lunes, diciembre 31, 2012

FELIZ 2013

Les dejo esta bella felicitación de la librería madrileña 8 y Medio. A mal tiempo, buena cara: mis mejores deseos para 2013, que no todo van a ser hecatombes de vacas flacas. Algún buen filete nos comeremos. Espero durante el año próximo revitalizar este blog, tan descuidado en los últimos tiempos por mis muchas actividades, compromisos y otras vainas que me obligan a escribir más y más para otros medios, y menos para éste. Será tiempo de recuperar viejos artículos, o de crear otros nuevos por el lúdico placer de hacerlo. Mientras tanto, diviértanse esta noche y siempre. Pasen y vean. Los quiero. 

domingo, diciembre 02, 2012

SUEÑOS RODANTES

Me voy de gira una semana a presentar mi último libro (co-editado con JJAboytia) en Monterrey y San Luis Potosí. Me llevo un libro de nuestro Santo Patrón: Balas de plata. Sed buenos, si podéis. Cordialmente invitados. 

LOS MERCENARIOS, DE CARRILLO


Hace tiempo descargué por Internet la serie Los mercenarios, de Carrillo. Antonio Pérez García (Málaga, 1931) eligió como nombre artístico el segundo apellido de su padre, y a partir de entonces firmó como Carrillo. Tiene especial querencia por los Mares del Sur, donde ha ambientado series como Los mercenarios, El Javanés, Rex de los Mares del Sur o Gora-Gopal. No leí aquella edición descargada, así que con alegría recibí la noticia de que EDT (antes Glénat España) publicaba un integral con todas las aventuras protagonizadas por el imbatible Tom Rowe y la turgente Guillermina van Deer. Se trata de un volumen muy bien editado, de 264 páginas y tapas en cartoné, cuya relación precio-calidad es razonable: quince euros. Lo he devorado con fruición, disfrutando a cada momento con las andanzas de esta simpática pareja (al final, emparejada) por esos Mares del Sur más soñados que vividos por todos nosotros, incluyendo al autor.


Completan el volumen un texto autobiográfico de Carrillo y una introducción de Enrique Sánchez Abulí donde reflexiona sobre cómo cada dibujante de historietas lleva dentro su propio ideal de mujer, aquella mujer que dibuja una y otra vez para repetirse hasta el infinito. La mujer, el sueño de la mujer: como aquel rayo de luna becqueriano, es una fantasía evanescente, parece decirnos Abulí. Yo conocí la obra de Carrillo en mis años de adolescencia, cuando en 1981 Producciones Editoriales reeditó El Javanés, serie que ya había presentado al mercado Toray en 1971. Me impresionaron no tanto sus aventuras como sus chicas, sensualmente rollizas, incómodas en tiempos anoréxicos. En Los mercenarios no están tan pasaditas de kilates (hay que reconocer que en El Javanés estaban un poquito jamonas), pero el gran atractivo de estas aventuras sigue siendo, no sólo los formidables paisajes y escenarios diseñados por Carrillo, sino sus chicas. Con Guillermina van Deer a la cabeza, la reciente edición de EDT nos invita a congratularnos con un narrador visual formidable, con un romántico empedernido que visualizó con singular encanto un mundo de aventuras caballerescas donde los marineros rudos y desencantados mataban dragones marinos para damas de ensueño. 

miércoles, noviembre 21, 2012

MODESTY EN ALMERÍA

Entre el 7 y 11 de noviembre se celebraron en Almería las XV Jornadas del Cómic. En este precioso cartel realizado para tal acontecimiento (desconozco el nombre del artista), vemos una preciosa Modesty Blaise acompañada de un James Bond clásico en versión Sean Connery, nada que ver con el deslactosado Daniel Craig de las insípidas Casino Royale y Quantum of Solace. James Bond es, a fecha de hoy, un personaje obsoleto de un tiempo pretérito, desaparecido, irrecuperable. En vez de convertirlo en el monigote amorfo que es ahora, mejor deberían apostar en estos tiempos por Modesty Blaise. Es un personaje más moderno de lo que fue en los años 60 y su estela se deja sentir en multitud de personajes que hoy arrasan como la Beatrix Kiddo de Kill Bill o la Lisbeth Salander de la trilogía Millenium. 

lunes, octubre 29, 2012

CULPABLE DE NADA, DE JULIO PESINA


Julio Pesina ha contado muchas veces cómo llegó a la literatura un poco por casualidad, pero no es por casualidad la manera en que surgen novelas como Culpable de nada, un trabajo intimista que nos narra unas historias de amor y desamor que, como muchas historias de amor y desamor, acaban por fundirse en una sola historia de amor. Y entonces, con buen pulso narrativo, su autor descorre el visillo donde advertimos la palabra fin por medio de una invocación al mañana. Del futuro de sus personajes ya nada más sabremos, pero como sucede en toda ficción, tenemos la intuición de que sus vidas podrán ser breves y gloriosas.

La novela nos cuenta una historia común protagonizada por personajes comunes, pero hay que agradecerle a Pesina que proyecte sobre ellos toda la ternura, y la mordacidad, de la que es capaz la buena literatura. Aldo, un joven tan obsesionado por Mozart como por el fisioculturismo, es espiado secretamente por su vecina, Ogla, una mujer mayor que él que apenas resurge de una relación sentimental con un compañero de trabajo recién fallecido. Para entretener su asco y su desconsuelo de los hombres, pero también su necesidad, fantasea construyendo la personalidad de un marido imaginario del que sólo tiene su parte viril, representada en un dildo comprado en una tienda de artículos eróticos. Mientras crece su fantasía y la obsesión por el joven vecino, éste se reencuentra con una vieja compañera de escuela, una enana a quien todos llaman Mayoya convertida ahora en una fértil y cultivada prostituta que enfrenta con cinismo y cierta sabiduría su oficio. Los pasajes donde Mayoya da rienda suelta a sus opiniones de la vida y su sabiduría son sencillamente fascinantes. Como es natural, las encendidas fantasías de Ogla y la caliente relación de Aldo y Mayoya acabarán por converger en el encuentro entre Ogla y Aldo. La consolidada novela de Pesina evoca la idea de que aquellas personas invisibles que nos sueñan secretamente pueden acabar por convertirse en determinantes dentro de nuestras vidas. En la novela Culpable de nada, los protagonistas hacen justicia al título al no ser responsables de sus pasiones, sino simplemente instrumentos de las mismas, pero por ello mismo, desde el amor hasta el crimen, Pesina los evoca y recrea con un cariño y humor muy convincentes.

Aldo y Ogla son los protagonistas de esta obra llena de espejos donde todo es dual: dos partes, capítulos casi alternativos siempre dedicados a uno u otro personaje hasta que éstos convergen en una experiencia común. Cada una de las partes viene introducida por unas evocaciones de la vida y muerte de Mozart, pues el personaje del compositor genial adquiere una importante carga simbólica dentro de la obra, hasta el punto de que será su música la que se convierta en puente entre las dos vidas separadas por una calle. De la misma manera, los personajes secundarios refuerzan la trágica soledad de Aldo y Ogla, personalidades recelosas y soñadoras condenadas a sobrevivir a las experiencias que condujeron sus vidas a la soledad. Una soledad, como se verá al final, donde cada roto encuentra su descosido.

De todos los valores que implican Culpable de nada con el que más me quedo es con su notable valor escritural. Pesina no chabacanea la lengua, no la cambalachea por un naturalismo arquetípico y ramplón. Se trata de un libro muy bien escrito, donde las frases tienen la textura adecuada para expresar los pensamientos de su autor, pero donde tampoco se incurre en una estereotipada concepción poética de la realidad. No me refiero a una prosa poética almibarada o afectada, sino a una labor de carpintería narrativa donde cada párrafo, y dentro de cada párrafo cada frase, tienen la característica de un cepillado lingüístico innegable.

