El mayor problema de Megalex, obra muy
interesante del ya clásico Alejandro Jodorowsky en los guiones, y el fantástico
dibujante Fred Beltrán, es que su publicación se alargó demasiado en el tiempo.
El primer volumen, La anomalía, data de 1999; el segundo no llegó hasta 2002
(lapso razonable, sobre todo a tenor de la calidad del arte de este segundo
álbum). El problema es que el tercer volumen de la serie no llegó hasta 2008,
casi diez años para concluir un arco argumental, lo que propició que algunos de
los iniciales lectores ya se hubieran olvidado de la obra, y otros estuvieran
literalmente fritos e irritados por la espera. Se ha destacado, porque resulta
muy notorio, que entre el álbum número 2 y el 3 hay un cambio de técnica
pictórica, y los dibujos hiperrealistas con técnicas infográficas de los tomos
1 y 2 cambian entre 2002 y 2008 a un
estilo más clásico: plumilla, pinceles, pintura y esas cosas. El estilo de
Beltrán es formidable, con lo que el gozo para los ojos está asegurado, pero en
términos de coherencia estilística hay un pinchazo al leer los tres álbumes de
un tirón. La historia, ubicada en la ciencia-ficción más tradicional (sociedades
tecnificadas donde gobiernan tiranos que deben ser derrotados por medio de una
revolución) fluye bastante bien entre los álbumes uno y dos, pero luego parece
que lo que quieren Jodorowsky y Beltrán es cerrar cuanto antes el ciclo y olvidarse
del mundo de Megalex. En lo personal, encuentro que lo mejor son el dibujo
hiperrealista de Beltrán, capaces de trasplantarnos a una dimensión distinta.
Sólo por ellos merece la pena soltar la pasta que cuesta el libro recopilatorio,
o bien los tres álbumes. Juzguen y vean.
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