lunes, septiembre 26, 2011

ARRIVEDERCI, SERGIO

Ha muerto Sergio Bonelli a los 78 años. El editor de los mejores cómics populares del mundo. Qué infinito placer resultó para mí, durante este pasado mes de julio en Roma, comprar cada día un tebeo Bonelli en un kiosco. Estoy de luto, como también lo están Tex, Dylan Dog, Martin Mystere, Dampyr, Julia, Magico Vento y tantos otros personajes. Descanse en paz, y que su obra y su legado nos acompañen para siempre.

Una entrevista con Sergio Bonelli (en portugués), clicando aquí.

miércoles, septiembre 14, 2011

MILT GROSS: HE DONE HER WRONG

Había oído hablar de Milt Gross (1895-1953), uno de aquellos grandes de la viñeta norteamericana, hoy más olvidado que otra cosa. Había que conocerlo. Nada que no pueda solucionarse un día u otro gracias a buenas reediciones. Acabo de recibir su aclamada obra maestra, He Done Her Wrong, y un volumen precioso que reedita toda su producción para el comic-book, titulado precisamente The Complete Milt Gross Comic Books and Life Story, a cargo de Craig Yoe y editado por IDW Publishing en 2009 con una amplia introducción sobre la vida y el arte de Gross.

Gross tenía un estilo nervioso, que transmitía una fuerza enorme. Quizá esto no sea tan advertible en He Done Her Wrong, pero la recopilación de sus historietas humorísticas para el comic-book dan esa impresión: trazo grueso, efectismo impresionista, algo por ahí de Sterret, quizá un poco de Herriman. Pero de este volumen ya hablaré más adelante, porque lo tengo delante y lo miro con muchas ganas, pero no he podido echarle el diente todavía. En cambio, era imperiosa la lectura de He Done Her Wrong (traducible como Él fue malo con ella), principalmente porque es de 1930 y está considerada como una de las primeras "novelas gráficas" del cómic, mucho antes de que el tío Will Eisner reciclara el concepto a su gusto y publicase Contrato con Dios (que, además, ya puestos, no sería una “novela” sino un libro de relatos). He Done Her Wrong, editada en 2005 por Fantagraphics y reeditada hace poco por Manuel Caldas para España y Portugal, acusaba en 1930 la influencia de Lynd Ward (1905-1985), quien un año antes había publicado otro volumen titulado God´s Man, un cómic en formato de libro sin textos explicativos ni diálogos con una viñeta por página. Milt Gross hizo lo mismo en He Done…, pero en una vertiente cómica. La subtituló: The Great American Novel.

Soy de aquellos a quienes les gusta afirmar que, si el cine sonoro no hubiera existido, el cine hubiera continuado perfectamente su desarrollo como un arte completamente mudo que no necesitaba palabras para trascender más allá. Claro, me encantan un montón de películas sonoras, y esto no es más que una boutade gansa de blog, pero me fascina el cine mudo porque considero que tiene un embrujo especial que desapareció con la palabra y empobreció aquella estética visual que lo expresaba todo en perfecto silencio. He Done Her Wrong es como una película muda, una comedia con elementos chaplinianos (historia de amor, lucha del bien contra el mal) y reminiscencias expresionistas que deviene en novela moral sobre lo que los gringos piensan que es la base de su sociedad: el triunfo de la fe y la bondad sobre las tinieblas en que habitan los malvados. De este carácter optimista, de esta fe en una idea tan cándida que ha producido incontables films (la filmografía de Capra es un ejemplo relevante) surge esta obra bella y divertida de elegantes silencios y dinámicas peripecias donde el mayor encanto reside, precisamente, en la belleza y plasticidad de las imágenes de Milt Gross.

jueves, septiembre 08, 2011

TEBEOTECA IX: EL SHERIFF KING

Con guiones de Víctor Mora (bajo el seudónimo de Víctor Alcázar) y dibujada con elegancia y soltura por Francisco Díaz, la serie El Sheriff King fue publicada por entregas en los años 60 y 70 en la revista Pulgarcito (treinta páginas repartidas en siete entregas de cuatro páginas, y una octava entrega final de dos). Más tarde las aventuras completas eran recopiladas dentro de la colección genérica Grandes Aventuras Juveniles, compartida con El Corsario de Hierro fundamentalmente, pero también con Supernova, Roldán sin Miedo, Astromán y Dani Futuro. Desde que Bruguera se hundió a principios de los años 80, El Sheriff King no ha sido reeditado hasta hace poco, en que Ediciones B recopiló algunas aventuras de la serie en apenas dos tomos.

Se trataba de una serie alejada tanto del western crepuscular, bronco y sangriento, de Sam Peckinpah como del westen épico de John Ford. El gran encanto de las historias del Sheriff no se basaba ni en el revisionismo del primero ni en la poética del segundo. La serie reproducía, en realidad, los esquemas de las series de televisión familiares ambientadas en el Viejo Oeste, conflictos dramáticos más bien edulcorados y problemas menores resueltos sin virulencia por King y sus ayudantes, “Dandy” Evans (siempre al corriente de la moda de París) y “Gordo” (obsesionado por engordar su delgadísimo cuerpo). La serie tampoco intentaba emular las grandes sagas de la época como Blueberry o Comanche, pues El Sheriff King nació sin la vocación ambiciosa de El Corsario de Hierro o de otras series de Mora.

