También mi abuela Anita tenía esta manía antigua de que el papel viejo, el papel del libro o del tebeo usado, era esencial nutriente de microbios y otras alimañas dispuestas a que te durmieras para saltar sobre ti y devorarte. Nunca olvidaré, cuando yo tenía seis años, cuánto me recriminó haber comprado el número 1 del Príncipe Valiente de la editorial Buru Lan en una tienducha de segunda mano. Es verdad que aquel sucísimo ejemplar se caía a trozos de haber pasado por tantas manos. Aquel fascículo me tuvo aterrorizado durante un buen tiempo, pues creía haberme infectado para siempre de un mal irremediable. Ni siquiera las hermosas ilustraciones de Foster podían servirme de consuelo. Al final debí deshacerme de él por aquel terror que de mí se había apoderado. No volví a leer el Príncipe Valiente hasta los veinte años de edad, cuando Ediciones B sacó aquella edición que consistió en mi alegría quincenal de los años universitarios. Cuánto disfruté poder comprar aquella colección y leer esa magna obra por vez primera.
lunes, noviembre 28, 2011
miércoles, noviembre 23, 2011
TEBEOTECA X: EL TENIENTE NEGRO
Editorial Glénat se desvive siempre por darnos gratas sorpresas a los gafapastas. Su ya larga tradición de rescate de clásicos del tebeo español es de quitarse el peluquín y el sombrero. Recientemente ha estrenado la colección Vintage, con Juan Furia, y en realidad se había estrenado poco antes con un integral que recopilaba todas las entregas de una serie ciertamente curiosa, El Teniente Negro. Ecos de John Ford y de tomahawk.
El Teniente Negro nos contaba las aventuras de Richard Blake, uno de aquellos "pies tiernos" del viejo Oeste que, a pesar de sus aparentes modales de mojigato y su naturaleza cobarde, esconde en el fondo una personalidad bronca y singular que le lleva a adoptar la doble personalidad del Teniente Negro, un soldado yanqui de raza negra que lucha contra el Sur en los tiempos de la Guerra Civil de Estados Unidos. Blake es, siguiendo el modelo de El Zorro y de El Coyote (que había triunfado durante décadas en España y otros rincones del mundo) un artista del transformismo de personalidad que lucha por causas nobles. Pronto se le unirán en sus andanzas el joven Ricky y el sudista renegado Ursus hasta completar un trío a lo Capitán Trueno (Ursus incluso luce camiseta a rayas como Goliath).
El Teniente Negro debió de pasar con más pena que gloria durante su primera edición en 1962 por Editorial Bruguera. Aseguran las crónicas que aquellos fueron los años aciagos del fin del cuaderno de aventuras español, aquel que durante décadas había traido pan y tomate a los más jóvenes de la casa. Los guiones empezaron firmados por Silver Kane, un nombre que imagino habrá tenido mucho peso a la hora de reeditar en volumen el ciclo completo de El Teniente Negro. Silver Kane, seudónimo de Francisco González Ledesma fue uno de los tigres de la Malasia brugueril, y hoy día uno de sus pocos supervivientes. Como es sabido, González Ledesma se dedicó, bajo el seudónimo Silver Kane, a producir ingentes cantidades de novelas del Oeste, de terror y de espionaje, pero sobre todo, destacó como escritor de westerns vibrantes y dinámicos, concisos y un poco cínicos, en los que con el paso de los años fue aflorando una socarronería y un sentido del humor muy de agradecer. Silver Kane ha sido hoy objeto de reivindicación desde muchos frentes, sobre todo porque desde el fin del franquismo pudo explotar su vena literaria de “autor serio” de novela negra y hoy es un novelista reivindicado entre los más grandes del medio ibero tanto en España como en Francia (de donde, por cierto, vino su reivindicación). Pero en los tiempos en que Ledesma no tenía derecho a ser Ledesma (estaba en varias listas negras del franquismo) y sólo era Silver Kane, autor de bolsilibros a destajo y brillante argumentista, hizo felices a millones de españoles con las tramas de sus novelas de a duro, donde se posicionó en su género como el más popular y llamativo después de Estefanía. Quienes leímos las novelas de aquel Silver Kane le debemos todavía muchos grandes ratos de emoción y entretenimiento.
Coqueteó Ledesma/Kane con la escritura de tebeos. No por gusto, imagino, sino por imposiciones editoriales. Kane era sobrino del legendario Rafael González Ledesma, braccio di ferro de las oficinas Bruguera y recientemente aupado a la mitología popular gracias al simpático film El gran Vázquez (Óscar Aibar, 2010) y el imprescindible tebeo El invierno del dibujante, de Paco Roca. Hombre de claroscuros ideológicos más que notables, Ledesma fue el creador de El Inspector Dan y guionista de muchos de sus episodios. Años después, también don Silver Ledesma asumiría el oficio escritural de los siniestros casos de este personaje londinense. Sus guiones para el publico infantil que leía esta serie son ingenuos, y no tan chispeantes como los de Víctor Mora (a quien consciente o inconscientemente se imita, incluso en las irritantes burlas sobre señoras gordas), pero hoy se siguen leyendo bien, con la fluidez que proporciona saber contar historias que también se escriben con la misma fluidez con que sin duda se escribieron sin ánimo de trascendencia. A partir del número 24, sin embargo, fue sustituido en los guiones por el arcano Mark Gilbert.
