Joan Navarro cuelga en su blog algunas postales de Suehiro Maruo. He encontrado otras más perturbadoras, aquí. Como siempre, son las páginas no oficiales las que hacen mayor favor al artista de turno.
Posiblemente sea Suehiro Maruo mi mangaka favorito. Es un artista complejo e inquietante cuyas historias transcurren en el interior de un universo atormentado y retorcido. No en vano se trata de uno de los maestros del terror contemporáneo. Maruo es el heraldo de los malos sueños, como él mismo asegura. En Japón, tradicionalmente, el terror adquiere resonancias de poesía macabra y erótica de enorme fuerza; nace de lo cotidiano y lo ultratumbal, mezclados con un erotismo perturbador, a menudo sangriento y enfermizo. Trasciende el arte onírico de David Lynch, va mucho más allá de lo meramente plástico (manierista) y sus visiones de pesadilla remiten directamente a las logradas por Luis Buñuel en sus mejores momentos. No es nada fácil encontrar grandes artistas oníricos. Para conseguir arte con el elemento plástico de los sueños es necesario trascender la simple escenografía y concatenación de elementos extraños o absurdos. El arte onírico verdaderamente perturbador nos estremece porque se esconde entre los miedos más íntimos, se instala en el intersticio que existe entre el grito con que acaba la pesadilla y el instante de abrir los ojos. Influencias de Maruo son la ilustración japonesa clásica, Luis Buñuel o películas como Freaks, de Todd Browning.
Maruo me estremece realmente, y tengo, creo, todos sus cómics editados en España. Ningún artista me da miedo, salvo él. Quizá porque juntar terror y belleza es tan difícil, que su arte verdadero consiste en asustarnos y seducirnos al mismo tiempo. La belleza de Maruo es la belleza de un cuchillo afilado cuya punta se pasea lenta y sensualmente por nuestra espalda; nos gusta, pero no sabemos quién maneja el cuchillo; sentimos un placecentero cosquilleo que nos estremece, pero no nos atrevemos a mirar atrás: nos horrorizaría comprender que vamos a morir en unos instantes.
En Suehiro Maruo placer y miedo se dan la mano como en ningún otro artista plástico del cómic de nuestros días. Por favor, díganme si miento.
Maruo me estremece realmente, y tengo, creo, todos sus cómics editados en España. Ningún artista me da miedo, salvo él. Quizá porque juntar terror y belleza es tan difícil, que su arte verdadero consiste en asustarnos y seducirnos al mismo tiempo. La belleza de Maruo es la belleza de un cuchillo afilado cuya punta se pasea lenta y sensualmente por nuestra espalda; nos gusta, pero no sabemos quién maneja el cuchillo; sentimos un placecentero cosquilleo que nos estremece, pero no nos atrevemos a mirar atrás: nos horrorizaría comprender que vamos a morir en unos instantes.
En Suehiro Maruo placer y miedo se dan la mano como en ningún otro artista plástico del cómic de nuestros días. Por favor, díganme si miento.
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