Al final de la novela, Pesina evoca con agradecimiento los muchos préstamos que se ha visto obligado a tomar de otros autores para poner en boca de sus personajes conocimientos que en caso contrario no tendría. Imagino que es aquí donde Pesina, que es ante todo un lector agradecido, nos convoca al placer de compartir con él sus lecturas. Es un recurso poco común en la novela general, incluso en la novela histórica, la de reconocer deudas con la tradición lectora personal, pero dice mucho de la honradez como escritor de Julio Pesina. Esta honradez se nota fácilmente en todas sus páginas.

Culpable de nada es una obra optimista, quiero creer, pero no ingenua. Pesina sabe que aquellos, a quienes aman los dioses, mueren jóvenes. También los amores, quizá turbulentos y caprichosos, que los dioses aman mueren jóvenes. Como la luna llena que cierra esta novela. Como el mismo amor de verdad, aquel Eros o Cupido que también era dios. Por eso Teophilus, cuarto nombre de Mozart, quiere decir Amadeus o amor a dios, como evoca Aldo casi al final del libro, porque todo acto de creación verdadera debe ser un acto de verdadero amor. Breve, bello y quizá perecedero.

 Julio Pesina, Culpable de nada. Conaculta. México, 2008. [Fondo Editorial Tierra Adentro, 363].

domingo, septiembre 30, 2012

TEXTO SOBRE TERRITORIOS IMPUNES, DE ALFREDO ESPINOSA

El texto que leí durante la presentación de Territorios impunes, de Alfredo Espinosa, fue publicado el domingo anterior por el Diario de Chihuahua. Clicando aquí. 

viernes, septiembre 21, 2012

CORDIALMENTE INVITADOS: PRESENTACIÓN DE GROTEXTO

Grotexto es una revista juvenil porque es impulsada y confeccionada por gente joven, aunque haya algún fósil como yo publicando en sus páginas como invitado. Debemos apoyar a los jóvenes que tienen algo que contar y tienen el arrojo de querer hacerlo y sacar adelante su proyecto. Mañana presentamos el número 2. Quedan todos cordialmente invitados. 

jueves, septiembre 20, 2012

LA FRONTERA QUE VINO DEL NORTE, DE CARLOS GONZÁLEZ HERRERA


La frontera entre México y Estados Unidos, esa realidad compleja y abstracta que algunos han llamado Mexamérica, vuelve a ser hoy una herida abierta que supura todo el pus de la nación mexicana. Y como el título de este libro apunta con el dedo a los vecinos del norte, acusándoles de cómplices o demiurgos en la sombra de esta realidad fronteriza, debemos reconocer que la frontera también supura a ambos lados de la línea el pus de la nación caput mundi[1].

La frontera que vino del norte no es un libro sobre esta llaga abierta de hoy mismo, pero no cabe duda de que presenta el escenario en que se desarrolla hoy la vida económica, cultural y política de una región en constante derramamiento de sangre. No es un libro sobre las ciudades fronterizas, sino una obra sobre la reflexión política, cultural y económica que subyace bajo la vida diaria de esta enorme franja de tierra que obliga a los dos países a fingir relaciones de buena vecindad.

La frontera, como bien señala González Herrera, va mucho más allá de una división política llevada a cabo mediante una línea imaginaria[2], sino que es un territorio de frontera cultural y moral que se construye día a día por medio de un proceso de ósmosis. Desde este punto de vista, sus vínculos son más profundos de lo que a simple vista podría entenderse, ya que, al contrario de lo que sucede en otras fronteras del mundo, ambos países son representantes de la civilización occidental y ambas fueron construidas sobre hondas raíces religiosas (protestante la una, contrarreformista la otra) cuyos pilares ideológicos se hunden hasta el fondo de unas raíces grecolatinas comunes. La frontera, nos recuerda González Herrera citando a Turner, se construyó a la par que se construía un espacio mítico magnificado por la cultura popular del siglo XX (la conquista del oeste), que, como no podía ser menos, banalizó aquel teatro de operaciones reduciendo al mínimo las consecuencias que tuvo para los indios nativos y los vecinos del sur. La llamada épica del western (que tuvo sus grandes “cantores de baladas” en la literatura y sobre todo en el cine) creó también una serie de paradigmas y estereotipos que viajan en el tiempo hasta hoy mismo, donde en palabras de González Herrera se creó “la invención de un territorio virgen y vacío colonizado gracias al arrojo, el espíritu pionero y la visión de futuro de hombres blancos” (p. 30). Quiero enfatizar aquí los adjetivos “virgen y vacío”, ya que, desgraciadamente, vuelven a aflorar en las conclusiones de este libro iluminador, pero ahora, como conceptos atribuibles a la visión del centro de México con respecto a la frontera: “El carácter periférico y marginal que se le ha dado a la región en el proyecto de construcción nacional, desde el siglo XIX, ha promovido la imagen de espacio vacío y donde todo, o casi todo, se vale” (p. 258). Periférico. Marginal. Vacío. Salvaje. La conclusión parcial sólo puede ser una: la frontera sigue siendo, en el imaginario colectivo de mexicanos y estadounidenses, un territorio mítico que, como tal, sigue gozando de buena salud, ya que la cultura popular sigue insistiendo en el carácter sórdido y peligroso de la vida en esta frontera. Es decir: que la border deja de ser border para transformarse en frontier; la línea imaginaria deja de ser una frontera física para transformarse en teatro de exploraciones del alma humana en territorios sin ley donde todo es posible. González Herrera desarrolla muy bien la diferencia entre ambos vocablos en el primer capítulo de su libro (pp. 29-41).

La frontera que vino del norte vino del norte porque así quedó marcada para siempre a partir del tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848), en que México perdió dos millones de kilómetros cuadrados. Yo, a manera de juego, completaría el significado del título indicando que esa pérdida territorial y su consecuente frontera impuesta vinieron a estrellarse contra la frontera que vino, no del sur, sino del centro, ese México centrípeto que, todavía hoy, recuerda tanto al viejo Saturno mientras devora a sus hijos. Hay que agradecerle a González Herrera el recordarnos que no toda la culpa de los problemas de la frontera se deben al vecino del norte, abusador y poderoso, sino también al desinterés y absoluto desprecio que desde siempre ha existido en el centro de México por sus regiones fronterizas. El cogollito cultural de los habitantes del Sur, donde se funden las tradiciones locales y herencias precolombinas con la herencia española, ha creado también una mentalidad hasta cierto punto nativista y eugenista en México no sólo atribuible a los estadounidenses, sino también a los propios mexicanos, que miran hacia el norte con desprecio como si éste no fuera nada de ellos ni su destino económico y social responsabilidad directa de los gobernantes de la nación. Este nativismo, este eugenismo, este racismo sin signos de interrogación, es analizado en la ideología estadounidense por González Herrera en el capítulo 3 de su libro (pp. 57-64), y el buen lector sabrá ver en qué medida estas teorías también han tenido mucha prosperidad en un país como México donde, desde el centro, se ningunea la personalidad del norte que ha logrado una simbiosis especial con la cultura norteamericana a la que, en buena medida, han contribuido la nefasta centralización del país y el desinterés por su frontera norte.

