jueves, mayo 14, 2009

CARNIVÀLE: CAUTIVOS EN BABYLON (PARTE 4 DE 4)

Toda gran obra tiene además un trasfondo que refleja su tiempo, y no creo que Carnivàle sea inocente al respecto. No existe inocencia ni casualidad cuando hablamos de obras maestras artísticas. Carnivàle fue planificada y rodada durante el bushismo. La lucha entre el bien y el mal que plantea esta obra tiene como exponente del mal absoluto, de la demonización del mismo, a un hombre de iglesia que para toda acción usa el nombre de Dios a su conveniencia.

La historia del hermano Justin es la de un hombre cercano a Dios que poco a poco va descubriendo que su naturaleza es otra muy distinta, la del ángel caído. Toda la hipocresía de la filosofía neoconservadora del bushismo es reflejada, no en la tortuosa personalidad de este personaje, sino en su faceta de hombre de Dios y de hombre público.

Los argumentos que apuntalaron la guerra contra el terror o Guantánamo se asemejan mucho a los que el hermano Justin usa en sus diatribas dirigidas a los miserables y desposeídos que durante la Gran Depresión se acercaban a Dios, sobre todo si con Dios recibían también un plato de sopa. En el otro extremo, los desposeídos que integran la estrafalaria corte de errabundos personajes del circo ambulante, inmersos sin ellos saberlos en un aura de religiosidad que les aproxima a los apóstoles y seguidores del Nazareno y a su verdadero mensaje, son la contraparte de la manipulación ideológica, política, económica y social a la que por regla general están sujetas las religiones en manos de individuos tan reprobables como el hermano Justin, George W. Bush o el mismo Papa de Roma.

Desde este punto de vista, que daría para un análisis más profundo, Carnivàle no fue sólo una apuesta osada, con frecuencia irreverente, ni fue sólo una obra de una extraña y conmovedora belleza atroz, sino también, dicho de forma vulgar, una patada en los huevos de mucha gente. La audiencia posiblemente no perdonó esta visceralidad, pero el experimento que duró sólo dos temporadas nos ha legado un clásico que habrá que revisitar una y otra vez con el paso de los años. No será de extrañar que las generaciones futuras redescubran la enorme grandeza de su propuesta y la insólita interpretación que de los tiempos de Bush se hizo a principios del siglo XXI por medio de la turbiedad y belleza de esta obra maestra maldita que es Carnivále.

3 comentarios:

Thráin II dijo...

Me ha encantado tu análisis de Carnivale. Una auténtica obra de arte. Una lástima que no continúe, pero no perdamos la esperanza.

Mientras tanto, seguiremos aguardando en Babilon, como tantos otros...

El Pobresor Gafapasta dijo...

Hola, Thrain. No hay que perder la esperanza nunca, pero creo que vamos a permanece un rato largo en Babylon.

A ver si al menos un día Daniel Knauf hace públicos el futuro desarrollo de las tramas, para que tengamos una idea de cuál podía haber sido la evolución de la serie y su final.

Un saludote.

Anónimo dijo...

es que el final de la serie!!!
da para mucho más... yo quede con el medio signo de interrogación??
cuando vi el ultimo capitulo!!!
es que no, tiene que haber 3 temporada!!
con el medio cuello!