miércoles, septiembre 27, 2006

FICHAS TOUTAIN XXV: ALFONS FIGUERAS

Uno de los inmensos de la escuela Bruguera, un autor que recientemente ha vuelto a dar que hablar con la necesaria recuperación de parte de su material por Astiberri en Topolino, el último héroe. ¿Quién no recuerda con más que cariño a Topolino, o a Aspirino y Colodión? Recientemente se ha vuelto a recordar la maestría de Figueras: su surrealismo, sus herencias del cinematógrafo mudo, los rendidos homenajes al mundo de los monstruos de terror; él también fue el creador de Mr. Hyde, un entrañable y malvadísimo trasunto del personaje stevensoniano que se publicaba en las publicaciones de horror de Garbo Editorial y luego fue recuperado por un diario catalán. Artistas como Figueras hacen lamentar que el valioso legado artístico de Bruguera continúe secuestrado por esos perros de hortelano que son Ediciones B. La ficha de hoy la escribió Joan Navarro, el hombre que debería rescatar el legado Bruguera de la infamia en que permanece .


Clicar sobre las imágenes para ver a mayor tamaño. Estas fichas fueron publicadas en la tercera de forros de cada fascículo de la Historia de los Cómics (Toutain Editor, 1982) y no han vuelto a ser reeditadas desde entonces. El © de los textos e imágenes pertenece a sus respectivos autores. Estas fichas se publican aquí con intención exclusivamente divulgativa y educativa.

jueves, septiembre 21, 2006

SALT OF THE EARTH (1954)

Dirigida por Herbert J. Biberman en 1954, La sal de la tierra es una película mítica que hoy forma parte de la museística del film, pero permanece desterrada de los corazones. En su cocción se vieron implicadas personas como el mentado Biberman, el escritor Michael Wilson y el compositor Sol Kaplan, ilustres integrantes de los 10 de Hollywood cuyos nombres fueron proscritos durante la Caza de Brujas de Hollywood, acusados del pecado mortal de ser comunistas. Los defenestrados, conscientes de su desgracia pero también de su inocencia, pusieron manos a la obra para perpetrar, a posteriori, el crimen correspondiente a tal pena: rodaron La sal de la tierra, película de ideología comunista que versa sobre la explotación de los mineros mexico-americanos en Estados Unidos, y también sobre los posicionamientos feministas que las esposas adoptan para defender la causa de sus maridos. Es, como puede verse, una película que debería gustar a quienes cultivan estudios de género y estudios regionales que abordan la problemática fronteriza entre México y Estados Unidos. Película maldita, prohibida en 1954 en Estados Unidos y no estrenada en ese país hasta 1965, pronto cosechó importantes premios internacionales en Europa, premios que, ayer como hoy (Farenheit 9/11, de Moore), eran claramente políticos y castigaban la brutal ola de puritanismo que, como hoy mismo, recorría como un fantasma los Estados Unidos. El tiempo ha convertido La sal de la tierra, sensible película rodada en tono semidocumental, en un film de culto más citado que visto. Despojado del enorme valor sentimental que esta clase de películas guardan para cierta clase de personas (entre las que me incluyo), La sal de la tierra es un film cálido y de referencia obligada, pero también un título menor dentro de la filmografía mundial de los años 50, aunque hay que destacar que la precariedad de medios con que fue rodada y la presencia de actores no profesionales (el excelente Juan Chacón no necesitó pasar por el Actor´s Studio) la convierten en un claro antecedente de la cinematografía independiente a partir de los años 60.

La sal de la tierra (Salt of the Earth, 1954). Dirección Herbert J. Biberman. Guión de Herbert J. Biberman y Michael Wilson. Fotografía de Stanley Meredith y Jonas Stark. Música de Sol Kaplan. Intérpretes: Rosaura Revueltas, Will Geer, David Wolf, Mervin Williams, David Sarvis, Juan Chacón, et al. 94 minutos. Blanco y negro. (***, de 4).

martes, septiembre 19, 2006

LA DOLCE VITA (1960)

Me encanta Fellini, ya lo he dicho, pero lo repito "para los que llegaron tarde" (cantinela con que se abría cada episodio de The Phantom de Lee Falk). A pesar de todo, las otras noches volví a ver La dolce vita, y volví a sentir lo que sentí durante mis experiencias cineclúbicas de adolescencia: que a la película le sobran 35 o 40 minutos. No gran cosa para una experiencia que dura tres horas y de la cual se ha escrito algo que yo comparto: "Es un film épico sobre la trivialidad" (Kim Newman en 1001 Movies You Must See Before You Die). Por supuesto, si hay un minuto que no le sobra es cualquier minuto en que reina sobre la pantalla esa sagrada vaca del celuloide que fue Anita Ekberg y que se luce poniendo los dientes largos (y no sólo los dientes) a Marcello Mastroianni en la escena de la Fontana de Trevi, véase foto de arriba.

