martes, febrero 28, 2006

QUETZALCÓATL, DE MITTON

Qué angustia. Ya sólo queda un solo tomo, el séptimo, para concluir la apasionante historia que desde 1998 Mitton nos está proporcionando con la imprescindible Quetzalcóatl. Una visión de la conquista de México (del México azteca invicto que acabó por convertirse en víctima de los caprichos de la Historia) a través de los ojos de un personaje legendario de quien poco se sabe: La Maliche. Aquella india que se convirtió en amante de Cortés, que aprendió su idioma y que le abrió las puertas de la debacle de los aztecas. Un personaje apasionante, tanto como lo fue el mismo Cortés, cuya venganza hacia el dominio azteca la convirtió en generadora de ese adjetivo que tan despectivo uso tiene todavía hoy en México: malinchista. Un malinchista es un favorecedor de lo extranjero, pero el vocablo tiene raras aplicaciones, siempre caprichosas en su utilización: ¿se puede considerar malinchista a quien acata las ingerencias de Estados Unidos en la política nacional, o es un resignado? ¿Fue malinchista Carlos Salinas de Gortari al impulsar esa catástrofe que fue el Tratado de Libre Comercio de México con Canadá y Estados Unidos, o fue neoliberal?

Y cuentan que Cortés la amó y que le puso casa en las afueras de México (lo que antes fueron esas afueras hoy es, entre otros lugares, el exclusivo barrio de Coyoacán; la que dicen fue casa de la Malinche hoy es propiedad privada de una pintora). Mitton lleva seis álbumes describiéndonos con un lujo de detalles prodigioso el extinguido imperio azteca, así como su debacle final ante aventureros como Cortés que el destino puso en su camino para su desgracia. Pobre Cortés. Nadie le quiere en México a pesar de ser, como lo ha llamado su más reciente biógrafo, el mexicano Juan Miralles, "el inventor de México". Sin embargo, Cortés fue sólo un juguete de la Historia: el pueblo azteca fue un pueblo trágico, pues se trataba de un pueblo condenado: ¿hubieran sido más indulgentes con los aztecas los franceses, portugueses o ingleses si ellos hubieran descubierto Tenochtitlán? Tampoco hoy veríamos al Presidente de la República Mexicana lucir en las recepciones internacionales el penacho de Moctezuma legado por sus antepasados.

Mitton ha construido una saga apasionante sobre el fin del mundo azteca y la conquista que reivindica de manera apasionante a un personaje tan importante y representativo como fue la Malinche. Con Mitton, más que nunca la maravillosa Tenochtitlán resurge de sus cenizas para deslumbrarnos con su pasado y emborracharnos con los tintes novelescos y apasionantes que le concede Mitton. Una obra documentada y hermosa. Falta sólo un álbum para concluir la saga. Qué angustiosa es la espera.

Jean-Yves Mitton, Quetzalcóatl VI: La noche triste. Ediciones Glénat. Barcelona, 2005. (****, de 4).

domingo, febrero 26, 2006

LOBEZNO EN CIUDAD JUÁREZ

Domingo tranquilito. Lecturas pendientes y cero películas. Comienzo a releer Maus de Spiegelman, y también leo cinco cuadernos de Wolverine en los que este carismático personaje intenta vengar el asesinato de 19 indocumentados en El Paso, Texas. Esto le conduce hasta Ciudad Juárez. El guión es de Greg Rucka (¡cuánto trabaja este hombre!) y el dibujo de Leandro Fernández. El resultado es paupérrimo. Aunque se nota que Leandro Fernández conoce el centro de El Paso o tiene alguna documentación al respecto, su inquietud no está al servicio de un guión que vaya más allá del topicazo y de la desgana. Se nota que Rucka no sabe qué buena ubicación para un tebeo de Lobezno puede ser Ciudad Juárez. En este caso, Rucka no se lució, y toda la documentación que este señor pueda tener de la compleja realidad de estas siamesas disfuncionales que son El Paso/Juárez las puede haber sacado fácilmente de cualquier película petarda. Rucka escribe mucho, pero todavía no he leído nada de él que me convenza. Solvente labor de Fernández en los dibujos, a él se les debe la convincente recreación de la típica cantina mexicana de machos (aunque el bar Cerveza Fría lo ubica Rucka en El Paso, lo cual es altamente improbable) y una viñeta donde se ven las tristes luces del Anapra juarense con sus torres de la fundidora Asarco (la que reproduzco). La jodedumbre urbana de las siamesas disfuncionales queda reducida a meros tópicos sin fuste en esta historieta de un Wolverine que ya no fuma y cada vez es más pijo y jovencito, quizá aprovechando el tirón de las pelis de los X-Men. Yo, gafapasta como soy, me quedo con el Lobezno de Claremont de los 70 y 80. En fin, The Coyote Crossing es uno de esos tebeos prescindibles que no duele leer cuando son prestados, como ha sido mi caso.

