viernes, diciembre 30, 2011

FELICITACIÓN DE TEBEOSFERA

Diseño de Antonio Moreno con personajes del divino Al Capp, a quien mis lectores saben que adoro a pesar de los pesares. Ya queda menos para despanzurrar 2011. ¡A ver, camarero del tiempo: otra botella de whisky!

sábado, diciembre 24, 2011

ESTA BITÁCORA TE DESEA FELICES FIESTAS

Ahora sí, felicito oficialmente a todos los seguidores de este blog de fondo, de esta tiendita de abarrotes del pensamiento. Y también a quienes aquí llegan por casualidad y por aquí pululan durante un rato, aunque no siempre vuelvan. Mis mejores deseos para todos a ambos lados de las turquesas cortinas. Y bueno, aficionado como soy a las Mamás Noelia más que a Papá Noel, les dejo dos formidables páginas de un Special Elvira. La de arriba dibujada por Paul Gulacy, y la de abajo por García López. Que ustedes coman y beban con gusto sus cavas y jabalíes, y que sobrevivan a la Nochebuena.


viernes, diciembre 23, 2011

NAVIDABADÁ, NAVIDABADÚ

Hay personas que se deprimen en Navidad. Y no me refiero a personas que realmente tienen razones para estar muy deprimidas, sino personas que no tienen razones de verdadero peso para deprimirse en estas fechas. Sé de muchas personas que estas noches, tradicionalmente familiares, las pasarán llorando o sumidos en la desesperanza. No es para menos con lo que está cayendo, con lo que va a caer. Sin embargo, otros son como el George Bailey de It´s a Wonderful Life (1946), el clásico film de Frank Capra: lo tienen todo para ser felices, y aún así deciden dejarse llevar por la desesperación. No es necesario que alguien les mande un ángel que necesita ganarse sus alas para sacarles de la tontera. En lo personal debo decir que estas fechas un poco cursis, herederas cristianizadas de las Saturnales romanas, me dan un poco igual. Ni me entusiasman ni me hunden. Las veo con un pragmatismo evidente: son las fiestas de los niños, y lo que más me gusta de la Navidad es, precisamente, ver a los niños consumirse por la ilusión de obtener sus regalos y juguetes. Es por eso que este año he introducido como cartela navideña de esta bitácora la siguiente tira diaria de Gasoline Alley, esa serie familiar, optimista a pesar de todo (como la película de Capra) donde Frank King ponía todo el énfasis en ese espíritu infantil y de ilusión que debería impregnar estas fechas repipis, pero tan necesarias desde hace siglos. Al fin y al cabo, celebramos que Perséfone acaba de volver a sentarse en su trono de monarca del reino de los muertos en compañía de Hades, su marido. Celebramos que la primavera ya está un poco más cerca, porque a Perséfone le dolerá el culo muy pronto de encontrarse allí sentada.


Así pues, no esperen de mí más que buenos deseos de comilonas y enormes ganas de consumir botellas espirituosas. Ya tendré tiempo y oportunidades de llorar cuando realmente llegue mi hora de dolor y arrepentimientos. Otra cosa que me gusta de la Navidad es la nieve. Las navidades de mi infancia sólo eran blancas en las películas de Hollywood, como en It´s a Wonderful Life, precisamente. Mis navidades juachupinas son, como pueden observar por la primera foto de mi jardín, tan blancas como en aquella nostalgia infantil hollyoodienta. Hoy hemos amanecido bajo el manto de la nieve, y continúa nevando mientras escribo estas líneas. Me gusta que nieve durante los días navideños. Y ya puestos, qué mejor película para estas fechas que, ejem, no sé si la he mencionado antes: It´s a Wonderful Life, cuya loca carrera de James Stewart la noche del 24 de diciembre por las calles de Bedford Falls me sigue conmoviendo. Ahí les va una foto. 