Marcello Mastroiani es Marcello, una paparazzi que vagabundea por Roma oliéndole la cola a toda famosa que pueda caer en sus brazos. Uno de los personajes del film, Paparazzo, fue quien bautizó con su apellido a esta clase de periodistas de la triviliadad que hoy en día siguen generando una inmensa cantidad de entretenimiento y millones de euros. Marcello vaga de fiesta en fiesta y en la vida loca consume los días que debería invertir en una novela seria. Se lo dice su amigo Steiner, un personaje de vida ordenada que esconde una trágica desolación por este páramo inhóspito que es la vida y que guarda resabios del vino agriado y realista de un fascismo fracasado y atroz. Pero no hay milagros para Marcello, trabajador infatigable para el ocio ajeno, que ni siquiera cuando se le aparece una madonna verdadera al final del film es capaz de reconocer el milagro de la oportunidad que se le brinda. Un film glorioso, sin duda, que con dos fiestas menos hubiera perdido 35 minutos de trivialidad y hubiera ganado, quizá, en contundencia y redondez. De cualquier manera da igual, es Fellini y por eso nos gusta. ¡Formidable! Les dejo un Tutubo de la película muy felliniano, que incluye clown y a la deliciosa Magali Noel (la Gradisca de Amarcord: una de las narices más sensuales del cine clásico italiano).



La dolce vita (1960). Dirección: Federico Fellini. Guión de Federico Fellini, et al. Fotografía de Otello Martelli. Música de Nino Rota. Montaje de Leo Catozzo. Más información, IMDB. (****, de 4)

jueves, septiembre 14, 2006

LOS PRISIONEROS, DE RUBEM FONSECA

Llevaba ya un tiempo detrás de alguna novela de Rubem Fonseca, de quien dicen que es, tras la muerte de Jorge Amado, el más importante narrador brasileño. Me interesaba por muchas razones, pero también me interesaba porque Fonseca es uno de los aclamados maestros de la novela violenta actual, ésa que en otro tiempo llamóse novela negra y hoy también, pero que ayer como hoy tiene autores que trascienden las etiquetas y se consagran como maestros de la literatura a palo seco, sin etiquetas genéricas.

Hallé en Gijón, durante la Semana Negra, un saldo de libros formidable entre los que se encontraba este Los prisioneros, su primera obra. Publicada en 1989, Los prisioneros es una recopilación de 11 cuentos donde comienza a perfilarse su mundo personal, pero es todavía demasiado deudor de numerosas influencias. El cuento Henri, muy meritorio y sutil, recrea los pensamientos de Landrú antes de cometer uno de sus crímenes y nos invita a pasearnos por los recovecos de su cerebro. Pero no cabe duda de que el mejor relato es el último y más extenso, El enemigo, una verdadera delicia que me ha recordado el mundo tierno y lírico, pero también terrible y fantástico, de mi tío Boris Vian. En El enemigo, su protagonista, quien vive prendado del recuerdo de una adolescencia mágica en que se rodeó de amigos fantásticos y excéntricos, intenta reencontrarles muchos años después y se lleva la amarga decepción de que, o bien nunca fueron así, o ellos, como suele ocurrir cuando determinadas personas alcanzan ciertas edades, han decidido clausurar todo atisbo de recuerdo de su pasado. Irónico, leve, ensoñador y magistral. Aquí les dejo un enlace sobre Fonseca, la evocación titulada Bebiendo con Dylan Thomas.

