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domingo, agosto 07, 2011

UNA NUEVA HONEY WEST

Me ha hecho gracia el regreso de un personaje de los 60, Honey West. Me resisto a llamarlo icono de los años 60, ya que nunca trascendió más allá de las fronteras de Estados Unidos. No fue James Bond ni, con quien sería más propio compararla, Modesty Blaise. Ya en otra ocasión comenté la lectura de una de sus novelas traducida por Novaro en los 60, novela que no causó en mí una notable impresión.

Y es que Honey le debe casi todo, por no decir todo, a la bellísima Ann Francis (1930-2011) que prestó su rostro y cuerpo (con el inconfundible lunar en la comisura del labio) en una serie de televisión que la ABC emitió durante la temporada 1965-1966. Daría gusto recuperar aquella serie, aunque solo fuese por disfrutar de la meritoria presencia de Ann Francis (ha sido reeditada en DVD). Gold Key, editorial especializada en publicar adptaciones al cómic de muchas series de TV, publicó un único ejemplar en 1966 integrado por dos historietas de dibujo atractivo pero con guiones más bien insustanciales. Como puede verse en las viñetas que siguen a estas líneas, el cómic aprovechaba sobre todo el encanto de recrearse con una Ann Francis de papel y tomaba préstamos de Modesty Blaise (las incursiones nocturnas de Modesty y Willy vestidos de negro).

En 2010 Moonstone (editorial que principalmente edita adaptaciones al comic-book de The Phantom) comienza una serie de Honey West, a quien asegura, dará nueva vida a través de nuevas historias e incluso novelas. Honey West es una serie retro en un tiempo en que lo retro parece estar de moda (véase el éxito de Mad Men). El problema de Honey es que siempre fue un poco obsoleta, un poco kitsch, y la visión que esta nueva Honey nos presenta de aquellos años 60 no puede dejar de ser más decepcionante ni más rosa (los hippies no fuman ni siquiera tabaco en sus fiestas), ni más conservadora ideológicamente, como cuando Honey West rechaza la idea de una manifestación de hippilones contra la guerra con el argumento de que su padre luchó en la II Guerra Mundial (“Si Estados Unidos no hubiese ganado esa guerra, hoy todos seríamos esclavos de los nazis”).
En definitiva, esta nueva Honey West parece participar de ese movimiento tan de moda hoy día, el de lo políticamente correcto, que se permite reescribir los usos y costumbres de la historia con el objeto de hacernos creer que siempre fuimos tan disneyficados y macdonalizados como ahora. Escrita por Trina Robbins (diseñó para Warren el traje de Vampirella) y dibujada por Cynthia Martin, la nueva Honey West tiene el encanto de los dibujos de Cynthia Martin, que a veces recuerdan a Jaime Hernández. Y lo mejor es que hace justicia a una actriz discreta como Ann Francis, recordada sobre todo por el film de culto Planeta prohibido (Fred M. Wilcox, 1956), y que se paseó también por otros filmes de nuestro agrado como Conspiración de silencio (John Sturges, 1955) o La jungla de pizarra (Richard Brooks, 1954) sin que llegara nunca a convertirse en una gran estrella. Mas nosotros no la olvidaremos. Por eso seguiremos hablando de Honey West.


viernes, mayo 23, 2008

COLUMBO: SEGUNDA TEMPORADA

Da gusto, con el DVD, recuperar series televisivas del pasado. Causa sorpresa ver que, en muchas ocasiones, el ingenio de aquellos programas se ha mantenido incólume; que hoy podrán las series ser rodadas con mayor presupuesto, más efectos especiales o más realismo, pero no siempre esto hace palidecer la buena calidad de lo que en su tiempo fue parte de una élite del entretenimiento de masas. Lo digo porque he concluido la segunda temporada de la serie clásica Columbo, y ésta me ha parecido mejor que la primera. Esta es una opinión absolutamente personal, pero vaya por delante que, salvo el programa piloto dirigido por Steven Spielberg (Murder by the Book, 1971) y que constituye la joya de la primera temporada, la segunda parece mejor balanceada en cuanto a estrellas invitadas (los has-been de quienes se nutrió esta legendaria Sunday Mystery Theater), entre quienes podemos contar a Ray Milland, Anne Baxter, Mel Ferrer o Kevin McCarthy.

