Buen film saturado de hermosos colores. La deliciosa Jean Peters y el atlético Burt Lancaster interpretan a dos imposibles apaches de ojos azules, y en el azul de esos ojos se suicida el sentimiento de culpa del hombre blanco y del gringo wasp. El oficio de Aldrich salva un film vibrante siempre, sin duda no a la altura de sus mejores obras, pero sí bien templado y con notables momentos dramáticos y de intimidad, aunque lo pierde su candoroso final. Y es que, hasta ese final, Apache bien podría haber sido la enésima versión de High Sierra, película grandiosa de Raoul Walsh que él mismo versionó en Juntos hasta la muerte (Colorado Territory, 1949). Pero ese final, donde este indio rebelde se regenera, es improbable. No porque queramos que todos los indios rebeldes mueran en las películas, pobres indios, alguno de vez en cuando debe de regenerarse antes que morir, sino porque Apache ha cometido demasiadas tropelías (y asesinatos de hombres blancos) como para que al final todo acabe de rositas. Quizá lo que pretendían los autores del guión, y más probablemente los productores, era consolar un tanto su conciencia con la contemplación del indio que se regenera y se vuelve “buen salvaje”. La conciencia podrida del triunfador, llena de remordimientos, impuso un mensaje de telefilm de sobremesa, un cuento de hados sin la amargura del fatum y la inquietud que nos produce al contemplarlo a la luz de la trituradora de la Historia.
miércoles, abril 25, 2012
viernes, abril 20, 2012
PAPÁ KIRBY
La puerta del estudio de papá generalmente estaba cerrada. No era para evitar que entrasen ruidos, era para contener el humo dentro. Los puros que se fumaba mi padre eran legendarios, y cuando abrías la puerta de La Mazmorra te encontrabas con una gran nube de humo. No era tan malo si se estaba fumando algo bueno, como un Garcia Vega, y el olor era casi tolerable. Por desgracia, eso solo sucedía por su cumpleaños o el día del padre, cuando aparecían cajas de puros decentes con un lazo. Cuando los compraba papá, no se preocupaba por las marcas buenas. No le importaba si se trataba de repollo apestoso liado, para él un purito era un purito.
Una emotiva evocación de Jack Kirby por parte de su hijo Neal Kirby. En Entrecómics, clicando aquí.
jueves, abril 19, 2012
HEDY LAMARR: LA EXTRAÑA MUJER
También Hedy Lamarr fue una extraña mujer, cuya vida resultó más o menos rocambolesca. Nacida con un coeficiente intelectual sorprendente, se debatió siempre entre su pasión por el arte y su interés por la ingeniería, carrera que llegó a concluir no sin pasar por muchos avatares en tres dimensiones. Entre sus inventos, desarrolló un sistema para construir torpedos teledirigidos imposibles de detectar que finalmente patentó y fueron usados por el ejército de Estados Unidos. Esta faceta prometeica de Lamarr, tan linda ella, ha sido siempre desconocida, al privilegiarse siempre su faceta de mujer hermosa, actriz de películas clásicas como ésta que nos ocupa: The Strange Woman, de Edgar G. Ulmer. El año pasado, Richard Rhodes ha publicado un libro sobre Hedy Lamarr la inventora, no la actriz: Hedy's Folly: The Life and Breakthrough Inventions of Hedy Lamarr, the Most Beautiful Woman in the World. Estoy deseando leerlo y añadirlo a mi colección.
¿Por qué era extraña la extraña mujer de este film de Ulmer? Quizá porque no era ni del todo buena, ni del todo mala. Capaz de buenos sentimientos, su fogosidad sexual la vuelve loca y manipuladora, capaz incluso de inspirar en un hijo el asesinato de su propio padre. Y lograrlo. Y a continuación darle al hijo con la puerta en las narices acusándolo de ser un asqueroso cobarde y un parricida. Y todo esto es posible, deseable y disfrutable, porque la protagoniza Hedy Lamarr en estado de gracia, derrochando feromonas por todas partes. Melodrama de serie B áspero y atmosférico, es una película ideal para recordar en estos tiempos pusilánimes un cine moralista de fuego y de carne, de sangre y de hielo capaz de abrasar a quien lo contempla. Hedy Lamarr, hoy, es capaz con sólo mover una ceja, de provocarnos mayores delirios orgasmáticos que Alexis Texas educándonos en la mística de sus antífonas. Edgar Ulmer, el director de aquel prodigio titulado Detour (1945), cumple su cometido con algo más que solvencia, y George Sanders está propio y espléndido como siempre. Ante todo, es un film para disfrutar la belleza pervertida de Lamarr. Una gran película menor, adusta en sus formas pero nunca torpe, de un realizador a reivindicar como Edgar G. Ulmer.
