Ha muerto la máxima reina contemporánea de la vulgaridad: Su Majestad Anna Nicole Smith. Pasada de pastillas, seguro. Quizá sólo se puedan decir malas cosas de ella, y todas serán verdad, pero siempre me atrajo enormemente esta mujer en todas sus comparecencias. Era pueblerina y chabacana, chillona y estridente, pero a su manera fue una perfecta visión carnal y femenina de Jekyll y Hyde. Su biografía no la resumiré aquí, porque en otros lugares puede leerse: desde la prostitución a la portada del Playboy (modelo del año 1992), casada por la pasta con un viejito forrado de petrodólares a quien mató a polvos, continuamente peleada con el buen gusto, su falta de cerebro justificaba en sí misma (y sólo en ella misma) todos los chistes misóginos que circulan por la red: ¿Qué hace una neurona en el cerebro de Anna Nicole Smith? ¡Pues turismo!
Muñeca de goma para múltiples fantasías libidinosas, engordó hasta convertirse en la más hermosa vaquilla del show-bussines internacional. Las mujeres modernas la odiaban (y con razón) tanto como muchos hombres la usaban y seguro la despreciaban. A mí, que soy un enamorado de lo felliniano y lo esperpéntico, me chiflaba esta chiquilla y buscaba con cierto arrobo su reality en el canal E! Entertainment: The Anna Nicole Show. De veras que me encantaba, desde sus primeras comparecencias “ligera de equipaje” en Playboy hasta, por qué no confesarlo, con 30 kilos de más y las mantecas bamboleantes para pasmo y asombro (o admiración) de los espectadores del coliseo global. Lo diré sin vergüenza: obesa me gustaba mucho más, no ha habido nunca una gorda más bella en toda la historia de la representación femenina en el mundo occidental desde que se inventó la fotografía.
Decir que ha muerto Anna Nicole no es decir cualquier cosa. Se me cae una lágrima al pensar que ahora ya sólo será banquete pantagruélico para los gusanos. Ya vendrán los libros, los memorabilia y las producciones de Hollywood sobre esta criatura perdida, blablabá, que viajaba en cohete de colores por la galaxia buscando en vano la tienda donde una tarde de adolescencia empeñó su cerebro por unos cuantos dólares. Ha nacido una leyenda-trash. No sé los demás, pero yo la echaré de menos. Descansa en paz, pobre chiquilla bella y desafortunada, cabeza de chorlito.
6 comentarios:
Mujer digna de admiración.
Me gustó su post, profe.
Pues ya se nota que tienes debilidad por las rubias. El dinero que se gana fácil fácil lo pierde uno. No es la primera vez que se te sale lo poeta, pero esta vez te volaste la barda con la emotividad. Yo también le guardo luto a mis muertitos, digan lo que digan. Y en paz descanse nuestra grandota. A su salud escucharemos en este momento "Amor Eterno" con Rocío Durcal.
Un placer saludarte de nuevo.
buscando algo de Kakuso llegué a su glog
y encontré una gran frase de Quevedo
y ahora este divertido artículo de la esperpéntica rubia
"pantangruélico" que palabra más bella
Oh Francois!!
por todos estos motivos
lo visitaré de cuando en cuando
Mirándola, es difícil abstraernos de nuestra condición de mamíferos ¿no le parece?.
Carlos Paredes Leví
tujes.blogspot.com
casi año y medio que nos dejo la preciosa rubia... y de repente aun me acuerdo de ella y busco en internet alguna imagen suya. De cuando en cuando veia su show en E! entertainment... y corroboro lo que dices.. obesa se veia mucho mas apetecible...Dios la guarde.
Sí, Rex. ¿Y quién se habrá quedado con ella al final, Dios o el Diablo?. Chi lo sá.
Un saludote.
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