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jueves, septiembre 15, 2016

MUERE VÍCTOR MORA, ARTÍCULO DE MANUEL DARIAS

Me gustó especialmente el artículo que Manuel Darias, decano de la crítica de historieta en la prensa española, dedicó a hablar de la reciente muerte de Víctor Mora. Por ello mismo lo comparto. En su página del Diario de Avistos, evoca Darias alguna vieja entrevista con el maestro. Cuando lo conocí en Gijón, Víctor Mora me dijo al despedirnos: "¡¡No hay que rendirse nunca, NUNCA!!". Qué pena no haberle conocido mejor en otros ámbitos, otros tiempos.

domingo, septiembre 04, 2016

HASTA SIEMPRE, VÍCTOR

El pasado 17 de agosto, a las diez y media de la noche, mientras dormía, Víctor Mora abandonó este mundo. Por si alguien no lo sabe, Víctor fue, además de un grande entre los seres humanos, un extraordinario creador: escritor de historietas y novelista. Como escritor de tebeos/cómics (como prefiera usted llamarlos) no sólo fue el mejor de toda la historia de España, sino, también, uno de los grandes del cómic europeo. Sobre todo se prodigó en Francia, donde vivió durante años, harto de la presión que ejercía la dictadora franquista sobre la industria y, en general, sobre todos los españoles. Yo he distinguido siempre entre su obra "educativa" y su obra "lúdica". Ejem, ejem, me explico. Ésta última es la de series como Sunday, Felina, Las crónicas del Sin Nombre, Los ángeles de Acero y muchas otras, publicadas en Europa. 

Pero los que influyeron en los niños de mi generación, los que nos inculcaron valores, principios e ideales, fueron los tebeos de su obra "educativa": aquella obra que Mora escribió para la Editorial Bruguera. El Capitán Trueno, la más influyente y la más famosa; pero también El Jabato, El Sheriff King, El Cosaco Verde, y muchas otras, como Supernova, mi querida pecosa de oro. Y sobre todo, sobre todo, sobre todo, el canto de cisne del tebeo popular español y su obra maestra, sin discusión: El Corsario de Hierro. 

Mucho he escrito en este blog sobre Víctor Mora. Esta ficha Toutain la acompañé de un artículo que en su momento dirigí al mismo Mora sobre la importancia de su obra en mi ideología y forma de pensar. Y también escribí algunos artículos en Trueno, la revista de la Asociación de Amigos del Capitán Trueno, que a ver si subo algún día a este minarete. Por ello, no digo nada más. La foto es de julio de 2006, en la Semana Negra de Gijón. Asistí principalmente para conocer a Víctor Mora, que estaba todavía bastante convaleciente de esa enfermedad de la que nunca se recuperó del todo. Pocas veces se nos concede tener héroes en esta vida; menos aún se nos concede poder conocer a uno de esos héroes. En la foto, presidiendo, la maravillosa Armonía Rodríguez, su compañera fiel de toda la vida y adaptadora de cientos de novelas para aquella legendaria colección: Joyas Literarias Juveniles. 

Hasta siempre, Víctor. Has cerrado el volumen de tu viaje por esta tierra. Ahora comienza, afirman los optimistas, la verdadera aventura. ¿Por qué no creer en ello? Amanece. El cielo está más limpio que nunca. El viento hincha las velas. Levemos anclas hacia Eden End.

Otros artículos sobre Víctor Mora en esta bitácora:

---48 años de El Capitán Trueno y artículo Hijos del Capitán Trueno
---50 años de El Capitán Trueno
---Esto no es el fin: prólogo al libro de José Antonio Ortega Anguiano, El capitán Trueno. El héroe del tebeo español
---Artículo sobre El Sheriff King






martes, abril 16, 2013

ESTO NO ES EL FIN: PRÓLOGO A EL CAPITÁN TRUENO, EL GRAN HÉROE DEL TEBEO.

El año pasado apareció El Capitán Trueno, el gran héroe del tebeo, de José Antonio Ortega Anguiano (Dolmen Editorial, 2012). Gran conocedor de la historieta española, ha conseguido compendiar lo más importante sobre uno de nuestros personajes favoritos y lo ha desmenuzado por medio de un análisis respetuoso, pero sujeto a un revisionismo crítico que, instalados ya en este siglo XXI, es más que obligatorio para juzgar una obra que ya sobrepasa el medio siglo de publicación. Obra, a pesar de la tan reciente como denostada película y la aparición de nuevos álbumes, que ya parece instalada en un ejercicio para nostálgicos del que nadie parece poder sacarla. El Capitán Trueno, creado literariamente por Víctor Mora y gráficamente por Ambrós, fue un éxito popular en la España de fines de los años 50 y 60, y durante mucho tiempo fue vista como un ejercicio de antifranquismo. Sus reediciones fueron muy importantes en los años 70, 80 y 90. Hoy su lectura nos trae tiernos recuerdos de infancia y adolescencia, y contribuyen a ello los sólidos guiones de Mora y los maravillosos dibujos de Ambrós, Ángel Pardo o Fuentes Man. Y claro, las maravillosas portadas de Antonio Bernal para la reedición de los 70, Trueno Color. José Antonio me hizo el favor de solicitarme el prólogo para su libro, y yo, más honrado que merecedor de ello, lo hice. Publico aquí ese prólogo que redacté para su maravilloso, imprescindible estudio, con permiso del autor y de Dolmen Editorial. Las fotos corresponden a la presentación del libro en la Casa del Libro de Madrid en noviembre del año pasado y son de la autoría de El Brujo Don Carlos.

José Antonio Ortega firmando ejemplares de su libro. Fotos El Brujo Don Carlos.