La construcción de la frontera como espacio mítico en el imaginario colectivo global goza de buena salud, y quien lea este valioso libro encontrará muchas de las claves que hoy torturan a una región abandonada por todos a su destino. La obra de González Herrera, profunda y amena a la par, es una valiosa aportación donde se hace un repaso no tanto de la historia de la frontera, sino de la historia de la percepción de la frontera en ambos lados de la cicatriz divisoria. Sólo hubiera deseado que su autor hubiese abordado el tema de la industria maquiladora, una fuente laboral de gran importancia para toda la zona, que generó una cantidad de riqueza de la que estas ciudades nunca se beneficiaron y que no supo traducirse en más cultura y mejores condiciones de vida permanentes para sus habitantes. Las consecuencias de la frontera que no sólo vino del sur, sino que vampiriza el centro, están hoy día en la primera plana de todos los periódicos del planeta. Y en cómics, novelas, películas que gozan de amplia fama y distribución internacional proporcionando una imagen de la frontera como espacio mítico del que los principales responsables políticos harían bien en avergonzarse. Si tuvieran vergüenza.

González Herrera, Carlos, La frontera que vino del norte. Taurus/Colegio de Chihuahua. México, 2008.

Reseña publicada en Archipiélago, número 66, p. 16. Archipiélago A.C./UNAM, octubre-diciembre 2009.




[1] “El territorio fronterizo sigue siendo, en más de un sentido, el espacio que nos separa del vecino poderoso y abusivo”, p. 258.
[2] “La legislación migratoria de Estados Unidos fue pensada en los puertos marítimos y no en la frontera de México, cuyos límites son fundamentalmente imaginarios” (Cita de F.W. Berkshire, Inspector de inmigración en El Paso, p. 85).

martes, septiembre 18, 2012

PASO DEL RÍO GRANDE DEL NORTE 11

Presentamos el 11 este jueves en el Bump´s. Hablará doña Maquila. Cordialmente olvidados, you know. Paso del Río Grande del Norte número 11. ¡Pídalo a su voceador!

lunes, septiembre 17, 2012

SOLARÍSTICA

Acaba de aparecer en la red la revista Ombligo, dedicada a la promoción del arte y la cultura en Ciudad Juárez. Sus responsables me invitaron a colaborar con una reseña cinematográfica. En este caso escribí sobre las dos adaptaciones de Solaris, de Stanislaw Lem. Puedes leer Solarística clicando aquí. Pasen y lean, si ustedes gustan.

jueves, septiembre 13, 2012

UN JUÁREZ NUEVO PARA NUEVOS TIEMPOS CONVULSOS


Dicen que la novela histórica es un género de tiempos de crisis. Si tal cosa es cierta, la novela Juárez, el rostro de piedra llega en un momento muy crítico para la sociedad mexicana. En un tiempo como éste en que la violencia ejercida por el narcotráfico ha hecho saltar la gobernabilidad del país y puesto en severo riesgo todos los derechos humanos, Parra recupera a Juárez como el singular constructor de una gobernabilidad ni fácil, ni exenta de guerras y peripecias políticas. En las páginas 374-5 de su novela, Benito Juárez reflexiona sobre González Ortega, uno de tantos personajes que a lo largo de su devenir político acabaría por decepcionarle:

González Ortega nos dio mucho, es verdad, pero ¿cómo no temerle por eso mismo? Así son los gigantes, admirables y temibles a la vez, su sombra nos protege y nos oprime, nos sostienen sobre sus nombres fuera del alcance del enemigo, pero en el momento menos pensado pueden caernos encima y aplastarnos.

El pasaje invita a una reflexión más seria que la que puntualmente recae sobre González Ortega. De 1872, fecha del deceso de Benito Juárez, hasta hoy, queda la reflexión de si ese gigante político que fue Benito Juárez no es hoy un gigante que no sólo sostiene a los mexicanos sobre su nombre, sino que también puede oprimirlos hasta aplastar. Desde este punto de vista, Parra nos entrega a lo largo de 440 páginas un Juárez renovado gracias al milagro de la literatura, que es la forma más estilizada posible de contar verdades por medio de mentiras: ni es el héroe oficioso del oficialismo político, ni ese personaje cruel que otros han querido ver en su persona. El rostro de piedra es una metáfora, y como tal tiene al menos dos lecturas: por un lado, alude a ese hieratismo que era tan propio de Benito Juárez y que Parra recuerda varias veces a lo largo de las páginas de esta novela; por otro lado, alude a ese gran personaje de la historia de México tan omnipresente como desconocido: el rostro de piedra que desde multitud de esculturas ubicadas en tantas plazas y rincones del país se presenta ante los mexicanos como un símbolo a desentrañar lleno de mensajes útiles pero desconocidos.

La novela de Eduardo Antonio Parra tiene la mayor virtud que puede tener toda novela histórica: a la luz de la literatura convierte en carne los mármoles de épocas pretéritas: los rostros de piedra. Se trata de un ejercicio notable. Un autor de la trayectoria de Eduardo Antonio Parra no hubiera apostado nunca por la simplicidad ni el maniqueísmo. Lejos de triunfalismos nacionalistas, los personajes históricos que se desenvuelven por las páginas de esta novela seducen por su humanidad, por esa oscilación entre el bien el mal, la gravedad y la alegría, la firmeza y la duda, de la que estamos compuestos los seres humanos. Los protagonistas de El rostro de piedra, sin ser trágicos en sí mismos, conmueven porque persuaden desde la honda verdad de la tragedia, que consistía en humanizar a los antiguos reyes y dioses. Al identificarnos con ellos, podemos sentir como ellos la inmersión en ese vaivén de experiencias y sentimientos que es la vida.

Es por esto que El rostro de piedra es una obra doblemente compleja. Es compleja en cuanto a contenidos, sabiamente reflexiva y filosófica cuando conviene, ligera o dramática cuando es preciso. Su equilibrio es uno de sus grandes méritos. Pero además, es una obra literaria destacable donde Eduardo Antonio Parra ha sabido distribuir en 19 capítulos que no siguen una narración lineal toda la experiencia vital, familiar y humana de un personaje complejo que se enfrentó a tiempos convulsos. El ir y venir en la temporalidad de la vida de Juárez permite a su autor, por medio de numerosos saltos en el tiempo, conceder una dimensión novelesca a la vida de sus personajes, la cual se presenta destacada por momentos climáticos según los mecanismos de la ficción, aunque sea al servicio de la Historia. Resultan ejemplares capítulos como el 9 (el terrorífico “Las tinajas de San Juan de Ulúa”, donde Parra nos relata lo que debieron ser las vivencias de Juárez en aquella terrible prisión) o el 16 (“El camino del desierto”), donde nuestro personaje conoce aquel remanso de cordialidad que fue Paso del Norte mientras medita en la figura bobalicona y trágica de Maximiliano, o conoce la muerte de dos de sus hijos más pequeños durante el exilio de la familia en Nueva York.

También es El rostro de piedra una reflexión cruda sobre las exigencias de la necesidad de poder y de sus excesos. El Juárez de Eduardo Antonio Parra se vuelca en la obsesión del poder tras la muerte de su esposa, Margarita, y Parra parece darnos a entender que, sin el balance del amor, incluso un hombre idealista y justo puede acabar convertido, no sólo en objeto del odio de numerosos enemigos, sino también en su propio enemigo, que siempre resulta ser el peor enemigo de todos.

El rostro de piedra rebosa vida, política, buen hacer literario y conocimiento de la estructura novelesca y de sus recursos más expresivos. Seduce la manera en que Parra alterna el monólogo interior con la tercera persona gramatical del narrador omnisciente, y ésta con la segunda persona, quizá la del autor, o incluso, la de la propia conciencia de Benito Juárez, aquella que dialoga y debate con él a lo largo de su acontecer  político y humano. El diálogo retrata siempre a los personajes, pues esquiva en todo momento el ornamento decadentista de una imitación del siglo XIX, pero sin caer nunca en una contemporaneidad ramplona, vicio tan común en tantas modernas novelas históricas. Es en este sentido que la novela resulta una especie de polifonía para la cual merece la pena prestar un oído atento y exigente. Creo que los riesgos eran muchos y evidentes; Eduardo Antonio Parra ha sabido sortearlos para construir un testimonio literario muy notable a la altura del personaje retratado a lo largo de sus páginas.

