My
Fair Lady es quizá la última gran obra del sistema de producción de estudios, y
también el canto de cisne del musical clásico norteamericano. Era la versión
musical de Lerner y Loewe de la obra de Bernard Shaw, Pigmalion, que ya tuvo versión al
cine en los años 30, protagonizada por Leslie Howard. Cukor no la veía como un
musical, sino como una obra de teatro con música. En caso contrario no la
hubiera rodado, pues Cukor afirmaba que la mayor parte de los musicales eran
estúpidos. Con una deliciosa Audrey Hepburn y un expansivo y magnífico Rex Harrison, My Fair Lady es un musical de los grandes de la historia, y volverla a ver siempre una fuente de dicha.
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