ESTO NO ES EL FIN

Nadie podía imaginar, cuando en 1956 apareció el primer cuadernillo de El Capitán Trueno, que tantos años después, muchos continuaríamos congregándonos alrededor de su icónica figura. Nacido para competir con El Cachorro, obra de plenitud de Juan García Iranzo, e inspirado por el Príncipe Valiente de Harold Foster, surgió de la fecunda imaginación del joven escritor Víctor Mora, quien durante los años crearía para un público juvenil personajes tan importantes como El Jabato, El Corsario de Hierro o Dani Futuro (por no hablar de sus importantes creaciones para el mercado adulto). El Capitán Trueno acabaría por convertirse en el símbolo de toda una generación de españoles y en portavoz de unos sueños de libertad que sólo comenzarían a consolidarse a partir del fin de la dictadura franquista. En cierto sentido simbólico, la España moderna es hija o nieta del Capitán Trueno, y su constante cabalgar, no siempre exento de polémicas, es también el cabalgar de un pueblo que se encariñó con su actitud ante los retos de la aventura y su odio por los tiranos. Muchos, que ni siquiera habíamos nacido en 1956, un día u otro nos encontramos con este héroe infatigable y nos sedujo con su gallardía y determinación para seguir adelante siempre, a pesar de todos los impedimentos y adversidades.
Portada clásica de Trueno Color por don Antonio Bernal

Fue también el gran dibujante Miguel Ambrosio Zaragoza, que firmaba sus obras como Ambrós, quien concedió a este gran libertario que fue Trueno el característico vigor de su pincel. El pincel de Ambrós fue insuperable, aunque luego retomasen sus aventuras el dulce Ángel Pardo, el romántico Francisco Fuentes Man y, en tiempos posteriores, artistas de la talla de Antonio Bernal, Luis Bermejo o Jesús Redondo. Todos ellos hicieron a Trueno suyo y, al mismo tiempo, lo hicieron reconocible para sus muchos seguidores. Y es que, tantos años después, con numerosas reediciones de sus aventuras clásicas y nuevas comparecencias en el mercado dibujadas por Alfonso López o Joan Boix, parece un hecho innegable que Trueno es, en buena medida, la construcción sentimental de un pueblo que vio con buenos ojos la gallardía y amabilidad de aquel Capitán y de sus inseparables amigos Goliath y Crispín, con quienes recorrió el mundo por tierra, mar y aire, muchas veces acompañado de Sigrid, dueña de su corazón caballeresco. La decepción que en muchos causan las nuevas versiones sólo es comprensible desde la adoración, la mitificación incluso, de un personaje heroico, y las distintas reacciones hacia la aparición de nuevas aventuras, o la reedición con nuevos colores del material clásico, tienen mucho que ver con el culto al héroe más que con el culto a una serie determinada o con la afición por la historieta. 

Otra portada clásica para Trueno Color por Antonio Bernal

Es por ello motivo de contento que regrese a las librerías, en versión corregida y muy aumentada, esta obra de José Antonio Ortega Anguiano (Córdoba, 1952), veterano coleccionista de tebeos, notable estudioso del cómic español y erudito conocedor del personaje. No es una simple revisión de su anterior libro, El Capitán Trueno: un héroe para una generación (con dos ediciones, en 1989 y 2001), sino una puesta al día de todo aquello que constituye el universo del Capitán Trueno a la luz de los nuevos tiempos y de las nuevas ideas que han modificado el mundo desde aquel lejano 1956. Con el libro de Ortega, Trueno ha pasado de héroe para una generación, a héroe para varias generaciones, y en conclusión, a gran héroe del tebeo español, un tebeo nacional lleno de grandes personajes a quienes revisitamos no sólo por nuestra nostalgia, sino también por su calidad intrínseca, criaturas de papel a quienes pueden acercarse los más jóvenes para descubrir el valor de sus clásicos y la emoción suspendida, latente, del pasado popular y romántico de un país y de su pueblo.

Al fondo, José Antonio Ortega y el también historiador Luis Conde en la presentación de Madrid

No sólo existe en este libro un análisis prolijo y enormemente documentado de la colección clásica de cuadernillos, sino un análisis de todas las aventuras de El Capitán Trueno Extra (colección frecuentemente olvidada por su calidad dispareja) y de las nuevas publicaciones que han aparecido en los últimos años, a veces con nuevas aventuras que han conseguido encender la polémica. Pero también hay evocaciones personales de la vida de Ortega Anguiano, pues el Capitán es un icono cultural en quien cada uno ha depositado parte de su nostalgia por la infancia irrecuperable, así como un repaso de la historia del cómic (fundamentado en la realidad, nos guste o no, de que muchos fans del Capitán Trueno no lo son de otros cómics). También hay un detallado y ameno resumen de la historia de la Editorial Bruguera, que hizo nacer la colección, y sin cuya pujanza y características especiales el gran éxito de Trueno no hubiera sido posible. Esta obra de Ortega Anguiano, imprescindible en la bibliografía de nuestra historieta, es un amplio y documentado análisis que viene a decir unas últimas palabras sobre nuestro personaje español más querido. Ojalá que el Capitán tuviera muchas nuevas aventuras por delante para que, dentro de varios años, fuese necesaria una nueva actualización de este libro que no puede faltar en la biblioteca de un truenófilo de corazón. Y es que, como bien expresa Ortega Anguiano en algún momento de este estudio, el verdadero reino de Trueno está en el corazón de quienes hoy todavía lo evocan y siguen esperando su regreso.
El Capitán Trueno nos enseñó, entre otras muchas cosas, que cuando creemos que es el fin, nunca es el fin. Por eso estas líneas no son más que un principio para una aventura más grande. Ahora embarcad en el drakkar que emprende la primera singladura hacia Thule, y no os molestéis en mirar atrás.

martes, marzo 06, 2012

TRUENO 6, ESPECIAL PELÍCULA

Ha aparecido en España el número 6 de la revista Trueno. Se trata de una publicación dedicada al universo de este simpar personaje y sus vínculos con otros héroes de la factoría Bruguera y, en concreto, con las criaturas de Víctor Mora, creador literario de el Capi. La edita la Asociación de Amigos del Capitán Trueno, este número estrena formato más grande y versa exclusivamente sobre la película, El Capitán Trueno y el santo grial (Antonio Hernández, 2011). En esta ocasión no he podido colaborar con ellos porque no pude ver la película hasta hace un par de semanas, así que me quedé fuera de juego. Sin embargo, como siempre, recomiendo mucho sus contenidos, pues se trata de un número imprescindible para coleccionistas y bastante currado. Independientemente de lo que uno pueda pensar sobre el polémico film. Debo decir que a mí, en lo personal, no me gustó. Lo considero un film simplemente entretenido, como tantos péplums que se rodaron en los años 60. Con logros parciales y desajustes notorios. Creo que los actores quedaban bien en los personajes protagónicos (Trueno, Sigrid, Goliath y Crispín), pero la considero una película fuera de época por su enorme falta de pretensiones. De haber sido rodada por Jesús Franco en 1973, quizá estaríamos ante un clásico del cine pop o de derribo, como tantas películas de los héroes mexicanos Chanoc o Santo, que se ven sin pretensiones pero con gusto. Veremos qué valores simbólicos se adhieren a la misma con el paso del tiempo. Como quiera que sea, se trata de una película a la que había que dedicar un monográfico desde la óptica del fan de toda la vida, y aquí está. Trueno número 6 Especial película. ¡Pídalo a su voceador!

