
Por el otoño adentro el humo vuela (del libro Signos del zodíaco).
Por el otoño adentro el humo vuela
llevándose el aroma del verano.
Quedan los frutos de su amor lejano
en una luz que la nostalgia vela.
Húyese el tiempo y al dejarnos hiela
su no estar tan extraño, tan humano.
Se nos cae la penumbra de la mano,
gruñe el silencio como un perro en vela.
Y la joven de octubre va y se esfuma
por entre los resquicios del empeño
que quisiera salvarla con sus rosas.
Todo el campo se oculta en esta bruma
que no sabemos si es memoria o sueño
y no hay sino el perfume de las cosas.
Por el otoño adentro el humo vuela
llevándose el aroma del verano.
Quedan los frutos de su amor lejano
en una luz que la nostalgia vela.
Húyese el tiempo y al dejarnos hiela
su no estar tan extraño, tan humano.
Se nos cae la penumbra de la mano,
gruñe el silencio como un perro en vela.
Y la joven de octubre va y se esfuma
por entre los resquicios del empeño
que quisiera salvarla con sus rosas.
Todo el campo se oculta en esta bruma
que no sabemos si es memoria o sueño
y no hay sino el perfume de las cosas.
2 comentarios:
en las primeras dos líneas del poema descubro una crueldad, mas que una melancolía. y vaya castigo que es perder las albercas, las bañistas, las faldas cortas en las avenidas, las terrazas de los bares, etc.
y fíjate, parece que mi google-fu anda fuerte el día de hoy, ya que con unos cuantos click encontré que el autor de la pintura es John Atkinson Grimshaw
/saludos
Muchas gracias por el enlace, Llorch. Y sí, lo de perder las faldas cortas en las avenidas es un castigo de Perséfone.
Un saludote.
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