El Dorado, que nos ocupa el tercer segmento del programa 48, es un
film sobre la decadencia del cuerpo: Thornton (Wayne) queda parcialmente
inutilizado por una jovencita que le da un balazo, y el sheriff Harrah
(Mitchum) al ser rechazado por una dama se entrega con fanatismo a la bebida;
frente a ello tenemos el impulso y vigor de la nueva generación: el impulsivo Mississipi
(Caan) y la amazona típicamente hawksiana: Joey (M. Carey). En medio está Bull
como testigo de una decadencia y un apogeo: es el notario de una realidad. Como
siempre en Hawks, hay comedia insertada en el relato (Caan haciéndose pasar por
chino) y mucha camaradería entre hombres, pues Hawks fue gran representante de
un cine viril que ha suscitado no pocas revisiones desde la óptica de la
crítica homosexual (Robin Wood, etc.). El Dorado es un pueblo, pero en el fondo
el título encarna la idea del paraíso (El Dorado) traducido en que el paraíso
es la lucha por la vida. Cuando al final los dos viejos recorren el pueblo con
muletas sabemos que en esa lucha han ganado la batalla, que casi con toda
seguridad será la última en un mundo que ya pertenece a los jóvenes y en los
que ellos sólo podrán aspirar a ser testimonio del pasado y una autoridad
moral. Un film hermoso, crepuscular, directo y en apariencia sencillo, pero
mucho más complejo de que lo podría parecer.
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