Eduardo Antonio Parra, Juárez, el rostro de piedra. Editorial Grijalbo. México, 2008 (1ª reimp., enero 2009).

Texto leído durante la presentación del libro en Chihuahua y Ciudad Juárez y publicado en Cuadernos Fronterizos, 13, otoño 2009.

martes, septiembre 11, 2012

RECORDANDO A EUGENIO GINER

El Inspector Dan, creación de Rafael González (el famoso sr. González que fue director de publicaciones en Editorial Bruguera) es más que nada recordado por sus historietas de fines los años 40 dibujadas por Eugenio Giner. Se publicaban aquellas aventuras de terror en Pulgarcito, y pronto adquirieron enorme fama en la España de la posguerra. Quizá el ambiente tenebroso y francamente terrorífico de Giner reflejaba muy bien, mutatis mutandis, la penuria y el oscurantismo de la época. Dejemos tal teoría para sociólogos. Entre 1951 y 1954 se publicó una serie de 71 cuadernillos de calidad media excelente donde, además de los dibujos de Giner, pudimos disfrutar del buen hacer de otros profesionales de la viñeta como Julio Vivas, Macabich o Pedro Alférez. Como el Inspector Dan fue uno de los héroes favoritos de mi infancia (ya hablé de él aquí) les dejo esta entrevista ya clásica que Manuel Darias, decano de la crítica de historieta en España, sostuviese con Giner. Descargar para ver a buen tamaño.
Vía Entrecómics.

domingo, septiembre 09, 2012

EL INDIO FERNÁNDEZ, SEGÚN PACO TAIBO I


María Félix, El Indio Fernández y Dolores del Río durante el rodaje de La cucaracha (Ismael Rodríguez, 1958)

Acabo de leer el análisis que en su día publicara Paco Ignacio Taibo I sobre la obra de Emilio Fernández (El Indio Fernández, Planeta, 1991). Parcialmente biográfico. Tengo que reconocer que guardo una gran simpatía por Emilio “el Indio” Fernández, director y actor del cine clásico mexicano. Mi simpatía proviene de que, como en el caso de otros personajes como Louis Ferdinand Celine u Orson Welles, eran personajes desmedidos, por encima no sólo de su tiempo, sino de cualquier otro tiempo. Personajes que hoy mismo serían imposibles. En estos días de corrección política, individuos así se me antojan gigantes que en este siglo de patanes y de enanos son francamente inconcebibles. Soy consciente de que el Indio fue un individuo cuyo carácter tormentoso (y atormentado) le granjeó no sólo la antipatía, sino el desprecio y hasta el odio de muchos, pero fue un producto extremo de su tiempo, un tiempo (el del México bárbaro) cuya sombra se alarga con las décadas y también hoy cobija a muchos bárbaros encorbatados. El Indio estaba poseído por una mitomanía narcisista e infantil, más que machista era mega-macho y golpeador, alcohólico de los de cargar su biberón de litro a todas partes, y por ser sociópata y extremo, fue hasta asesino (al menos en dos ocasiones). Dirán algunos que con estos antecedentes todos sus méritos son papel mojado, y quizá así sea, pero tener méritos tuvo también más que la mayoría. Quizá porque tenía una exacerbada sensibilidad a flor de piel, quizá porque supo rodearse de talentosos colaboradores (o quizá por las dos cosas) el Indio construyó una filmografía cuya primera mitad fue asombro del mundo entero y recreación artificial de un México que nunca existió. Le cabe, por tanto, el honor de haber sido mucho más que la mayoría: un demiurgo que inventó un mundo a su manera, en el mejor estilo de los artistas visionarios e iluminados que podían ver lo que sólo ellos veían y que nadie más podía ver hasta que él lo mostraba. Su representación infantil del mundo, llena de ternurismo y violencia, entroncó a la perfección con el buen hacer literario de Mauricio Magdaleno, uno de los grande artesanos de la palabra ausentes cuando se hace historia de la literatura mexicana, y con las imágenes de Gabriel Figueroa, que con dos cinceles (uno de luz y otro de sombra) esculpió aquel mundo fantástico que habitaba en la mente del Indio. Como toda obra maestra cinematográfica, la mejor obra del Indio fue una suma de talentos, el producto de un genio colectivo en estado de gracia en un contexto histórico y artístico que lo hizo posible.

La obra de Taibo I es displicente con la personalidad del Indio. Con no poca frecuencia adquiere cierto tono desdeñoso. Debían estar hartos sus contemporáneos de aquel Indio malencarado y violento, presumido hasta lo indecible y egocéntrico como él solo. Como un Dios prehispánico, moldeó a hombres y mujeres de barro a su imagen y semejanza, y luego les concedió un paraíso maldito. Al contrario que en el relato bíblico, sus criaturas expulsaron al indio demiurgo y para ellos solos quedó el recinto hermético de una obra, un mundo, hoy de imposible acceso y acaso comprensión.

jueves, septiembre 06, 2012

HOJAS SECAS XXVII

Mientras espero un volumen que recopila cinco novelas de David Goodis, aquí pego esta hoja seca. Escritor maldito de la novela negra, al igual que Thompson un lírico de la desesperación, Goodis dejó un puñado de novelas formidables. La novela que aquí presento se tituló también The Dark Chase y data de 1947. Sus obras mayores son Street Of No Return (1954) y la lírica Down There (1956), que Truffaut inmortalizaría con el título de Shoot the Piano Player. David Goodis, un escritor olvidado (mas no lo suficiente) a reivindicar con fuerza frente a otros de sus contemporáneos en estos principios del siglo XXI.  

martes, septiembre 04, 2012

HISTORIETA PELANGOCHA MEXICANA

Durante principios de julio los cuates de Tebeosfera colgaron, como parte de su número 9 dedicado a la mujer en los cómics (miren en el enlace el prolijo contenido) un jugoso artículo mío dedicado a reivindicar (¿por qué no?) el cómic popular mexicano de carácter erótico y pornográfico. El título es La historieta pelangocha mexicana: una aproximación (de ser posible) reivindicativa. Y lo pueden leer clicando aquí. 

jueves, agosto 30, 2012

CORDIALMENTE INVITADOS: II ENCUENTRO DE ESCRITORES POR JUÁREZ


Hoy comenzó el II Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez. Con recital simultáneo en 132 ciudades y 25 países. Mañana presento el libro Sueños de escarabajo, del gran cuentista mexicano Guillermo Samperio. Aquí tienen el programa de todas las actividades. Cordialmente invitados. 

miércoles, agosto 22, 2012

CORDIALMENTE INVITADOS

Cordialmente invitados a la presentación de esta novela de Alfredo Espinosa, narrador chihuahuense: Territorios impunes.

domingo, agosto 19, 2012

HOJAS SECAS XXVI

Ah... Esta mirada a lo Jane Russell dejándose-asustar-por-el-que-la-observa me encanta. Gran portada. Como debe ser en esta sección de hojas secas.

jueves, agosto 16, 2012

CORDIALMENTE INVITADOS: MANUFRACTURA DE SUEÑOS

Mañana, la presentación de Manufractura de sueños. Más datos, en el volante. Manufractura de sueños: ¡Pídalo a su voceador!

