Ella no tenía ni idea. La vi ayer, en el diario El País, ilustrando este artículo, convertida en el rostro por el que hablan todos los rostros que protestaron el pasado sábado en Juárez. Esta chica, pequeña, graciosa, de ojos vivarachos (aquí se los tapan las gafas oscuras), con su pancarta pintada a mano. Por ella hablan miles de estudiantes. Son estudiantes mientras les permitan, (permitamos) estudiar, crecer, enriquecerse. Vi la foto y me dije: Yo a esta chica la conozco. No es una de mis estudiantes, pero podría haberlo sido. Había muchos de ellos entre la multitud. Éramos muchos entre la multitud. Hoy lunes, nada más llegar al tercer piso del edificio donde está mi oficina, me la encuentro en la puerta. No sé cómo se llama ni qué carrera estudia. Sólo sé que de vez en cuando me la encuentro como encuentro a muchas, rostros sin nombre, personas anónimas a las que aprecias porque sabes que aspiran a una vida mejor y le echan ganas. Le digo: Oye, ¿estuviste en la marcha del sábado? Me responde afirmativamente. ¿Llevabas una pancarte que decía tal y cual? Vuelve a responder afirmativamente. ¿Sabes que en España tú eres el rostro de aquella marcha del sábado? Estás en El País, todo el mundo te está viendo. Haciendo clic en la foto sale tu imagen a toda pantalla. Ya se pone un poco nerviosa (pero más que de miedo, de ilusión), me reconoce que no sabía nada y me pregunta si todavía estará la foto ahí colgada. Le respondo afirmativamente y sale corriendo como un duendecillo escaleras abajo, seguro que con ganas de verse convertida en icono de algo que muchos no entenderán allá donde se edita el periódico, a diez mil kilómetros, más allá de un mar que tanto nos separa y que no es capaz de hacer comprender todo el dolor de una vida aquí; ni el dolor ni todas las ilusiones y deseos de justicia que vivir en esta ciudad convierten no en tópico, sino en algo que te permite levantarte por las mañanas con deseos de luchar arduamente por algo. Quién sabe cómo, pero con muchas ganas y cada quien desde su trinchera en esta ciudad castigada.
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3 comentarios:
La gente de Juárez, y de la frontera en general, es capaz de aguantar cualquier cosa. Pero se trata de eso en realidad? Bueno, un saludo bien afectuoso!
La gente de esta frontera cada vez aguanta menos, don Melón. Saludos.
Como hubiera dicho Sherlock: ¡Era tan elemental, querido Watson! ¡Tan elemental!
Saludotes.
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