martes, diciembre 12, 2006

MW, DE OSAMU TEZUKA

Pocas cosas hay más grandes que desprenderse de un prejuicio. Uno vive con ellos, o bajo ellos, y por su influencia nefasta prefigura el porvenir o adultera la realidad en la que vive zambullido. Los prejuicios (bajo el supuesto entendido de que todos los prejuicios son malos) impiden el gozo de lo prejuiciado, y esto genera una limitación en vivir la vida con alegría. Imagino que muchos de quienes tenemos cierta edad (yo me precipito como caimán a la charca de los 39) nos debemos sentir extraños al entrar en una librería especializada y descubrir las estanterías atiborradas de mangas. Muchos, que no se han criado babeando ante la tele con Dragon Ball o Saint Seiya, deben pensar que el mundo se ha vuelto loco y que estos jovencitos que devoran manga tras manga conforman, todos juntos, una variante abominable de la aberración humana en que vivimos sumergidos. Yo tampoco recibí al manga con mucha alegría cuando inició sus tímidos avances en España a finales en los 80, pero hay que reconocer que, después de tres o cuatro intentos fallidos, descubrí una obra que me ganó al manga para siempre: Hikyyu, de Hisashi Sakaguchi. La vida de un monje budista: impresionante.

Desde entonces, ando muy pendiente del manga que llena las librerías, aunque mis visitas a las librerías españolas se circunscriben, como vosotros bien sabéis, a dos temporadas al año. Una de las últimas compras de manga que hice cayó recientemente (dediqué toda una semana a su lectura, pero es que no tengo tiempo de más): MW, de Osamu Tezuka. MW (léase Mu, nos dice la edición de Planeta) es una formidable novela gráfica de un Tezuka con dominio pleno de sus facultades, a mediados de los años 70, cuando el público adulto que él había ayudado a formar desde la infancia con Astro Boy reivindicaba un manga más adulto. Tezuka comenzó a proporcionarlo durante los años 70, y los que sí saben lo llaman la época del Tezuka oscuro.

El sadismo de Yuki
A mí, vaya por delante, no me gusta mucho el dibujo de Tezuka. No es uno de esos artistas cuyas viñetas uno podría mirar embelesado durante horas. Sin embargo, me quito el sombrero ante su capacidad como narrador de historias. MW es una emocionante historia protagonizada por dos seres condenados a odiarse, amarse y desearse sin tregua: el sádico y mefistofélico Yuki, alto cargo de un banco de Tokyo que dedica su vida a satisfacer un antiguo deseo de venganza, y el ex guerrillero y ahora sacerdote Garai, el hombre que lo inició en el sexo durante su niñez y que ahora mantiene una especial relación de complicidad torturadora con su viejo amigo y amante. MW es una historia vibrantemente desarrollada a lo largo de 582 páginas que puede comprarse en un solo tomo editado por Planeta y que constituye un enorme placer semejante al de chapotear en cierta clase de literatura negra y criminal donde la descomposición de un entramado tejido social deja vislumbrar la culpabilidad moral de todo un sistema de vida dominado por instituciones y políticos corruptos que ascienden hasta la cumbre apuntalando su trayecto sobre pilas de basura.

MW, obra del autor de la imprescindible Adolf, obra también del Tezuka de la época “oscura”, es otra nueva ocasión para desprenderse de uno de esos prejuicios que nos avinagran la vida, descubrir que hay mangas que valen su peso en oro y que es una desgracia no haberlos leído.

MW, de Osamu Tezuka. Editorial Planeta DeAgostini. Barcelona, 2005. (****, de 4).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Doy fe de que Ricardo Vigueras eliminó mis prejuicios contra el manga al recomendarme Adolf, una verdadera obra maestra del comic.

Gracias, maestro