domingo, abril 09, 2006

APARECE TRUENO # 2

Como todo el mundo debería saber, el 14 de mayo El Capitán Trueno cumple cincuenta años de singladura. Se dice pronto cincuenta años, y es entonces cuando nos damos cuenta de que es un soplo la vida, que decía el tango. Yo, como tantos otros españoles, soy también hijo del Capitán Trueno, como ya escribí aquí y publiqué en un par de revistas. De hecho, ya llevo tres textos escritos sobre el Capi en lo que va de año, dos de ellos a punto de aparición. Se suceden los homenajes y publicaciones, e incluso el otro día, en el Congreso de los Diputados, resonó el resonante nombre del Capi a propósito de la propuesta triunfal de la creación de un Premio Nacional de Cómic, lo que ya parangona oficialmente al tebeo con las demás artes en España, sobre todo con la Poesía y el Teatro, que, como el cómic, están perpetuamente en crisis. Precisamente hoy, el novelista Javier Marías publicaba en el suplemento dominical de El País un buen artículo de opinión sobre el Capi que puedes leer clicando sobre el título: Continuará el Capitán Trueno.

Y hablando de artículos, ya puede conseguirse a través de librerías especializadas españolas el número 2 de Trueno, la revista que edita la Asociación de Amigos del Capitán Trueno, y a la cual yo mismo pertenezco. La distribuye por todo el territorio nacional la distribuidora valenciana DDTebeos. A pesar de que no puedo nunca participar en las actividades que la Asociación organiza, sí que colaboro al menos con la revista y pago las cuotas (brrr… el Brujo Don Carlos y Moonshadow me recuerdan telepáticamente que aún no he pagado la de este año, pero ya mero, ya mero...). En este número 2 de Trueno hay varios artículos dignos de interés, entre ellos una entrevista a Julia Galán, directora de publicaciones de Bruguera durante los últimos años. Y más textos de Elías Bravo, Alberto Alvarez-Perea, Carlos Álvarez, Manuel Escudero , Luis Antonio Ródenas, Paco Nájera e Iñigo Iturzaeta, y las secciones de Datolandia, Pasatiempos y un portafolio de pin-ups con dibujos inéditos de Manuel Díaz, Venancio, José Revilla, Jesús Merino, Mel, Javier Mena y Paco Rodríguez. También aparece un extenso artículo mío (ocho páginas de la revista) sobre la recreación de elementos trágicos en un episodio de las aventuras del Capi que transcurría entre los cuadernillos 247 y 249: Trueno ciego. Un juguete paratrágico de Víctor Mora y Ángel Pardo. Aquí les dejo la introducción de mi artículo, y pronto colgaré aquí el que publiqué en el número 1 sobre el portadismo de Antonio Bernal. Vayan y compren la revista, cuya preciosa portada con un Trueno en versión cartoon, esta vez, es obra del dibujante jienense Paco Nájera. A continuación, la preciosa portada clásica de Trueno Color que el gran Antonio Bernal dedicó al episodio de Trueno ciego.
Trueno ciego: un juguete paratrágico de Víctor Mora y Ángel Pardo.

Entre las muchas aventuras que el Capitán Trueno protagonizó en el cuaderno semanal que entre 1956 y 1968 publicó Editorial Bruguera hubo una que, durante mi impresionable infancia, me llenó especialmente de desasosiego. No era una aventura que transcurriese durante la mejor época del personaje, ni en ella aparecían contrincantes memorables; no había ninguna mujer fatal que intentase llevarse al Capitán a su florido vergel, ni transcurría en ninguno de los parajes exóticos a los que tan acostumbrado nos tenía Víctor Mora; tampoco el Capitán Trueno era amenazado por tremebundas bestias surgidas de un pasado prehistórico, ni era víctima de las alucinaciones perversas de una pócima. No había nada de esto en aquella aventura, nada de nada, y es que por no haber, no había ni aventura. No había nada. En realidad, no se trataba de una aventura, sino de un pequeño episodio que transcurría durante una aventura que sería perfectamente olvidable de no ser porque, durante su transcurso, sin venir a cuento ni presentar secuelas que afectasen al curso de la saga, el Capitán Trueno se quedaba ciego.

Cuantas veces leí aquel episodio siendo niño me invadió una angustia inexplicable y un hondo e irrefrenable deseo de gritar y llorar al mismo tiempo. ¡Mi héroe se quedaba ciego y sufría! Es verdad que había sufrido mucho en anteriores ocasiones, pero esta vez su sufrimiento no era el sufrimiento de un héroe, sino el de un pobre hombre aniquilado, casi un hombre cualquiera reducido al grado de inútil, arrastrado y gimoteante. Aquel desmoronamiento del gran ídolo de mi infancia me acarreó una angustia exactamente igual a la de mis peores pesadillas infantiles, y sólo con el paso del tiempo he podido releer aquel episodio intrascendente y gratuito, introducido con calzador sin objetivo alguno, y volver a disfrutarlo sintiendo un resabio de aquella antigua opresión, pero también apreciando la perfecta construcción dramática de su planteamiento y desarrollo. Se trató de lo que he querido llamar "juguete paratrágico", un experimento de Víctor Mora donde adapta para los niños los elementos de la tragedia griega clásica para conseguir lo que me gustaría llamar "la catarsis infantil"(1) . Pero antes de empezar con la teoría, echemos un repaso a aquel episodio que constituye un singular artefacto paratrágico (2) cuya contundencia revela el hábil manipulador de tantos siglos de literatura y aventuras que era Víctor Mora en 1961.
Continúa en Trueno, 2. ¡Pídalo a su voceador!

(1) La catarsis era el objetivo emocional último de la tragedia griega. El vocablo se traduce como "purificación", ya que el espectador, al identificarse con el héroe, experimenta emocionalmente las sensaciones de terror y de compasión que sufren los personajes de ficción. Por tanto, esta purificación está asociada exclusivamente al placer estético y vinculada con el trabajo de lo imaginario. Cf. Aristóteles, Poética, 1449 b, y Patrice Pavis, s.v. Catarsis.

(2) Se entiende por paratrágico todo aquel elemento perteneciente a la tragedia griega que es recreado o parodiado en un contexto diferente. Los elementos trágicos que vamos a comentar, al hallarse dentro de un tebeo popular de naturaleza muy distinta, se convierten en paratrágicos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Contar con un colaborador como tú, Ricardo, en nuestra revista es un privilegio del que muy pocos pueden presumir. Me temo que tu artículo va a precisar de un gran conocimiento de la teórica sobre la tragedia griega, para disfrutarlo en su totalidad.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Amigo Elías: yo también soy la revista, así que el privilegio es mío. Creo que el artículo lo hice muy didáctico (no olvides que soy profe), así que creo que nadie tendrá problema para entenderlo.

Me alegro de verte por aquí. Pásate cuando quieras por esta tu casa.

Un saludote.