Stewart no se ve muy bien, se confunde un poco con el árbol, pero lo siento, no he podido tomar una captura de pantalla mejor. Es la película de las navidades, sin duda, y ayer, que la vi por enésima vez, me sorprendí de nuevo llorando como una nenaza durante la media hora final. Soy una delicada margarita sin remisión. Soy la quinceañera más fea del mundo. Me emociono con el mensaje esperanzador de Capra, quien no sólo fue un gran director de cine, sino también un optimista incorregible. Su biografía lo demuestra, y el tesón como ingrediente de vida feliz, que él pregona en esta película, fue el que él mismo puso en su vida. Tuvo la suerte Capra de poder predicar con el ejemplo. No esperen de mí huraños comentarios sobre estas fechas. Aprendí la lección de Capra y de George Bailey hace mucho tiempo. Descorcho a su salud una buena botella de vino y me preparo para disfrutar estas fechas infantiles con mi tozuda actitud infantil ante la vida. Salud. 

miércoles, diciembre 21, 2011

EL GASOLINE ALLEY DE PETER MARESCA

No sé si erigir un altar a Peter Maresca, ese editor afectado de gigantismo. Me ha dejado turulato la lectura de su edición de páginas dominicales selectas de Gasoline Alley, la obra maestra de Frank King que éste escribió y dibujó desde 1918 hasta su fallecimiento en 1959. Estamos hablando de una edición a tamaño original de las reproducciones de la época, cuando los suplementos de los diarios norteamericanos presentaban a sus lectores la Edad de Oro de las series de prensa. Se trata de un volumen enorme que no cabe ningún sitio. Durante un tiempo lo tuve depositado sobre una mesita de madera, hasta que mis gatos Crisis y Apocalipsis adquirieron la costumbre de usarlo como atalaya. Desesperado, al fin le encontré un hueco entre dos libreros sobre la impresora y el archivo, pero cada vez que cambio las hojas de la impresora o rebusco algunos papeles en el archivo, suelo olvidarme de su existencia, así que mi Gasoline Alley de Maresca aprovecha para clavarse entre mis costillas cuando me incorporo. Veo las estrellas, maldigo a Maresca, pero luego recuerdo los tesoros sin cuento del volumen y bendigo a Maresca por su exquisita tozudez como editor.

 El libraco lo ha publicado Sunday Press Books. La tira diaria, que edita Drawn And Quaterly, va por su volumen número 5, y se trata de una edición exquisita al cuidado nada menos que de Chris Ware. Gasoline Alley es una serie especial. Ya escribí por aquí que en ella bien se puede ver crecer la hierba, lo que no suele resultar del agrado de todos. Gasoline Alley cuenta la vida que pasa, la vida que se va. Nos narra las experiencias cotidianas de Walt y su hijo adoptivo, Skeezix, así como las vivencias cotidianas de los habitantes del barrio de una gran ciudad. El gran mérito de Frank King consistió, se ha dicho y ponderado multitud de veces, en que los personajes envejecían casi al mismo ritmo que lo hacían los lectores de la serie. Así, Walt y Skeezix pasaron a ser la expresión de la vida cotidiana en Estados Unidos durante el siglo XX, y como conciencia del hombre común que resultaron ser, vivieron también sus grandes cambios y conflictos al mismo tiempo que lo hacían los  propios habitantes de aquel país.

 Pero la tira diaria y la página dominical carecieron de continuidad, así que King se dedicó en las dominicales (como tantos de nosotros, precisamente durante los domingos) a embarcar a sus personajes en excursiones a la montaña o a charlas de vecindario sin mayor trascendencia, pero rehuyendo en estas ocasiones la hilvanación argumental con la serie diaria y la vida que pasa con un estado más contemplativo y lúdico de la existencia. Para ello, King recurrió a páginas dominicales majestuosas donde jugaba exquisitamente con los colores y la estructura de la página para acercarse a un grado experimentalista del cómic que recuerda muchas veces al Little Nemo de Winsor McCay. 


Las páginas dominicales editadas por Maresca son, naturalmente, una antología. Es todavía Gasoline Alley una serie muy olvidada a pesar de sus méritos. Incluso ahora en Estados Unidos Drawn And Quaterly la publicita como “The Neglected Masterpiece of Cartoonig collected for the first time ever”. Y es que en estos tiempos de bullicio y precipitación constante, detenerse unos instantes cada día a ver crecer la hierba y ver transcurrir la vida es, cuanto menos, un acto de irreverencia hacia los nuevos dioses de lo veloz, de lo instantáneo y perecedero.

