jueves, noviembre 17, 2022

AIRE DE FAMILIA: A TRAVÉS DEL PACÍFICO (JOHN HUSTON, 1942)


Hay películas que desprenden un aire de familia, como esta de John Huston. Recuerda mucho a El halcón maltés, Casablanca o Cayo Largo. No podría ser de otra manera, si tenemos en cuenta que todas ellas tenían como protagonista a Humphrey Bogart; que tres estaban dirigidas por John Huston; que en dos coprotagonizaba Mary Astor; en las cuatro aparecía como secundario Sidney Greenstreet; en dos el personaje de Bogart se llama Rick y usa la misma gabardina (en Casablanca y ésta); que las tres incurren de una manera u otra en lo que generalmente se conoce como “cine negro” (aunque sólo El halcón maltés sería una muestra pura del mismo); que en tres la fotografía fue de Arthur Edeson, en dos la música la compuso Max Steiner, y en los cuatro casos produjo Warner Bros. Podría seguir, pero no pretendo ser exhaustivo. Podríamos tirar del hilo y seguir agregando filmes. Esta razón, el aire de familia, es lo que me lleva una y otra vez a buscar las películas de Bogey y de otros artífices de la Warner de aquellos años: James Cagney, Edward G. Robinson, George Raft, Ida Lupino, Paul Muni, con directores como Howard Hawks, Raoul Walsh, Michael Curtiz… En fin, sabes que llegas a territorio seguro, y el placer está garantizado a través del reconocimiento. Llegas a un universo amado, y a ese universo amado lo llamas hogar.
        Considerada una de las películas flojas de Huston, si bien no alcanza el nivel de sus obras maestras, sí se trata de un filme de espías muy bien armado, con una calidad estándar altísima, con el encanto de señora un poco estirada de Mary Astor y buenas réplicas en los diálogos, a veces muy ingeniosos. En esta Bogart hace de falso traidor a su patria, como en otra joya olvidada hizo de falso sacerdote (La mano izquierda de Dios). En fin, buen cine, conciso y sin grasa ni manteca, no como hoy, que hacen falta al menos un dron y veinte planos para enseñarte que un personaje va a mear. Un film de espías que transcurre en un barco chino que cruza el Pacífico y acaba en un hotel de Panamá. Todo es cartón piedra, todo es símbolo, y por eso todo es eterno, vibrante y bello.

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