MANUFRACTURA DE SUEÑOS

Mañana la presentación de mi último libro (en este caso como editor, con JJAboytia): Manufractura de sueños. Una antología de creación literaria sobre la industria maquiladora en Ciudad Juárez. Prólogo del conocido novelista mexicano Élmer Mendoza. 33 autores juarenses, o muy vínculados con Juárez, nos dan su visión del sueño o pesadilla industrial en la urbe. Más datos, en el siguiente post. 

viernes, agosto 03, 2012

MARILYN, COMO CADA AGOSTO

No sé si alguien habrá advertido que, durante los veranos, los periódicos, las revistas son proclives a publicar noticias y artículos sobre Marilyn Monroe.  Con mayor razón ahora, pues se evoca el cincuentenario de su fallecimiento el 5 de agosto de 1962. Quizá será la falta de noticias relevantes, aunque este verano se mantiene tórrido por el afluente de noticias sobre la debacle económica que pende sobre nuestras cabezas. Cada agosto vuelve la desdichada Marilyn desde mil páginas de internet. Por ejemplo, desde aquí. Pobrecilla. ¿Por qué no la dejarán en  paz de una vez?


A pesar de lo que muchos puedan creer, nunca he sido especialmente fan de Norma Jean. Me agrada en muchas de sus películas, como Niágara, Some Like Hot, The Seven Year Itch y, sobre todo, The Misfits. En esta película, que fue su última (y la de Gable y Clift) luce una belleza delicuescente que siempre me ha cautivado. Billy Wilder afirmaba de ella que, en persona, no era una mujer de bandera ni una mujer que te obligara a darte la vuelta a su paso. Más bien pasaba desapercibida. Sin embargo, apostillaba el viejo director de cine, tenía algo que captaba la luz y la atención de la cámara. Algo extraño que sólo tienen algunas personas y que algunos llaman fotogenia.

Me gusta en muchas de sus películas, pero nunca he tenido un altar para ella. Sí lo tengo para Maureen O´Hara, Barbara Stanwyck, Gene Tierney o Grace Kelly. Ésta última (tan homenajeada desde el fenómeno Mad Men) tenía un erotismo incandescente al que daba vuelo en determinadas miradas y movimientos de cabeza. Era capaz de empalmársela a un muerto (las malas lenguas dicen que, en la vida real, también era capaz). De un tiempo a esta parte soy devoto de Gene Tierney. No tengo ni he visto todas sus película, pero en ello estoy. Curiosamente, su película más famosa (Laura) nunca me ha gustado. 


El libro Fragmentos, de Marilyn Monroe, fue un regalo que acepté con alborozo, y lo leí con gusto. Una vez leído, me pregunté cuál era el sentido de publicar un libro así. La publicidad que en los diarios más importantes le hicieron los gacetilleros nos presentaban Fragmentos como el descubrimiento de una Marilyn intelectual, para que se fueran callando la boca aquellos malditos que la injurian continuamente diciendo que era tonta. Incluso publicaron algunos fragmentos de poemas. Una foto, que reproduzco aquí, la mostraba leyendo el Ulysses de James Joyce. El libro contiene una buena cantidad de buenas fotos, e imagino que algunas serán inéditas. Es verdad que tenía una biblioteca inteligentemente nutrida (quizá Marilyn era intelectual comparada con Anna Nicole Smith o Paris Hilton) y que tenía por costumbre anotar sus pensamientos y vivencias en gran cantidad de cuadernos. Es verdad que de tonta no tenía un pelo, aunque se adentró peligrosamente en una edad en que la ingenuidad debería ser considerada delito. La impresión final es si algo de todo esto realmente importa a quien no sea un devoto de Marilyn y de su mito. Nada de cuanto dejó escrito es realmente relevante, y en el volumen se nos presenta cada página, cada línea, primorosamente transcrita, anotada y traducida, hasta el extremo de reproducir hasta el más mínimo de sus garabatos, tachaduras o enmiendas. No escribió demasiado. Quien espere encontrar algún cuaderno garabateado de arriba abajo con multitud de apuntes sobre su profesión, sus filmes o sus vivencias pinchará en hueso.  Sus muchas notas están desparramadas por cuartillas sueltas y cuadernos que nunca completaba. Por otra parte, es lo normal. Las personas que por lo general compran cuadernos para anotar sus pensamientos rara vez los terminan, y eso lo saben los fabricantes de Moleskines y otros similares, productos que se caen a pedazos cuando uno pretende escribir sobre ellos de la primera a la última hoja.

martes, julio 10, 2012

VIRIDIANA MERAZ MORALES (1978-2012)


Se fue la Viri a poner flores en el camino para nosotros. Es nuestra vanguardia en el más allá. 
Agustín García Delgado

Viridiana: me enteré ayer por la mañana en Barcelona. Desde entonces fui paseando mi pena por toda la ciudad. Al fin Cachi y yo encontramos una pequeña calle cerrada al tráfico donde decidimos brindar por ti y dediqué un tiempo de silencio a recordarte. Te hubiera gustado esa calle, la Enric Granado, a espaldas de la vieja Universidad: fresca y sombreada, llena de árboles y de bares con terraza. Parecía estar llena de la magia que tú proporcionabas a todo lo que hacías. Llena de duendes. Gracias por haber adornado con tu ángel muchos momentos de nuestras vidas. Me quedará para siempre el recuerdo de tu ironía bien sustentada durante tantas clases en la uni, tu pasión por las letras que cruzaron nuestros caminos, y el ejemplo de tu lucha. Hasta la vista y buen viaje, compañerita. 

lunes, junio 11, 2012

ENTREVISTA CON JOHN IRVING

Creo que durante estas vacaciones leeré algo de John Irving, uno de los grandes de las letras contemporáneas de Estados Unidos. Tengo muchos huecos con respecto a la reciente literatura de ese país (por otra parte es normal, no tiene hoy día la más alta literatura que digamos). He frecuentado a Pynchon, McCarthy, Philip Roth, James Ellroy, y por supuesto a muchos más (el gran Bradbury acaba de morir, pero no lo considero un contemporáneo), pero de los que son considerados fundamentales no he frecuentado a Irving, tampoco a John Updike, ni a Don de Lillo... De todos ellos sobre todo me ha impresionado la lectura reciente de Meridiano de sangre, de Cormac. Es una novela cincelada en mármol, sobre todo para amantes del western, porque es una novela del Oeste. Es la Novela del Oeste, ese subgénero por lo general despreciado que sólo en el cine adquirió grandeza. Tenía que llegar McCarthy y ver lo que nadie veía, hacer lo que nadie hacía: mezclar a Zane Grey con la estética barroca. Un listo Cormac McCarthy. Irving es el fisioculturista de la novela gringa, sobre todo lo digo porque años ha practicaba ese deporte, y consideraba que su novela (sobre todo sus novelones como El hotel New Hampshire) le debían mucho a ese espíritu espartano de la pesa. Bueno, todo esto viene porque el New York Times publica una entrevista muy interesante con Irving que se puede leer aquí (en inglés). Habla sobre sus costumbres lectoras, sus gustos literarios, cómo y cuándo escribe. Me ha interesado su rechazo a Hemingway, un escritor que en lo personal me atrae como ser humano y me desinteresa como autor. Leí tiempo ha alguna de sus novelas y sus cuentos completos, donde algunos brillaban con singularidad, pero en general es un autor con quien no consigo conectar. Además, su elogio de la prosa sin ornamentos ha hecho, creo, un gran daño a las letras de su país. No consigo que un solo párrafo suyo me interese. Sus obras dan la impresión de ser jardines sobre los que nunca llueve.