Greg Rucka y Leandro Fernández, The Coyote Crossing (Wolverine # 7-11). Marvel Comics, 2004. (**, de 4).

jueves, febrero 23, 2006

IRMA LA DOUCE (1963), DE BILLY WILDER

Irma la dulce no era una de las películas favoritas de Billy Wilder. Principalmente, por romper una de sus reglas de oro: no rodar nunca en Hollywood una película cuya acción transcurre en otro país, y sus personajes, que no deberían hablar inglés, lo hablan perfectamente por boca de actores norteamericanos. Irma la Dulce, una deliciosa historia sobre una puta parisina de la que se enamora un gendarme que acabará por convertirse en su chulo, es una película idiomáticamente imposible cuyo mayor encanto, a pesar de lo que pensara Wilder, está en ese aire de fábula romántica, con actores completamente fuera de lugar y personajes hoy día fuera de tiempo.

Irma la dulce se basaba en un musical de Broadway del que Wilder compró los derechos por una fortuna para luego no dejar piedra sobre piedra: eliminó los bailables, se desprendió de las canciones y reescribió completamente la historia. Dejó solamente el título y la anécdota de la prostituta de buen corazón y su ex gendarme convertido en chulo. Todo lo demás fue rehecho y tamizado de acuerdo con la chispeante imaginación de Wilder, un genio para crear situaciones cómicas y diálogos afilados como estiletes. Amante de lo políticamente incorrecto, la película fue un gran éxito en todo el mundo, ya que recreaba (que no retrataba) el mundo de la prostitución callejera con un candor y una frescura como la que ésta nunca tuvo (posiblemente) ni tendrá (con toda seguridad). El mundo de las putas de buen corazón (que son, posiblemente, casi todas, lo mismo que no puede decirse de sus clientes) era un tema que no podía dejar indiferente a un célebre erotómano como Wilder (había sido vendedor en Hollywood de literatura y arte erótico prohibido en aquellos tiempos), y demasiado consciente de que nadaba entre aguas peligrosas convirtió su película en una comedia caramelizada a cuya dulzura contribuyeron unos prodigiosos decorados que recreaban en estudio un barrio de París, pero también la música de André Previn y la deliciosa fotografía de Joseph LaShelle. Y ya embutido en la comedia de situaciones absurdas y coincidencias inverosímiles y disparatadas, convencido plenamente de que la historia parecía haberse despojado de toda cordura y todo reflejo de una realidad social, Billy Wilder la llevó al máximo y la clausuró inmerso en el surrealismo más elegante, en un soberano sopapo a nuestra percepción de la realidad que, combinado con todos los demás ingredientes, hacen de Irma la Dulce una obra maestra perfumada y punzante como la rosa. A pesar de que Shirley MacLaine no nació para convertirse en puta parisina y Jack Lemmon no daba el tipo de chulo latino, ambos actores se entrenaron para sus papeles por los burdeles de París (Wilder no supo decir si juntos o por separado).

La Legion Of Decency norteamericana consideró la película inmoral en 1963. Su inocencia cautivadora pudo provocar a los puritanos de aquel tiempo con la misma furia con que hoy podría provocar a los nuevos puritanos, aquellos rojos hoy devenidos rosas, que no pudiendo erradicar de la faz del planeta las crecientes causas de la prostitución y del tráfico y explotación de mujeres, multan a las prostitutas y a sus clientes con más de 3000 euros por ejercer, si no el oficio, sí el medio de supervivencia más viejo del mundo. Un cambalache de favores no necesariamente practicado en la calle (que es lo que molesta a quienes velan por nuestro bien), sino también, cómo no, desde algunos alfombrados despachos ministeriales.

