Da gusto, con el DVD, recuperar series televisivas del pasado. Causa sorpresa ver que, en muchas ocasiones, el ingenio de aquellos programas se ha mantenido incólume; que hoy podrán las series ser rodadas con mayor presupuesto, más efectos especiales o más realismo, pero no siempre esto hace palidecer la buena calidad de lo que en su tiempo fue parte de una élite del entretenimiento de masas. Lo digo porque he concluido la segunda temporada de la serie clásica Columbo, y ésta me ha parecido mejor que la primera. Esta es una opinión absolutamente personal, pero vaya por delante que, salvo el programa piloto dirigido por Steven Spielberg (Murder by the Book, 1971) y que constituye la joya de la primera temporada, la segunda parece mejor balanceada en cuanto a estrellas invitadas (los has-been de quienes se nutrió esta legendaria Sunday Mystery Theater), entre quienes podemos contar a Ray Milland, Anne Baxter, Mel Ferrer o Kevin McCarthy.
Entre las estrellas televisivas que brillaban por méritos propios en su época, tenemos a Leonard Nimoy, Martin Landau o Rober Culp. Una madura y todavía bella Anne Francis (Forbidden Planet, 1956, y Honey West) se convierte en víctima en el episodio A Stitch in Crime, protagonizado por un Nimoy que demuestra que, cuando sonríe, puede ser más inquietante que con orejas puntiagudas. Entre las chicas que siempre da gusto ver tenemos a la despampanante Julie Newmar en el episodio que cierra esta temporada: Double Shock; Julie Newmar (la Gatúbela de la serie sesentera Batman) siempre nos dejaba con los dientes largos, y si no, véase su disfrutable aparición en el ya clásico western sesentero El oro de McKenna, que comenté aquí mismo.
Como bien saben los aficionados a crímenes de ficción, la serie Columbo era parte integrante del show Sunday Mystery Theater. La NBC comenzó a transmitir este programa en 1971, y contenía diversos ingredientes novedosos: 1) La duración era de 73 minutos por episodio, lo que con el añadido de la publicidad daba una duración cercana a las dos horas de entretenimiento; 2) El protagonismo de cada domingo se rotaba entre Columbo, McMillan y Esposa (luego sin Esposa), el vaquero McCloud y otros; entre éstos últimos que fueron alternando con el tiempo, imagino que por no haber podido conquistar la popularidad de los tres titulares fijos del show, estaban Banacek o Quincy M.E.; 3) En el caso de los episodios protagonizados por Columbo, la innovación consistía en desprenderse de la herencia del whodunnit heredada de una larga tradición de novela policiaca: no importaba quién había cometido el crimen, porque esto ya lo sabíamos desde los primeros veinte minutos de cada programa, sino cómo el teniente Columbo descubría al asesino (era, por tanto, un howdunnit). El comienzo de Sunday Mystery Theater, que me fascinaba de niño, tenía un tema musical compuesto por el gran Henry Mancini que no puedo dejar de colgar aquí mismo.
El teniente Columbo es la creación por la cual el excelente actor Peter Falk resulta más conocido. Y hablo en presente porque de vez en cuando todavía se rueda algún especial de Columbo para la televisión. Desde 1971 hasta 2004 van sesenta y nueve Columbos. El teniente se caracteriza por una eterna gabardina arrugada y su puro humeante (imagino que, desde que comenzó la caza de brujas contra los fumadores, es un puro apagado de utilería). Columbo se presenta siempre como un paria de la policía de Los Angeles que viaja en un cacharro descascarillado y tiene en su proverbial aire despistado y en su aspecto ligeramente andrajoso una captatio benevolentiae más que legendaria. Así como a nadie se le ocurriría pensar que el padre Brown (un sacerdote pequeño y gordito con aspecto bonachón) tiene una prodigiosa mente analítica, a ningún criminal se le ocurre pensar que ese teniente de policía con aspecto de tonto que aprovecha cualquier ocasión para relacionar todo tema de conversación con su esposa, tiene una mente afilada como un estilete.
El aire de comedia que siempre adopta Peter Falk es el mayor aliciente de Columbo, un hombre que siempre se enfrenta a criminales de la high society, a quienes acorrala hasta dejar contra las cuerdas. Queremos creer que siempre pagan su culpa, ya que entonces tenemos en Columbo a un formidable justiciero social de extracción humilde que se convierte en brazo de la justicia de aristócratas y potentados que hasta el minuto final lo miran con indulgencia y cierta lástima. El teniente Columbo resultaría ser uno de los más grandes adalides de la idea de democracia en Estados Unidos, país donde puede ser creíble que un ínfimo funcionario de la policía local espose y ponga ante el juez a respetabilísimos ciudadanos de la clase alta.
Apuntala mi idea de que la segunda temporada aventaja en general a la primera un episodio excelente, el especial de 100 minutos A Dagger of the Mind, donde tenemos al teniente proletario de la policía de Los Angeles resolviendo un asesinato nada menos que en Londres. La fluida dirección de Richard Quine, y unas excelentes interpretaciones de actores ingleses encabezados por Richard Baseheart y la maravillosa Honor Blackman (Goldfinger, Los Vengadores…) hacen de este capítulo una pequeña joya a la altura del episodio dirigido en su día por Steven Spielberg para la primera temporada.
4 comentarios:
Siempre me llamo la atención la extrañeza del actor.Antigua rareza de interpretación natural con matizes de pensamiento espontaneo. Es como el alo¨ de Jarpo,el de los Marx.
Hola!
este blog ha ganado el premio
Blogger Sapiens Award:
http://68revoluciones.com/?p=751
Escriba: creo que el aire extraño se debe al ojo de cristal de Peter Falk, que le aporta esa mirada un tanto confusa.
Un saludote.
Diego: gracias mil, pero no puedo acceder a la página que enlazas.
Saludotes.
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