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viernes, julio 11, 2014

jueves, abril 10, 2014

BUSTER KEATON, GOOGLE Y SPARK PLUG

Antes de existir Google, existió Barney Google. Fue un personaje creado por Billy de Beck para los cómics de prensa de Estados Unidos, y su primera aparición data de 1919. Era pequeño, estrafalario, con unos enormes ojos que le daban aspecto de gOOgle a su cara. Barney era una parodia del primer Google de todos: el ser mágico que vigilaba su jardín en Googleland. Se trataba de una especie de Argos Panoptes de un libro infantil publicado en 1913 cuyo autor era Vincent Cartwright Vickers: The Google Book. Cuando el profesor de la Universidad de Columbia, Edward Kasner, quiso bautizar un número muy grande, le preguntó a su nieto de nueve años por un nombre, y éste, buen lector de cómics de prensa, le recomendó el apellido de Barney Google. El profesor Kasner lo transcribió mal como Googol. Cuando Larry Page y Sergei Brin bautizaron su compañía tenían en mente este nombre, pero también lo transcribieron mal, y quedó de nuevo en Google. El bueno de Barney, parodia del Google de Cartwright, había ganado aquella mano de cartas. No existe la casualidad, sino un destino burlón.

Como es bien sabido y dice la Wikipedia, Barney acabó por desaparecer para ceder el testigo al hillbilly (paleto) Snuffy Smith. Entre una cosa y otra, un personaje secundario se convirtió en estrella de la serie desde su primera aparición en 1922: el caballo de Barney, Spark Plug, quien cabalgaba siempre ataviado con una sábana con su nombre escrito. La fama de Spark Plug fue tan grande durante la década de los años veinte que hasta Buster Keaton en su primer film largo, Las tres edades (1923), lo sacó en una divertida secuencia donde el romano que él interpreta mira sus tristes jamelgos y le parece estar viendo… una pequeña corte de varios Spark Plug. Aquí les dejo dos fotogramas de esta excelente y divertida película del gran "Pamplinas": Buster Keaton.


lunes, diciembre 12, 2005

LI´L ABNER (1940), CON BUSTER KEATON

Hace unos días comentaba el primer tomo de Li´ l Abner: The Frazetta Years. El fin de semana se prestaba, por ello mismo, a ver por primera vez una rareza: la versión que en 1940 rodó Albert S. Rogell de la gran daily-strip, nada menos que con Buster Keaton interpretando al indio Lonesome Polecat. Doña Maquila la consiguió en El Chuco por sólo un dólar. Sin menú de entrada, ni subtítulos, ni características especiales, ni nada, nada de nada, ni el habitual estuche de plástico para el disco, que esta vez venía como un moisés turulato embutido en una cajita de cartulina. ¿Y qué más puede pedirse por un dólar? Doña Maquila la encontró entre el montón de películas de a dólar e pluribus unum, apoquinó su contribución a la grandeza del Tío Sam y se vino pa Juaritos aventando balazos por el Puente Libre.

La verdad es que se trata de una graciosa versión cinematográfica de los geniales personajes de Capp, pero poco más: carece de la corrosión de este gran artista de los cómics, y el universo de Dogpatch tuvo que ser convenientemente suavizado para no resultar tan estridente: la suciedad y la pobreza son menos acusadas, los personajes goyescos de Capp son feos en la película, pero no son los freaks que dibujaba Capp. Incluso las chicas que aparecen en el film (estupenda Martha O´Driscoll como Daisy Mae) no aparecen tan exuberantes como en los cómics, donde, entre tanto cochinero y miseria, Capp siempre se esforzaba por presentar chicas guapas durmiendo la siesta entre los cerdos. Toda la acción gira alrededor de cómo Daisy Mae y una morena competidora se debaten por el amor del estúpido Abner (espléndido Jeff York, que hasta imita a la perfección el bizco característico que le dibujaba Capp para subrayar la idiocia del personaje). Por supuesto, el clímax llegará durante el Sadie Hawkins Day, ese día tan especial en Dogpatch en el que las mujeres solteras corren detrás de los machotes sin compromiso. Dogpathch Way of Life.