Entre las estrellas televisivas que brillaban por méritos propios en su época, tenemos a Leonard Nimoy, Martin Landau o Rober Culp. Una madura y todavía bella Anne Francis (Forbidden Planet, 1956, y Honey West) se convierte en víctima en el episodio A Stitch in Crime, protagonizado por un Nimoy que demuestra que, cuando sonríe, puede ser más inquietante que con orejas puntiagudas. Entre las chicas que siempre da gusto ver tenemos a la despampanante Julie Newmar en el episodio que cierra esta temporada: Double Shock; Julie Newmar (la Gatúbela de la serie sesentera Batman) siempre nos dejaba con los dientes largos, y si no, véase su disfrutable aparición en el ya clásico western sesentero El oro de McKenna, que comenté aquí mismo.

Como bien saben los aficionados a crímenes de ficción, la serie Columbo era parte integrante del show Sunday Mystery Theater. La NBC comenzó a transmitir este programa en 1971, y contenía diversos ingredientes novedosos: 1) La duración era de 73 minutos por episodio, lo que con el añadido de la publicidad daba una duración cercana a las dos horas de entretenimiento; 2) El protagonismo de cada domingo se rotaba entre Columbo, McMillan y Esposa (luego sin Esposa), el vaquero McCloud y otros; entre éstos últimos que fueron alternando con el tiempo, imagino que por no haber podido conquistar la popularidad de los tres titulares fijos del show, estaban Banacek o Quincy M.E.; 3) En el caso de los episodios protagonizados por Columbo, la innovación consistía en desprenderse de la herencia del whodunnit heredada de una larga tradición de novela policiaca: no importaba quién había cometido el crimen, porque esto ya lo sabíamos desde los primeros veinte minutos de cada programa, sino cómo el teniente Columbo descubría al asesino (era, por tanto, un howdunnit). El comienzo de Sunday Mystery Theater, que me fascinaba de niño, tenía un tema musical compuesto por el gran Henry Mancini que no puedo dejar de colgar aquí mismo.



El teniente Columbo es la creación por la cual el excelente actor Peter Falk resulta más conocido. Y hablo en presente porque de vez en cuando todavía se rueda algún especial de Columbo para la televisión. Desde 1971 hasta 2004 van sesenta y nueve Columbos. El teniente se caracteriza por una eterna gabardina arrugada y su puro humeante (imagino que, desde que comenzó la caza de brujas contra los fumadores, es un puro apagado de utilería). Columbo se presenta siempre como un paria de la policía de Los Angeles que viaja en un cacharro descascarillado y tiene en su proverbial aire despistado y en su aspecto ligeramente andrajoso una captatio benevolentiae más que legendaria. Así como a nadie se le ocurriría pensar que el padre Brown (un sacerdote pequeño y gordito con aspecto bonachón) tiene una prodigiosa mente analítica, a ningún criminal se le ocurre pensar que ese teniente de policía con aspecto de tonto que aprovecha cualquier ocasión para relacionar todo tema de conversación con su esposa, tiene una mente afilada como un estilete.

También el robot de Forbidden Planet fue artista invitado

El aire de comedia que siempre adopta Peter Falk es el mayor aliciente de Columbo, un hombre que siempre se enfrenta a criminales de la high society, a quienes acorrala hasta dejar contra las cuerdas. Queremos creer que siempre pagan su culpa, ya que entonces tenemos en Columbo a un formidable justiciero social de extracción humilde que se convierte en brazo de la justicia de aristócratas y potentados que hasta el minuto final lo miran con indulgencia y cierta lástima. El teniente Columbo resultaría ser uno de los más grandes adalides de la idea de democracia en Estados Unidos, país donde puede ser creíble que un ínfimo funcionario de la policía local espose y ponga ante el juez a respetabilísimos ciudadanos de la clase alta.

El teniente Columbo en una portada de Mortadelo

Apuntala mi idea de que la segunda temporada aventaja en general a la primera un episodio excelente, el especial de 100 minutos A Dagger of the Mind, donde tenemos al teniente proletario de la policía de Los Angeles resolviendo un asesinato nada menos que en Londres. La fluida dirección de Richard Quine, y unas excelentes interpretaciones de actores ingleses encabezados por Richard Baseheart y la maravillosa Honor Blackman (Goldfinger, Los Vengadores…) hacen de este capítulo una pequeña joya a la altura del episodio dirigido en su día por Steven Spielberg para la primera temporada.