jueves, septiembre 08, 2011

TEBEOTECA IX: EL SHERIFF KING

Con guiones de Víctor Mora (bajo el seudónimo de Víctor Alcázar) y dibujada con elegancia y soltura por Francisco Díaz, la serie El Sheriff King fue publicada por entregas en los años 60 y 70 en la revista Pulgarcito (treinta páginas repartidas en siete entregas de cuatro páginas, y una octava entrega final de dos). Más tarde las aventuras completas eran recopiladas dentro de la colección genérica Grandes Aventuras Juveniles, compartida con El Corsario de Hierro fundamentalmente, pero también con Supernova, Roldán sin Miedo, Astromán y Dani Futuro. Desde que Bruguera se hundió a principios de los años 80, El Sheriff King no ha sido reeditado hasta hace poco, en que Ediciones B recopiló algunas aventuras de la serie en apenas dos tomos.

Se trataba de una serie alejada tanto del western crepuscular, bronco y sangriento, de Sam Peckinpah como del westen épico de John Ford. El gran encanto de las historias del Sheriff no se basaba ni en el revisionismo del primero ni en la poética del segundo. La serie reproducía, en realidad, los esquemas de las series de televisión familiares ambientadas en el Viejo Oeste, conflictos dramáticos más bien edulcorados y problemas menores resueltos sin virulencia por King y sus ayudantes, “Dandy” Evans (siempre al corriente de la moda de París) y “Gordo” (obsesionado por engordar su delgadísimo cuerpo). La serie tampoco intentaba emular las grandes sagas de la época como Blueberry o Comanche, pues El Sheriff King nació sin la vocación ambiciosa de El Corsario de Hierro o de otras series de Mora.

Pronto se convirtió en una obra coral con numerosos personajes secundarios de naturaleza simpática y entrañable: el mexicano Nepomuceno, un buhonero que mantiene diálogos constantes con su propio burro, y que en los niños de entonces evocaba las populares películas de la mula Francis; la señorita Cynthia, maestra de la escuela de Tolima (pueblito donde transcurre la acción), y su tía Abigail, una corajuda ancianita de armas tomar; el extravagante Celacanthus Peef, distribuidor de Bromas Flatsby; el vendedor de potingues “Curalotodo” Sam, e incluso, el apache Jerónimo como un modelo de civilización que poco tiene que ver con aquel espíritu de venganza que juró odio eterno al hombre blanco desde que el ejército mexicano masacró a su familia en Janos (Chihuahua). La amistad entre King y Jerónimo se convertirá, a lo largo de la serie, en el modelo conciliador que Mora nos presenta entre americanos autóctonos y descendientes de colonos. A veces presenta personajes que introducen subtramas dentro de la historia principal y dan origen a gags en la línea de la mejor comedia americana (por ejemplo, en La muerte espera en Crumble City).

Los temas, a pesar de ser profundos en ocasiones, son abordados siempre desde el lado más amable y con concesiones a la moral “para toda la familia”: el tráfico de “mojados” de un lado a otro de la frontera entre México y Estados Unidos (Disparos en la frontera), la fragilidad de la paz entre rostros pálidos e indios (Venganza apache) o la guerra entre ovejeros y ganaderos (Clanton contra Mac Diver).

Los habituales mensajes acerca de la justicia y la integridad moral son propios de toda la obra “pedagógica” de Víctor Mora orientada al público juvenil; pero incluso dentro de esta misma, el desarrollo general de la serie y su no-adscripción al modelo de novela río, la alejan de las series juveniles más representativas de Mora: la primera época de El Capitán Trueno y, en la misma época que el Sheriff King, su obra maestra El Corsario de Hierro. En el dibujante Francisco Díaz hay un predominio del cuidado por la figura humana sobre los fondos, e imitación del estilo del argentino Arturo del Castillo (sobre todo de la serie Kendall). Las bonitas chicas de Francisco Díaz, muy recatadas por culpa de la censura de la época, no lucieron todo lo que hubiera sido deseable procediendo de la mano de este delicado dibujante de mujeres.

Las portadas de El Sheriff King en Grandes Aventuras Juveniles fueron, como casi siempre en esta colección, del gran portadista Antonio Bernal. Su pincel siempre rápido y eficiente las hizo brillar con singular encanto. Reproduzco a continuación una aventura corta completa publicada en Pulgarcito Extra de Vacaciones de 1968.







miércoles, marzo 02, 2011

A LA VENTA TRUENO 5

Ya está a la venta en España el número 5 de la revista Trueno, un fanzine dedicado a estudios sobre el gran personaje de Víctor Mora y Ambrós, pero también a otras de sus creaciones emblemáticas como El Corsario de Hierro o El Jabato (dibujado por Darnís). En esta ocasión, la gran sorpresa es la recuperación de una portada inédita del Capitán a cargo del gran Antonio Bernal (sobre estas letras) que estaba destinada a ser la portada del álbum La muerte de Sigrid. Como es sabido, la debacle de Editorial Bruguera y su cierre en 1986 hizo imposible la publicación de álbum y portada, que hoy publicamos merced a la enorme generosidad de don Antonio Bernal.

El contenido es el siguiente:

- Editorial.
- El Corsario de Hierro. La última singladura de Ambrós y Víctor Mora.
- Corsario de Hierro. Recorrido histórico.
- El Corsario de Hierro. Edición en blanco y negro.
- Galeria. El Corsario de Hierro.
- El Capitán Trueno en Blasco y negro.
- El Capitán Trueno de Fórum.
- Entrevista con Antonio Martín.
- El Capitán Trueno y el Último Combate. Encuentro con Thanatos
- Galeria del El Capitán Trueno.

