lunes, septiembre 28, 2009

SOLIDARIDAD CON GUSTAVO DE LA ROSA

Leobardo Alvarado, de Pacto por la Cultura, me manda este manifiesto de solidaridad que reproduzco completo. Ni qué decir tiene que me solidarizo con Gustavo de la Rosa, a quien conozco desde hace muchos años, y con su familia, a la que me unen lazos de amistad y cariño. Sigue la mata dando, la mata del terror, la metralleta y la muerte.

Acción Urgente por Gustavo de la Rosa Hickerson

En días pasados la situación del licenciado Gustavo de la Rosa Hickerson, visitador en Ciudad Juárez de la Comisión Estatal de Derechos Humanos alcanzó su punto más crítico. En su calidad de visitador, el licenciado de la Rosa ha documentado múltiples casos de presuntas violaciones a los derechos humanos de parte de las fuerzas que integran el Operativo Conjunto Chihuahua, en particular del Ejército Mexicano.

El licenciado de la Rosa ha sido citado frecuentemente en medios locales, nacionales y extranjeros en relación a tales casos, convirtiéndose así en la principal voz crítica de la estrategia militar implementada por el gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa para combatir el tráfico de drogas. Ello ha colocado a su persona y su familia en una situación de extrema vulnerabilidad; el derechohumanista ha recibido en múltiples ocasiones amenazas de muerte, la agresión directa de parte de elementos del Ejército contra su escolta personal, persecuciones y hostigamiento.

La situación llegó a su punto más álgido el 21 de septiembre cuando, a pesar del inminente peligro contra su integridad física y ante la reiterada petición de garantías de protección, el licenciado De la Rosa fue prácticamente despedido al removerlo de la investigación de las denuncias por violación a los derechos humanos en contra de elementos militares y al negarle la protección para su persona y familia que la gravedad de su caso ameritaba, lo que lo forzó a exiliarse temporalmente en los Estados Unidos.

Dado lo anterior los abajo firmantes, las organizaciones y personas, manifestamos nuestra solidaridad con el Lic. De la Rosa y exigimos:

•Se tomen y se garanticen medidas cautelares por parte del Estado Mexicano que protejan la integridad física del Lic. Gustavo de la Rosa Hickerson, su familia y colaboradores de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Ciudad Juárez.

•Se reasigne al Lic. De la Rosa a la investigación y seguimiento de los casos de presuntas violaciones de los derechos humanos cometidas por parte del Ejército Mexicano.

•Se garanticen los derechos humanos y las garantías constitucionales para los habitantes de Ciudad Juárez y el Estado de Chihuahua.

lunes, septiembre 07, 2009

EXTINCIÓN Y JUSTICIA POÉTICA


No soy devoto del crítico de cine Carlos Boyero. A pesar de todo, ayer me conmovió con un artículo con el que comulgo al cien por cien: Los cines, esos viejos refugios en vías de extinción. Pues sí, yo también fui adolescente que se refugiaba tardes y noches completas en cines de sesión continua (que hoy ya no existen). Cuando entraba a las cinco de la tarde a ver Cantando bajo la lluvia (Kelly/Donen, 1952) o Retorno al pasado (Jacques Tourneur, 1947), me la chutaba varias veces y salía alrededor de medianoche. Qué de recuerdos tengo de funciones de cine en horarios extravagantes en cines con marquesina, acomodadores y telón como en los teatros. Los domingos por la mañana en el cine Coy de Murcia, viendo pelis de Santo el enmascarado de plata, gazpacho-westerns de serie Z y péplums italo-andaluces... Un Viernes Santo viendo Amarcord a las once de la mañana en el extinto Gran Vía... A las dos de la madrugada en el Rex asistiendo a un maratón de cine español que concluyó al amanecer, viendo entre otras Angustia (Bigas Luna, 1987), donde un psicópata asesinaba a los espectadores de un cine que veían una película de psicópatas en un cine llamado... Rex. Juro que el bucle entre realidad y ficción es cierto. En fin... que Boyero tiene razón, que esos cines y esos tiempos ya no volverán. Antes el cine era un lujo barato, ahora es una mierdecilla muy cara donde, además, hay que aguantar a los compañeros de sala.

Comprenderán que hace un par de años, una vez, fui al cine por última vez y ya no volví jamás. Ni volveré. Menos ahora que tengo en casa una hermosa pared sobre la que proyectar mis películas en una sala acondicionada para ello. Con mi proyector. Y en mi cine particular puedo tomarme mis tequilas y acompañar con mis whiskies los whiskies que bebe Dean Martin en la pantalla. Y puedo fumar mientras fuma Bogart, y expulsar el humo mientras lo expulsa Rita Hayworth y jugar con su pelo. Y volver a soñar y ser adolescente de nuevo. Cuánta razón tuvo aquel que dijo que el infierno son los otros. Y el paraíso, ya saben, donde cada quien quiere colgar su sombrero.

domingo, septiembre 06, 2009

TEBEOTECA (VI): LA NAVE DEL TIEMPO, DE AMBRÓS Y VIDAL SALES

Pocos dibujantes del tebeo ibérico han sido capaces de generar tanto amor y tanta admiración como don Miguel Ambrosio Zaragoza, conocido en el mundillo simplemente como Ambrós. Su apellido real, Ambrosio, en griego clásico quiere decir Maravilloso. Desde sus lejanos y trastabillantes comienzos en el tebeo, Ambrós supo ponerse a la altura de su apellido. Si bien no
fue el más grande dibujante del tebeo español (quizá nadie merezca ese título, por tendencioso), sí fue uno de los más amados de la historia.