jueves, junio 07, 2012

CORDIALMENTE INVITADOS: LA OBRA REUNIDA DE MIKE

Este caballero tan apuesto y galán, que responde al nombre de Miguel Ángel Chávez, mañana presenta su poesía completa bajo el título de Obra reunida. Acompáñennos a las siete de la tarde. No falten. Están cordialmente invitados. 


miércoles, junio 06, 2012

RAY BRADBURY (1920-2012): EL MONARCA DE LOS CIELOS

Se ha muerto Ray Bradbury, aquel monarca de los cielos que abrió la cremallera del firmamento como quien descorre la cremallera de un vestido de satén y nos descubre una espalda tersa e infinita que nunca podríamos llenar de besos. Me gustan algunas de sus novelas, pero sobre todo me hechizan sus cuentos, que no tardaron en ser adaptados a otros medios, donde brillaron como joyas de la historia corta (los cómics de EC, luego de Warren, los fabulosos "sonetos fantásticos" de Rod Serling para Twilight Zone). Hace unos años escribí algo aquí sobre Bradbury. Lo retomo ahora que Bradbury ha montado en el cohete final y ha rebasado ya la última galaxia de la imaginación y la experiencia humanas. Bradbury: ahora y siempre. Clicando aquí. 

sábado, mayo 26, 2012

AGUAS PANTANOSAS (JEAN RENOIR, 1941)


Un film menor de Renoir, a pesar de los pesares: buenos diálogos de Dudley Nichols, Carradine, Huston, Brennan en el mejor papel que le he visto hacer en mi vida; Anne Baxter (¡con 17 años!), Dana Andrews (en su primer protagónico)… Renoir estaba fuera de onda, y aunque los diálogos de Nichols son brillantes, la estructura del guión es claramente temblequeante… La película se ve con mucho gusto, pero deja una sensación de vacío muy grande al haber descartado el aspecto más crítico que podía haber tenido el film (sobre el peso que la norma y la costumbre pueden tener para afectar la ley) para internarse por senderos melodramáticos carentes de acidez. Excelente factura técnica. Lo mejor: Walter Brennan “con dentadura” (él diferenciaba sus filmes entre aquellos que rodó con dentadura postiza y sin ella). Brennan desarrolla un papel que demuestra el enorme nivel que tenía este actor a quien por lo general sólo identificamos como gracioso en westerns tan conocidos como Río Bravo. Aquí demuestra que se trataba de un actor colosal, con un talento y una técnica muy por encima de los personajes, muchas veces ciertamente secundarios y episódicos, de “característico”, que por lo general desarrolló a lo largo de su vida. 

miércoles, mayo 16, 2012

ESPARTACA BLAISE

Los tiempos de crisis son idóneos para que resucite el mito de Espartaco, aquel gladiador tracio que, sin comerlo ni beberlo, se convirtió en inspiración de revolucionarios de la posteridad. Quien siga la tremebunda y divertida serie de Starz TV, Spartacus, encontrará una recreación del mito y poco más del hombre real, de quien tan poco se sabe. Con ustedes la última portada de LoopyDave para la revista sueca Modesty Blaise X-9. Vía Modesty Blaise News.

martes, mayo 15, 2012

SECRET AGENT CORRIGAN DE IDW

Una sensación agridulce la de leer el primer volumen de Secret Agent Corrigan, editado por IDW. Por una parte, los majestuosos dibujos de Al Williamson son postales preciosas de la vida cotidiana en la gran urbe moderna norteamericana. Otras viñetas, en aventuras de mayor exotismo, son estampas de parajes recónditos como la selva latinoamericana o el desierto poblado de tuaregs. Es Al Williamson en su apogeo, dueño de un sentido de la composición magistral que supo, como también supo su maestro Alex Raymond a quien siempre homenajea e imita, ser genio embotellado en la tira diaria. Por otra parte, ay, los guiones de Archie Goodwin. No aquel irónico y mujeriego factótum de Nero Wolfe (creación de Rex Stout), sino aquel escritor cuyas historias leíamos de niños en Creepy y Vampirella. Son guiones sujetos a un diagrama muy evidente, llenos de previsibilidad, aturrados de tópicos. Tan rutinarios como los de los telefilmes policiacos de los 70. La edición de IDW, sin embargo, es majestuosa, y una vez que nos hemos acostumbrado (resignado, más bien) a los guiones de Goodwin, la lectura fluye bien y nos dejamos llevar por el mago Williamson. En los créditos del volumen (p. 4) se reconoce, además, la participación de Neal Adams en la tira, entre el 14 y 19 de agosto de 1967 (la cara del revisor de la viñeta 1 de la primera tira de la p. 67 es puro Adams). La última aventura de este volumen fue dibujada por Stanley Pitt (entre el 16 de junio y el 30 de agosto de 1969), un artista sin duda interesante, pero cuyo estilo es notoriamente distinto del estilo de Williamson.


LOS QUESITOS DE ROCHEFORT



En estos tiempos canallas, nada hay como refrescarse con los clásicos. ¿Qué puede aportar el cine de Jacques Demy, enfermo de sentimentalismo, a la ríspida y obscena realidad en que vivimos? Pues puede aportar el hechizo de lo que hoy es inexistente: ingenuidad no confundible con estupidez, frescura no identificable con aire acondicionado; erotismo no representable  por kilómetros de piel desnuda; amor no definible con mercantilismo de San Valentín. 

Las señoritas de Rochefort (Jacques Demy, 1967) es la celebración de una vida pretérita en que los desconocidos podían recoger a los niños en la puerta de la escuela sin temor de que los violasen en el callejón contiguo. Este film es sobre todo la belleza irrecuperable de contemplar a las hermanas Deneuve (Catherine Deneuve y Françoise Dorléac) convertirse en quesitos de Rochefort, que huelen a sobaco dulce, e invocan quietamente el advenimiento del amor como como sacerdotisas de Afrodita que atestiguan con su existencia un rito, pero no lo magnifican. 

Demy celebra en este film el amor de provincias, pues la provincia es siempre la capital del reino del amor (consúltense tantas páginas de internet consagradas a las provincias del cuerpo y del deseo). Delicioso film, con un Gene Kelly como turista de su propio arte y un Michel Piccoli correcto y gendarme de la ilusión pequeñoburguesa de la pasión. El film contiene deliciosas melodías y bailables gagás para delicia de sentimentales irredentos sin complejo de culpa. Es una película a la que habrá que recurrir de vez en cuando, para que alivie con su dulzura el negativo empeño de nuestra sabiduría sexual. 

miércoles, abril 25, 2012

APACHE, DE ROBERT ALDRICH

Buen film saturado de hermosos colores. La deliciosa Jean Peters y el atlético Burt Lancaster interpretan a dos imposibles apaches de ojos azules, y en el azul de esos ojos se suicida el sentimiento de culpa del hombre blanco y del gringo wasp.  El oficio de Aldrich salva un film vibrante siempre, sin duda no a la altura de sus mejores obras, pero sí bien templado y con notables momentos dramáticos y de intimidad, aunque lo pierde su candoroso final. Y es que, hasta ese final, Apache bien podría haber sido la enésima versión de High Sierra, película grandiosa de Raoul Walsh que él mismo versionó en Juntos hasta la muerte (Colorado Territory, 1949). Pero ese final, donde este indio rebelde se regenera, es improbable. No porque queramos que todos los indios rebeldes mueran en las películas, pobres indios, alguno de vez en cuando debe de regenerarse antes que morir, sino porque Apache ha cometido demasiadas tropelías (y asesinatos de hombres blancos) como para que al final todo acabe de rositas. Quizá lo que pretendían los autores del guión, y más probablemente los productores, era consolar un tanto su conciencia con la contemplación del indio que se regenera y se vuelve “buen salvaje”. La conciencia podrida del triunfador, llena de remordimientos, impuso un mensaje de telefilm de sobremesa, un cuento de hados sin la amargura del fatum y la inquietud que nos produce al contemplarlo a la luz de la trituradora de la Historia.

viernes, abril 20, 2012

PAPÁ KIRBY


La puerta del estudio de papá generalmente estaba cerrada. No era para evitar que entrasen ruidos, era para contener el humo dentro. Los puros que se fumaba mi padre eran legendarios, y cuando abrías la puerta de La Mazmorra te encontrabas con una gran nube de humo. No era tan malo si se estaba fumando algo bueno, como un Garcia Vega, y el olor era casi tolerable. Por desgracia, eso solo sucedía por su cumpleaños o el día del padre, cuando aparecían cajas de puros decentes con un lazo. Cuando los compraba papá, no se preocupaba por las marcas buenas. No le importaba si se trataba de repollo apestoso liado, para él un purito era un purito.