Irma la dulce (Irma La Douce, 1963). Dirección: Billy Wilder. (****, de 4). Más información, aquí.

martes, febrero 21, 2006

MODESTY BLAISE DE PLANETA, NUEVAMENTE CENSURADA

No es la primera vez que Planeta-De Agostini publica Modesty Blaise. En 1988 sacó las primeras historias en formato comic-book donde las tiras diarias (cinco por página) reducían al glorioso Jim Holdaway a tamaño pulga. La colección, por supuesto, duró 7 números, pues a pesar de incondicionales como yo, aquello no tenía ningún atractivo. En la segunda de forros del número 4 apareció esta nota de F. M. Ureña que reproduzco arriba y que ustedes pueden contemplar a buen tamaño si clican sobre ella. F.M. Ureña denunciaba en 1988 que, por razones ajenas a su voluntad, la edición que sacaban de Modesty Blaise estaba censurada. Y no censurada por ellos, sino por la agencia inglesa Solo Syndication, que es la que proporciona el material a reproducir por las editoriales. La edición de Titan Books de 1985 también estaba censurada. Ayer comprobé, oh escarnio, que la reciente edición de Titan Books que tengo a mi lado (Abril de 2004) reproduce también las viñetas censuradas que F. M. Ureña presentaba en la edición Forum de 1988. Gracias al Brujo Don Carlos acabo de saber que la edición que ahora está sacando Planeta en España es, nuevamente, la edición censurada. Casi veinte años después, seguimos en las mismas. ¿Cuál es el alcance total de la censura sobre este gran clásico del cómic europeo? ¿Alguien de Planeta-De Agostini proporcionará alguna explicación para saber a quién echar la culpa de este vergonzoso desaguisado? Estamos a principios del siglo XXI. ¿Alguien teme a Modesty Blaise?

lunes, febrero 20, 2006

SU MAJESTAD MODESTY BLAISE REGRESA A ESPAÑA

Planeta-De Agostini, con su reciente y sanísima recuperación de clásicos, vuelve a poner en circulación una de las Obras Mayores de la daily-strip, y en concreto, de los años 60: Modesty Blaise, de Peter O´Donnell y Jim Holdaway. Exquisita serie inglesa de espionaje y aventuras, surgió como una réplica femenina de James Bond, pero desde el principio aventajó a su colega macho en encanto y profundidad. Modesty Blaise, retirada mucho antes de los treinta años para disfrutar de un inmensa fortuna amasada dirigiendo una organización delictiva llamada La Red, es reclutada por el servicio de inteligencia británico para colaborar con el gobierno como espía aventurera que no recibe órdenes de nadie y sólo actúa a su manera. Aburrida de la desesperante aurea mediocritas en que se ha convertido su vida, volverá a contar con la ayuda inestimable de Willie Garvin, su mano derecha, confidente y amigo.

