobs porque pienso igual. Si mañana me muero, lean esto por mí en mi funeral.

lunes, septiembre 26, 2011

ARRIVEDERCI, SERGIO

Ha muerto Sergio Bonelli a los 78 años. El editor de los mejores cómics populares del mundo. Qué infinito placer resultó para mí, durante este pasado mes de julio en Roma, comprar cada día un tebeo Bonelli en un kiosco. Estoy de luto, como también lo están Tex, Dylan Dog, Martin Mystere, Dampyr, Julia, Magico Vento y tantos otros personajes. Descanse en paz, y que su obra y su legado nos acompañen para siempre.

Una entrevista con Sergio Bonelli (en portugués), clicando aquí.

miércoles, septiembre 14, 2011

MILT GROSS: HE DONE HER WRONG

Había oído hablar de Milt Gross (1895-1953), uno de aquellos grandes de la viñeta norteamericana, hoy más olvidado que otra cosa. Había que conocerlo. Nada que no pueda solucionarse un día u otro gracias a buenas reediciones. Acabo de recibir su aclamada obra maestra, He Done Her Wrong, y un volumen precioso que reedita toda su producción para el comic-book, titulado precisamente The Complete Milt Gross Comic Books and Life Story, a cargo de Craig Yoe y editado por IDW Publishing en 2009 con una amplia introducción sobre la vida y el arte de Gross.

Gross tenía un estilo nervioso, que transmitía una fuerza enorme. Quizá esto no sea tan advertible en He Done Her Wrong, pero la recopilación de sus historietas humorísticas para el comic-book dan esa impresión: trazo grueso, efectismo impresionista, algo por ahí de Sterret, quizá un poco de Herriman. Pero de este volumen ya hablaré más adelante, porque lo tengo delante y lo miro con muchas ganas, pero no he podido echarle el diente todavía. En cambio, era imperiosa la lectura de He Done Her Wrong (traducible como Él fue malo con ella), principalmente porque es de 1930 y está considerada como una de las primeras "novelas gráficas" del cómic, mucho antes de que el tío Will Eisner reciclara el concepto a su gusto y publicase Contrato con Dios (que, además, ya puestos, no sería una “novela” sino un libro de relatos). He Done Her Wrong, editada en 2005 por Fantagraphics y reeditada hace poco por Manuel Caldas para España y Portugal, acusaba en 1930 la influencia de Lynd Ward (1905-1985), quien un año antes había publicado otro volumen titulado God´s Man, un cómic en formato de libro sin textos explicativos ni diálogos con una viñeta por página. Milt Gross hizo lo mismo en He Done…, pero en una vertiente cómica. La subtituló: The Great American Novel.

Soy de aquellos a quienes les gusta afirmar que, si el cine sonoro no hubiera existido, el cine hubiera continuado perfectamente su desarrollo como un arte completamente mudo que no necesitaba palabras para trascender más allá. Claro, me encantan un montón de películas sonoras, y esto no es más que una boutade gansa de blog, pero me fascina el cine mudo porque considero que tiene un embrujo especial que desapareció con la palabra y empobreció aquella estética visual que lo expresaba todo en perfecto silencio. He Done Her Wrong es como una película muda, una comedia con elementos chaplinianos (historia de amor, lucha del bien contra el mal) y reminiscencias expresionistas que deviene en novela moral sobre lo que los gringos piensan que es la base de su sociedad: el triunfo de la fe y la bondad sobre las tinieblas en que habitan los malvados. De este carácter optimista, de esta fe en una idea tan cándida que ha producido incontables films (la filmografía de Capra es un ejemplo relevante) surge esta obra bella y divertida de elegantes silencios y dinámicas peripecias donde el mayor encanto reside, precisamente, en la belleza y plasticidad de las imágenes de Milt Gross.