viernes, agosto 26, 2011

FITZGERALD Y ZELDA

Hace unos días leí por vez primera El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald. La verdad, me dejó frío, y eso que la leí en este pleno ferragosto juarinense. Todavía me chorrea por la espalda la líquida plata de los últimos carámbanos. Es posible que la culpa sea mía, y me explico: Siempre he tenido un gran prejuicio con respecto a Hemingway, Steinbeck, Fitzgerald y toda esa bola. El prejuicio proviene de mi lectura adolescente de las memorias de Buñuel, Mi último suspiro, donde don Luis manifiesta su infinito desprecio por estos autores (añade a Dos Passos). No tengo el libro a mano, así que cito de memoria: "Todos esos autores no serían nadie si detrás no tuvieran los cañones americanos para defenderlos". La verdad es que mis lecturas de Hemingway y Steinbeck también me han decepcionado mucho a lo largo de mi vida. Siento simpatía por estos individuos, sobre todo por Hemingway, y de Fitzgerald me enamora su turbulenta y hermosa relación con Zelda, esa vida en común tan bella y llena de tabaco, alcohol y tormento. Creo que Hemingway y Fitzgerald son autores que, por lo general, tuvieron una vida que está por encima de su obra. Soy consciente, también, del entusiasmo que causan entre sus devotos, y que yo no comparto. En fin, seguro que el equivocado soy yo, al fin y al cabo... ¿Quién puede presumir de tener razón delante de los cañones americanos?

La viñeta que preside estas líneas está signada por K. Beaton (¿juego de palabras sobre B(uster) Keaton?), y está dedicada a la relación entre Scott y Zelda. Grandes personajes. Gracias, Llorch, por el enlace.

LUCY AND SOPHIE SAY GOOD BYE XIII

La hermosísima simetría de esta página es comparable a los mármoles de los más distinguidos y perfectos templos de la Grecia clásica. ¿Quién sería el genio juguetón y olvidado que dibujó esta serie?

domingo, agosto 14, 2011

LUCY AND SOPHIE SAY GOOD BYE XII

Me encanta el dinamismo de esta plancha. Comienza con un romanticismo que, creo, está fuera de toda duda, y luego llega la diversión. Adoro la viñeta número 5.

viernes, agosto 12, 2011

EL ACCIDENTE DE STEVE McQUEEN

Rescato esta curiosa nota de la revista Trinca, número 9, publicada en 1970. El gran Steve fue de los que vivió con el pie oprimiendo siempre el acelerador. Murió joven, pero no por aquello, sino por un cáncer producido por la exposición al asbesto cuando era un obrero que trabajaba en la construcción. El Lucky Strike nada tuvo que ver, no se me subleven los fanáticos de la ley apagada. Tengo por ahí una biografía (la de Penina Spiegel) que todavía no me leo, y lo demuestra. Murió Steve en Ciudad Juárez, donde casi nadie le recuerda (hay demasiados muertos por recordar en Ciudad Juárez, que Hollywood nos perdone). Tenía un estilo agreste y viril, algo que hoy nadie tiene en la industria; era antipático pero simpático. Cuando murió, Jack Nicholson declaró (con las solemnes pelotas que le caracterizaban de joven) que Steve McQueen había sido un hijo de puta, pero que a él le dolía mucho que se muriesen, incluso, los hijos de puta. En fin, la nota de Trinca tiene su miga. Me encantan los viejos recortes de prensa porque disuelven el mármol de los mitos para convertirlo en horchata de la merienda. Vendrán más recortes, quién sabe cuándo, todo dependerá de la brújula que dictamine el norte de mis extrapísegas lecturas.

jueves, agosto 11, 2011

DARGER

¿Se atreverían ustedes a pasar una sola noche en esta habitación? Yo no lo haría ni por un ejemplar de todos los tebeos bonelli de la historia. Fue la habitación donde Darger pasó los diez últimos años de su vida encerrado. ¿Y quién fue Darger? Yo no lo supe hasta hace poco. Si quieren saber quién fue este extraño ilustrador y escritor inédito, deben leer este post en el blog 68 Revoluciones: El dibujante de los reinos de lo irreal. Sin duda, el post que más me ha impactado de todos los que he leído en lo que va de año. Lo leí a las tres de la madrugada en Murcia, y lo hice entre temblores, con una mezcla de sentimientos de horror y de maravilla. Gracias a 68 revoluciones por seguir siendo un excelente parador de extrañezas. ¡Darger! ¡Cómo quisiera leer las 15.000 páginas de su novela La historia de las niñas Vivian! Creo que me he quedado encerrado en la habitación de Darger para siempre.