Aunque Modesty Blaise es una tipa dura con un pasado brumoso, Peter O´Donnell y Holdaway supieron como pocas veces en la historia del cómic crear un personaje femenino con una psicología compleja y nada maniquea: no es una mulier dominatrix, pero tampoco está dispuesta a dejarse domar por nadie; no es una mujer agresiva en un mundo de machos, es un ser humano con cuerpo de mujer que desde su infancia en un campo de concentración aprendió a sobrevivir como vagabunda por los caminos. Nacida en pleno auge del feminismo, en realidad Modesty fue mucho más allá y desde el principio fue post-feminista: su belleza, independencia y sensualidad pertenecen a un mundo de mujeres absolutamente liberadas y liberadoras que no tienen que ir por la vida pisando a nadie para sentirse independientes. Modesty Blaise fue la primera mujer verdaderamente moderna del cómic que no necesitó destaparse, y no sería exagerado decir que continúa siendo hasta hoy la más bella, independiente, sensual y cautivadora y misteriosa de todas. Su relación con Willie Garvin (quien siempre la llama con veneración La Princesa), amigo, confesor, guardaespaldas y hombre de confianza es, sin lugar a dudas, una de las relaciones más complejas y ricas en matices que jamás se hayan dado entre hombre y mujer en toda la historia de los cómics.
El Brujo don Carlos acaba de recordar que Modesty ha sido el único amor de mi vida inexistente en este plano de la realidad, la única mujer a la que he amado que pertenecía al mundo fabuloso lleno de glamour de los tebeos. Y les juro que fue amor, de verdad. Infantil, claro, pero amor. Precisamente yo escribí sobre ello aquí hace más de un año (más enlaces, aquí y aquí). Y es que Modesty todavía da para ser amada. Estoy siguiendo la reedición que Titan Books está llevando a cabo, y no me cabe duda. El encanto superlativo de los guiones de O´Donnell y el exquisito dibujo de Holdaway dan para eso y mucho más. Sobre todo Holdaway. Con la temprana muerte de este maestro de los cómics ingleses, se murió la Modesty Blaise más dura, esquiva, ambigua, glamourosa y llena de sombras y luces. La mejor. Otros artistas la dibujaron, es cierto. Y lo hicieron con no mala mano. Pero Modesty, déjenme que les diga yo que la quise tanto, sólo amó y se abrió por completo a Jim Holdaway. Planeta comienza a publicar las pruebas de ese amor de papel que resiste al tiempo. Suscribo desde mi infancia las palabras finales de Willie Garvin en estas viñetas que adjunto justo encima de este párrafo.

jueves, febrero 16, 2006

EL CARNICERO (1970)

Cine negro de provincias. Claude Chabrol nos conduce a un pequeño pueblito francés y allí nos cuenta la extraña relación de amor sublimado entre un carnicero superviviente de muchas batallas perdidas y una maestrita superviviente de la batalla perdida del amor. Una serie de asesinatos de jóvenes mujeres es el telón de fondo de una película que a ratos parece una nueva versión de Sospecha (Alfred Hitchcock) y que llega a decepcionar por no haber tomado ese giro mucho más interesante para habernos conducido a una vuelta de tuerca más estimable. Predecible como tantas veces es la vida, El carnicero deja planteados más interrogantes de los que resuelve. Espléndido Jean Yanne como el carnicero Popaul, y encantadora Stephane Audran como la maestra, en conjunto la película resulta un poco floja, aunque Chabrol consiga algunos buenos momentos de tensión.

Si las bitácoras públicas sirven para algo, les aconsejo que no se les ocurra comprar la edición española en deuvedé de este film. Es de Suevia Films. Un doblaje espantoso perpetrado en una tarde durante la hora de la siesta (la versión original francesa no trae subtítulos). Pero lo peor es la fotografía modificada de su formato original en pantalla ancha para esta horrible edición comprimida: todos los actores parecen pertenecer a la raza de los Hombres-pepino, por no decir que escapados de un cuadro del Greco para vagar por la Francia rural. Una mierda. Mejor bájensela del e-Mule y no hagan como yo, que quise jugar el papel de buen chico y pagué por ella. Quizá sea un delito contra la propiedad intelectual, pero la edición de Suevia Films es un delito contra la obra de arte. Ya saben: ladrón que roba a un ladrón… Al abordaje.

El carnicero (Le boucher, 1970). Escrita y dirigida por Claude Chabrol. Fotografía de Jean Rabier. Música de Pierre Jansen y Dominique Sardi. Montaje de Jacques Gaillard. Intérpretes: Stéphane Audran, Jean Yanne, Antonio Passalia, Pascal Ferone, Mario Beccara et al. Francia. Color. 93 m. (***, de 4).

miércoles, febrero 15, 2006

DODGE, CIUDAD SIN LEY (1939).

Si El oro de MacKeena era un pop-western, este clasicote de 1939 es una ejemplificación del western romántico, una trasposición de los elementos de los seriales del cowboy justiciero y triunfador.

