Hay películas que desprenden
un aire de familia, como esta de John Huston. Recuerda mucho a El halcón
maltés, Casablanca o Cayo Largo. No podría ser de otra manera, si tenemos en
cuenta que todas ellas tenían como protagonista a Humphrey Bogart; que tres
estaban dirigidas por John Huston; que en dos coprotagonizaba Mary Astor; en
las cuatro aparecía como secundario Sidney Greenstreet; en dos el personaje
de Bogart se llama Rick y usa la misma gabardina (en Casablanca y ésta); que las
tres incurren de una manera u otra en lo que generalmente se conoce como “cine
negro” (aunque sólo El halcón maltés sería una muestra pura del mismo); que en tres
la fotografía fue de Arthur Edeson, en dos la música la compuso Max Steiner, y
en los cuatro casos produjo Warner Bros. Podría seguir, pero no pretendo ser
exhaustivo. Podríamos tirar del hilo y seguir agregando filmes. Esta razón, el
aire de familia, es lo que me lleva una y otra vez a buscar las películas de
Bogey y de otros artífices de la Warner de aquellos años: James Cagney, Edward
G. Robinson, George Raft, Ida Lupino, Paul Muni, con directores como Howard Hawks, Raoul Walsh, Michael Curtiz… En fin, sabes que llegas a territorio
seguro, y el placer está garantizado a través del reconocimiento. Llegas a un
universo amado, y a ese universo amado lo llamas hogar.
Considerada
una de las películas flojas de Huston, si bien no alcanza el nivel de sus obras
maestras, sí se trata de un filme de espías muy bien armado, con una calidad
estándar altísima, con el encanto de señora un poco estirada de Mary Astor y
buenas réplicas en los diálogos, a veces muy ingeniosos. En esta Bogart hace de
falso traidor a su patria, como en otra joya olvidada hizo de falso sacerdote (La
mano izquierda de Dios). En fin, buen cine, conciso y sin grasa ni manteca, no
como hoy, que hacen falta al menos un dron y veinte planos para enseñarte que un personaje va a mear. Un film de espías que transcurre en un barco chino que cruza el
Pacífico y acaba en un hotel de Panamá. Todo es cartón piedra, todo es símbolo,
y por eso todo es eterno, vibrante y bello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario