miércoles, febrero 12, 2014

HOJAS SECAS XXXIV: PORTADAS DE FATE MAGAZINE
















LOS DÍAS Y EL POLVO, DE DIEGO ORDAZ


Los días y el polvo, de Diego Ordaz.
Ricardo Vigueras-Fernández

Texto leído el 17 de junio de 2011 en el Museo de Arqueología de El Chamizal, durante la presentación del libro Los días y el polvo, de Diego Ordaz.

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Debemos agradecer a una prostituta el estar todos hoy aquí.
            La novela corta, relato largo, que hoy presentamos ha nacido tanto de la imaginación de su autor, Diego Ordaz (Hidalgo del Parral, Chihuahua, 1979), como de toda una iconografía, que es la del western, en el que su autor ha sabido inspirarse para hablar del hoy y del nosotros. De Ciudad Juárez, Juaritos, Paso del Norte o Da Kwota del Norte, como la ha llamado con sarcasmo la poeta Arminé Arjona. Creo que Diego Ordaz me ha invitado a presentar esta novela porque sabe que mi género cinematográfico favorito es el western, y que yo vivo en Juárez porque siempre me han gustado las películas del Oeste. Esa es la respuesta más honrada que puedo proporcionar, aunque los tiempos que hoy vive Juárez, Da Kwota del Norte, sean más violentos y poco amables que los del antiguo Oeste.
            Esta novela no hubiera sido posible sin el magisterio que durante décadas ejerció Marcial Lafuente Estefanía (1903-1984) sobre la novela popular, de kiosco, que desde España se producía para España y para el resto del mundo hispano. Diego Ordaz evoca a Estefanía en la primera página de este libro brillante y polvoriento. Volviendo al principio, he mencionado a una prostituta a la que muchos debemos estar agradecidos. Al igual que les aconteció a Rómulo y Remo, de quienes se cuenta que fue una prostituta, y no una loba, quien les amamantó al encontrarles sobre un lecho del río Tíber, a Estefanía le gustaba contar la siguiente historia: al ser tomado como prisionero por el ejército franquista durante la Guerra Civil española, Estefanía fue conducido a un campo de concentración cuyo general decidió comenzar a fusilar rojos cuanto antes. Pim pam pum, uno menos; pim, pam, pum, otro al hoyo; bang, bang, crack, viva Franco y viva España. Cuando le llegó el turno al pobre Estefanía, de profesión ingeniero de caminos, canales y puertos, una bendita prostituta llegó, como cada tarde a la misma hora, para cumplir con el general sus lúbricos menesteres. “Anda, buen mozo” le dijo la lumis al general, “vamos echar un polvete y deja a esos para mañana”.  Y de aquellos polvos, estos lodos; y de aquellos polvos, estos días y este polvo que ahora Diego Ordaz comparte con nosotros. Al día siguiente, un nuevo general llegó al cuartel para reemplazar al anterior, y así fue cómo Estefanía pudo sobrevivir a la guerra, pero no a sus represalias. Incluido en las listas negras del franquismo, ya no pudo jamás volver a dedicarse a su oficio, así que comenzó a escribir novelas del Oeste para sobrevivir. A la primera de todas ellas, La mascota de la pradera, siguieron 3500 más, pero con Estefanía las cifras siempre son inciertas.
            Y sobrevivió muy bien, porque ganó mucha fama y dinero. Pero sobre todo, ejerció un magisterio en la novela popular española como sólo otros dos narradores de novelas de a duro pudieron ejercer: Corín Tellado para la novela romántica, y José Mallorquí en una clase distinta de western, el western latino. Durante aquellos años Pascual Eguídanos (quien pasaría a la historia como George H. White) inventó la ciencia-ficción española, en la que los españoles se lanzaban a conquistar el espacio por medio de una dinastía de pioneros llamados Los Aznar.
Estefanía murió cuando llegó su gran discípulo y némesis, a quien Diego Ordaz no menciona, lo cual le reprocho porque fue mi favorito: otro escritor de novelas de kiosco llamado Francisco González Ledesma, pero más conocido como Silver Kane. Hoy, laureado escritor de novelas serias en Europa. Como les digo, me gusta Juárez porque me gusta el western, y tengo multitud de fotos de niño vestido de vaquero. El western es, más que nada, una iconografía, y esto lo sabía muy bien Estefanía, que era un gran conocedor del teatro del Siglo de Oro y copiaba los argumentos para convertirlos en novelas del Oeste. El desierto, las prostitutas, el héroe solitario, el pistolero vengador que se pierde en el horizonte con los últimos rayos del sol, son ingredientes innatos al género. Sin él, el género puede volverse cine de romanos, novela histórica o ciencia-ficción, pero ya no sería western. Ciudad Juárez es territorio western porque siempre lo fue, porque para millones de personas nombres como Paso del Norte, Río Bravo o El Paso están escritos con caracteres de fuego en la memoria sentimental. De aquí viene el gran mérito de esta formidable novela de Ordaz: como un mago versátil capaz de sacar tres conejos de una sola chistera, Diego ha sabido entremezclar tres elementos aparentemente irreconciliables pero unidos por un vínculo sentimental que se hunde en la historia del Far-West: la prosa poética, la iconografía del western y la memoria sentimental de un Juárez que no se fue, sino que sigue estando muy presente en nuestros días y noches, en nuestros cantares y atardeceres. La novela de Diego se lee con la vertiginosidad de una novela de Silver Kane, pero debe paladearse con la dedicación que  merece un licor perfectamente macerado y destilado con amor. Me atrevo a decir que aquí es donde estaba y está el gran reto de la literatura juarense del siglo XXI, en saber conjuntar poesía, realidad brutal y territorio mítíco. Quizá esta novelita deliciosa que se disfruta como un tequila frío al llegar la noche de un día caluroso y mortificador sea la primera novela juarense del siglo XXI, el primer avance de una revolución en ciernes sobre arquetipos que parecían gastados. Al contrario de lo que piensa Diego Ordaz, yo estoy convencido (pero quizá yo nací convencido y ustedes no deben hacerme caso) de que el western tiene hoy día toda la vigencia y actualidad posible. Sólo hace falta que los poetas sepan beber de las turbias aguas de los periodicuchos locales.

