Guadalupe Nuño, narradora y poeta de La Paz, Baja California Sur, presentó Nuestra Señora de la Sangre en Lunas de Octubre de 2013. Reproduzco con su permiso las palabras que dedicó a mi novela en su presentación. Gracias, Guadalupe.
COMO TODOS LOS DÍAS AL FINAL DE LA TARDE, LLOVÍA.
Guadalupe
Nuño
Esta novela la conforman 267 páginas que
leí en tres sentadas, porque en verdad me atrapó. Me hizo en ocasiones botarme
de la risa, en otras me dio coraje, en tantas otras se me hizo un nudo en la
garganta, o sea que Ricardo sabe perfectamente jugar con los sentimientos y
emociones del lector.
Además,
esta obra se caracteriza por su fluida
prosa y que a pesar de manejar varias figuras retóricas, modismos, palabras
poco usuales, y sobre todo palabras de
uso cotidiano; sin tapujos y pelos en la
lengua, es de fácil acceso para el lector de este siglo.
Ricardo
Vigueras crea un encuentro de voces narradoras alternadas, utilizando excelentemente
la metadiegénesis; la voz principal de un narrador omnisciente y la voz femenina de un personaje testigo, e
inclusive salido de la ultratumba, que hacen de esta novela sea amena, y nos
trasporte a todos los recovecos de las historias que relata.
Es de tipo policiaco, con marcados tonos
de suspenso, porque describe hechos y personajes, tomados del mundo real, realizando
una crítica social de la delincuencia y la burocracia en
nuestro país, con tintes rulfianos;
pertenece a la corriente literaria: realismo
mágico y sin duda a la literatura fronteriza, principalmente cuando hace
alusión al tipo de delincuencia que se genera en esa parte de nuestro país, dado
su contexto donde vive. Es imposible no ver en esta novela a las muertas de
Juárez y sus maquilas…
Este
texto está conformado por tres historias diferentes –tres casos que resolver,
la manera no importa, el chiste es resolverlos-, no obstante, las historias
están encadenadas por dos personajes protagónicos, con personalidades
diferentes que se aposentan en ellas: dos Policías, el Capitán Adán Nebreida, personaje
fuera de lo común, su mote es Caballo
Ciego y se distingue por usar gafas oscuras por ser invidente, por ser paternalista, de dinero, elevado, corpulento,
apuesto, con una familia bien integrada, con su amor a la literatura: cito uno
de sus diálogos y parte de la narración:
―Poderoso
caballero, como decía Espronceda ―sentenció
Caballo Ciego con indiferencia. Mientras
Alondra Guzmán tomaba nota de la cita literaria, Caballo ciego se reacomodó en
su asiento y volvió la cabeza hacia donde debía hallarse el Ratón.
El
otro policía, mano derecha de Caballo Ciego,
Lucas Bauer alías El Ratón, es el clásico teniente, al parecer sin
preparación académica, truculento, pisteador, siendo su debilidad los burdeles
y sus féminas, hombre de baja estatura, morenazo, nada agraciado por la
naturaleza, con un pasado turbio, su ideología: “El fin justifica los medios”: El
Ratón, al terminar de obtener sus
servicios de la meretriz, sacarle la sopa, su verdadero nombre (Metáfora o Meti
para los cuates) y pagarle, se despide de
ella, con esta frase: “Que no te dé tanta pena tu nombre ―aconsejó con
una sonrisa―. A lo mejor, Metáfora no es
una cosa mala”.
La
primera historia, Todo lo marchita el
tiempo poderoso, trata de una joven llamada Enriqueta Saldívar
que busca a su padre, de origen libanés, Abdul Alire Khlayel, gerrillero comunista y que nunca conoció.
Viaja hacia Puntaloba a la Delegación de Liminar para saber de su paradero.
La
segunda historia es “No hay más sueños para Sonia”. En este apartado Ricardo
emplea el recurso de la retrospección, donde el mismo personaje, o sea Sonia,
relata su vida estando muerta:
“Mientras yo sola velaba mi propio
cadáver solitario, un repiqueteo me hizo volver la vista hacia la ventana de
cristal violáceo. La luz del día se inmolaba al otro lado de la ventana, quizá
como una admonición de las negras eternidades entre las que yo pronto flotaría.
A los segundos, el repiqueteo se
intensificó. Como todos los días al final de la tarde, llovía.”
La tercera y última historia, “El primer
Vals”, nos narra la historia de una chica, hija de una pareja de adinerados y
pudientes que desaparece en la nada después de su gran fiesta de 15 años. Este
último relato se entreteje con la vida disipada del Ratón y su hija abandonada
por él, que precisamente en su fiesta de 15 años… no había sido requerido por
su ex mujer la Chata y su hombre, lo cual no le importa y se presenta, y quizá
para agarrar valor llega bien alcoholizado:
―¡Sorpresa,
banda de culeros! ―escupió―. ¡Un pajarito me dio el soplo!
―No
sabíamos que tuviera el interés por acompañarnos, explicaba el nuevo hombre de
la Chata con aquella impostación de muy leído.
Sólo
me queda decirles que me deja buen sabor de boca y que la lean porque está muy
buena.
“Como
todos los días al final de la tarde,
llovía”.
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