Dodge ciudad sin ley es la novela de caballerías adaptada al género del Oeste, donde el impoluto Errol Flynn luchará hasta convertir a la salvaje Dodge en un lugar pacífico donde habitar. El caballero tiene, por supuesto, a su dama en Olivia de Havilland, con quien Flynn rodó varias películas (las mejores, con Raoul Walsh) y tuvo una de esas relaciones bizarras de odio apache que tanto se han dado en la historia del espectáculo (se aman en el cine, pero se odian en la vida real). La tirria que ambos se tenían fue tan famosa como la de otras célebres parejas: Ginger y Fred, Cybill y Bruce…

Y como todo buen caballero, también tiene sus escuderos en la misión de pacificar el violento rincón del Oeste: Alan Hale (el proverbial compañero de Flynn), y Guinn "Big Boy" Williams, que interpreta al vaquero texano Tex, un personaje especialmente cómico, sobre todo hoy día, por su sorprendente parecido con otro texano vaquero y patoso: George W. Bush (si no me creen, ahí va la foto: de izquierda a derecha Alan Hale, Errol Flynn y Big Boy "Bush").

Rodada en color en 1939, cuando los estudios sólo producían dos filmes a color por año, sólo la preciosa fotografía de Sol Polito sería suficiente para considerar esta película como un título relevante. Demasiado sobria en su dirección (Curtiz se caracterizó siempre por un desangelado pero efectivo dominio técnico más que dramático), Dodge se ve hoy como un delicioso western para niños con todo el encanto inocente de un periodo irrecuperable. Hermosa en imágenes, trifulcas y mujeres, Dodge es una novela de caballerías a la medida de un caballerete gallardo y calavera como fue Errol Flynn, el único vaquero del cine clásico a quien hoy todavía podemos perdonar que siembre la ley y el orden luciendo a veces estridentes camisitas rojas con lacito.

Dodge, ciudad sin ley (Dodge City, 1939). Dirección: Michael Curtiz. Guión de Robert Buckner. Fotografía de Sol Polito. Música de Max Steiner. Montaje de George Amy.
Con Errol Flynn, Olivia de Havilland, Alan Hale, Ann Sheridan, Bruce Cabbot, Frank McHugh, John Litel, et al. Warner Bros. Color (Technicolor). 104 m. (****, de 4). IMDB.

domingo, febrero 12, 2006

EL ORO DE MACKENNA(1969).

Esta debió de ser la última película buena de J. Lee Thompson, artesano eficiente que brilló con cierta luz en Cape Fear (primera versión) y Los cañones de Navarone. El oro de MacKenna hubiera sido un western formidable si hubiera contado con un guión que no dejase tantos flecos en la narración y que hubiera sacado mayor partido de la acumulación de grandes estrellas en una aparición episódica (Edward G. Robinson, Raymond Massey, etc.).

Y a pesar de estos dos peros, se trata de un western mucho más que estimable donde un maduro Gregory Peck (el marshall MacKenna) es reclutado a la fuerza por un artero bandido mexicano (Omar Shariff) para encontrar un legendario cañón forrado de oro que a éste le permita retirarse rico en París para disfrutar de la vida y del can-can. Esta humanidad hace grande al personaje. Uno hubiera deseado ver en este papel al Indio Fernández, antes que al modosito y poco convincente Shariff, pero claro, entre el Indio y el Peck se hubiera vuelto una película de andropáusicos, y en 1969 Omar Shariff tiraba millas en el butaquerío femenil. Cosas del negocio.

Cine de fin de los años 60, es un pop-western con tema principal interpretado por José Feliciano y banda sonora compuesta por Quincy Jones. A este respecto, sorprende descubrir al compositor épico Dimitri Tiomkin como coproductor de la película sin decir esta batuta es mía. Es una película de aventuras forrada de western que tiene de todo y mucho más. Con un guión de Carl Foreman muy superior a la rutinaria dirección de J. Lee Thompson, es una joya a descubrir llena de elementos visuales impresionantes donde los paisajes de Arizona competían en aquel entonces con los escenarios almerienses del spaghetti western y los establitos de los estudios donde se rodaban los seriales descafeinados de la época que acabaron por cargarse el género (Bonanza, La ley del revólver, etc.). Incluso tiene erotismo, un ingrediente extraño en este mundo de machos que era el western y que despareció del imaginario popular con la extinción de los últimos machos. En este caso el erotismo lo añade la despampanante Julie Newmar, quien interpreta a la india Hesh-Ke. Con su presencia (absolutamente inútil para el desarrollo dramático del film, todo hay que decirlo) y un desnudo submarino a lo india-del-paraíso contribuyó a elevar la temperatura de una película ya de por sí tórrida y donde el sol se convierte en metáfora de la obsesión enfebrecida de los personajes.

