lunes, noviembre 28, 2011

BIBLIOTECA PULGA. PORQUE LA MUERTE ACECHA.

También mi abuela Anita tenía esta manía antigua de que el papel viejo, el papel del libro o del tebeo usado, era esencial nutriente de microbios y otras alimañas dispuestas a que te durmieras para saltar sobre ti y devorarte. Nunca olvidaré, cuando yo tenía seis años, cuánto me recriminó haber comprado el número 1 del Príncipe Valiente de la editorial Buru Lan en una tienducha de segunda mano. Es verdad que aquel sucísimo ejemplar se caía a trozos de haber pasado por tantas manos. Aquel fascículo me tuvo aterrorizado durante un buen tiempo, pues creía haberme infectado para siempre de un mal irremediable. Ni siquiera las hermosas ilustraciones de Foster podían servirme de consuelo. Al final debí deshacerme de él por aquel terror que de mí se había apoderado. No volví a leer el Príncipe Valiente hasta los veinte años de edad, cuando Ediciones B sacó aquella edición que consistió en mi alegría quincenal de los años universitarios. Cuánto disfruté poder comprar aquella colección y leer esa magna obra por vez primera.

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