martes, abril 02, 2013

JESÚS FRANCO

Como yo fui un niño de los setenta, me crié entre la cultura clásica aristocrática y la emergencia necesaria de una cultura de derribo o pop que también me fascinaba. Quizá sea difícil de entender, pero entre mis primeras lecturas infantiles no sólo estuvieron El Capitán Trueno, sino también los pornofumetti de Leone Frollo; no sólo leía durante mi adolescencia con fruición las obras de Lope de Vega, Calderón de la Barca o Eurípides, sino Las once mil vergas, de Apollinaire, las novelas de Harry Dickson y las de Silver Kane. De aquel extraño revoltijo viene el revoltijo intelectual de mi vida presente: no he cambiado nada (nadie cambia jamás, es triste reconocerlo). En cuanto al cine, desde muy temprana edad distinguía entre mizoguchis y ozus, fords y walsh, como diseccionaba Touch of Evil (Orson Welles, 1958) o Out of the Past (Jacques Tourneur, 1947), pero también disfrutaba con los programas dobles de barrio: películas mexicanas del Santo, mitológicas italianas de Ursus o gazpachos western. Y claro, cómo no, las tan lúbricas para la infancia películas de terror de Jesús Franco. Hoy, que ha saltado a la primera plana cultural española la muerte del tío Jess, no puedo evitar recordarle con una lagrimita (convenientemente ensangrentada). Despreciado durante décadas hasta que lo reivindicaron desde fuera de España, el descacharrante cine de Jesús Franco ha sido importante en mi imaginario personal, en mi memoria sentimental. No es de extrañar que su fallecimiento haya generado una dedicación masiva en los periódicos. Aquípueden leer un montón de artículos sobre él, y entretenerse con algunas galerías, tanto de vídeos como de fotos. Y el novelista Javier Marías, sobrino del interfecto por el acto de vivir, lo recuerda aquí. Dios lo tenga al tío Jess, no sólo en su gloria, sino entre los brazos de la hermosa, prematuramente fallecida con 27 añitos, Soledad Miranda, su musa vampírica y nuestra quimera ensangrentada. Aquí les dejo a la bella Soledad, y esta noche volveré a ver Las vampiras (1971). Acompañado de unos tequilas con unas sangritas. Como Satanás  manda.