Una emotiva evocación de Jack Kirby por parte de su hijo Neal Kirby. En Entrecómics, clicando aquí. 

jueves, abril 19, 2012

HEDY LAMARR: LA EXTRAÑA MUJER


También Hedy Lamarr fue una extraña mujer, cuya vida resultó más o menos rocambolesca. Nacida con un coeficiente intelectual sorprendente, se debatió siempre entre su pasión por el arte y su interés por la ingeniería, carrera que llegó a concluir no sin pasar por muchos avatares en tres dimensiones. Entre sus inventos, desarrolló un sistema para construir torpedos teledirigidos imposibles de detectar que finalmente patentó y fueron usados por el ejército de Estados Unidos. Esta faceta prometeica de Lamarr, tan linda ella,  ha sido siempre desconocida, al privilegiarse siempre su faceta de mujer hermosa, actriz de películas clásicas como ésta que nos ocupa: The Strange Woman, de Edgar G. Ulmer. El año pasado, Richard Rhodes ha publicado un libro sobre Hedy Lamarr la inventora, no la actriz: Hedy's Folly: The Life and Breakthrough Inventions of Hedy Lamarr, the Most Beautiful Woman in the World. Estoy deseando leerlo y añadirlo a mi colección.

¿Por qué era extraña la extraña mujer de este film de Ulmer? Quizá porque no era ni del todo buena, ni del todo mala. Capaz de buenos sentimientos, su fogosidad sexual la vuelve loca y manipuladora, capaz incluso de inspirar en un hijo el asesinato de su propio padre. Y lograrlo. Y a continuación darle al hijo con la puerta en las narices acusándolo de ser un asqueroso cobarde y un parricida. Y todo esto es posible, deseable y disfrutable, porque la protagoniza Hedy Lamarr en estado de gracia, derrochando feromonas por todas partes. Melodrama de serie B áspero y atmosférico, es una película ideal para recordar en estos tiempos pusilánimes un cine moralista de fuego y de carne, de sangre y de hielo capaz de abrasar a quien lo contempla. Hedy Lamarr, hoy, es capaz con sólo mover una ceja, de provocarnos mayores delirios orgasmáticos que Alexis Texas educándonos en la mística de sus antífonas. Edgar Ulmer, el director de aquel  prodigio titulado Detour (1945), cumple su cometido con algo más que solvencia, y George Sanders está propio y espléndido como siempre. Ante todo, es un film para disfrutar la belleza pervertida de Lamarr. Una gran película menor, adusta en sus formas pero nunca torpe, de un realizador a reivindicar como Edgar G. Ulmer. 

Edgar G. Ulmer, The Strange Woman (1946). Ficha en IMDb. (***, de 4).



martes, abril 10, 2012

LIEBSTER BLOG AWARD

La bitácora de la Asociación TEBEOSFERA (no confundir con su imprescindible hermanito TEBEOSBLOG, puerta maravillosa para conocer todas las actualizaciones de TEBEOSFERA) ha elegido este blog, entre cinco, para recibir el premio Liebster Blog. Se trata de un premio dedicado a aquellos blogos dedicados al análisis, discusión y divulgación de la historieta con menos de 200 seguidores registrados, pero que, por su sostenida contribución al medio, merecen ser destacados. Gracias, gracias, gracias. Esta bitácora se ralentiza, por los distintos compromisos que tiene la vida, pero no revienta. Fort Apache no se rinde. A continuación me toca a mí mover ficha, enlazar a quien me eligió (hecho), y a continuación destacar 5 bitácoras 5 que tienen menos de 200 seguidores y que forman parte de mis favoritas.

Jesús Duce, gran conocedor de la historieta, presenta enjundiosos análisis de la maestría gráfica de muchos grandes artistas.

2. Mi roalico al sol.
El blog de Paco Nájera. Muestras de arte original del creador de Tartessos. De vez en cuando comparte con nosotros algunos originales de su colección de grandes artistas.


El desconocido pepín mexicano tiene un caballero andante llamado Rubén Eduardo Soto, caricaturista también y gran conocedor de la fascinante historia de los cómics de su país. 

Un blog dedicado exclusivamente a grandes maestros del dibujo y la ilustración. Gusto exquisito siempre el de Robol. Además ¡Blogger te avisa de que es un blog para mayores!

5. Modesty Blaise News.
Para fanáticos de Modesty Blaise que quieren estar informados de todo lo que se publica, se dice o se comenta sobre nuestra chica favorita de la historia de los cómics: La Princesa.


jueves, abril 05, 2012

HISTORIETA DE VIERNES SANTO




Una bonita historieta del gran Alex Thot que viene que ni pintada para estos días de Semana Santa. Como siempre, mis simpatías hacia ese personaje tan manipulado que es el de Jesús de Nazareth, a quien la Puta de Babilionia (Fernando Vallejo dixit) o Iglesia Católica convirtió en un muñeco de Famobil, ario y políticamente correcto para sus desmanes de ayer y hoy. No hay nada peor que un revolucionario prostituido por una multinacional. Ni siquiera Mickey Mouse llegó a caer tan bajo en los peores momentos del imperio de Walt Disney. Y ya les hablaré de cómo Mickey fue, durante los años 30 y dibujado por Floyd Gottfredson, uno de los seres más carismáticos, puros, arrojados y deprendidos del siglo XX. Uno de mis héroes de cabecera, en definitiva.

miércoles, abril 04, 2012

FLASH GORDON: LA VERDAD LES HARÁ LIBRES

Es curioso ver cómo hace décadas los movimientos rebeldes eran bien vistos dentro del imaginario popular. Algunas revoluciones estaban relativamente recientes (como la Revolución Rusa o la Mexicana) y otras se estaban larvando (como la revolución de mayo del 68), y en general, eran bien vistas. En el imaginario popular (de los cuales los cómics eran buen reflejo) estaba muy claro que las conquistas sociales no iban a venir de la mano de los gobernantes, que harían todo lo posible (como de hecho hacen) por reducirlas o eliminarlas, además de fomentar (tanto ayer como hoy) la ignorancia y la pobreza. Las conquistas sociales, en definitiva, sólo podrían lograrse con las armas. Rescato estas tres tiras diarias del Flash Gordon de Dan Barry (publicadas en 1952) donde se presentan varias consignas revolucionarias. Entre ellas, la famosa máxima de Jesucristo: "La verdad nos hará libres" (Juan 8: 32). ¿Quién quiere la verdad hoy día? En estos tiempos (y no olvido que estamos en la folklórica Semana Santa) ni siquiera los beatos saben griego ni latín, ni leen la Biblia. Como siempre, clicar sobre la imagen para ver a buen tamaño. 