Diego Ordaz, Los días y el polvo. Puentelibre Editores. Ciudad Juárez, 2011. [Colección Novela como nube].

jueves, febrero 06, 2014

20 AÑOS SIN KIRBY

Se preguntan en Comicsblog.it por qué nadie se ha acordado, ni siquiera Google, de que hoy, 6 de febrero, hacía 20 años del fallecimiento de Jack Kirby. Quizá porque la fecha de fallecimiento de los artistas no es relevante, pero sí su fecha de nacimiento. Los grandes artistas nacen, pero no mueren. 

CIN3MÁTICO XIV: JACQUES TOURNEUR (PARTE 1 DE 3)

Con el Cinemático XIV, dedicado a Jacques Tourneur, concluyo la inclusión en esta bitácora de los 16 programas que dedicamos en la primera temporada de CINEMÁTICO (si recuerdan, el 15 dedicado a los Marx y el 16 a la navidad ya fueron colgados en esta misma página). 

En cuanto a Tourneur, uno de mis directores favoritos de todos los tiempos, sobre todo por Retorno al pasado, que comentamos en el segundo segmento, la cual es, a fecha de hoy, una de mis películas clásicas predilectas. También comentamos La mujer pantera y La mujer pirata, fundamentales en el género fantástico y de aventuras. Muy pronto volveremos, con nuevo set y nuevos directores, a analizar algunas de las mejores películas de la historia del cine. Comenzaremos con Orson Welles y Jim Jarsmusch, que ya están grabados y en fase de post-producción. Mientras tanto, haciendo clic en la etiqueta de CINEMÁTICO, debajo de cada post, podrán acceder al archivo completo. O bien, clicando en CINEMÁTICO en la columna de ETIQUETAS de la derecha. Prosit!

CIN3MÁTICO XIV: JACQUES TOURNEUR (PARTE 2 DE 3)


CIN3MÁTICO XIV: JACQUES TOURNEUR (PARTE 3 DE 3)

Productor: Erick Arenas Góngora
Asistente de producción: Karla Ortiz Hernández

Cámara: Laura Elena Ángeles, Erick Arenas Góngora, Gilberto Valtierra Benavides
Conducción: Erick Arenas Góngora, Ricardo Vigueras

Cápsula "Genio y Figura"

Guion y recopilación fotográfica: Karla Ortiz Hernández
Voz en off: Abraham Flores
Sonido: Gilberto Valtierra Benavides
Diseño gráfico y animación: Carlos Saucedo Ramírez
Edición y musicalización: Erick Arenas Góngora