Mi colaboración en este caso ha sido un intento de reivindicar la obra de Jesús Blasco y hermanos en la saga de Trueno. El artículo se titula El Capitán Trueno en Blasco y negro, y su comienzo lo puedes leer aquí:

El Capitán Trueno en Blasco y negro

No han gozado de mucha gloria en el sentir de los aficionados las tres aventuras del Capitán Trueno que dibujó Jesús Blasco: El regreso del Capitán Trueno, El chacal de Bir Jerari y El demonio de los hielos. Escritas por Víctor Mora, se publicaron en la nueva revista semanal El Capitán Trueno (entre marzo y mayo de 1986) con la que Bruguera pretendía sanear sus cuentas al sanear también, después de tantos años de inactividad, a su héroe más celebrado. Pero Bruguera se hundió poco después de publicar El Capitán Trueno número 13. Fue una pena en todos los sentidos, porque además, El Capitán Trueno era muy buena revista. Recuerdo que la esperábamos con expectación, y que no sólo nos traía nuevas aventuras del Capi (dibujadas bien por Blasco, bien por Luis Bermejo), sino que como revista era estupenda y variada, pues publicaba además historietas de Micheluzzi (Petra Cherie), Hermann (Comanche), Dérib (Buddy Longway) o Maroto (Los mitos de Cthulhu). También eran habituales en ella firmas como la de Javier Coma o Salvador Vázquez de Parga, que resultaban un aval tanto de calidad como de tradición, y al mismo tiempo, modernidad.

Pero la felicidad duró apenas 13 números. Durante aquel breve periplo no sólo fueron publicadas aquellas dos aventuras de Blasco (la tercera de ellas, El demonio de los hielos, sólo llegó a ver publicado su primer capítulo) y una tercera con Luis Bermejo a los pinceles: La muerte de Sigrid. Todas las portadas, magníficas, corrieron a cargo de Luis Bermejo. El balance de los aficionados no fue demasiado favorable ni justo con Blasco. Es verdad que el estilo de Luis Bermejo, más suelto, vigoroso y dramático, nos robó a todos el corazón en aquel entonces: presentaba un Capitán Trueno nuevo, más acorde con los tiempos, y al mismo tiempo perfectamente reconocible dentro de una tradición en la que uno encontraba ecos de Ángel Pardo y hasta de Fuentes Man (esos dramáticos bosques, ese “realismo sucio” en ropajes y armaduras). Luis Bermejo, que además de ser un magnífico dibujante, también era un experto en vikingos (recordemos su codiciadísimo álbum de cromos Los Vikingos ), se alternó con Jesús Blasco en el dibujo de las nuevas aventuras por razones de periodicidad y por un alto nivel de auto exigencia que ninguno de los dos artistas, ya célebres en el campo internacional, iba a rebajar.

Continuará... En Trueno 5

martes, mayo 04, 2010

ANTONIO BERNAL: EL CAPITÁN TRUENO EN TRES DIMENSIONES

Este artículo fue publicado en el número 1 de la revista Trueno (Asociación de Amigos del Capitán Trueno, España, 2005). Desde entonces han aparecido por ahí algunos originales de Antonio Bernal para portadas de Trueno Color. Aunque ello me obligaría a modificar y/o matizar algunas afirmaciones de este artículo, lo dejo tal cual, con la esperanza de que sean muchos más sus aciertos que sus involuntarios errores. Aunque he intentado reproducir la mayoría de portadas citadas en mi texto, no ha sido posible. Recomiendo durante su lectura la cosulta gráfica de esta excelente página con la totalidad de portadas de Bernal para Trueno Color.

El Capitán Trueno en tres dimensiones.

A Juan Arnáez y Elías Bravo, con agradecimiento.

La belleza que encierra la obra de Antonio Bernal (1924) se agiganta con el paso del tiempo. Vinculado al cómic español desde 1953, Bernal no alcanzaría la consagración como dibujante de historieta, sino como portadista de algunas de las mejores obras del tebeo español. Dedicado desde 1957 a realizar portadas a color para Bruguera, sería en los años 70 cuando su larga trayectoria estallaría literalmente en algunas de las mejores portadas de toda la historia del tebeo nacional. Quizá pueda parecer exagerado, pero el portadismo autóctono de los años 70 pertenece a Antonio Bernal. Citar títulos consagrados como Trueno Color, Jabato Color, Joyas Literarias Juveniles, El Sheriff King o El Corsario de Hierro es hablar no sólo de sus dibujantes y guionistas, sino del portadista Antonio Bernal. Él supo mejor que nadie (número a número, semana a semana hermoseando con muchas series los kioscos españoles) vestir hermosa a la novia para que la novia fuese, independientemente de la verdad escondida bajo la portada, la novia más hermosa del kiosco.

Fue sobre todo con el refrito de los finales de los años 60 y 70 de Trueno y Jabato donde Bernal brilló como la gran estrella de aquellas publicaciones. Alguien ha escrito recientemente que las hermosas portadas de Bernal no justificaban aquella lamentable edición perpetrada a cuchilladas sobre los originales que fue la de Trueno y Jabato Color. Lejos de justificarla, hemos de señalar ahora con toda justicia que, cuanto menos, nos dejó sus irrepetibles portadas. Ahora que es tan fácil conseguir las reediciones facsímiles de El Capitán Trueno y El Jabato sin mutilaciones ni omisiones, muchos deseamos YA la reedición en un lujoso tomo de las portadas de aquel artista cuyo arte estaba tan influido por el cartelismo cinematográfico de su épóca, una forma de entender la publicidad del cine tan desaparecida hoy día como su consecuencia lógica: la forma de vender tebeos que entrasen al comprador por los ojos.