Erich von Daniken también leyó La nave del tiempo

La nave del tiempo fue la primera obra que Ambrós dibujó tras llegar a la Editorial Bruguera y fue guionizada por un factótum de la compañía: José Antonio Vidal Sales. La acción comienza en Winnipeg durante la Nochevieja de 195…y pico. El famoso científico español Oscar Villar, posiblemente exiliado durante el franquismo, acaba de inventar una nave que permite remontar el tiempo hasta el pasado y que han construido otros compatriotas (más exiliados murcianos y gallegos). Nuestros protagonistas son el piloto César (también español), su sobrino Max, y Coral Villar, hija del profesor, que es profesora de Historia. Su proverbial torpeza femenina causará muchos enredos durante las peripecias temporales. Todos viajan con mucho escándalo en el tiempo sin preocuparse de interferir o no en las vicisitudes de nuestro pasado, contraviniendo la famosa regla de urbanidad de los viajes en el tiempo: no meterás las narices donde no te llaman las notas a pie de página.

Darwinismo en la prehistoria ambrosiana

Viajan por el tiempo hasta Sudán en el siglo XVI (#1), a la época de conquista de Perú por los españoles (2), participan en la Guerra entre Francia y Inglaterra por Canadá (3), se entretienen
en la Rusia de Pedro el Grande (4), conocen a Robin Hood (5), turistean por la prehistoria (6), combaten contra Francis Drake en las costas de Chile (7, con la franquista visión de conquistadores contra crueles salvajes); también en 1874 conocen al famoso explorador de áfrica Henry Stanley (8), a Gengis Khan en su jugo (9) y por fin recalan en la Roma de Sulla, quien imita al cruel Nerón en promover la merienda de cristianos en el Circo. Fue el número 10 y último. Curiosamente, este inexistente Sulla también aparecería en los primeros cuadernos del Jabato, y uno piensa que se trataba del emperador romano de utilería contratado ad infinitum por Editorial Bruguera y a quien no hay que confundir con Sulla (transliterado al español: Sila) el dictador romano del ocaso de la época republicana. Este último tebeo nos deja con el buen sabor de boca de imaginar un Jabato dibujado por Ambrós (sin afán de demeritar al gran Darnís, que en El Jabato desarrolló un trabajo variable, pero siempre excelente).

Violencia en los tebeos antes de la ley Fraga

La nave del tiempo se presentó como suplemento de Pulgarcito en un extraño formato alargado que quizá intentaba aprovechar retales de papel. Cada tebeo parece como tiras diarias invertidas, con las viñetas presentadas en cascada. Completaban cada cuaderno dos páginas de lecciones de historia compartidas entre Ambrós (formidable la del Perú y sus fanáticos adoradores) y después por Rafael Cortella, artista eficientísimo al servicio de la didáctica en el tebeo industrial de los 50. Los guiones de Vidal Sales, sin demasiado relieve en el tratamiento de personajes, basan su mayor encanto en poner al servicio de un dibujante superdotado el turismo histórico con algunos de sus ambientes y personajes más emblemáticos entre la chiquillería. No tardaría Ambrós en reencontrarse con Genghis Khan o Ricardo Corazón de León en El Capitán Trueno, personaje a quien los protagonistas de La nave del Tiempo no pudieron visitar porque todavía no nacía de la juvenil y fértil imaginación de Víctor Mora.

Mala puntería, coquetería y caballerosidad

El mayor mérito de esta serie fue permitir que Ambrós se fogueara para el Capi, ya que en esta pequeña colección, bajo los planos guiones de Vidal, exploró en cierta medida los mundos que luego desarrollaría con maestría para la serie de Mora, sobre todo porque, merced al globo del mago Morgano, podrían visitar pueblos precolombinos, indios norteamericanos, combatir contra Gengis Khan o enfrentarse a monstruos prehistóricos en rincones ignotos del planeta. Quizá los mejores números, donde los dibujos de Ambrós parecen tener más garra o el artista pareció disfrutar más, sean los que transcurren en la prehistoria y en Roma. O quizá sólo fueron los que más me gustaron.


El Imperio Romano de Ambrós

jueves, septiembre 03, 2009

EL PRISIONERO (1967)


Cuando lo primero que uno descubre en la pantalla es a un individuo como éste conduciendo un auto como ése, no podemos dejar de pensar que nos enfrentamos a una serie de televisión en la que todo puede ser creíble. Llevo oyendo hablar de la serie El prisionero desde antes de nacer. Se emitió y a continuación canceló en 1967, después de 17 episodios que han quedado para la posteridad como una de las fantasías orwellianas más interesantes de la historia de la televisión.