Edgar G. Ulmer, The Strange Woman (1946). Ficha en IMDb. (***, de 4).
martes, abril 10, 2012
LIEBSTER BLOG AWARD
La bitácora de la Asociación TEBEOSFERA (no confundir con su imprescindible hermanito TEBEOSBLOG, puerta maravillosa para conocer todas las actualizaciones de TEBEOSFERA) ha elegido este blog, entre cinco, para recibir el premio Liebster Blog. Se trata de un premio dedicado a aquellos blogos dedicados al análisis, discusión y divulgación de la historieta con menos de 200 seguidores registrados, pero que, por su sostenida contribución al medio, merecen ser destacados. Gracias, gracias, gracias. Esta bitácora se ralentiza, por los distintos compromisos que tiene la vida, pero no revienta. Fort Apache no se rinde. A continuación me toca a mí mover ficha, enlazar a quien me eligió (hecho), y a continuación destacar 5 bitácoras 5 que tienen menos de 200 seguidores y que forman parte de mis favoritas.
Jesús Duce, gran conocedor de la historieta, presenta enjundiosos análisis de la maestría gráfica de muchos grandes artistas.
2. Mi roalico al sol.
El blog de Paco Nájera. Muestras de arte original del creador de Tartessos. De vez en cuando comparte con nosotros algunos originales de su colección de grandes artistas.
El desconocido pepín mexicano tiene un caballero andante llamado Rubén Eduardo Soto, caricaturista también y gran conocedor de la fascinante historia de los cómics de su país.
5. Modesty Blaise News.
Para fanáticos de Modesty Blaise que quieren estar informados de todo lo que se publica, se dice o se comenta sobre nuestra chica favorita de la historia de los cómics: La Princesa.
jueves, abril 05, 2012
HISTORIETA DE VIERNES SANTO
Una bonita historieta del gran Alex Thot que viene que ni pintada para estos días de Semana Santa. Como siempre, mis simpatías hacia ese personaje tan manipulado que es el de Jesús de Nazareth, a quien la Puta de Babilionia (Fernando Vallejo dixit) o Iglesia Católica convirtió en un muñeco de Famobil, ario y políticamente correcto para sus desmanes de ayer y hoy. No hay nada peor que un revolucionario prostituido por una multinacional. Ni siquiera Mickey Mouse llegó a caer tan bajo en los peores momentos del imperio de Walt Disney. Y ya les hablaré de cómo Mickey fue, durante los años 30 y dibujado por Floyd Gottfredson, uno de los seres más carismáticos, puros, arrojados y deprendidos del siglo XX. Uno de mis héroes de cabecera, en definitiva.
miércoles, abril 04, 2012
FLASH GORDON: LA VERDAD LES HARÁ LIBRES
Es curioso ver cómo hace décadas los movimientos rebeldes eran bien vistos dentro del imaginario popular. Algunas revoluciones estaban relativamente recientes (como la Revolución Rusa o la Mexicana) y otras se estaban larvando (como la revolución de mayo del 68), y en general, eran bien vistas. En el imaginario popular (de los cuales los cómics eran buen reflejo) estaba muy claro que las conquistas sociales no iban a venir de la mano de los gobernantes, que harían todo lo posible (como de hecho hacen) por reducirlas o eliminarlas, además de fomentar (tanto ayer como hoy) la ignorancia y la pobreza. Las conquistas sociales, en definitiva, sólo podrían lograrse con las armas. Rescato estas tres tiras diarias del Flash Gordon de Dan Barry (publicadas en 1952) donde se presentan varias consignas revolucionarias. Entre ellas, la famosa máxima de Jesucristo: "La verdad nos hará libres" (Juan 8: 32). ¿Quién quiere la verdad hoy día? En estos tiempos (y no olvido que estamos en la folklórica Semana Santa) ni siquiera los beatos saben griego ni latín, ni leen la Biblia. Como siempre, clicar sobre la imagen para ver a buen tamaño.