Creo que Bernal alcanzó su gran momento ilustrando las portadas de Trueno y Jabato Color —y puesto que esta revista está dedicada a Trueno, hablaré sólo de Trueno Color (TC)—. El formato de la ilustración de portada (23x16 cm.) se alejaba del cuadriculado de Joyas Literarias Juveniles (20x20) y sus secuelas Sheriff King o Corsario de Hierro, y esto permitió a Bernal jugar más y mejor con el espacio que tenía disponible en cada portada, aunque con una peculiar limitación: la ilustración siempre era más larga que ancha. Bernal supo extraer excelentes resultados de aquel formato oblongo que constituye, a mi entender, la fórmula mágica para que el artista se implicase en la experimentación formal que constituyeron —con diferencia incluso con respecto a su producción de la misma época en las series del formato Joyas— las portadas de Trueno y Jabato Color. La tridimensionalidad aludida en el título de esta cariñosa evocación del gran maestro Bernal no se debe al hecho de que sus portadas fuesen pintadas, frente al trabajo de Ambrós o Pardo que en el refrito sufrió un coloreado infame, sino al experimentalismo formal al que se sometió Bernal cuando se lanzó a la búsqueda de una profundidad de campo de la que se beneficiaron otras series, pero que en mi humilde opinión no llegaron nunca a los niveles expresivos y plásticos de su trabajo para el refrito de Trueno y Jabato.

Sin abandonar nunca la portada de figurines clásica (como el simple pin-up, en TC 6; en combate, como en TC 44; estática, como TC 20 o 178) los trabajos más gozosos de Bernal fueron aquellos en que la distribución de elementos dentro de la ilustración se producía aprovechando diversos niveles de profundidad que Bernal usaba magistralmente. En muchas ocasiones, por ejemplo, uno de estos elementos (objetos, fieras o los protagonistas de la serie) ocupa el punto de vista del observador de la portada, produciendo así la ilusión de que éste se encuentra dentro de la misma, como en TC 65, 81, 90 o 151. Esta misma técnica, de la que Bernal extraería estupendos efectos, sería aprovechada dramáticamente en ilustraciones como TC 51, en que el Capitán está a punto de ser arrojado a un infierno de fuego que ocupa más de la mitad de la portada.

Los resultados de Bernal cuando quería transmitir la sensación de profundidad y vacío podían ser fantásticos, como en TC 142, donde Goliath y Crispín se ocultan de sus perseguidores en la cornisa de un palacio a los pies de un abismo.

Además, Bernal reforzó esta búsqueda con un efecto de ruptura consistente en que algunos elementos se salían del recuadro de portada superponiéndose a los créditos de la serie. Cuando combinaba este elemento de tridimensionalidad con la distribución de personajes y objetos en la portada, podía conseguir efectos francamente dramáticos, como en TC 25, cuyo resultado final se acercaba mucho al experimentalismo de aquella rareza que fue el cómic en 3-D.

Tampoco renegaba del encuadre cinematográfico atractivo y audaz: picados como en TC 139 o 245; contrapicados como en TC 21; planos generales aéreos llenos de fuerza y tensión, como en TC 245.

Bernal, hombre del tebeo, no era un artista estático, sino que sus portadas vibraban siempre con un sentido dramático, o estaban llenas de una movilidad trepidante, como en TC 202. Sus líneas cinéticas imprimían una enorme fuerza al conjunto, como vemos en TC 125.


Como pintor que era, la luminosidad casi rabiosa de su paleta y la ejecución rápida de sus portadas —Bernal se ha definido como un artista rápido en entrevista aparecida en Tebeolandia número 4— le condujo a veces a crear obras de predominio cromático: verde, rojo, amarillo... (TC 9, 139 y 84 respectivamente) y otras donde su inspiración le conducía a una explosión colorista de rabiosa belleza, como es el caso de TC 170.


Las portadas de Bernal no eran temáticamente predecibles, y en buena medida presentaba a los protagonistas enfrentándose no contra otros hombres, sino contra monstruos, animales salvajes o cataclismos naturales, que predominaron en su obra para TC más que los combates cuerpo a cuerpo, lo que imprime a su visión del mundo y del hombre un espíritu ciertamente civilizador. Dentro de estas obras yo quisiera destacar, por su curiosidad y belleza, aquellas en que Bernal distribuía la acción de la portada dedicando media al fondo del mar y media a su superficie, convirtiéndose en artista de simultáneos espacios naturales, como en TC 108, 126, 204 o 272.

No podemos afirmar que Antonio Bernal fue el artista más grande de su época, pero su ingente contribución al portadismo de Bruguera y su presencia casi masiva en los kioscos españoles durante tantos años le convierten, sin ningún género de dudas, en el portadista por antonomasia de la última época del tebeo semanal de aventuras en España.

Su labor pictórica en Trueno Color convirtió a Antonio Bernal en el cuarto y último gran artista dentro del canon estético de la época clásica de la serie El Capitán Trueno: Ambrós, Pardo, Fuentes Man, y —digámoslo de una vez y bien alto— Antonio Bernal Romero.

jueves, abril 29, 2010

LA MUERTE DEL CAPITÁN TRUENO

Ya lo he leído. Nada más y nada menos que la muerte del Capitán Trueno. Ejem. ¿Qué les voy a decir? Recuerdo que cuando yo era pequeño (1° de EGB, o sea, de primaria), un niño de mi clase me contó una historia mucho mejor que ésta, con giros más dramáticos. Algunos fans del personaje de toda la vida están devolviendo (quizá fuera mejor decir vomitando) el volumen en la librería en que lo compraron. Opiniones de truenófilos de toda la vida, que hablan con conocimiento de causa, clicando aquí. Lo único bueno es que no hace falta gastarse 17 euros para leer El último combate. El bodrio ya se puede descargar directamente de algunos shares.

