Antes de sumergirme en las aguas procelosas de 2666, la novela póstuma de Roberto Bolaño, leí en Murcia Viernes 13, novela de David Goodis que no hay que confundir con la saga cinematográfica de terror. El título original es Black Friday, y así la voy a denominar a partir de ahora en español: Viernes Negro. Los protagonistas de esta obra, unos salteadores de mala muerte que un viernes, un viernes de mala fortuna, intentan robar una mansión llena de valiosos tesoros artísticos sin conseguirlo. En realidad la anécdota es intrascendente, como tantas veces en la novela negra: lo que cuenta para Goodis es describir a unos personajes sórdidos, unos buscavidas de quinta categoría que son incapaces de llevar a buen puerto sus proyectos delictivos y acaban por devorarse entre ellos. Como en el caso de Tras el rostro, mi primera experiencia con Goodis, Viernes negro es un poco absurdo, inverosímil, diálogos chispeantes, relaciones sexuales enfermizas, pero da igual: prevalece por encima de todo un relato duro con diálogos sintéticos, el retrato de un ambiente claustrofóbico y viciado, y finalmente, la sensación de haber asistido al retrato de los más perdedores de todos: aquellos que ni siquiera por medio del robo y el asesinato pueden conseguir sus objetivos. David Goodis, considerado como el gran escritor maldito de la novela negra junto con Jim Thompson, era un individuo inadaptado que vagó de aquí para allá disfrutando poco del éxito que obtuvieron algunos de sus títulos y que le llevaron, incluso, a recalar en un Hollywood que para la sensibilidad de Goodis resultaba deprimente. Como en el caso de muchos otros, como el grande y ya citado Jim Thompson, su obra ha sido desenterrada y convenientemente reivindicada desde hace tiempo.
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1 comentario:
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