Vaya por delante que The Departed (traducida en México y España como Infiltrados) es un peliculón excelente y una de las mejores obras que nos han llegado desde territorio usaca en este 2006. Sin embargo, a mí no me ha gustado tanto como Bandas de Nueva York o Casino, obras también magistrales de esta leyenda viva que es Martin Scorsese, un tipo que, independientemente de los resultados, siempre es una buena razón para abandonar la cálida madriguera del hogar y visitar uno de esos abyectos lugares que son los cines (donde no se puede fumar, donde no se puede beber tequila, donde hay que aguantar la peste a palomitas y fritangas de los demás, donde uno tiene que soportar sus comentarios en voz alta, o peor aún, que usen el teléfono móvil durante la proyección…). No, no me gusta acudir al cine, pero estaba dispuesto a disfrutar de Infiltrados, ya lo creo. Tanto que lo primero que hice fue exigir que el acomodador regañase al pedazo de bestia del proyeccionista, quien, mientras proyecta el film, mira la televisión, y a veces (ya me pasó con Babel en la misma sala), puedes escuchar con mayor nitidez las tonterías de Adal Ramones que lo que sucede en pantalla. Después de comprobar con mis propios ojos que el acomodador acudía a regañar al proyeccionista (que sí, bajó el volumen de su tele y no me molestó en lo más mínimo), me senté a disfrutar del film arropado en el correspondiente silencio que pagamos con nuestro dinero.
Digo que no me ha gustado tanto como Casino o Bandas de Nueva York. No tiene ni la circense concepción y ejecución de la primera ni el romanticismo de la segunda. Cuestión de gustos, nada más. Infiltrados es otra cosa, una película sin afectaciones líricas ni crescendos musicales o estilísticos. Su mayor mérito, si es que uno sabe apreciar estos méritos, es su sequedad formal, la contundencia en la exposición de su relato, la vertiginosa sucesión de acontecimientos, ese conceptismo cinematográfico donde nada sobra y nada falta. Es una película a disfrutar como se disfruta de una novela del maestro Jim Thompson: una exposición descarnada y sin moralismos ni anatemas de una historia que va al grano con una dureza que tampoco se recrea en la fiesta de la sangre. Los personajes entran y salen, matan y mueren con una dignidad estoica. No cabe duda de que el último asesinato de la película (donde incluso la víctima hunde los hombros como si expresara: Bueno, acaba de una vez porque estoy hasta las napias) refleja a la perfección el espíritu de esta película, el arte del buen matar y morir de las películas de gángsters de Scorsese.
De nuevo una historia de gángsters, una buena, algo que hay que celebrar cuando ocurre, que no es todos los meses. Una curiosa revisión de un filme hongkonés que, curiosamente, parece una revisión de White Heat, de Raoul Walsh (además, hay por lo menos dos homenajes al cine clásico: uno a Psicosis, y otro a El tercer hombre). ¿O será solo el tema de los infiltrados lo que me recuerda White Heat (uno en una banda criminal que a su vez mantiene a otro infiltrado en la policía: formidables Matt Damon y Leonardo Di Caprio, esta vez estos nenes sí me convencieron). Una película de gángsters irlandeses, y uno no sabe si la mafia irlandesa hubiese sido italiana si el papel que ejecuta estupendamente Jack Nicholson hubiera sido aceptado por Robert De Niro. No cabe duda de que el personaje hubiera adoptado otro giro más severo: la escena del cine porno (con Nicholson sorprendiendo a Matt Damon con un dildo de tamaño respetable) no creo que la hubiera rodado un tipo tan circunspecto como De Niro. A pesar de lo que algunos nos temíamos, Nicholson está comedido en esta interpretación, bien controlado por un Scorsese que no deja que su papel de príncipe de las tinieblas se convierta en el de un nuevo Joker desmelenado. Infiltrados (The Departed en inglés, un título con implicaciones más metafísicas que el de su pobre traducción) es una buena razón que los amantes del cine negro tienen para ir de nuevo al cine a disfrutar de un producto, si no genial, sí conducido a buen puerto con verdadera mano de maestro. Scorsese nada menos. Canelita en rama, chochito. (****, de 5)
2 comentarios:
Debes haber caido al Miercoles de Pobres en Soriana Iglesias o a Rio Grande. A mi tampoco me agrada ir a los cines, menos a los de esa cadena, que estan medio gachos. Si de plano no respetan tu aversion por ese tipo de experiencias, pues te recomiendo los de cinemark (al menos ahi si no le gusta a uno lo que esta viendo casi siempre se puede uno brincar a otra sala luego luego), o tengo amigos que conocen un proveedor de empresas "el corsario malnacido" (la pirateria local), que por un modico precio (20 varitos) llevan los estrenos del cine hasta la comodidad de tu hogar. A mi tambien me molesta que no halla bebidas embriagantes en las salas, que algunos churros se pasarian mejor asi. A veces he logrado meter, pero luego anda uno muy nervioso.
Martin Scorsesse maneja bien el tema de los mafiosos, y es un director muy diestro, que trae cosillas en la manga con cada pelicula. Los giros del destino en esta pelicula (muchos despues de cierto punto, y algo bruscos) son algo factible. El mundo no esta corrupto por que halla hampa, sino por que dentro de esta y de la policia hay gentes de negro corazon que no son firmes a sus convicciones. A mi mas que nada esta se me hizo una pelicula sobre las apariencias, que cobra mas importancia mantener para algunos que la realidad misma, o ser honestos no solo son los demas sino consigo mismos en otras palabras. Esto de dejar el estilo por contar una historia de la manera mas sobria posible no se si fue por que la historia esta tan convulsa que no hace falta adornarla mas, o por que otros directores vetarrones, como Argento, han optado tambien por hacerlo.
Abrazos.
Buen comentario. Esta película lo merece, después de la gran decepción de la que hace poco presentó De Palma.
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