El oro de MacKenna (MacKenna´s Gold, 1969). Dirección de J. Lee Thompson. Guión de Carl Foreman. Fotografía de Joseph MacDonald. Música de Quincy Jones. Montaje de Bill Leny. Con Gregory Peck, Omar Shariff, Telly Savallas, Camilla Sparv, Julie Newmarr, Lee J. Cobb, Burgess Meredith, Eli Wallach, Edward G. Robinson, Raymond Massey, et al. USA. Color. (***, de 4). Más información, aquí.

miércoles, febrero 08, 2006

ABIERTO HASTA EL AMANECER (Y CARTEL DE FRAZETTA)

Proverbial gamberrada cirquera de Robert Rodríguez, un director que con Sin City ha alcanzado su cumbre cinematográfica. La película comienza como un vibrante hard-boiled al estilo epígonos de Jim Thompson con muchas notas de Sergio Leone, se pasa a Joss Whedon y acaba en Cirque du Soleil en versión narcosatánica. Afortunadamente, recurrir continuamente a la comedia le quita hierro a tanta sangre y a mí no me dio miedo ni nada. El contra-zoom final es una maravilla, aunque exceda todos los límites de la verosimilitud y le arremeta un tiro en la sien a la propia lógica interna del film, if ever there was one. Lo mejor, desde mi punto de vista rijoso y vil, es el baile de Salma Hayek, que en esa escena hace vibrar los tornillos de todas las butacas de la sala de cine. En definitiva, queda para la posteridad Salma Hayek, pero no Juliette Lewis. Ella ya la mereció años antes con una romántica escena con Robert De Niro en Cape Fear, aquella película de Martin Scorsese donde la Lewis renovó corregidas y actualizadas a todas las Lolitas que en la pantalla habían sido.

P.S: Buscando por la webería imágenes del film me encontré esta maravilla pintada por el gran Frank Frazetta, y fue en esta página donde hay galerías de la obra de éste y otros importantes ilustradores (pincha sobre la imagen que he puesto y alucina con su versión magnificada). La imagen que reproduzco de Frazetta (sólo lamento que la chica no se parezca a Salma) se encuentra in the Room 04 rodeada de otras maravillas reproducidas con todo lujo. Un paseo por todas estas páginas es, más que gratificante, deslumbrante y ensoñador. Un verdadero placer para los sentidos.

Abierto hasta el amanecer (From Dusk Till Dawn, 1996). Dirección: Robert Rodríguez. Guión de Robert Kurtzman y Quentin Tarantino. Fotografía de Guillermo Navarro. Música de Graeme Revell. Montaje de Robert Rodríguez. Con Harvey Keitel, George Clooney, Quentin Tarantino, Juliette Lewis, Salma Hayek, Cheech Marin, et al. USA. Color. (**, de 4). Más información, aquí.

martes, febrero 07, 2006

DOÑA MAQUILA EN LOS MASS MEDIA

Es que el que vale, vale, y el que no… Doña Maquila anda que se sale, más ancha que larga hecha toditita una estrella mediática desde que El Paso Times le dedicó ayer un artículo a su bitácora Maquilas que Matan. Aunque la periodista menciona otros blogs (incluido éste, a saber por qué tráfico de influencias…), el artículo está muy merecidamente hecho a la medida de Doña Maquila. Y es que Doña Maquila de La Mancha, arreando siempre contra molinos que quieren erigirse en gigantes, nos seduce con sus tiernas historias de seres ínfimos elevados a mitos de la grisedad en sus blogos llenos de remembranza y de espíritu crítico. Una crítica nunca feroz, pero siempre humanista y en el fondo esperanzada.