Catalogada como obra de ciencia ficción, El Prisionero es una especie de Alicia en el país de las maravillas en versión Guerra Fría Pop. Su protagonista es el innominado Número 6 (Patrick McGoohan), un agente del Servicio Secreto británico que, por razones supuestamente éticas y morales nunca reveladas, renuncia a su cargo. Como en toda sociedad totalitarista, ni siquiera la renuncia al cargo puede ser voluntaria. Es por esta razón que el Número 6 es drogado y conducido a un misterioso lugar conocido por todos como La Villa, una bella localidad donde, a pesar de las comodidades de la vida moderna, el número 6 no es más que un prisionero como todos los demás habitantes de la misma. La diferencia entre él y los demás cautivos estriba en que El Prisionero, como indica el título de la serie, quiere escapar del lugar a toda costa.

Para impedirlo estará su eterno antagonista: el Número Dos, un siniestro o bufo personaje siempre cambiante (salvo por la recurrencia a Leo McKern, que interpretó en tres episodios al número Dos) cuya misión es obtener respuestas: ¿Por qué renunció al Servicio Secreto? ¿Acaso quería integrar las filas del Enemigo? Pero el Número Seis también tiene preguntas que hacer: ¿de qué lado están realmente quienes le mantienen cautivo?

Surrealista, irónica, fantástica, rabiosamente pop y muy entretenida, El Prisionero se mantiene como un clásico no sólo por la calidad con que está rodada e interpretada, sino porque, tras más de cuatro décadas de vida, sobre ella se han posado toda una serie de valores simbólicos que la caracterizan como perfecta hija de su tiempo: los felices y psicodélicos años 60, aquella última edad dorada de la imaginación humana en que parecía posible cambiar el mundo para construir un reino mejor para la especie humana. Se lo pasaron muy bien en el intento y éste fue el estercolero que nos dejaron.

Al contrario que los demás prisioneros que le rodean, el Número Seis no quiere ser feliz habitando ese mundo feliz que en que vive enclaustrado. Tiene casa propia y todas las comodidades (no en vano los altos cargos de la Villa le tratan con cierta pleitesía, lo que indica su alto cargo durante el tiempo que estuvo en el Servicio Secreto). El número Seis podría tener cargos en la Villa, mujeres y felicidad, pero se niega sistemáticamente a todo ello, lo que en el fondo le convierte en un sociópata resentido cuya idea de la libertad (y esta me parece la mejor idea de la serie) implica el hecho mismo de no ser feliz, o de ser feliz donde le dé la gana serlo sin tener que mostrarse simpático ante nadie ni colaboracionista en una sociedad integrada por completos imbéciles.


La Villa es una parodia de las sociedades totalitaristas donde ideas como democracia, responsabilidad ciudadana o libertad se hallan tan tergiversadas y retorcidas que, a fuerza de ser manipuladas y usadas con fines perversos, han acabado por perder todo su sentido. Desde este punto de vista, el único cuerdo y amargado es el número Seis, que rumia su odio contra la Villa y sus habitantes mientras éstos, completamente idiotizados o simplemente
resignados ante su destino, son felices creyendo vivir una vida plena de libertades y confort. La gran reivindicación del Número Seis es la de reivindicar la rebeldía como principio máximo y motor de la vida, la rebeldía ante todo, la rebeldía porque sí, la rebeldía como naturaleza. En el cuento del escorpión y la rana, el número Seis sería sin duda el Escorpión.



El final circense de la serie, tras unos episodios un poco flipados donde nadie parecía tener muy clara la dirección del programa y la linealidad daba tumbos decantándose por realidades paralelas y ejercicios camaleónicos sobre la realidad, no vino a cerrar una línea argumental definida sobre la prisión de los seres humanos en las sociedades contemporáneas. Inmersos ya todos en la colorida fantasía que supone ver hoy El Prisionero, tras haber recurrido a todos los viajes que este malencarado Alicio ha protagonizado a través del espejo que le lleva y le trae del terrorífico País de las Maravillas, El Prisionero finaliza con un giro sobre sí misma en un final abierto que no nos garantiza que, en definitiva, todo no haya sido más que un sueño soñado por el Número Seis durante media hora de sueño. Ni que haya sido todo lo contrario. La cadena AMCTV prepara para dentro de muy poco un remake de esta serie en seis episodios. McGoohan no quiso saber nada del proyecto antes de su fallecimiento. No tendrá, sin duda alguna, aquel encanto rabiosamente pop que hace del Prisionero hoy una serie emblemática de un tiempo pasado.



martes, septiembre 01, 2009

ENTREVISTA CON PHOEBE GLOECKNER

Palabras de arena, el blog de unas heroínas del desierto de quienes ya hablé en otra ocasión, acaba de colgar la segunda y última parte de una entrevista con Phoebe Gloeckner, quien anduvo recientemente por estas enchiladas tierras para acompañar a nuestras amigas. Para leer la entrevista completa, clicar en los siguientes enlaces: