domingo, septiembre 06, 2009

TEBEOTECA (VI): LA NAVE DEL TIEMPO, DE AMBRÓS Y VIDAL SALES

Pocos dibujantes del tebeo ibérico han sido capaces de generar tanto amor y tanta admiración como don Miguel Ambrosio Zaragoza, conocido en el mundillo simplemente como Ambrós. Su apellido real, Ambrosio, en griego clásico quiere decir Maravilloso. Desde sus lejanos y trastabillantes comienzos en el tebeo, Ambrós supo ponerse a la altura de su apellido. Si bien no
fue el más grande dibujante del tebeo español (quizá nadie merezca ese título, por tendencioso), sí fue uno de los más amados de la historia.

Erich von Daniken también leyó La nave del tiempo

La nave del tiempo fue la primera obra que Ambrós dibujó tras llegar a la Editorial Bruguera y fue guionizada por un factótum de la compañía: José Antonio Vidal Sales. La acción comienza en Winnipeg durante la Nochevieja de 195…y pico. El famoso científico español Oscar Villar, posiblemente exiliado durante el franquismo, acaba de inventar una nave que permite remontar el tiempo hasta el pasado y que han construido otros compatriotas (más exiliados murcianos y gallegos). Nuestros protagonistas son el piloto César (también español), su sobrino Max, y Coral Villar, hija del profesor, que es profesora de Historia. Su proverbial torpeza femenina causará muchos enredos durante las peripecias temporales. Todos viajan con mucho escándalo en el tiempo sin preocuparse de interferir o no en las vicisitudes de nuestro pasado, contraviniendo la famosa regla de urbanidad de los viajes en el tiempo: no meterás las narices donde no te llaman las notas a pie de página.

Darwinismo en la prehistoria ambrosiana

Viajan por el tiempo hasta Sudán en el siglo XVI (#1), a la época de conquista de Perú por los españoles (2), participan en la Guerra entre Francia y Inglaterra por Canadá (3), se entretienen
en la Rusia de Pedro el Grande (4), conocen a Robin Hood (5), turistean por la prehistoria (6), combaten contra Francis Drake en las costas de Chile (7, con la franquista visión de conquistadores contra crueles salvajes); también en 1874 conocen al famoso explorador de áfrica Henry Stanley (8), a Gengis Khan en su jugo (9) y por fin recalan en la Roma de Sulla, quien imita al cruel Nerón en promover la merienda de cristianos en el Circo. Fue el número 10 y último. Curiosamente, este inexistente Sulla también aparecería en los primeros cuadernos del Jabato, y uno piensa que se trataba del emperador romano de utilería contratado ad infinitum por Editorial Bruguera y a quien no hay que confundir con Sulla (transliterado al español: Sila) el dictador romano del ocaso de la época republicana. Este último tebeo nos deja con el buen sabor de boca de imaginar un Jabato dibujado por Ambrós (sin afán de demeritar al gran Darnís, que en El Jabato desarrolló un trabajo variable, pero siempre excelente).

Violencia en los tebeos antes de la ley Fraga

La nave del tiempo se presentó como suplemento de Pulgarcito en un extraño formato alargado que quizá intentaba aprovechar retales de papel. Cada tebeo parece como tiras diarias invertidas, con las viñetas presentadas en cascada. Completaban cada cuaderno dos páginas de lecciones de historia compartidas entre Ambrós (formidable la del Perú y sus fanáticos adoradores) y después por Rafael Cortella, artista eficientísimo al servicio de la didáctica en el tebeo industrial de los 50. Los guiones de Vidal Sales, sin demasiado relieve en el tratamiento de personajes, basan su mayor encanto en poner al servicio de un dibujante superdotado el turismo histórico con algunos de sus ambientes y personajes más emblemáticos entre la chiquillería. No tardaría Ambrós en reencontrarse con Genghis Khan o Ricardo Corazón de León en El Capitán Trueno, personaje a quien los protagonistas de La nave del Tiempo no pudieron visitar porque todavía no nacía de la juvenil y fértil imaginación de Víctor Mora.

Mala puntería, coquetería y caballerosidad

El mayor mérito de esta serie fue permitir que Ambrós se fogueara para el Capi, ya que en esta pequeña colección, bajo los planos guiones de Vidal, exploró en cierta medida los mundos que luego desarrollaría con maestría para la serie de Mora, sobre todo porque, merced al globo del mago Morgano, podrían visitar pueblos precolombinos, indios norteamericanos, combatir contra Gengis Khan o enfrentarse a monstruos prehistóricos en rincones ignotos del planeta. Quizá los mejores números, donde los dibujos de Ambrós parecen tener más garra o el artista pareció disfrutar más, sean los que transcurren en la prehistoria y en Roma. O quizá sólo fueron los que más me gustaron.


El Imperio Romano de Ambrós

1 comentario:

corsariosinrostro dijo...

Soy asiduo de esta tebeoteca.¡Fantásticos artículos los expuestos hasta ahora!Le enlazo con mucho gusto en mi blog. Saludos.