jueves, septiembre 07, 2006

LI´L ABNER: THE FRAZETTA YEARS II

Entre 1954 y 1961 el gran Frank Frazetta trabajó como "negro" de Al Capp en las dominicales de Li´l Abner, una de las obras maestras de la narrativa gráfica. Las tiras diarias de la serie y las dominicales, al contrario de lo que sucedía con otras series de la edad de oro de los cómics de prensa como Terry y los piratas, mantenían argumentos independientes. La excesiva carga de actividades que desarrollaba Capp (presentador de televisión, conferenciante de éxito entre otros menesteres) le impedía dedicarse a tiempo completo a este Li´l Abner, hijo que le dio la gloria. Por otra parte, en el cómic clásico era natural el uso recurrente de negros en la cocina de las series estrella de la prensa (Raymond para Tim Tyler´s Luck de Lyman Young, Jules Feiffer para The Spirit, de Will Eisner, et cetera). Yo no creo que Frazetta aportase nada especialmente relevante a la gran serie satírica de Capp, aunque Capp abocetaba y Frazetta finalizaba el trabajo. Ni siquiera las estupendas chicas que sabe dibujar Frazetta y que aparecen por doquier en Li´l Abner fueron innovación de Frazetta, pues el estilo visual de Capp se caracterizó siempre por la plasmación de bellezas neumáticas para solaz de nuestros ojos. La domical de Li´l Abner se caracterizaba por desarrollar mínimas historias que casi nunca van más allá de las seis páginas, por lo que debemos empezar a reivindicar una edición en condiciones de la tira diaria. El tomo dos de este Li´l Abner, The Frazetta Years, ya reposa entre otros queridos volúmenes de mi biblioteca. Chicas neumáticas, humor feroz, personajes extravagantes interrelacionados con este miserable Dogpatch donde habita la deliciosa Moonbeam McSwine, sin duda una especie de Santa Virgen de los Cerdos. Como siempre, una delicia pasearse por las páginas de esta estupenda edición de Dark Horse y recrearse con el arte de Frazetta/Capp y romperse un poco la cabeza con el inglés dialectal de Dogpatch, quizá el slang o caló más retorcido y complicado de toda la historia del cómic. Una obra maestra de la sistemática destrucción a martillazos del idioma inglés. Lil Abner: una obra maestra de la sistemática destrucción a martillazos de la sociedad del bienestar y lo políticamente correcto.

Al Capp, The Frazetta Years II: 1956-1957. Edited and Commentary by Denis Kitchen. Milwaukee, 2003. (****, de 4)

lunes, septiembre 04, 2006

DOMINGO DE MONSIEUR JEAN

Deliciosa tarde de domingo septembrino: lluvia pertinaz durante toda la noche y buena parte de la mañana. Día tequilero, para tumbarse en el sillón a ver pasar las nubes y escuchar el barritar de las ruteras que orientan sus cachas hacia colonias perdidas. Cero vida social, ninguna visita en el horizonte. Perfecto. Prohibido el tránsito humano hacia el redil de la bestia cansada. Una tarde perfecta para disfrutar Monsieur Jean, obra de culto en Francia debida a Berberian (dibujo) y Dupuy (guiones). Historias breves dibujadas en la deliciosa línea clara que nos daban a beber en las páginas de Cairo de nuestra adolescencia. Oh, el espectro del malogrado Yves Chaland planeando sobre nuestra nostalgia… Raymond, Segar, Yves Chaland… Genios maravillosos de la viñeta que se fueron demasiado pronto y dejaron un socavón doloroso en nuestra memoria… Porque Monsieur Jean es chalandiano a su manera, claro, con ese delicioso toque de pincel y ese color que parece que pinta nuestros recuerdos de los veintipocos años. Monsieur Jean es delicioso naturalismo francés, que es como decir español o italiano: retrato de una clase media alta e ilustrada (Jean es un celebrado novelista), muy europea, que vive una vida muy equilibrada en un país civilizado, van a museos, hablan de las mujeres y de la vida… En Monsieur Jean hay algo de moderno Antoine Doinel, y cautiva porque también hay algo de todos nosotros que reaviva nuestra nostalgia por unos años en fuga, continuando con la evocación de Truffaut. Comedia inteligente y exquisita, deliciosamente dibujada, Monsieur Jean es una lectura muy recomendable, y además tiene ese encanto de cobijo de chaparrones y nostalgia de croasanes y besos con sabor a cafeolés.

Berberian y Dupuy, Monsieur Jean: El señor Jean, el amor, la portera; Noches en vela. Norma editorial. Barcelona, 2000 y 2001. [Cimoc Extra Color, 174 y 201]. (****, de 4)