Como desde ayer ella no suelta la computadora respondiendo correos, vuelvo a relegar hasta mañana colgar un nuevo blogo en esta página. Esto de volver a escribir a mano es toda una experiencia, pero bueno, mientras tanto emborrono cuartillas (como en los viejos tiempos de adolescencia) que pronto compartiré en la inmensidad de este océano internáutico. Mientras tanto, daos una vuelta por la entrevista de El Paso Times, clicando aquí.

domingo, febrero 05, 2006

LEE

Gracias a la nueva bitácora de La Flaca me entero de las nuevas postales de la librería Gandhi de México D.F. Postales que de manera sarcástica recriminan la falta de lectura e invitan a ella. Como la que ahora encabeza estas líneas. Se trata de publicidad de una importante librería mexicana, pero da igual, valen para cualquier otro país de cualquier lado de las turquesas cortinas. Hay que leer más. Los responsables de la bitácora Alquimistas del diseño han creado un botón que ordena LEE y me ha gustado. Si picas sobre el botón, te conducirá a su explicación de la iniciativa LEE. Por ello, y porque parte de una iniciativa simpática, lo cuelgo en la barra lateral. También quiero notificar, por si nadie se ha dado cuenta de ello, de que a partir de ahora también se puede leer esta bitácora en inglés (una atención a mis queridos vecinos). Quien no lea esta bitácora, puede no leerla también en inglés, y por tanto, mientras que no me lee aprende la lengua del patito de Stratford On Avon nada menos. Clicando en el botón que aparece bajo el listado de postitos anteriores berrincha una traducción made in Altavista que tiene bastante gracia: After The Turquesas Curtains. Una traducción de parte de mi blogo sobre Trilogía sucia de La Habana queda así, en un spanglish medio cholo loco que a mí me produce carcajadas:

In a Habana of beings hacinados in palaces that crumble and that stink out throughout to sweat and misery and in that all seem obsessed by the same: to warm up (to cochar, to follar) and to survive. If to temper them aid to survive, far better. It is the world (it is possible to be spoken of subworld when we spoke of Cuba de Fidel) of the jineteras and the pingueros, and the much hunger that leads to the plasmación of a goyesca reality that rezuma by all its pores a society putrefacta. One is a book that approaches with self-assurance a so painful reality that only from the total nihilismo it can be tolerated.

miércoles, febrero 01, 2006

EL ÁNGEL CAÍDO, DE HOWARD FAST

Continuamos chapoteando en los clásicos de la novela negra. Ahora le toca el turno a Fallen Angel, opera prima del gran Howard Fast (1914-2003), que debió publicar bajo el seudónimo de Walter Ericson (de ahí la preciosa portada que adjunto para acompañar este pequeño texto). Fast, que había pertenecido al Partido Comunista y se negó a declarar contra viejos camaradas, fue uno de los escritores malditos durante la tristemente célebre Caza de Brujas del senador MacCarthy. Fast continuó escribiendo y publicando, pero siempre recurriendo al subterfugio del seudónimo, ya que su nombre estuvo prohibido durante algún tiempo. Fallen Angel no es una novela política, pero sí comparte esa terrible inquietud del medio siglo por el futuro del hombre en manos de poderes incontrolables que pueden almacenar y usar para nuestra destrucción armas nucleares. El discurso de Fallen Angel, excelente thriller que se lee de un tirón, está permeado de esa inocente desconfianza por quienes nos gobiernan a su antojo y conveniencia; digo "inocente" porque el más de medio siglo transcurrido desde su publicación deja en mantillas el alcance y maldad de quienes velan "por protegernos" y nos aterrorizan con sus mimos. Fallen Angel, escrita hoy día, contendría mayor pesimismo y más altas dosis de sano cinismo, pero lo dicho, estamos hablando de un clásico, obra de relectura necesaria pero hija de otra época más cordial que la nuestra.

Howard Fast, una vez redimido de su penuria oscurantista, continuó siendo un novelista de gran éxito y talento. Él fue, también, el autor de Espartaco, novela en que se basó Kubrick para la película del mismo título. Al margen de su trayectoria como autor de novelas sin etiqueta genérica, Fast continuó cultivando la novela criminal bajo el seudónimo de E.V. Cunningham. No porque le hubiese tomado gusto al anonimato durante la persecución brujeril, sino por prolongar esa noble y longeva tradición del seudónimo que casi desde sus orígenes sostuvieron los autores de novela policiaca.