lunes, abril 02, 2012
EL AMIGO FLASH
Un placer superlativo. La reciente lectura del primer volumen (y por desgracia, el último) del Flash Gordon de Dan Barry editado hace un año por Panini Comics ha constituido para mí una de las experiencias más formidables de los últimos meses. No voy a hacer aquí un panegírico de una de las obras maestras del cómic de ciencia-ficción de todos los tiempos. Avisados quedan los lectores de las excelencias de este gran clásico que ahora, de manera independiente (porque no hay en curso ninguna edición usaca del mismo material) ha editado Panini. A estas alturas hablar del Flash Gordon de Barry quizá pueda parecer innecesario, pues se ha editado siempre, como corresponde a todo buen clásico que se precie, cuya mayor virtud es la de la presencia recurrente en las librerías. En realidad no quiero hablar de la excelencia de los guiones que se adentran con notable fluidez en la novela río, ni del exquisito trabajo de Dan Barry como director de orquesta y sus irremplazables colaboradores, cada uno de ellos un nombre con mayúsculas de la historia del tebeo norteamericano: Frank Frazetta, Ric Estrada, Harvey Kurtzman …
Como en el caso de la mejor época del Spirit de Will Eisner, la cualidad de obra maestra de la narrativa gráfica de este Flash Gordon de Barry deviene de la suma de un montón de talentos que juntos produjeron una obra de calidad inigualable. Comparable, quizá, igualable nunca. Flash Gordon es un viejo amigo mío, y posiblemente también de ti, lector anónimo de estas líneas. Es el amigo Flash. Lo leí por vez primera en aquellos maravillosos tomos de Buru Lan saldados en Galerías Preciados a mediados de los 70, donde descubrí principalmente el Flash Gordon de Alex Raymond. Qué jolgorio para los sentidos ser un niño y descubrir con los ojos inocentes el majestuoso dibujo de Raymond, el exotismo de sus escenarios y la belleza embrujadora de sus mujeres. Mi primer volumen de Flash fue el 2, y desde entonces mi aventura favorita ha sido la última que Raymond dibujó: Flash Gordon en el reino de Trópica. Desde mi infancia hasta hoy la he leído multitud de veces y no soy capaz de sustraerme al hechizo permanente que todavía ejercen sobre mí la reina Desira, el malvado Brazor y el carismático Gundar, príncipe de los ladrones. Aquella aventura, con la que Raymond se despediría del medio para marchar a la II Guerra Mundial, es una obra maestra, y lo es, paradójicamente, gracias a sus varios defectos e imperfecciones.
Luego vinieron las ediciones de Vértice, aquellas entrañables revistas de los 70 en que pudimos disfrutar del Flash de Dan Barry, sin duda el mejor desde el punto de vista del desarrollo del guión y las historias. Además del trío protagonista, aparecía un retablo de personajes secundarios que hicieron de la serie una especie de gran familia del espacio envuelta siempre en nuevas y trepidantes aventuras. Antes, también Buru Lan había publicado a colores la etapa de Barry, pero con numerosos desmanes (viñetas ampliadas, reducidas, recortadas…). Tanto la etapa de Burulán como la de Vértice, horribles en muchos sentidos, son para mí objeto de recuerdo cariñoso. La de Buru Lan, porque impresionaban en un chiquillo como yo aquel formato majestuoso en volúmenes, y aquel olor formidable que despedía su buen papel; la de Vértice, por todo lo contrario: por su papel pobre, sus tintas groseras, su aroma a tebeo popular… Recuerdo que durante mi infancia, como las distintas historias eran publicadas sin orden ni concierto, me divertía recortando las distintas aventuras y ordenándolas yo mismo cronológicamente, estudiando para ello las fechas de publicación y llevando un archivo de publicaciones y ausencias. Había nacido ya, sin yo saberlo, un estudioso de la historieta. Gracias a Vértice también pudimos conocer las tiras diarias de Austin Briggs y la primera época de Barry y Fujitani. La rotulación era espantosa, y a veces, Flash Gordon se convertía en las traducciones en Roldán el Temerario (tal era su nombre de guerra en distintas ediciones de América Latina). Luego llegó el Flash de Editorial Valenciana. Publicaba más que nada material para los distintos comic-books que de Flash se habían publicado en Estados Unidos. Tuvo el encanto de hacernos conocer el Flash Gordon de Al Williamson, portentoso artista que devolvió a Flash (cuando ya no le hacía falta para nada gracias al magisterio de Dan Barry) el esplendor de Raymond y del viejo Mongo.