jueves, mayo 21, 2009

TEBEOTECA IV: LOS COMPAÑEROS DE UNIVERZOO, DE MORA Y USERO

Los compañeros de Univerzoo (Les Compagnons d´Univerzoo) fue una obra realizada entre 1974 y 1975 para la revista francesa Pif, de Ediciones Vaillant (París). Se trata de una serie de ciencia ficción, género que el escritor Víctor Mora (1931) había cultivado antes en Vendaval (con dibujos de Antonio Bernal, 1956) o Galax el Cosmonauta (con Fuentes Man y Rafa Ramos, 1968). Quizá su obra más conocida en este campo sea Dani Futuro, dibujada por Carlos Giménez entre 1969 y 1975). En esta ocasión se encargó de los dibujos el gran artista madrileño Adolfo Usero (1941), quien ha colaborado con Mora en otras ocasiones.
Trazos ágiles y ligeros para resultados barrocos
Corre el año 2210. Jo Klavius y sus amigos viven en Univerzoo, perteneciente al Consejo Científico Terráqueo. Univerzoo es una reserva natural de especies animales protegidas (como los lagartos vampiro o las tortugas dragones) de todo el universo conocido, la cual se ubica en lo que antes fue el desierto de Sahara. Destinado al Arche, nave capitaneada por el capitán Lang cuya misión consiste en estudiar las costumbres animales, la nave abandona el Sistema solar para llevar a cabo sus investigaciones.
Ecos de fantasía heroica
Univerzoo fue una serie efímera, cuyo planteamiento ha ido ganando en importancia con los años, ya que la sensibilización creciente hacia la ecología le concede hoy día una pátina de modernidad. Los guiones de Mora tienen la chispa y frescura que siempre ha caracterizado la producción adolescente de este escritor (El Capitán Trueno, El Jabato), donde Mora procuraba ejercer siempre una función didáctica independientemente de en qué época transcurriesen sus historias. Quizá en esta ocasión la palma se la lleva el excelente dibujo de Adolfo Usero, suelto y lleno de vigor y dinamismo. Los Compañeros lucharán contra traficantes de animales (como en la aventura de los gorilas enmascarados, trasunto de la época ya lejana —en la ficción, por supuesto— de la trata de seres humanos) o que buscan el cementerio de las tortugas dragón para enriquecerse con la venta ilegal de sus valiosos caparazones. Víctor Mora recicla viejas leyendas y lacras de la edad de oro de la exploración para proyectarse a un universo donde la convivencia con el entorno natural y sus criaturas se ha convertido en una necesidad social que cada día resulta más acuciante en nuestra realidad.
Vida cotidiana y humor en el espacio
Como siempre, las historias están protagonizadas por el habitual trío de las series juveniles de Mora: acompañan a Jo Klavius la simpática Gina, pecosa con cierto aire de familia con Supernova (también creación de Mora con Edmond), y el estrambótico Kissetou (en la primera historia recibe el nombre de Sepreskstout), especie de joven pedante de buen corazón que aliña los relatos con su vis cómica. En Los compañeros de Univerzoo encontramos muchos elementos de anticipación como aircars, televisión en tres dimensiones y aventuras sin fin en planetas exóticos. En España los ocho relatos de la serie fueron editados en 1982 en un solo volumen por Ediciones Amaika (Barcelona).

Ficha Tebeosfera
Ficha Toutain: Víctor Mora.

miércoles, diciembre 24, 2008

CENA DE NOCHEBUENA

Las navidades de antaño no hubieran sido lo mismo sin la escuela Bruguera que nos hizo pasar tan grandes ratos. Clicar sobre las imágenes para ver a buen tamaño.

Víctor Mora y Ambrós nos felicitaban la navidad de 1959 por medio de Crispín y Goliath (¿y dónde andaba El Capitán Trueno?). Como yo no había nacido, lo celebro ahora.

El Jabato, en 1960, también aprovechaba la nochebuena para hacerle una pifia a los romanos.

Manuel Vázquez nos recuerda que, en nochebuena, un pavo es un pavo por mucho que cante y baile. ¡Que pasen ustedes una grata noche!

jueves, diciembre 04, 2008

YA EN LA CALLE: TRUENO 4


Coincidiendo con la Expocómic de Madrid, que tuvo lugar en días pasados, ya está en la calle el número 4 de la revista Trueno. Editada por los incombustibles miembros de la Asociación de Amigos del Capitán Trueno, el número 4 está principalmente dedicado a El Jabato, entrañable creación de Víctor Mora y Francisco Darnís, que en 2008 ha cumplido cincuenta años de andadura. En esta ocasión la ilustración de portada corresponde a José Revilla, quien ha dibujado la nueva aventura del Jabato La hermandad de la espada, escrita por Luis Antonio Ródenas y publicada recientemente por Ediciones B. Muy recomendable y oportuna la aparición del número 4 de la revista Trueno. ¡Pídala a su voceador!

jueves, abril 03, 2008

TRUENO Y ALATRISTE EN TRUENO 3

Ya está en las librerías especializadas españolas el tercer número de la revista Trueno, la única revista especializada en el gran libertario surgido de la imaginación de Víctor Mora y del pincel de Ambrós. Víctor Mora, por cierto, ha comenzado en su recién abierto blog, a publicar una versión extendida de cómo creó al justo y sabio Capitán. En este tercer número de Trueno publico el artículo Trueno y Alatriste: dos capitanes para cincuenta años de la vida de España. He aquí el índice de la revista:

—Portada original de Joan Mundet
—Editorial
—2006 Año Trueno, por Iñigo Iturzaeta
—Hablando con Joan Mundet, entrevista realizada por Paco Nájera (con dibujo inédito de Trueno por Joan Mundet)
—Trueno y Alatriste: dos capitanes para cincuenta años de la vida de España, por Ricardo Vigueras
—Las láminas de Ambrós
—El Capitán Trueno en la revista Pulgarcito (I): la producción de Ambrós, Beaumont y Mora, por Jose Antonio Ortega Anguiano
—Silencios. Puntos de vista, por Iñigo Iturzaeta y Manuel Diaz (con dibujo inédito de Trueno por Alfons López)
—Fuentes Man, un Trueno diferente, por Paco Nájera
—El Capitán Trueno y el Monstruo de la Laguna Negra: una aproximación a la influencia del cine en la obra de Víctor Mora, por Jose Maria Baena, Antonio Garcia y Jose Ramón Juan
—Galeria con diferentes versiones de Trueno: Ruizge, Manuel Martinez Vidal, Josea Acebes, Felix Vega, Manuel Diaz, José Revilla y Paco Najera.

He aquí el comienzo de Trueno y Alatriste: dos capitanes para cincuenta años de la vida de España:

1. Un año para dos capitanes españoles.

Tampoco pudo ser 2006 el año en que los cinéfilos españoles pudiesen ver en las pantallas la tan esperada producción sobre uno de los hijos más queridos del tebeo ibérico: El Capitán Trueno. Para otra ocasión quedan aplazados los duelos singulares, las intrigas palaciegas, el exotismo singular de algunos parajes visitados por los hijos de Víctor Mora, así como el canto a la amistad que el novelista catalán supo imprimir a sus más famosas creaciones. Y hubiera sido un buen año para ello, pardiez, ya que, como bien saben quienes tienen esta revista en sus manos, el año 2006 no fue un año más en la singladura temporal de nuestro querido Capitán, sino el año en que nuestro buen amigo cumplió sus primeros cincuenta años de correrías por el mapa de nuestros corazones. Mientras se cumple ese legítimo sueño de ver a nuestro Capitán en las pantallas, nos queda el consuelo de imaginarlo en otras producciones en las que Trueno no está, pero bien podría haberlo estado, pues hasta cierto punto comparten señas de identidad: ¿cuántos nostálgicos de las aventuras de nuestro buen amigo no lo habrán entrevisto, quizá soñado, entre el fragor de los combates de Kingdom of Heaven (Ridley Scott, 2005)? ¿Será posible algún día una película así sobre nuestro Capitán?

