En
El bígamo (1952) muestra una actitud ambigua, pues no critica al personaje,
sino que muestra la debilidad de su carácter y la incertidumbre de su trabajo,
el de viajante, que lo fuerza a una especie de periplo por la vida sin centro
fijo, ni siquiera sentimental. La película, que contaba con la propia Lupino
como actriz (y Joan Fontaine como la primera esposa de Edmond O´Brien) muestra
hasta qué punto podía ser lo bastante versátil para dirigir y actuar al mismo
tiempo.
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