Stalker
(1979) es una nueva reflexión sobre la existencia del ser humano, y para ello
de nuevo recurre a cierto universo distópico y a la simbología. Desde el punto
de vista de la construcción es su filme más lineal, y sin duda el más sucio de
toda su trayectoria. Tres viajeros parten en busca de la habitación de los
deseos, y cada uno de ellos encarna cada una de las vías del conocimiento: la
fe en el stalker o guía, la científica en el profesor y la artística en el
escritor. Cada uno de ellos está reducido al símbolo, a la metáfora, por ello mismo se tratan por sus oficios, que
no sus nombres.
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