lunes, septiembre 17, 2007

LA LEYENDA DE AGUSTÍN GARCÍA DELGADO

Como ya sabéis, el viernes presentamos el nuevo libro de Agustín García Delgado. He aquí las cuartillas que escribí para el acontecimiento. Quienes no pudísteis asistir, ya sabéis, ahora sólo os toca comprar el libro. Merece la pena.

La leyenda de Agustín García

Después de más de una década desde su primer libro de poemas, publicado en 1994 con el título de Yo es sólo un hombre que se aleja, Agustín García vuelve a hacerle un favor a la poesía de nuestra frontera, y regresa a la primera división de los poetas vivos juarochos con Breve animación. Entre un libro y otro, Agustín García ha hecho muchas cosas, pero sobre todo ha escrito mucho, aunque de ese mucho trabajo literario hayamos visto poco, y esto ha sido así porque Agustín García, asegura la leyenda, pule bastante sus textos y posiblemente destruye la mayoría de lo que escribe. Sólo de vez en cuando la puerta del castillo se abre con un chirrido y del interior de la morada escapan algunos poemas de gran valía, porque dentro de ese castillo habitan palomas y no murciélagos.

Los datos oficiales dicen que Agustín García nació en 1958. Aquel fue el año en que se conmemoraba el centenario de la aparición de la Virgen de Lourdes, y para celebrarlo de manera provechosa, asegura la leyenda, la Virgen de Lourdes se puso de acuerdo con la Virgen de Guadalupe para que Agustín García naciera en un pueblito olvidado de la mano de Dios llamado Ciudad Jiménez. Esto no tiene nada de extraño, porque cosa es sabida que los grandes hombres muchas veces nacen en lugares insignificantes. Ejemplos de esto hay muchos, entre ellos Jesucristo o Pedro Almodóvar.

La leyenda asegura que Agustín García llegó de muy niño a Ciudad Juárez, y que en esta ciudad se convirtió en el patriarca de una dinastía tan prolífica como una dinastía de la Biblia. Sus muchos hijos y nietos, a los que sucederán bisnietos y tataranietos, algún día quizá conformen un nuevo estado de la Unión Americana que se llamará Agustinia. Al contrario que otras personas que sólo estudiaron para catedráticos de universidad, Agustín García sí que aprendió un verdadero oficio y fue carpintero y albañil durante muchos años. A Agustín García, de quien asegura la leyenda que construyó con sus propias manos la primera casa suya en la que vivió, le hubiese gustado, quizá, ser un poeta maldito o subversivo como lo fueron tantos poetas cuando eran jóvenes, pero no tuvo tiempo para ello porque debió empezar a trabajar desde muy joven, desgraciadamente para él y afortunadamente para su poesía y para nosotros, que somos quienes la podemos disfrutar. Un hombre que levanta su casa con sus propias manos es un hombre que, si nació con el talento poético con que nació Agustín, será un albañil y un carpintero de la poesía y no un improvisado.

Entre su primer libro y el segundo no sólo hay más de diez años de distancia, sino también mucha escritura y muchos estudios literarios de por medio. Licenciado en Literatura por la UACJ, donde ahora estudia la maestría en Cultura e Investigación Literaria, Agustín García ya era poeta cuando inició sus estudios universitarios y es la viva prueba de que el poeta nace, pero también se hace, por lo general no gracias a sus maestros universitarios, sino casi siempre a pesar de ellos. Albañil y carpintero de las palabras y sobre todo de la ideas (pues Agustín no sólo es un carpintero de la forma, sino un albañil de las ideas, o viceversa) su poesía es cualquier cosa menos una vacua exhibición de lugares comunes, sino un ejercicio de fisioculturismo poético donde con los años ha eliminado toda grasa y ha conseguido desarrollar una musculatura poética consistente.

Breve animación, el libro que presentamos aquí esta noche, es una pequeña joya. Se trata, en realidad, de una segunda edición, pues la primera data de 2005 y está tan agotada como la paciencia de un santo en Irak. Los dos libros que hasta la fecha ha publicado Agustín García se abren con lo que parece ser una declaración de intenciones. En Yo es sólo un hombre que se aleja, nos advertía desde el poema titulado Quema este libro:

Apaga
Calla
No estés
me basta la neurosis de tu silla
No te muevas:
cada letra está de ti maldita