lunes, abril 02, 2012

EL AMIGO FLASH

Un placer superlativo. La reciente lectura del primer volumen (y por desgracia, el último) del Flash Gordon de Dan Barry editado hace un año por Panini Comics ha constituido para mí una de las experiencias más formidables de los últimos meses. No voy a hacer aquí un panegírico de una de las obras maestras del cómic de ciencia-ficción de todos los tiempos. Avisados quedan los lectores de las excelencias de este gran clásico que ahora, de manera independiente (porque no hay en curso ninguna edición usaca del mismo material) ha editado Panini. A estas alturas hablar del Flash Gordon de Barry quizá pueda parecer innecesario, pues se ha editado siempre, como corresponde a todo buen clásico que se precie, cuya mayor virtud es la de la presencia recurrente en las librerías. En realidad no quiero hablar de la excelencia de los guiones que se adentran con notable fluidez en la novela río, ni del exquisito trabajo de Dan Barry como director de orquesta y sus irremplazables colaboradores, cada uno de ellos un nombre con mayúsculas de la historia del tebeo norteamericano: Frank Frazetta, Ric Estrada, Harvey Kurtzman … 

Como en el caso de la mejor época del Spirit de Will Eisner, la cualidad de obra maestra de la narrativa gráfica de este Flash Gordon de Barry deviene de la suma de un montón de talentos que juntos produjeron una obra de calidad inigualable. Comparable, quizá, igualable nunca. Flash Gordon es un viejo amigo mío, y posiblemente también de ti, lector anónimo de estas líneas. Es el amigo Flash. Lo leí por vez primera en aquellos maravillosos tomos de Buru Lan saldados en Galerías Preciados a mediados de los 70, donde descubrí principalmente el Flash Gordon de Alex Raymond. Qué jolgorio para los sentidos ser un niño y descubrir con los ojos inocentes el majestuoso dibujo de Raymond, el exotismo de sus escenarios y la belleza embrujadora de sus mujeres. Mi primer volumen de Flash fue el 2, y desde entonces mi aventura favorita ha sido la última que Raymond dibujó: Flash Gordon en el reino de Trópica. Desde mi infancia hasta hoy la he leído multitud de veces y no soy capaz de sustraerme al hechizo permanente que todavía ejercen sobre mí la reina Desira, el malvado Brazor y el carismático Gundar, príncipe de los ladrones. Aquella aventura, con la que Raymond se despediría del medio para marchar a la II Guerra Mundial, es una obra maestra, y lo es, paradójicamente, gracias a sus varios defectos e imperfecciones.

 Luego vinieron las ediciones de Vértice, aquellas entrañables revistas de los 70 en que pudimos disfrutar del Flash de Dan Barry, sin duda el mejor desde el punto de vista del desarrollo del guión y las historias. Además del trío protagonista, aparecía un retablo de personajes secundarios que hicieron de la serie una especie de gran familia del espacio envuelta siempre en nuevas y trepidantes aventuras. Antes, también Buru Lan había publicado a colores la etapa de Barry, pero con numerosos desmanes (viñetas ampliadas, reducidas, recortadas…). Tanto la etapa de Burulán como la de Vértice, horribles en muchos sentidos, son para mí objeto de recuerdo cariñoso. La de Buru Lan, porque impresionaban en un chiquillo como yo aquel formato majestuoso en volúmenes, y aquel olor formidable que despedía su buen papel; la de Vértice, por todo lo contrario: por su papel pobre, sus tintas groseras, su aroma a tebeo popular… Recuerdo que durante mi infancia, como las distintas historias eran publicadas sin orden ni concierto, me divertía recortando las distintas aventuras y ordenándolas yo mismo cronológicamente, estudiando para ello las fechas de publicación y llevando un archivo de publicaciones y ausencias. Había nacido ya, sin yo saberlo, un estudioso de la historieta. Gracias a Vértice también pudimos conocer las tiras diarias de Austin Briggs y la primera época de Barry y Fujitani. La rotulación era espantosa, y a veces, Flash Gordon se convertía en las traducciones en Roldán el Temerario (tal era su nombre de guerra en distintas ediciones de América Latina). Luego llegó el Flash de Editorial Valenciana. Publicaba más que nada material para los distintos comic-books que de Flash se habían publicado en Estados Unidos. Tuvo el encanto de hacernos conocer el Flash Gordon de Al Williamson, portentoso artista que devolvió a Flash (cuando ya no le hacía falta para nada gracias al magisterio de Dan Barry) el esplendor de Raymond y del viejo Mongo. 

La editorial B.O. nos hizo conocer el Flash de Mac Raboy en cuadernos caros y apaisados que olían a tinta fresca sobre papel satinado y blanco como la piel de las primeras chicas con que uno ya soñaba. Mac Raboy había sido, hasta aquella fecha, el más desconocido de los flashgordonitas, aunque había sido parcialmente editado años ha en las legendarias ediciones de la Editorial Dólar. Esta editorial de mediados de los años 60 introdujo inocentemente un concepto que, décadas después, haría que los estudiosos del cómic, los aficionados y los medios se dieran de navajazos en las vías públicas y foros de la Burrosfera: ¡la Novela Gráfica! Publicó un buen montón de planchas de Raboy escritas por Don Moore, un artesano de la tecla que nunca destacó por su originalidad, aunque no era mal reciclador de todos los tópicos de la SF más pulp que luego heredarían los seriales y las primitivas series de televisión. Las majestuosas viñetas de Raboy, escultóricas y carentes de nervio cinético, tenían y tienen aún hoy un encanto marmóleo extrañamente subyugador.

Creo que en España nunca nadie editó mejor el Flash Gordon de Dan Barry que la Editorial Dólar, que en sus cuadernillos a gran tamaño de la colección Héroes Modernos publicaba a veces a gran tamaño dos tiras de Barry por página. Todo el ciclo que ahora vuelve a presentarnos Panini fue publicado por Dólar en su época anterior a las “novelas gráficas”. O quizá fue otra editorial anterior: MAS

 Ediciones B publicó toda la etapa de Raymond y luego acometió la de Barry, hasta llegar en su número 67 a la tira del 23 de diciembre de 1961. Pero era en color, y el color es algo que esta gran etapa del personaje en blanco y negro nunca necesitó para nada. El Flash Gordon de Dan Barry se alejaba del florido exotismo de Raymond para siempre, y acometía con gran fuerza y dramatismo el desarrollo psicológico de los personajes y la tensión dramática de los argumentos, una estética del realismo de la época que casaba bien con el blanco y negro y que en teatro y cine también se impuso, y no sólo en el cómic (Rip Kirby, Mary Perkins On Stage, Big Ben Bolt…). Nunca Flash Gordon fue más humano, más próximo a sus lectores, más complejo… Frente a él, el Flash de Raymond y Moore no era más que un aburrido cabeza cuadrada de aspecto neo-nazi, demasiado cerebral, desapasionado y hierático para provocar nuestro amor. Bienvenido sea este Flash Gordon de Panini, este reencuentro con el viejo amigo de la infancia, de la adolescencia, de la madurez. Quizá Flash Gordon acabe por ser un compañero para toda la vida. De momento ya lo es.

Dicen en los mentideros de ciertos blogs que Panini ya no repetirá con un número 2 de Flash Gordon. Una gran pena. Quiero dar las gracias a la misérrima industria editorial española la oportunidad que me concede de mejorar mi inglés comprando en Estados Unidos los clásicos de prensa americanos; asimismo, les agradezco la oportunidad que me conceden de perfeccionar mi francés leyendo en francés Luc Orient, y otros; la oportunidad que me conceden de perfeccionar mi italiano leyendo Magico Vento o Brendon en italiano.