Pronto se convirtió en una obra coral con numerosos personajes secundarios de naturaleza simpática y entrañable: el mexicano Nepomuceno, un buhonero que mantiene diálogos constantes con su propio burro, y que en los niños de entonces evocaba las populares películas de la mula Francis; la señorita Cynthia, maestra de la escuela de Tolima (pueblito donde transcurre la acción), y su tía Abigail, una corajuda ancianita de armas tomar; el extravagante Celacanthus Peef, distribuidor de Bromas Flatsby; el vendedor de potingues “Curalotodo” Sam, e incluso, el apache Jerónimo como un modelo de civilización que poco tiene que ver con aquel espíritu de venganza que juró odio eterno al hombre blanco desde que el ejército mexicano masacró a su familia en Janos (Chihuahua). La amistad entre King y Jerónimo se convertirá, a lo largo de la serie, en el modelo conciliador que Mora nos presenta entre americanos autóctonos y descendientes de colonos. A veces presenta personajes que introducen subtramas dentro de la historia principal y dan origen a gags en la línea de la mejor comedia americana (por ejemplo, en La muerte espera en Crumble City).

Los temas, a pesar de ser profundos en ocasiones, son abordados siempre desde el lado más amable y con concesiones a la moral “para toda la familia”: el tráfico de “mojados” de un lado a otro de la frontera entre México y Estados Unidos (Disparos en la frontera), la fragilidad de la paz entre rostros pálidos e indios (Venganza apache) o la guerra entre ovejeros y ganaderos (Clanton contra Mac Diver).

Los habituales mensajes acerca de la justicia y la integridad moral son propios de toda la obra “pedagógica” de Víctor Mora orientada al público juvenil; pero incluso dentro de esta misma, el desarrollo general de la serie y su no-adscripción al modelo de novela río, la alejan de las series juveniles más representativas de Mora: la primera época de El Capitán Trueno y, en la misma época que el Sheriff King, su obra maestra El Corsario de Hierro. En el dibujante Francisco Díaz hay un predominio del cuidado por la figura humana sobre los fondos, e imitación del estilo del argentino Arturo del Castillo (sobre todo de la serie Kendall). Las bonitas chicas de Francisco Díaz, muy recatadas por culpa de la censura de la época, no lucieron todo lo que hubiera sido deseable procediendo de la mano de este delicado dibujante de mujeres.

Las portadas de El Sheriff King en Grandes Aventuras Juveniles fueron, como casi siempre en esta colección, del gran portadista Antonio Bernal. Su pincel siempre rápido y eficiente las hizo brillar con singular encanto. Reproduzco a continuación una aventura corta completa publicada en Pulgarcito Extra de Vacaciones de 1968.







miércoles, septiembre 07, 2011

CON USTEDES, JONES

Puros cuentos, pardiez, realmente no tengo gran cosa que contar. En el fondo lo que quería era colgarles esta portada del programa mensual de la Cineteca Nacional de México, con la hermosa Jennifer Jones en su papel de mestiza en Duelo al sol, aquel gloriosísimo western de King Vidor que hay que ver una y mil veces. Un DF lluvioso, melancólico como siempre, donde ver amigos y visitar librerías. Fui por razones de trabajo, claro, pero cumplida la misión que allí me llevaba, me entretuve comprando textos griegos y latinos en la UNAM que nadie quiere vender en otro sitio (la burocracia azteca es una religión laica sin divinidades, un laberinto de Creta sin minotauros) y zampando taquitos al pastor. ¡Jum! Me espera un mes muy viajero, y ese mes ya empezó. Con lo poco que a mí me gusta viajar y me ha gustado siempre. Recuerdo cuando, en mi adolescencia, mis amiguitos se burlaban de mí al decirme que nunca saldría de Murcia. ¡Ojalá hubieras ido verdad! Pero ah, tengo cientos de tebeos y novelas en mi iPad (ya les contaré: no me he pasado a la secta de los sin-papeles, pero disfruto retozando en el promiscuo encanto de la abundancia). Entre los libros de papel que compré están Las mil y una noches, en edición de Mardrus y traducción de Blasco Ibáñez (un autor horchatero y castizo al que hay que recuperar): más de 3000 páginas de fantasía y erotismo, y una biografía de Paco Ignacio Taibo I sobre el Indio Fernández que divierte mis ocasos sobre el tálamo donde invoco al sueño. El Indio Fernández, qué personajazo, adoro sus películas. Y en la Cineteca, buen ciclo de western, aunque no muy extenso, un poco entre la referencia universal (Pasión de los fuertes, John Ford) y la curiosidad del momento (Cuatro por Texas, Robert Aldrich). Y por supuesto, Duelo al sol entre otros westerns. Pocas mujeres como Jeniffer Jones han sido tan versátiles como para encarnar la doble llama del amor que consume al hombre: el amor transparente, helado y fantasmal en Jenny (William Dieterle, …) y el amor opaco, tórrido y carnívoro en Duelo al sol. Y qué guapa está Jenny en esta foto. Una de las falsas morenas más bellas de la historia del Hollywood clásico.