En
Happy Together tenemos que el agua se convierte en símbolo y mito de las vidas
de dos jóvenes homosexuales. Happy fue un gran éxito internacional en
festivales y transcurre en una Buenos Aires tan lluviosa como Hong
Kong: Lai trabaja como portero y Ho, tras enfermar es apaleado y Lai tiene que
cuidarlo durante una temporada. Ambos viven en un reducido cuartucho y en ellos
se revelan los problemas de las parejas que ya no pueden vivir juntas, donde
uno abusa de la buena voluntad del otro, y aunque se amen se entorpecen las
vidas. Los neones, la noche, la lluvia, las pensiones, los restaurantes
paupérrimos… Los amores truncados y la nostalgia del amor perdido. El título
original chino es hermoso: “El brillo de la primavera de repente se desvanece”,
y es una pena que no pasara así al inglés en vez del tema de la canción Happy
Together. Suena todo el tiempo Piazzola
y estamos en Buenos Aires. Y un día Lai encuentra un amigo en el restaurante
donde trabaja, un heterosexual que se convierte un poco en su conciencia moral,
pero con quien no habrá nada más, salvo hacerle depositario de su tristeza para
que él la depure cuando viaja al faro del fin del mundo, y Lai emprende el
regreso a Hong Kong y quizá una nueva búsqueda del amado Ho. Es un film
dinámico, pálido, hermoso, rodado a veces en un blanco y negro a lo Jarmusch,
otras en un satinado color lleno de saturación y tristeza.
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