Gasoline Alley continúa publicándose. Desde 1986 dirige la serie Jim Scancarelli, tanto Walt como Skeezix ya son muy ancianos y lejos quedan los tiempos de gloria de Frank King. Walt y Skeezix también han sobrevivido a Bill Perry y Dick Moores, sus sucesores tras el fallecimiento de Frank King en 1959.  Las páginas que se reproducen en este blogo han sido tomadas de la red, y demuestran los continuos juegos de diseño de página/viñetas y de colorido con los que gustaba King de experimentar. Clicando sobre cada imagen podrán advertir muchos más detalles.

domingo, diciembre 11, 2011

JERRY ROBINSON (1922-2011)


Murió Jerry Robinson el 7 de diciembre. Desde aquí pueden acceder a muchos enlaces con muestras de su arte. Fue un artista en la sombra, sobre todo por haber pertenecido al equipo de Bob Kane durante la gestación de los primeros números de Batman. Cualquiera que haya leído el Batman clásico sabe que, como Will Eisner y muchos otros, Bob Kane aglutinaba bajo su firma los méritos (y deméritos) de los miembros de su equipo. Así era en buena parte del cómic clásico norteamericano: una labor de equipo. Robinson fue creador intelectual del Joker (el Comodín, como a mí me gusta llamarlo, pues soy heredero de las viejas traducciones de Novaro). Pero Robinson también cuenta con una obra destacable y propia en su haber, y me refiero a Jet Scott, una obra perdida de la ciencia-ficción clásica de la que pueden ver muestras aquí. Recientemente Dark Horse Books acaba de reeditarla completa en dos preciosos volúmenes que deberían ser el modelo a imitar por todos aquellos que hoy editan en Estados Unidos series clásicas de prensa. La labor de editoriales como Fantagraphics, IDW, Hermes Press o Classic Comic Press, con ser meritoria y a veces excelente, no siempre deja feliz a todo el mundo, y, sin ningún género de dudas, está lejos de la perfección. Esto lo digo sobre todo por Classic Comic Press, que es el patito feo de las editoriales usacas que hoy editan material clásico: asco me da el primer volumen de Big Ben Bolt, de Cullen Murphy, por ejemplo, y en la edición de Mary Perkins On Stage uno echa en falta el color de las dominicales y mejor papel. Conclusión: uno empieza a tener miedo de que Classic Comic Press edite alguna serie. Pero la edición de Jet Scott, qué maravilla: papel de calidad, dos tiras diarias por página excelentemente reproducidas y su bella dominical a colores donde corresponde. Jet Scott (que, ejem, reposa en mi pila de tebeos pendientes de lectura) fue una serie escrita por Sheldon Stark y duró poquito, pero quizá sea la gran contribución individual de Robinson al noveno arte. Un dibujo delicioso. Algunos la llaman obra maestra perdida del cómic de ciencia ficción. El mejor homenaje que puede hacérsele a un artista es el de disfrutar su obra, así que, me dejo de palabrería y mejor acabo mis lecturas para hacerle un tiempo a Jet Scott, la gran obra de Jerry Robinson. Ya le tocaba. Ahora es cuándo. Descansa en paz, Jerry.

viernes, diciembre 09, 2011

CIEN RAZONES PARA AMAR LOS TEBEOS

El amigo Pablo, de El blog impaciente, nos invitó a algunos a seguir el ejemplo de Álvaro Pons cuando enumeraba éste 100 Razones para amar los tebeos. La condición era colgar todos un post sobre el mismo tema hoy 9 de diciembre. He aquí el mío, aunque con las ocho horas de diferencia con España. La verdad es que no quise leer ni las 100 razones de Álvaro ni tampoco sus nuevas 100 razones, como no quise leer ningún otro listado para no verme influido por ellos. Ahora que cuelgo mis 100 razones para amar los tebeos (presentadas sin orden ni concierto) advierto con gusto que algunos autores y obras son coincidentes en los listados. Dudo mucho de que esto quiera decir que Dios existe, pero sí que existe cierto canon de los cómics.

