jueves, marzo 26, 2009

TEBEOTECA II: PANCHO COLATE, POR G. IRANZO

Poca fortuna ha tenido en la memoria de los comicófagos ibéricos el entrañable Pancho Colate de Juan García Iranzo. Ya el nombrecito es una declaración de intenciones: tebeo infantil (en el buen sentido) donde el maestro de maestros parodia a un personaje tan carismático y todavía polémico como fue Francisco “Pancho” Villa. En la violenta frontera mexicana de cañonazos de turrón y balas de anís que nos presenta Iranzo, Pancho Colate es un forajido ridículo y cruel, tan histriónico y malencarado como todos los malos que pueblan el universo íntimo de Iranzo, aquel genio del tebeo español que conmovió a toda España (como todavía nos sigue conmoviendo) con su maravillosa saga de piratas El Cachorro.

Juan G. Iranzo (1918-1998) publicó Pancho Colate en 1950, aunque otros apuntan como fecha tentativa la de 1951. Fueron seis ejemplares apaisados de pequeño formato (8x17 cm.) donde el artista tomaba a Pancho Villa como excusa para desgranar muchos de los tópicos del western tradicional que tan bien desarrollaba en obras como Rayo Kit (Toray, 1949). La revolución mexicana, periodo turbulento de la turbulenta historia de México, desaparece como por ensalmo de estos cuadernillos. No era cuestión de inculcar a los niños estampas de revoluciones, ni aunque fueran de broma. Tampoco asoma, ni falta que hace dentro del juguete cómico en que consiste Pancho Colate, la figura trágica y sombría de Emiliano Zapata, quien quizá encarnó de manera más propia los ideales revolucionarios. Iranzo se centra en la figura de Pancho Villa desprovista de historicidad y también, por tanto, de malicia y truculencia. El Pancho Villa que va a inspirar a Iranzo no va a ser el carismático revolucionario que al principio retrataban las películas de Hollywood del periodo, sino el Villa truhán y ladrón que el mismo Hollywood pintaría en el imaginario mundial a partir de la invasión de Columbus (Nuevo México), hazaña villesca (la de invadir, aunque fuese por un rato, Estados Unidos) que los gringos no le perdonaron nunca.

Pancho Villa es una figura poliédrica llena de aristas y de claroscuros exagerados. Su anecdotario es más que voluminoso: es ingente, y buena cuenta de él han dado sus biógrafos a lo largo de las décadas. Analfabeto, temperamental, mujeriego, hombre de gatillo fácil, dominado por una extraña idea de la justicia, es posible que Pancho Villa fuese un pistolero al servicio de un ideal noble que el tiempo ha engrandecido y vilipendiado a partes iguales. En la larga y muy rica trayectoria del cómic clásico mexicano, Villa ha gozado de una notoria insistencia en el imaginario de su país. Hace ya un tiempo, por ejemplo, colgué aquí mismo unas desconocidas aventuras de Pancho Villa dibujadas con buena mano. En ellas, como en la representación tradicional de Villa como bandido heroico, Pancho Villa aparece como personaje capaz tanto de bondades como de felonías, lo cual hace honor a la verdadera personalidad del centauro del desierto.

Iranzo escribió y dibujó Pancho Colate después de éxitos tan notorios como La familia Pepe (Bruguera, 1947), dentro del género humorístico costumbrista, y El Capitán Coraje (Toray, 1946) dentro del género realista de piratas. Pancho fue uno más dentro de la creación de personajes menores que acometió antes de la gran explosión argumental y estilística de fragor y fantasía que sería la serie de piratas más gloriosa del tebeo español: El Cachorro, un clásico por derecho propio que hoy debería ser redescubierta y analizada en justos términos como precursora de toda la cultura pop ibérica con influencias bizarras.

Los seis cuadernillos de que consta la colección de Pancho Colate, cada uno de once páginas, nos presentan un western de ópera bufa tan cargado de tópicos como verista. Mutatis mutandis, la frontera salvaje y sin ley de los tiempos de Pancho Villa/Pancho Colate sigue siendo la misma que hace un siglo: por las páginas de este tebeo de Iranzo desfilan la parodia del traficante (en este caso, de alcohol) y las caricaturas de criminales malencarados como el propio Pancho; se suceden los asaltos bancarios y transcurren los secuestros de bonitas hacendadas, que, tanto ayer como hoy, son acontecimientos que forman parte del vivir cada día en Mexamérica. Resulta llamativo comprobar, por medio de esta parodia de Iranzo de todo un género y de todo un personaje, cómo los cimientos que sustentan el western como un género consolidado, coherente y reconocible, siguen formando parte de una realidad eterna y hoy día ciertamente dolorosa, al no constituir ya el reflejo de un tiempo mítico ni de pioneros, sino simplemente de vulgares supervivientes en tiempos de economía global y salarios de mierda.

En el florido lenguaje del que hace gala Pancho Colate hallamos muy bien reflejados los ecos del lenguaje popular mexicano, que hace cincuenta años era verdaderamente popular en España gracias a la industria cinematográfica azteca, que exportaba con éxito el cine de Tin Tan, Cantinflas y Jorge Negrete. Iranzo parodia desde su conocimiento buscando la complicidad de un público lector infantil, sí, pero ya consciente de la cultura de su entorno y capaz de comprender sus guiños. Todavía lejos del western “arcádico” que Víctor Mora desarrollaría durante muchos años para Bruguera (El Sheriff King), el humor desopilante y estrambótico de Iranzo se mantiene vigente en estos cuadernillos hoy olvidados, muy menores en consideración, incluso, dentro de la obra menor del gran creador de sueños que fue Iranzo. Artista de pincel nervioso, vibrante y lleno de emoción y fuerza, pone al servicio de Pancho Colate su inmensa capacidad de síntesis de la figura humana, de los paisajes y de las tipologías raciales. Pancho Colate es una síntesis llena de gracia y de fortuna.

3 comentarios:

Chusastur dijo...

Que bien que nos lo has puesto delante de los mismos ojos. Desconocía completamente el material y es "puro gozo".

Ya tengo tarea para dentro de unos momentos. Por un lado, mi amor por Iranzo, y por el otro, un "Villa" diferente, siempre me gustó más Zapata, pero... al final compartir apellido (Villa) obliga, la muerte les termina por unir en un trágico final.

Me permito hacer una breve reseña en "Allerastur" y dirigir a la muchachada hacia esta bitácora para que se lean tu aporte. Sensacional como todas tus subidas, es un lujo contar con ellas, puro disfrute, si además vienen acompañadas de semejante regalo, ni te cuento.

El Pobresor Gafapasta dijo...

¡A ver esa muchachada! ¡Que vengan todos! Muchas gracias por el enlace y por tus palabras. Buenos lectores como tú son los que dan sentido a esta página.

Un saludote.

Chusastur dijo...

No habría lectores si antes no están hechos los deberes, en este caso tus subidas.

En ocasiones me pregunto cómo te arreglas para... pero está claro que trabajo e imaginación te permiten darle este "Estilo" tan peculiar y personal a tu bitácora.

Es todo un gustazo saber su existencia y disfrutarla, pero más aun poder enseñar el camino a quienes no la conozcan.