miércoles, enero 17, 2007

ANNE FRANCIS EN FORBIDDEN PLANET



Intentaba yo ayer hallar en Tutubo un trailer de la clásica serie de televisión Honey West, protagonizada por Anne Francis. Por supuesto, nada pude encontrar, pero sí me topé con el agradable detalle de que la Francis fue la bonita hija del Dr. Morbius en el clásico de la ciencia-ficción Planeta Prohibido (Forbidden Planet, 1956). Dirigida por Fred M. Wilcox, Planeta prohibido es una de aquellas ingenuas producciones cinematográficas de los 50 justamente recordada hoy por sus bellísimos colores y por un simpático robot que hoy rebosa un encanto camp absolutamente innegable. El Dr. Morbius fue intepretado con gran eficacia por el veterano Walter Pidgeon, y el galán protagonista fue nada menos que el hoy maduro y chistoso actor Leslie Nielsen. Por supuesto, la Francis añadía unas gotas de dulce belleza al conjunto general y también, si observáis el trailer promocional que os he colgado aquí arriba, un poquito de ese erotismo pasado de moda que hoy nos parece tan infantil. No cabe duda de que, todavía hoy, Anne Francis es más recordada por su pequeña colaboración en Forbidden Planet que por la serie que protagonizó como Honey West.

martes, enero 16, 2007

UNA OLVIDADA: HONEY WEST

Chusmeando hace un par de meses entre los anaqueles de las librerías de viejo, halléme numerosas novelas policiacas editadas en el año de la cachetada. Algunas, firmadas por autores interesantes y consagrados como Mickey Spillane o Donald Westlake; otras, como es el caso de esta Honey West firmada por G.G. Fickling, absolutamente desconocidas para mí. Como puede advertirse por las fotos que cuelgo aquí, Honey West era una chica bimbo que hereda de su padre el trabajo de detectivesa privada y se lanza con mucho glamour y sentido del humor a resolver casos criminales. Honey West fue primero una serie de novelas policiacas escritas por Gloria y Forest Fickling, marido y mujer que firmaban con el seudónimo de G.G. Fickling, un binomio de la novela policiaca cuya contribución al medio no ha perdurado entre los grandes clásicos del medio.
La primera aparición de Honey fue en su novela This Girl for Hire (1957), primera de la serie, y sus aventuras se extendieron hasta conformar una decena en 1971, último año de aparición de un título de esta detective. Honey pretendía ser una respuesta femenina a las novelas tradicionalmente protagonizadas por detectives masculinos, por lo que es considerada una de las protagonistas de una literatura prefeminista cuyo exponente máximo, en años posteriores, sería Modesty Blaise de Peter O´Donnell y Jim Holdaway. Como puede verse por los recortes que acompañan este blogo, también Honey West tuvo su oportunidad en la pantalla chica al protagonizar su propia serie en 1965. Producida por Aaron Spelling (el mismo de Los ángeles de Charlie, Dinastía o Melrose Place) y con guiones escritos por Gwen Bagni y Paul Duvov, la serie sólo duró una temporada (1965-1966) y hoy no parece recordarla casi nadie, a pesar de ser, también, una de las primeras series de televisión donde el papel protagónico correspondía a una chica, en este caso interpretado por la bella Ann Francis, cuyo físico y peinado recuerda mucho a la deliciosa Pussy Galore (interpretada por Honor Blackman) del clásico Goldfinger de la saga 007. Los episodios duraban media hora y alguno de ellos fue dirigido por Ida Lupino, gran actriz del periodo dorado de Hollywood y la primera mujer en conseguir ponerse detrás de una cámara en Estados Unidos. Otra pionera.

Honey West es hoy una rareza olvidada, pero merece la pena volver a hablar de ella, aunque sólo sea por el hecho de haber sido una pionera y haber protagonizado una de esas series sesenteras, seguro que llena de humor, glamour, mucho suspenso y un poco de erotismo para niños. La novela que me tocó conseguir, cuya portada y contraportada reproduzco aquí, se tituló en su edición mexicana Comedia sangrienta y es una mala traducción de Blood and Honey.
En esta novela, Honey acude a Nueva York para supervisar los ensayos de un montaje de Broadway dedicado a su persona, pero alguien que intenta boicotear el espectáculo comienza a sembrar de amenazas y de cadáveres el proyecto. Novela de fácil lectura, ligera hasta casi parecer leve, destaca sobre todo el sentido del humor de su protagonista, un sentido del humor que aleja esta serie del dramatismo de la novela negra y se constituye como una novela problema de baja graduación, carente de todos los elementos de crítica social o del ser humano que hoy hacen atractiva la lectura de esta clase de obras. En definitiva, Blood and Honey es un divertimento poco trascendente que hoy parece haber pasado sin pena ni gloria por los anales de la novela policiaca de los últimos cincuenta años, aunque eso sí, mantiene todavía sus dosis de dinamismo e interés en una historia donde los personajes son menos importantes que una trama complicada donde algunos no son lo que parecen en el viejo estilo de Stanley Gardner o Agatha Christie.