La editorial B.O. nos hizo conocer el Flash de Mac Raboy en cuadernos caros y apaisados que olían a tinta fresca sobre papel satinado y blanco como la piel de las primeras chicas con que uno ya soñaba. Mac Raboy había sido, hasta aquella fecha, el más desconocido de los flashgordonitas, aunque había sido parcialmente editado años ha en las legendarias ediciones de la Editorial Dólar. Esta editorial de mediados de los años 60 introdujo inocentemente un concepto que, décadas después, haría que los estudiosos del cómic, los aficionados y los medios se dieran de navajazos en las vías públicas y foros de la Burrosfera: ¡la Novela Gráfica! Publicó un buen montón de planchas de Raboy escritas por Don Moore, un artesano de la tecla que nunca destacó por su originalidad, aunque no era mal reciclador de todos los tópicos de la SF más pulp que luego heredarían los seriales y las primitivas series de televisión. Las majestuosas viñetas de Raboy, escultóricas y carentes de nervio cinético, tenían y tienen aún hoy un encanto marmóleo extrañamente subyugador.
Creo que en España nunca nadie editó mejor el Flash Gordon de Dan Barry que la Editorial Dólar, que en sus cuadernillos a gran tamaño de la colección Héroes Modernos publicaba a veces a gran tamaño dos tiras de Barry por página. Todo el ciclo que ahora vuelve a presentarnos Panini fue publicado por Dólar en su época anterior a las “novelas gráficas”. O quizá fue otra editorial anterior: MAS
Ediciones B publicó toda la etapa de Raymond y luego acometió la de Barry, hasta llegar en su número 67 a la tira del 23 de diciembre de 1961. Pero era en color, y el color es algo que esta gran etapa del personaje en blanco y negro nunca necesitó para nada. El Flash Gordon de Dan Barry se alejaba del florido exotismo de Raymond para siempre, y acometía con gran fuerza y dramatismo el desarrollo psicológico de los personajes y la tensión dramática de los argumentos, una estética del realismo de la época que casaba bien con el blanco y negro y que en teatro y cine también se impuso, y no sólo en el cómic (Rip Kirby, Mary Perkins On Stage, Big Ben Bolt…). Nunca Flash Gordon fue más humano, más próximo a sus lectores, más complejo… Frente a él, el Flash de Raymond y Moore no era más que un aburrido cabeza cuadrada de aspecto neo-nazi, demasiado cerebral, desapasionado y hierático para provocar nuestro amor. Bienvenido sea este Flash Gordon de Panini, este reencuentro con el viejo amigo de la infancia, de la adolescencia, de la madurez. Quizá Flash Gordon acabe por ser un compañero para toda la vida. De momento ya lo es.
Dicen en los mentideros de ciertos blogs que Panini ya no repetirá con un número 2 de Flash Gordon. Una gran pena. Quiero dar las gracias a la misérrima industria editorial española la oportunidad que me concede de mejorar mi inglés comprando en Estados Unidos los clásicos de prensa americanos; asimismo, les agradezco la oportunidad que me conceden de perfeccionar mi francés leyendo en francés Luc Orient, y otros; la oportunidad que me conceden de perfeccionar mi italiano leyendo Magico Vento o Brendon en italiano.
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