CIEN RAZONES PARA AMAR LOS TEBEOS

1. Porque todavía tiemblo de emoción al abrir algún tebeo como si fuese la primera vez.
2. Por los labios y los ojos de Modesty Blaise, a quien amé sin remedio ni esperanza.
3. Por la sonrisa del Capitán Trueno y sus amigos.
4. Porque todavía río hasta las lágrimas leyendo el Thimble Theatre de Segar.
5. Porque amé a la reina Desira de Trópica mientras Flash Gordon sólo tenía ojos para la boba de Dale Arden.
6. Porque tardé muchos años en conocer a Burma y a Dragon Lady, pero la espera mereció la pena.
7. Porque antes de aprender latín, combatí contra el Imperio Romano junto al Jabato.
8. Porque nadie era capaz de aterrorizarme más en la infancia que Rafael Auraleón.
9. Porque nadie es capaz de aterrorizarme hoy día más que Suehiro Maruo.
10. Porque Patomas me hizo creer en la superación personal.

Razón número 2

11. Porque el Corsario de Hierro me hizo atisbar que la vida podía ser una aventura alegre y maravillosa.
12. Porque Little Nemo me enseñó a soñar despierto.
13. Por las baladas desafinadas de Krazy y los ladrillazos de amor de Ignatz.
14. Por la mala leche de Al Capp y su humor furioso.
15. Porque limpiaría a lengüetazos a Moonbeam McSwine.
16. Porque con Zagor y Cicco conocí el realismo mágico del western.
17. Porque a Mr. No siempre le diría que sí.
18. Porque el Sheriff King fue como la novela pastoril del western.
19. Por el pincel galante y alegre de Ángel Pardo.
20. Porque Tintín me convirtió en delincuente juvenil.

Razones 3 y 19

21. Porque las pecas de Supernova siempre me hicieron tilín.
22. Porque Tom Berry me presentó a mi primera mexicana.
23. Porque el campo nunca fue tan divertido como en los pinceles de Vázquez.
24. Porque el desierto es buen lugar para irse de paseo con Anacleto.
25. Por las mujeres de Jordi Bernet.
26. Por los afilados diálogos de Abulí para Torpedo.
27. Por las introducciones dicharacheras y chachis de Toutain en todas sus publicaciones.
28. Por todos los porros que me fumé con el gato Fritz.
29. Porque nadie me hizo conocer Barcelona como Alfredo Pons.
30. Porque nadie me hizo conocer la noche barcelonesa como María Lanuit.

Razones 14 y 15

31. Por la idealización del idealismo que fue Príncipe Valiente.
32. Por la space-opera de mármol de Mac Raboy.
33. Por la elegancia superlativa de Alex Raymond en Rip Kirby.
34. Porque cuando sea mayor quiero ser como Martin Mystére.
35. Porque cuando sea mayor acabaré siendo el Profesor Tragacanto.
36. Porque contesté por primera vez al teléfono mientras dibujaba a Zipi y Zape.
37. Por la enorme capacidad de sugestión de las portadas de Antonio Bernal.
38. Por la estupidez como arte de Happy Hooligan.
39. Por Spirou y las Ideas Negras de Franquin.
40. Porque adoro la rotulación manual y aborrezco las fuentes personalizadas.

Razón 31

41. Por el trazo noble y vigoroso de Ambrós.
42. Porque andes por donde andes, no andes lejos de… Andes por donde andes, no andes por los Andes.
43. Por todas las navidades con Carl Barks.
44. Por los tiempos en que Mickey Mouse y Minnie podían dormir juntos sin estar casados. Y el Tea Party no decía nada.
45. Por la línea elegante, graciosa y perfecta de Floyd Gottfredson.
46. Porque si Walt Disney fuera Dios, Giorgio Cavazzano hoy sería su profeta.
47. Porque de niño también caí en la marmita de Panorámix.
48. Porque Paco Pito es una obra maestra que debe ser reivindicada.
49. Porque me ponen nervioso los chistes de Groucho y me inquietan las pesadillas de Dylan Dog.
50. Porque me gustaba grouñir en el desierto.