Y en este segundo, en términos menos melodramáticos pero sí más filosóficos, nos advierte desde el título de su primer poema: Hay, en todo hombre que se precie, una historia de chinches. Y es que no es casual el título de Breve animación para esta obra de poemas pulidos como sólo puede pulirlos un carpintero de la lengua, pues por ella veremos desfilar toda clase de bichos e insectos que en principio deberían ser antipoéticos, pero que en la pluma de Agustín García cobran una vida inusitadamente grácil y hasta simbólica, pues en ella vemos por asociación las vicisitudes del ser humano: chinches, grillos, lombrices, ratones… En uno de mis poemas favoritos, Breves criaturas, Agustín consigue emparentar la supuesta grandeza del hombre con la supuesta insignificancia del insecto por medio de las ideas del Amor y del Hogar, nociones ligadas a la felicidad humana y al sentido de la vida, que no siempre pueden ser conseguidas o disfrutadas de manera absoluta. En este poema, la grandeza del hombre y su supuesta superioridad sobre las demás criaturas queda anulada al no hallarse el hombre, casi nunca, a la altura de sus propios sueños:

Sé que mi casa no es mía,
pero los grillos medran y pasean
para dar con la migaja, el refugio y el muro
donde mi rostro indagan,
monstruoso en deífico silencio.
Sé que mi casa no es mía
ni del agua que flota en brisa mínima;
yo floto y me cuelo también
de ventana a ventana
en la ruta de la mosca, y río
de no tener al mundo, mas gozarlo.
Tampoco soy dueño del amor en cuatro paredes
y aún así me aman (como a ellas yo)
las cucarachas que anidan bajo el bóiler
y más abajo, en agua tibia,
nutricia, del desagüe.

Sé que mi casa ni el amor son míos:
No importa.

La leyenda de Agustín García asegura que es un hombre llano y accesible, con esa llaneza propia de los mejores, que no hay que confundir con simpleza. Para la mayoría no sólo es Agustín García, sino el Agustín, y más todavía, como si sobrasen todas las sílabas, es El Tin. Si en lo formal, su poesía tiene mucho de palabra labrada y concreción de ideas, en lo conceptual tiene mucho de humor, de tintineo de ideas, de ironía juguetona y de erotismo fatalista. Si otros son poetas del amor y del desamor, Agustín es poeta del amoroso desamor. El amoroso desamor es una forma peculiar y muy tinesca de contemplar el mundo erótico sin glorificaciones ni amarguras, como un dulce juego que practican los animalitos de Dios que todos somos y que Agustín contempla desde la complicidad y la comprensión, pero también desde el desapasionamiento. Esto le lleva a ser, de nuevo, un poeta de insectos de corazones de espuma, como afirma en su poema Showgirl donde la teibolera de turno pasa de perversa provocadora de un mundo de sueños a virgen de una religión sustentada en la inacción, la fantasía y el dólar:

Bailarina,
esta ciudad está podrida siempre
y aún en los cálidos lechos duerme gente blanda,
corazones de espuma.
Tu piel, en cambio, es visión aérea de ciudad:
dulce superficie toda luz
y abajo el dolor todo.
La ciudad se pudre, bailarina,
desde siempre, hasta las cloacas,
pero en ti el amor brota cada noche
por encima de nuestros ojos desvelados,
encima de los ebrios, el sopor y el humo;
bailas; la música te incendia en ritmo
frenético de ondulaciones; así
te vas dejando amar en la mansión del sueño;
entonces la ciudad se pudre más
para dejarte sola y pura,
redimiendo, con tu baile, la hiel de nuestras bocas.

Agustín García nos hace este regalo de su nuevo libro y no podemos dejar de leerlo con fruición. Les recomiendo que lo paladeen en compañía de una buena botella de su alcohol favorito, pues Agustín también es, más que muchos, un dulce y desencantado Anacreonte de esta frontera. Su poesía tiene el vigor de un carpintero experto, pero también es un virtuoso creador de imágenes de una plasticidad singular que cobran gran fuerza al llegar a la pantalla blanca de nuestra imaginación. La poesía de Agustín García podría sobrevivir la traducción a las lenguas menos latinas y más extravagantes del planeta, y no por ello dejaría de ser una lectura disfrutable por todo aquel que haya nacido con el don para reconocer a un excelente poeta cuando lo lee. Y es que, en poesía, una imagen de pocas palabras vale más que mil palabras. Gracias, Agustín, por seguir escribiendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El texto que redacté para la presentación del libro Breve animación, última obra del poeta juarense Agustín García.

El Declamador Sin Maestro dijo...

Me da vergüenza comentar sobre algo referente a Agustín, ya que lo que él conoce de mí no es precisamente mi lado amable ni más noble. Trataré de ser escueto y sencillo, haciéndolo en una sola palabra: Ejemplar!