Y mientras pasa el tiempo, y de vez en cuando se renueva la llama de la ilusión y la esperanza, la industria del cine español aprende a codearse con las grandes producciones de otros países (mayoritariamente, del inevitable Hollywood, pero también de Francia e Italia) con superproducciones que no tengan nada que envidiar, al menos en teoría, a las que tradicionalmente se han producido allende nuestras fronteras. Todo esto viene a cuento porque, si bien 2006 no nos trajo la presencia cinematográfica de nuestro Capitán Trueno, sí que trajo a otro Capitán no menos célebre en los tiempos que corren, un Capitán hijo de otro español a quien, parece ser, también le duele España: Alatriste (dirigida por Agustín Díaz Yanes). Con la cinta basada en las novelas del Capitán Alatriste, la industria española se jugó el careto lanzándose al ruedo internacional con un film que dio mucho que hablar y que, presumiblemente, seguirá siendo carne de debate en el futuro. 2006 no sólo fue el año de los mil homenajes al Capitán Trueno, sino el año del Capitán Alatriste, un mismo año compartido por dos capitanes, y no dos capitanes cualesquiera, sino los dos capitanes más renombrados y famosos del último medio siglo de la historia de España. ¿Valdrá esta coincidencia para dedicarles a ambos un artículo compartido? Vamos a intentarlo, y que el lector juzgue al final si ha merecido la pena.

Continúa en el número 3 de Trueno... ¡Pídalo a su voceador!

jueves, agosto 30, 2007

FICHAS TOUTAIN LXVIII: VÍCTOR MORA

La obra de Víctor Mora es una de las grandes influencias de mi vida. Yo, para mis adentros, le llamo mi tío Víctor, porque así llamo yo a esos escritores y artistas que, sin haber conocido personalmente (aunque a Víctor Mora le conocí el año pasado, en la Semana Negra de Gijón), han influido sobre mí como si fueran parte de mi familia.

En mayo o junio de 2002, los locuelos que integramos la Asociación de Amigos del Capitán Trueno (entre quienes se cuentan también Alberto Álvarez-Perea y el Brujo Don Carlos) escribimos cada quisque una carta dirigida a don Víctor, con ellas conformamos un libro y se lo mandamos. Se trataba de escribir un texto breve donde manifestásemos lo que había representado su obra en nuestras vidas, un escrito nada intelectual ni lleno de pamplinas, algo sincero y entrañable, propio de frikis que son como niños que no crecieron nunca. Don Víctor nos respondió con una emotiva carta escrita a máquina y firmada de su puño y letra, carta bella que no reproduzco aquí porque no tengo permiso para ello (ni lo he solicitado, caramba). Vaya por delante esa cartita que le escribí a don Víctor como niño aplicado que soy, y tengan ustedes, compatriotas de Iberia, feliz regreso de vacaciones. Ah, la fichita de hoy la escribió don Mariano Ayuso.

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Querido Víctor: te escribo para decirte que eres el culpable de mi educación sentimental.

Mi nombre es Ricardo Vigueras, nací en Murcia, tengo treinta y tres años y desde hace ocho vivo en Ciudad Juárez, urbe fronteriza de México con Estados Unidos. Yo soy de aquella generación de españoles que crecieron leyendo el Trueno Color de los años setenta, con aquellos horribles colores Bruguera y aquellos mecanografiados que producían dentera emplastados en viñetas remontadas. A pesar de la horripilante manipulación de tu obra y de la obra de Ambrós, Pardo y otros dibujantes, ésa fue la edición que pudimos gozar miles de niños de la época. Con aquel Trueno, con aquel Jabato que hermoseaba, semana a semana, el pincel inolvidable de Antonio Bernal, nos inculcaste, creo yo, una visión más justa del mundo. Y es que creo que eres, no sólo un gran demiurgo y el más grande guionista español, sino también un gran educador. Eres el culpable de una educación sentimental que recorre la segunda parte del siglo XX español.

Yo dividiría tu obra en didáctica y no didáctica, por así decirlo. Tu obra didáctica, Víctor, fue la que construiste con tesón y no sin fatigas a la sombra de un Alcázar impuesto, pero ésa fue con la que nos empapaste a muchos niños y jóvenes de un odio feroz a los tiranos; de tolerancia al que es diferente; de un elevado sentido de lo que significa la palabra Amistad; de que el reposo del guerrero puede ser una biblioteca, y sobre todo, a saber que cuando se piensa ¡ES EL FIN! —como tantas veces pusiste en boca de Trueno y de tantos personajes— no es el fin. Nunca es el fin para quien no dobla el espinazo ante la adversidad ni ante los déspotas ridículos que tú recreaste y que —¡ay, desgracia!— existen. Desde la trinchera de tu Alcázar, Víctor, nos diste un puñado de valores sin los cuales la vida pierde dignidad. Por eso eres el culpable de mi educación sentimental. ¿Qué hubiera sido de muchos de nosotros sin esos maravillosos personajes que nos enseñaron tanto a través de tantos avatares y que no nombro por razones de espacio?

Como te digo, Víctor, vivo en México, donde imparto clases en una universidad. Siempre he intentado regirme, con alegría pero con rigor, por el espíritu de justicia que Trueno inculcó en muchos de nosotros. No es fácil, ya sabes lo reales que son los Titlanes y los condes Kraffa a los que Trueno siempre vencía. El año pasado me di el gusto de impartir una clase sobre los cómics. Por supuesto, hablé de ti y hablé de Trueno. Les dije a mis alumnos algo que no sé si es verdad, pero en lo que yo creo: les dije que a finales de los años cincuenta un intelectual llamado Víctor Mora creó un personaje llamado El Capitán Trueno que inculcó en los españoles un espíritu distinto que trascendía el revanchismo doloroso que había dejado la guerra civil. Les dije que tú educaste a una nueva generación para que amasen la justicia, despreciasen a los tiranos y se preparasen para una España mejor y más libre. Les dije que sin el gran éxito popular del Capitán Trueno los españoles no hubiesen estado preparados para una transición pacífica hacia un país distinto. Quizá yo exagero, y Trueno no tuvo nada que ver, pero no me importa. Para mí, eres el culpable de toda una Educación Sentimental. Gracias, Víctor; gracias, amigo; gracias, Maestro.

