miércoles, noviembre 19, 2014

SOLARIS (TARKOVSKI, 1972)

El pasado domingo fui invitado a comentar Solaris en el ciclo de Cine de ciencia-ficción que se acaba de inaugurar los domingos en la UACJ, y tendrá dos sesiones más. Breve pero sustancioso. Aprovecho para repescar aquí un texto que escribí para una revista digital sobre la novela y su adaptación, texto que ya no es encontrable en la red. Por ello, aquí les va el texto Solarística.

SOLARÍSTICA

La longeva relación entre cine y literatura exige de quienes aman estos medios una comprensión cordial de las infidelidades entre ambos. No es infrecuente que la versión cinematográfica de una obra maestra literaria resulte un film decepcionante. La literatura posee una capacidad de evocación y de silenciamiento que resulta muy sugestiva para el lector. Cada novela por sí misma no sería nada sin la construcción imaginativa de cada lector. La literatura exige un esfuerzo de imaginación que, aparentemente, el cine no requiere desde el mismo momento en que todo parece estar contenido en la imagen. Da la falsa impresión de que resulta muy fácil sentarse a esperar que lo ilustren a uno y le digan cómo mirar lo que el director quiere. Las múltiples interpretaciones, sugerencias e imágenes mentales de una novela quedarían comprimidas y cerradas en una concatenación de planos deterministas. La gran novela quedaría encerrada en una especie de jaula de cristal, en apariencia transparente pero opaca.

El caso contrario es todavía más interesante. El cine está lleno de adaptaciones de novelas mediocres, y hasta espantosas, que se convierten en obras maestras cuando pasan por el nickelodeón y las convierten en luz entre las sombras. La lista resulta tan prolija que no merece la pena emprenderla. Esto incluye también la adaptación al cine de obras de teatro arrumbadas en los polvorientos anaqueles de la desmemoria. La feliz coincidencia de profesionales en estado de gracia puede rescatar un argumento y convertirlo en una sólida ficción con independencia de los resultados originales.

La lectura reciente de Solaris, la obra maestra de Stanislaw Lem, me ha empujado a querer ver sus adaptaciones cinematográficas con un deseo nunca antes sentido. No siento especial necesidad de ver las distintas adaptaciones de El Quijote o de la Odisea, obras literarias fundamentales en mi formación, pero sí las de Solaris, quizá porque Solaris es una obra literaria que nos propone una audaz visualización de lo inhumano como pocas veces se ha insinuado en la literatura del siglo XX, y uno hubiera esperado, al menos, un intento de visualización de esta inhumanidad, aunque fuese un intento fracasado.

Solaris es una de las grandes novelas de ciencia ficción. Es, básicamente, una obra que juega con los parámetros de géneros anteriores de la novela para construir una realidad literaria híbrida y enormemente sugestiva. Solaris es un planeta con voluntad propia al cual llega el psicólogo Kris Kelvin para atender el extraño comportamiento de los tres habitantes de la única estación espacial. Kelvin pronto advierte que la locura de los dos supervivientes (el tercero se ha suicidado días antes) no es tal, sino que la voluntad de Solaris envía  réplicas de otros seres humanos para atormentarles. Cuando Kelvin se reencuentra en Solaris con su amada esposa muerta, y vuelve a enamorarse de ella, su aspecto más racional comienza a adentrarse en vericuetos del alma humana donde no faltan, y ésta es la parte más impresionante de la novela, las descripciones de la naturaleza inhumana de Solaris. Lem dedica más de veinte páginas de un capítulo a tratar de describir los extraños fenómenos físicos de Solaris, y en esta descripción, alucinada pero incompleta, es donde descubrimos precisamente la ambición de Lem por demostrar que el ser humano no está preparado para convivir con especies superiores a él mismo, ni siquiera para intentar comprenderlas mínimamente.

Solaris es, como digo, una hábil mezcla de géneros de la novela. Es, en el fondo, una novela gótica disfrazada de novela de ciencia-ficción con ribetes de novela policiaca o de intriga. Es novela de misterio, pero su misterio es el misterio de la existencia humana. La historia de amor entre Kelvin y Harey, la esposa fallecida (el “fantasma” que habita el “castillo” de la estación espacial de Solaris) antecede en muchos años a la reflexión que plantea Blade Runner (Ridley Scott, 1982) sobre la humanidad de seres humanos creados artificialmente, y debe más a Solaris que a su propio origen literario, la excelente novela del visionario Philip K. Dick: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

El intento de describir este imposible, este planeta que desafía la capacidad humana de descripción, lo que no puede ser parangonado con parámetros humanos, necesariamente tuvo que fracasar en el cine. En la adaptación más importante (filmada por Andréi Tarkovski en 1972), el exquisito director ruso no reflejó la complejidad rítmica de la novela original y construyó un filme majestuoso, pero tan bello como frío, que insinúa más que explicita la honda monstruosidad del planeta incomprensible. En cambio, la versión de Steven Soderbergh protagonizada por George Clooney (2002) es sencillamente ridícula. Las exigencias del nuevo cine de Hollywood por confeccionar productos políticamente correctos para consumo de adolescentes y débiles mentales obligaron a los responsables a perpetrar un aborto de película lastrada por una reestructuración de la historia original en función de las exigencias de un mercado obsesionado por la falta de profundidad y la idiotez.


El verdadero reto de Solaris consiste en su lectura, pues el triunfo sólo es posible en la imaginación de cada quien. Es difícil en estos tiempos de sushi literario encontrar cerebro para asimilar la incomparable descripción de Solaris que afronta Lem, más semejante, siguiendo los mismos patrones culinarios, de los banquetes prolijos y fantásticos de el Satiricón de Petronio. Pero Solaris es una novela también agradable. La honda y desesperada historia de amor y fantasmas que encierra, la emotiva reconciliación con la muerte en la vida, así como las dosis de intriga y hasta terror que Lem sabe diseminar a lo largo de su estructura, convierten a Solaris en una de las mejores recomendaciones para quienes deseen acercarse a ese género de la novela llamado ciencia ficción y, en definitiva, a una de las grandes novelas de la segunda mitad del siglo XX.

3 comentarios:

ODISEO dijo...

Hola amigo! ¿Cómo estás? Espero que muy bien.

Quería contarte que luego de una larga espera, por fin está disponible en nuestro blog la “Biblioteca Bolsi & Pulp”. Y aunque la hemos empezado de manera muy humilde, pues tiene pocos títulos, conforme pasé el tiempo está irá creciendo lentamente.
Puedes visitarla en estén link:

http://encontretuslibros.blogspot.com/2014/12/biblioteca-bolsi-pulp.html

Y también tenemos una encuesta navideña, en donde ofrecemos como regalo una novela del oeste, la novela ganadora en cuanto sea publicada, pasará también a integrar nuestra naciente biblioteca. Si quieres ver la encuesta para votar, pincha este link:

http://encontretuslibros.blogspot.com/2014/11/encuesta-con-regalo-navideno-2014.html

¡Un abrazote gigante y espero que la biblioteca sea de tu agrado!

Atte: Odiseo… Legendario Guerrero Arcano.

Johny Malone dijo...

Gran blog, recién lo conozco. Espero que sigas durante 2015. Saludos

El Pobresor Gafapasta dijo...

Gracias, Johny, espero verte de nuevo por aquí. Saludotes.