El © de imágenes y escenas es del propietario de los derechos de autor. 
Este es un programa cultural y educativo sin fines de lucro.
Derechos Reservados UACJ TV - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
2013

lunes, febrero 03, 2014

THE SPIRIT: ARTIST´S EDITION


Mi última lectura comiquera de 2013 fue un volumen excepcional en todos los sentidos: The Spirit: Artist´s Edition. Ahora están de moda en Estados Unidos estas ediciones en formato gigante: reproducen las obras de un artista al mismo tamaño en que éstas fueran concebidas. Son lo más parecido a contemplar, y tener en las manos, los originales. Han aparecido algunas como la dedicada al Tarzán de Joe Kubert, a algunos autores clásicos de la EC Comics, el Born Again de Mazzuchelli (clásico de la serie Daredevil), y algunas otras. De entre todas ellas, sólo esta dedicada al Spirit de Will Eisner me empujó a tirar de tarjeta de crédito. Y es que, para mí, el Spirit es el Spirit. Un icono genial que me acompaña desde la infancia. Como se ha dicho muchas veces, el Ciudadano Kane de los cómics. Pero el Spirit es mucho, muchísimo más: es la sabiduría de saber contar un cuento, un cuento teñido de humor, denuncia social en muchas ocasiones, y sobre todo, mucha, mucha estética de cine negro. No en vano eran los tiempos del mejor cine negro. Y el Spirit es una de las obras maestras indiscutibles de la historieta universal. Junto con el Príncipe Valiente, la obra que me llevaría a una isla desierta. 

Estas Artist´s Edition las edita IDW, editorial que pone cariño y talento en todo lo que saca al mercado. Su The Library of American Comics es, a día de hoy, imprescindible para todos aquellos que amamos el cómic clásico norteamericano y queremos seguir leyéndolo y estudiándolo en ediciones lujosas en papel y encuadernación, con buenas reproducciones y... relativamente económicas (los 50 dólares de cada volumen de Terry y los piratas, Steve Canyon o Dick Tracy se quedan en mucho menos con los sustanciosos descuentos de Mazacón). 

En cambio, las Artist´s Edition son otro cantar. Por el tamaño gigantesco, el papel de calidad y la encuadernación de lujo (made in China) cada volumen ronda los 125 dólares. Mazacón no las vende, imagino que por su tamaño, pero, curiosamente, las vende en su página a través de una librería inglesa. En concreto, este volumen de Spirit desapareció del mercado de un día para otro hasta que, vía Mazacón, pude comprarlo en esa otra librería virtualeta por 85 tíos Sam. Es un libro de lujo que vale cada centavo que cuesta. El tamaño es gigante, vean la imagen que adjunto aquí abajo y que he rapiñado de otro blog. En el extremo inferior izquierdo, vemos la splash page de la misma historieta en tamaño comic-book estándar. Sobre ella, la reproducción del original en esta edición de IDW. 

O sea, que hay que hacer todo un ejercicio de bíceps para leer este volumen, debido a su tamaño y a su peso. Yo, en lo personal, que suelo leer acostado en un tresillo, he necesitado depositarlo sobre una mesilla para poder hacerlo sentado, porque no hay otra forma. Es un libro objeto, un libro mamut, una pasada para mirar, leer y atesorar toda la vida. Cuando cruzo por casa con mi Spirit bajo el brazo, mi esposa se carcajea porque parece que es el libro el que me lleva a mí. 

Las 17 historias seleccionadas pertenecen a la época más importante de Spirit, aquella que Eisner desarrolló a su vuelta de la II Guerra Mundial, durante la cual la serie vegetó en manos de otros artistas en espera del regreso de su creador. La selección, como toda selección, ha sido al gusto de los responsables (en esta caso, Scott Dubier figura como editor), y si bien faltan historias que me hubiera gustado ver en un proyecto de semejantes características (mi favorita, por ejemplo: Lonesome Cool), no se puede tener todo en esta vida y el resultado es más que satisfactorio: es EMBRUJADOR. Algunas de las historias seleccionadas son clásicas por sí mismas y su trascendencia simbólica (la favorita de Eisner: The Story of Gerhard Shnobble); otras son famosas por su metarreferencialidad al medio (la famosísima Li´l Adam, parodia de los universos de Al Capp, Chester Gould y Harold Gray). Ninguna de las demás deja de ser formidable, y entre ellas me quedo con War Bride, Heel Scallopini, The Guilty Gun, Taxes and The Spirit y..., ay: Thorne Strand and The Spirit, donde podemos ver a la glamourosa Thorne Strand reproducida a un tamaño como nunca la hemos visto. Y esto es decir mucho. 

El escaneo a partir de la páginas originales y la exquisita reproducción (IDW parece una editorial dispuesta a superarse a sí misma en cuanto al lujo de sus libros) es formidable. Da un gusto enorme leer estas historias con parsimonia, deteniéndose uno en los lápices a medio borrar, en las correcciones de Eisner en los márgenes, en las manchas de pintura blanca para limpiar el trazo, o bien para dar los famosos brillos de luz que constituían una de las características del estilo subyugante de esta serie clásica. En definitiva: un volumen que no debería falta en la biblioteca de ningún seguidor de Eisner ni estudioso del cómic. ¿Dónde colocar este volumen que no cabe en ningún sitio? Ah, eso ya es otro cantar.