Razón 37

51. Por los dibujos de Ventura y los guiones de Nieto.
52. Porque Carlos Giménez hace de la vida un poema constante.
53. Por el candor de Mortadelo y los berrinches de Filemón.
54. Porque Hessa y Lucifera me hicieron sudar durante muchas noches infantiles.
55. Porque me suspendían en Historia al interesarme más la prehistoria de Purk.
56. Porque todavía me duran las resacas de los piratas de El Cachorro.
57. Porque me molaba mucho la princesa Bimba.
58. Porque el estilo de Iranzo rugía como el trueno y deslumbraba como el rayo.
59. Por el pincel vertiginoso y naïf de Manuel Gago.
60. Porque en la vida real he conocido peores poetas que Fideo de Mileto.

Razón 49

61. Porque Pumby, el gatito feliz, todavía me puede arreglar un mal día.
62. Por el verbo sugestivo y rimbombante de Stan Lee.
63. Por el virtuosismo poderoso y barroco de Jack Kirby.
64. Por el cráneo privilegiado del profesor Charles Xavier.
65. Por aquellas deliciosas tardes de verano en Villachica.
66. Por el Daredevil de Nocenti y Romita Jr. Por Daredevil. Punto.
67. Por la Patrulla X de Chris Claremont.
68. Porque nunca Drácula fue más sugestivo que cuando lo dibujó Gene Colan.
69. Porque un día Batman se volvió Caballero Oscuro.
70. Porque sólo en el universo de C.C. Beck podría funcionar un revoltijo mitológico tan incongruente como SHAZAM!

Razón 72

71. Porque me gustaría ser Sileno en la isla de Themyscira.
72. Por las jamonas de Robert Crumb.
73. Por H.G. Oesterheld, que nos hizo sentir miedo de la nieve.
74. Por Robin Wood, biblioteca universal del aforismo.
75. Por Will Eisner, maestro del cuento dibujado del siglo XX.
76. Por los rifirrafes epistolares entre el tío Vampus y el primo Rufus.
77. Por Arlerí, y el resto de la obra de Edmond Baudoin.
78. Por la mirada acuática de Comanche y su cinturita de junco.
79. Por el universo novelesco de Charlier.
80. Por los pedregosos paisajes de Giraud y Hermann.

Razón 75

81. Por los diálogos de Greg.
82. Por Dan Barry y Cia, que le dijeron a Flash Gordon: “Levántate y anda”.
83. Por Luba, Palomar, Tonantzin y Beto Hernández.
84. Porque Jaime Hernández es el mejor dibujante vivo de culos.
85. Porque Guido Crepax fue el mejor dibujante vivo de culos.
86. Por el tormentoso pasado ratonil de Art Spiegelman.
87. Porque Corto Maltés y Jerémiah Steiner fueron los culpables de que estudiara Filología Clásica y hoy muchos estudiantes sufren las consecuencias.
88. Por el inquilino de la Cueva de la Calavera.
89. Porque ninguna chica será capaz de morderte el cuello como Vampirella.
90. Por las criaturas saturninas de Sandman.

Razón 79

91. Por la amargura infantil de Peanuts.
92. Por la sabiduría adulta de Mafalda.
93. Por la angustia que me causan los universos provincianos y cerrados de Daniel Clowes.
94. Por el exasperante trabajo de orfebrería de Chris Ware.
95. Por los tebeos clásicos mexicanos que hoy nadie conoce, ni siquiera en México.
96. Porque Adelita y las guerrillas, de José G. Cruz, nos demuestra que la Revolución Mexicana no fue cosa de hombres, sino de machas.
97. Por los espesos silencios de Thomas Ott.
98. Por la sabiduría narrativa de Osamu Tezuka.
99. Porque es el Fin.
100. Porque, como nos enseñó el Capitán Trueno, cuando uno piensa que es el fin, nunca es el fin. La aventura no ha hecho más que empezar.