Lo mejor del film resulta ser, sin duda, la caracterización de los personajes: además de los mencionados York y O´Driscoll como Abner y Daisy Mae, tenemos a Mona Ray y Johnnie Morris como Ma y Pa Yokum, los padres de Abner. Enanitos y con narices postizas, parecen salidos de una versión escolar del Freaks de Tod Browning. Y por supuesto, Buster Keaton.El genial Buster Keaton. El grande del cine a quien tanto admiraron los vanguardistas de los años 20 del pasado siglo. Buster Keaton pasa de todo. El pobre Keaton, destruida su carrera por el todopoderoso productor de la MGM Louis B. Mayer a finales de los años 20, se conforma con hacer su trabajo con el objeto de ir tirando en la vida, y mañana será otro día. Lejos estaban todavía sus breves pero significativas apariciones en Sunset Boulevard, de Wilder, en Limelight de Chaplin y, sobre todo, su extraño adiós al cine dirigido por Samuel Beckett en Film.

Li´l Abner no es una buena película porque, aunque es graciosa, no tiene ningún momento verdaderamente brillante. Es, sobre todo, un film para amantes del cómic y arqueólogos del séptimo arte, una curiosidad con mucha gracia pero sin brillantez. Me sorprendió ver hablar a Keaton por primera vez, ese dios impávido del cine mudo. Su voz era grave, bien templada y bonita. Hubiera sido hermoso haberle visto protagonizar y dirigir obras maestras de la comedia durante el cine sonoro.
El momento climático del film es la carrera del Sadie Hawkins Day, donde todas las mujeres casaderas corren detrás de los hombres solteros. Keaton se retrasa en la carrera para que alguna se detenga y se fije en él. No tiene suerte el pobre indio. La escena, de manera tristemente irónica, recuerda la carrera de novias corriendo detrás de Keaton en su gran película Siete ocasiones. Keaton, hundido y olvidado, debió de sentirse, con justa razón, haciendo el indio doblemente en esta adaptación a la pantalla grande de Li´l Abner.

Li´l Abner (1940). Dirección : Albert S. Rogell. Guión de Tyler Jonson y Charles Kerr. Fotografía de Harry Jackson. Montaje de W. Donn Hayes y Otto Ludwig. Música de Milton Berle.
Con Jeff York, Martha O´Driscoll, Mona Ray, Johnnie Morris, Buster Keaton, Billie Seward, et al.. USA, B/N. 78 m. (**, de 4).

miércoles, junio 23, 2004

FILM, DE SAMUEL BECKETT

Si un guión es el esqueleto de una película hablada, el guión de una película muda es su fantasma.

En la lectura de Film, guión de Samuel Beckett para su película del mismo título, hay cualquier cosa menos película, menos vida y acción. Buster Keaton no se enteraba de nada mientras lo rodaba, y yo tampoco mientras lo leía. Si soy tan tonto como Buster Keaton, estoy absuelto y puedo gritarlo sin vergüenza, sobre todo cuando Alberti escribió a propósito de una película de Keaton “yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos”. Si Buster Keaton era dos tontos, yo puedo ser cuatro tontos y medio para jactarme de ello con premeditación y alevosía. Ni más ni menos que el presidente Arbusto de los Estados Juntitos de Nacamérica.

El principio motriz de la película es el latinajo Esse est percipi, “ser es ser percibido” (p. 85), que también podríamos traducir como “existir es ser percibido”. Lo que no es conocido, no existe. La novela magistral que no se edita, no existe. La película que nadie ve, no existe. Esse est percipi. El blog que nadie lee, no existe. De la lectura de Film se deduce que la película parte de la obsesión de Beckett por el ojo (¿quizá el ojo de Bataille?) y de la importancia de la mirada. El genio ve lo sublime en los resquicios que nadie advierte en un plano general. Por eso el genio es la mirada, porque ve lo esencial donde los demás no ven nada; por eso no se estudia para ser genio, porque nadie puede enseñar a mirar de manera selectiva, reveladora, separando el grano de la paja.

Como no conozco el film Film, me abstengo de hacer juicio alguno acerca de un fantasma. Algún día veré la película, y es posible que entonces pueda apreciar la mirada selectiva de Beckett, aquella que le hizo ver el mundo con un ojo nuevo y revelador. Lo mejor del libro (Tusquets, colección Fábula 166) es el apéndice de Alan Schneider donde da cuenta de los avatares que supuso el rodaje y de la incomunicación entre Buster Keaton y Beckett, que parecían vivir en universos paralelos sin conexión ninguna. En la página 117 hay una foto en que Beckett escruta a Keaton con curiosidad de entomólogo; Keaton parece mirar a Beckett, pero en realidad le ignora como un sapo tendido sobre un nenúfar ignoraría a un entomólogo que le mirase con curiosidad de dramaturgo irlandés exiliado en Francia. El tiempo ha convertido la película en un clásico. Unos ven en ella un extravagante corto crepuscular de Buster Keaton; otros ven un extravagante paseo por el cine de Samuel Beckett. Todo es cuestión del ojo con que se mira. Esse est percipi.