martes, agosto 09, 2011

HISTORIA DE UN ENCUENTRO: HUGO PRATT Y FLORENZO IVALDI




Florenzo Ivaldi fue el mítico editor que, junto con Hugo Pratt (a quien admiraba más allá de toda duda) fundó la revista Sargento Kirk donde comenzó a publicarse La balada del Mar Salado, primera obra de Corto Maltés y una de las piedras fundacionales de la moderna narrativa gráfica. El encuentro entre Pratt e Ivaldi tuvo un testigo excepcional que años más tarde lo contó en (estas) viñetas: Stelio Fenzo. Vía Fumettologicamente.

domingo, agosto 07, 2011

UNA NUEVA HONEY WEST

Me ha hecho gracia el regreso de un personaje de los 60, Honey West. Me resisto a llamarlo icono de los años 60, ya que nunca trascendió más allá de las fronteras de Estados Unidos. No fue James Bond ni, con quien sería más propio compararla, Modesty Blaise. Ya en otra ocasión comenté la lectura de una de sus novelas traducida por Novaro en los 60, novela que no causó en mí una notable impresión.

Y es que Honey le debe casi todo, por no decir todo, a la bellísima Ann Francis (1930-2011) que prestó su rostro y cuerpo (con el inconfundible lunar en la comisura del labio) en una serie de televisión que la ABC emitió durante la temporada 1965-1966. Daría gusto recuperar aquella serie, aunque solo fuese por disfrutar de la meritoria presencia de Ann Francis (ha sido reeditada en DVD). Gold Key, editorial especializada en publicar adptaciones al cómic de muchas series de TV, publicó un único ejemplar en 1966 integrado por dos historietas de dibujo atractivo pero con guiones más bien insustanciales. Como puede verse en las viñetas que siguen a estas líneas, el cómic aprovechaba sobre todo el encanto de recrearse con una Ann Francis de papel y tomaba préstamos de Modesty Blaise (las incursiones nocturnas de Modesty y Willy vestidos de negro).

En 2010 Moonstone (editorial que principalmente edita adaptaciones al comic-book de The Phantom) comienza una serie de Honey West, a quien asegura, dará nueva vida a través de nuevas historias e incluso novelas. Honey West es una serie retro en un tiempo en que lo retro parece estar de moda (véase el éxito de Mad Men). El problema de Honey es que siempre fue un poco obsoleta, un poco kitsch, y la visión que esta nueva Honey nos presenta de aquellos años 60 no puede dejar de ser más decepcionante ni más rosa (los hippies no fuman ni siquiera tabaco en sus fiestas), ni más conservadora ideológicamente, como cuando Honey West rechaza la idea de una manifestación de hippilones contra la guerra con el argumento de que su padre luchó en la II Guerra Mundial (“Si Estados Unidos no hubiese ganado esa guerra, hoy todos seríamos esclavos de los nazis”).
En definitiva, esta nueva Honey West parece participar de ese movimiento tan de moda hoy día, el de lo políticamente correcto, que se permite reescribir los usos y costumbres de la historia con el objeto de hacernos creer que siempre fuimos tan disneyficados y macdonalizados como ahora. Escrita por Trina Robbins (diseñó para Warren el traje de Vampirella) y dibujada por Cynthia Martin, la nueva Honey West tiene el encanto de los dibujos de Cynthia Martin, que a veces recuerdan a Jaime Hernández. Y lo mejor es que hace justicia a una actriz discreta como Ann Francis, recordada sobre todo por el film de culto Planeta prohibido (Fred M. Wilcox, 1956), y que se paseó también por otros filmes de nuestro agrado como Conspiración de silencio (John Sturges, 1955) o La jungla de pizarra (Richard Brooks, 1954) sin que llegara nunca a convertirse en una gran estrella. Mas nosotros no la olvidaremos. Por eso seguiremos hablando de Honey West.