La ondina es una divinidad acuática que sintetiza aspectos de las nereidas y náyades de la mitología grecolatina filtradas o modificadas por la imaginación nórdica. Su figura, muy recurrente en sus leyendas, dio origen a la novela romántica Ondina, de Friedrich de la Motte, donde la princesa marina Ondina se junta en matrimonio con un mortal, el príncipe Huldbrand von Ringstetten, que le jura amor eterno y sólo vivirá mientras sostenga su palabra. Sin embargo, la anterior prometida del príncipe regresa para arrebatárselo a Ondina. Ella tomará venganza antes de regresar a su reino marino.
En líneas generales, la cinta alemana Ondina retoma la figura legendaria y adapta, a su manera, el argumento de la novela de De la Motte. Ondina es una historiadora que imparte conferencias sobre el desarrollo urbano de Berlín. El mismo día en que su amante Johannes la abandona, conoce a Christoph, un buzo que se convertirá en su gran compañero hasta que él tiene un accidente en el trabajo que desencadenará aspectos sobrenaturales y violentos.
Dirigida con pulcritud por Christian Petzold, Ondina es una atractiva historia de amor sobrenatural que adapta con gran acierto los elementos esenciales del personaje legendario y de la novela romántica de Motte, aunque esta queda más como telón de fondo puramente referencial en un contexto absolutamente contemporáneo donde las nuevas maneras de comportarse engendran importantes modificaciones en la trama. Toda la película se sostiene sobre cuatro actores que llevan a cabo un trabajo naturalista y eficiente, destacando, sobre todo Franz Rogowski como Christoph y Paula Beer como Ondina. En especial esta última, es una actriz capaz de sostener con su buen hacer y magnetismo personal toda la película, que se contempla con gusto de principio a fin. Es una bonita revisión de antiguos mitos y leyendas que demuestran la vigencia de los mismos y su inmanencia esencial a cambios de época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario