“Cuando soy buena, soy muy buena; pero cuando soy mala, soy mucho mejor”. Esta maravillosa perla de autoconocimiento se debe a Mae West, la gran actriz del Hollywood Pre-Code junto con la rubia platino Jean Harlow, quien también podría haber firmado tal máxima con pincel de vellos púbicos. Pre-Code quiere decir antes de que empezara a ser obligatoria la aplicación del férreo código Hays creado por el apestoso William H. Hays, líder del Partido Republicano, quien ejercía una férrea censura sobre lo que se podía ver, o no, en las pantallas de Estados Unidos. En esta película contamos con la Harlow haciendo de pobre niña rica, insatisfecha en su escabeche, que se enamora y casa con un periodista de nota picante. Por supuesto, este ceniciento o Cinderella Man, dejémoslo en Cinderello, será víctima por haber entrado en una estirada clase social a la que ni pertenece ni podrá adaptarse. Los diálogos chispeantes e ingeniosos se deben a Robert Riskin, y la dirección de Capra, en esta ocasión más esmerada que genial, es capaz de sobreponerse a lo trillado y hasta obsoleto del argumento. Vibrantes y magnificas las escenas dentro de la redacción del periódico. La elegante belleza de Loretta Young se contrapone a la belleza ordinaria pero atrayente de la Harlow, una Afrodita pandemos del Hollywood clásico que, a mi entender, destacó más en el drama que en la comedia. Marilyn Monroe la consideró siempre su musa y modelo.
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