Razón 84

miércoles, diciembre 07, 2011

EL ARRECIFE DEL ESCORPIÓN, DE CHARLES WILLIAMS

He aquí una de mis novelas negras favoritas. Ya lo es desde que la descubrí, hace apenas un año, hojeando mi colección de las Sagradas Escrituras (Club del Misterio, de Editorial Bruguera). Mucho había oído hablar de Charles Williams, mas poco encontraba al alcance de la mano. De pronto, en mi covachuela de Murcia, me encuentro con dos a tiro: El arrecife del escorpión y Una mortaja. La primera, ya digo, entre los títulos que en su día editó Bruguera dentro del famoso Club; la segunda, en una bonita edición argentina de la colección Serie Negra de la editorial Tiempo Contemporáneo, más negra que la boca de un lobo, que algunos desdeñan porque sus traducciones están llenas de argentinismos (como si todas las traducciones debieran sonar a castellano de Castilla).

Charles Williams es uno de esos grandes olvidados de la novela negra clásica. En el catálogo de Amazon no hay nada que comprar, y para colmo, el buen Williams tiene un sosias inglés que fue teólogo y también escribió novelas muy marcadas por el esoterismo. Merecería la pena leerlo (fue amigo de Tolkien y de C.S. Lewis), pero ahora hablaremos del gringo Williams. Bibliografía al respecto, prácticamente ninguna, salvo, alucina vecina, una biografía excelente made in Spain escrita por Hernán Migoya: Charles Williams. La tormenta y la calma (Glénat, 2001). Este gratísimo libro hoy sólo puede encontrarse en la sección de saldos de algunas librerías (bueno, dicho sea de paso: hay que tener suerte para encontrarlo, y yo la tuve).

Williams nació en San Angeles, Texas, el 13 de agosto de 1909 y se suicidó en abril de 1975. Trabajó durante diez años (1929-1939) en la marina mercante, de donde extrajo todo el conocimiento que luego le resultaría tan provechoso para sus novelas negras, que se caracterizan por tener el mar como telón de fondo, como escenario protagónico de sus tramas, al igual que muchos autores de novela negra usarían la geografía urbana para desarrollar sus argumentos y gestar un espacio mítico. El espacio mítico de Williams era el reino de Posidón y el misterio de sus abismos era también el misterio de los abismos humanos. Entre sus novelas más reconocidas figuran El arrecife del escorpión (1955), Una mortaja (1961) y Dead Calm (1963). Algunas de sus novelas fueron adaptadas al cine, y quizá la más conocida de sus adaptaciones sea Vivamente el domingo (Francois Truffaut, 1983), que adaptaba la novela The Long Saturday Night (1962) y constituyó la última obra del gran cineasta francés.

La grandeza de El arrecife del escorpión parece no tener discusión. Se trata de una novela negra que transcurre en mar abierto, pero también es una honda y lacerante historia de amor, en lo cual se parangona con otras célebres obras maestras como El cartero siempre llama dos veces (James M. Cain) o ¿Acaso no matan a los caballos? (Horace McCoy). Tiene esa contundencia y esa pureza de los grandes maestros norteamericanos clásicos de la novela criminal. Suele ser evocada como la piedra fundacional del amor por la obra de Williams, y es que ciertamente es una obra notable en muchos aspectos. Narrada en primera persona por Bill, buzo profesional que narra su historia en un diario que al fin es encontrado en el velero abandonado que pilotaba, la novela desarrolla la claustrofóbica historia de Bill y Shannon intentando deshacerse de sus captores, asesinos del marido de Shannon, en la búsqueda de un magnífico tesoro en el arrecife del Escorpión que da título a la novela. Más allá de esta premisa no ciertamente relevante, más allá incluso de la difícil justificación del relato en primera persona o de la difícil evolución del amor entre Bill y Shannon, El arrecife del escorpión tiene uno de los clímax más líricos y desesperados de la novela criminal clásica. A partir de ese momento de certeza angustiosa, la novela se instala en un remanso de paz. Un remanso de muerte, al fin y al cabo. Hasta la conclusión.