Ricardo Vigueras. Ciudad Juárez, 6 de abril de 2002.

*

Clicar sobre la imagen para ver a mayor tamaño. Estas fichas fueron publicadas en la tercera de forros de cada fascículo de la Historia de los Cómics (Toutain Editor, 1982) y no han vuelto a ser reeditadas desde entonces. El © de los textos e imágenes pertenece a sus respectivos autores. Estas fichas se publican aquí con intención exclusivamente divulgativa y educativa.

lunes, mayo 15, 2006

EL CAPITÁN TRUENO CUMPLE 50 AÑOS

Las alegres caras de Crispín, Goliath, el Capitán Trueno y Sigrid, dibujados por ese gigante del tebeo español que fue Angel Pardo me llenan siempre de optimismo y jovialidad. Me basta mirarles para que se me pase la tontera, la nostalgia o la amargura. Les conozco bien y sé que es así como hay que tomarse la vida: Always merry and bright!, como me enseñó mi tío Henry Miller cuando yo era sólo un adolescente.

El pasado domingo 14 de mayo, el Capitán Trueno cumplió cincuenta años. Viejo amigo desde la infancia (desde la infancia de muchos desde aquel lejano 1956), el Capitán Trueno adquirió desde su aparición una aureola de libertario que el tiempo ha convertido en mito. Creado por la fértil imaginación del escritor Víctor Mora y dibujado gráficamente (en sus primeros tiempos) por el gran artista Miguel Ambrosio Zaragoza, Ambrós, el Capitán Trueno se ha convertido por mérito propio en el gran personaje del tebeo popular español, aquel que ha sido devorado por millones de españoles durante generaciones y que supo transmitir a sus lectores, de manera más o menos subrepticia, un enorme amor por la caballerosidad, el respeto, la tolerancia y la justicia, la libertad, el desprecio por los abusadores y los tiranos, el amor por la cultura y la ciencia, y tantas otras virtudes o valores que se encontraban más o menos secuestradas en la España de Franco en la que vio la luz, por primera vez, en aquel lejano 14 de mayo. Desde entonces, y esto merece ser subrayado, el Capitán no ha abandonado los kioscos y librerías de España, y cincuenta años después continúa cabalgando con su alto sentido de la ética y de la justicia, y sobre todo, con su carácterístico optimismo y buen humor. Por el camino ha pasado de todo, desde los 618 cuadernillos originales hasta las versiones refritas como Trueno Color (ésta sólo tuvo el mérito de aportar unas preciosas portadas pintadas por Antonio Bernal) hasta llegar a las que fueron las últimas aventuras originales publicadas por Planeta en los años 80 y posteriormente las detestadas dos incursiones en el personaje del inglés John Burns. No tuvo la culpa el inglés, sino el mismo padre de la criatura, Víctor Mora, con dos poco afortunados guiones que, intentando volver al Capi un personaje más internacional, desdibujaron las señas de identidad más caseras y tradicionales.
Portada de Ambrós para el cuadernillo 70 de la serie
Porque el Capitán Trueno se publicó y distribuyó en otros países, pero nunca tuvo el éxito que logró en España. En Francia, por ejemplo, no logró destacar en un mercado saturado de grandes obras de referencia dentro del medio, ni siquiera cuando sus aventuras estaban dibujadas por dos fenomenales artistas a quienes debemos buena parte de nuestra nostalgia: el ya citado Ambrós y el no menos grande Ángel Pardo. Las preocupaciones de Trueno, trasunto de los sueños de justicia y libertad de Víctor Mora, eran demasiado españolas, estaban demasiado inmersas en nuestro conflicto patrio, que apenas comenzaba a abrirse al mundo después del una guerra civil y una posguerra revanchista donde gobernaban precisamente aquellos a quienes Trueno más despreciaba: los fanáticos, los oscurantistas, los machistas, los retrógrados… Y luego estaba el humor, un humor blanco muy español, extrañamente definible, pero que sólo puede disfrutarse en España, un país que desde los tiempos de la novela picaresca ha congeniado drama, aventura y humor con gran fortuna, bastante ininteligible en otros países más melancólicos o dramáticos, o simplemente más severos o amargados.
Portada de Antonio Bernal para Trueno Color

Llevo leyendo toda mi vida El Capitán Trueno y mi deuda con él es grande, y no sólo con él, con el gordo y tuerto Goliath, con el chispeante y valiente Crispín, con la vikinga rubia Sigrid, reina de Thule… Con Trueno aprendí a leer, con Trueno construí mi primer vocabulario de palabras "domingueras", tan característico de la prosa pulida y cultivada de Víctor Mora: drakkar, fiordo, inexpugnable, iceberg, calumnia, batracio, etc… Sobre todo, Trueno me abrió la puerta del maravilloso mundo del tebeo o cómic, un arte que desde entonces no he abandonado y cuyo placer cultivo con el mismo entusiasmo con que cultivo la lectura de los clásicos grecolatinos o el visionado de películas antiguas. Un arte minoritario, sensible y precioso, que también procuro divulgar abusando de mi condición de profesor universitario (el próximo semestre toca otra vez mi asignatura Obras maestras de la narrativa gráfica). Trueno fue el primero y siempre seguirá ahí. De vez en cuando tengo la necesidad de releer algunas de sus historias, y entonces tengo esa extraña sensación de tiempo recobrado. Trueno fue el primer amor de mi vida lectora, y estoy y estaré siempre en deuda con él y con sus creadores. Gracias, Capitán. Gracias, Sigrid. Gracias, Crispín y Goliath. Y sobre todo, gracias a Víctor Mora, Angel Pardo, Ambrós, Francisco Fuentes Man y Antonio Bernal. Seguiré hablando más adelante del Capitán Trueno.