Mayor placer produce la contemplación de los dibujos de José Grau (1914-1998), quien a la sazón se encontraba en sus años de madurez gráfica. Artista destacado por Juan León, el guerrillero de Sierra Morena (1954) o Rey Furia (1961), pasó también por El Capitán Trueno durante una breve etapa. Grau era ya para entonces dueño de un estilo lleno de dinamismo y de poderío que a veces recuerda a Ambrós en los escorzos, aunque sin la natural grandeza de éste. Agilidad para las figuras, atractivos tramados y mucha fuerza en el trazo fueron marca de Grau durante la realización del Teniente Negro. Es una pena que la serie fuera cancelada en el número 30, cuando el buen hacer de este artista resultaba tan destacable y atractivo. Sobre todo destaca en la segunda parte de las aventuras de este Teniente Negro, aquella en que Silver Kane introduce a los protagonistas en una serie de peripecias donde se mezclan el western con el género gótico, una variante del western que Silver Kane desarrollaría con maestría en muchos de sus bolsilibros, hasta el punto de que hoy día uno de ellos, Rancho Drácula, resulta ser una codicida pieza de coleccionista entre los amantes del bolsilibro. Rancho Drácula no fue la única incursión de Kane en esta vertiente gótica del western. Se disfrutan las ambientaciones góticas de Grau, era magnífico para los juegos de luces y sombras. Flotaba todavía el recuerdo de la mejor época del Inspector Dan, y su influencia resulta notoria en algunas páginas de la serie que parecen salidas de aquellas páginas del inspector de Scotland Yard que Eugenio Giner dibujaba con tremebundo poder de persuasión.
Glénat reedita ahora este Teniente Negro en plena presidencia de Obama como imperator de la Recaput Mundi. Llama la atención el parecido que nuestro Teniente guarda en algunas viñetas con el inquilino de la Casa Nostra. ¿Habrá alguna clase de ironía en la propuesta de Glénat? Nuestro Teniente es, como Obama, un Negro con el alma blanca. ¿No será Richard Blake un blanco con el alma negra? Treinta números no dieron para revelarnos tanto. Nunca lo sabremos.
jueves, noviembre 03, 2011
NO QUIERO OLVIDAR A MI GATO, DE TROUB´S
Este libro cautivará a todos aquellos que sienten simpatía, cariño o amor por los imprescindibles mininos. Les gustará porque ya son público lector cautivo de un encanto anterior al encanto que tienen las páginas de J´veux pas oublier mon chat, escrito y dibujado por Troub´s y que podría traducirse como No quiero olvidar a mi gato. Este artista del cómic francés que se considera, ante todo, un campesino, es un enamorado de los animales (aunque me consta que odia a los perros), y es precisamente sobre los entrañables cuates ronroneadores donde él proyecta una de las más nobles y elevadas aspiraciones del hombre: el anhelo de libertad. Los gatos entrañan la libertad como, según Troub´s, los perros encarnan el espíritu de sumisión y servidumbre en el hombre. Es una dicotomía exagerada, posiblemente, pero ya Enrique Jardiel Poncela escribió un diálogo formidable titulado Del amor del perro y del gato que venía a plantear semejante dicotomía entre los hombres y las mujeres, una reflexión ingenua pero ingeniosa (porque estamos hablando de Jardiel) sobre la atracción entre los dos sexos.
También entre las personas son unos de gatos y otros de perros, y la mayor parte de ninguno. Pero, no en vano estos animales domésticos (de domus, casa) nos acompañan desde las primeras sociedades humanas. Les gusta estar cerca del hombre y el hombre les atribuye características humanas que, muy posiblemente, no han tenido nunca. En el antiguo Egipto los gatos eran sagrados, mientras que durante la Edad Media, en numerosas sociedades, estaban condenados a muerte porque se les atribuía diabólicas características. Todavía debe andar en la memoria colectiva el recuerdo de aquel concejal del Partido Popular español que se fotografiaba con gatos muertos que él mismo asesinaba durante sus borracheras con los amigos. De los perros es ya un tópico denominarles “el mejor amigo del hombre”.
J´veux pas oublier mon chat no está dirigido al público adulto, sino a los más pequeños de la casa, aunque yo no me haya sentido muy infantil leyéndolo. La colección J´veux pas… aproxima a los niños a los animales domésticos. En este caso, Troub´s evoca a su primer gato, un vagabundo y libérrimo felino llamado Skippy, cuyo jactancioso sentido de la libertad y arrogante independencia enseñan al joven Troub´s cuál es el verdadero sentido de la vida, pero también cuál es el precio que hay que pagar por él. Pequeña obra de un autor casi desconocido en España, un vagabundo viajero que, como Skippy, recorre el mundo siguiendo un ansia de libertad, Troub´s es uno de esos artistas que hacen del cuaderno de apuntes su bitácora personal de las experiencias vividas siguiendo un modelo de cómic autobiográfico más próximo al experimento biográfico que al periodismo.
martes, noviembre 01, 2011
MODESTY BLAISE HALLOWEEN
Me encantan las portadas que hace el artista Loopy Dave para la revista sueca Modesty Blaise Agent X9. Ya he colgado por aquí unas cuantas, y podrán verlas clicando sobre la etiqueta Modesty Blaise. La del último número corresponde, precisamente, a una visión halloweenera de nuestra heroína favorita del espionaje. Y como por ahí tenía una más, la adjunto bajo estas líneas. Trick or Treat!! Como pueden ver aquí, LoopyDave es un artista muy versátil.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)