sábado, agosto 07, 2004

IRREVERSIBLE

Irreversible (2002), de Gaspar Noé, es un ejercicio de estilo, lo que quiere decir que toda la fuerza del film procede del estilo con que está narrado. En primer lugar, la sucesión de escenas sigue el orden inverso al tradicional: Gaspar Noé no cuenta su película desde el principio, sino desde el final, y el final del film corresponde por tanto al comienzo de la historia que se nos cuenta. Es, por tanto, la película de final feliz más amarga de toda la historia del cine, pues sólo al final del visionado completo de la cinta comprendemos, en esa última escena llena de luz y de color, lo dichosa que era la vida de Alex (Mónica Bellucci) antes de pasar por el calvario de la violación más cruel, también esta vez, de toda la historia del cine. La película comienza con Marcus (Vincent Cassel) y Pierre (Albert Dupontel), compañero y ex compañero sentimental de Alex, a la caza y captura del Tenia entre las sombras opacas de un antro para homosexuales. El Tenia es el apodo de un sórdido chulo de putas, un homosexual de urinario que ha violado y masacrado a la bella Alex en un pasaje subterráneo de París. Asistimos primero a una venganza sangrienta para la que nos faltan datos, y por ello mismo, somos incapaces de sentir empatía alguna por estos individuos que buscan esa primitiva forma de justicia. Los movimientos vertiginosos de cámara, la música envolvente, la siniestra iluminación y los ruiditos que produce el cráneo del Tenia mientras se convierte en papilla a golpes de extintor, nos convulsionan e indisponen anímicamente lo suficiente para llegar, escena tras escena en orden cronológico invertido, a la polémica escena de la violación, que ya no nos atrapa por sorpresa debido a las numerosas alusiones que se han hecho a ella. De nuevo juega Noé con la inversión. Ahora no tenemos miedo de lo desconocido (como en cualquier película de terror), sino que tenemos miedo a contemplar aquello que sabemos que va a ocurrir, una violación que no deseamos ver, pero que el director nos mostrará con toda su crudeza, sin que sirva para nada el consuelo de pensar (como en cualquier película de terror) que todo es mentira, que no es más que una película, que esas cosas no pasan en la vida real. Sí pasan.

A partir de entonces, la película discurrirá de forma serena y anticlimática hasta el final de la proyección, y en la felicidad perdida de Alex (aunque cargada de ominosos presagios) nos lamentaremos del aciago destino de una criatura que llega al lugar equivocado en el momento equivocado, ése en que un hombre la viola y mutila hasta dejarla en el borde de la muerte. La historia de Alex no es una historia importante, ni es novedosa, ni demuestra nada del otro jueves, pero contada de la manera cronológica tradicional nos hubiera impedido recontruir hacia atrás el precioso misterio enhebrado de rutinas cotidianas que entraña toda vida humana, incluso la más ordinaria. Contada de la manera tradicional, quizá no hubiera merecido ser contada. También la opción de Noé de obligarnos a presenciar una larga escena de violación con toda su crudeza y su miseria es una cuestión de estilo difícilmente soslayable que generó una polémica no pequeña en Francia. ¿Hubiera sido mejor decantarse por una elipsis narrativa que nos impidiese contemplar uno de los momentos más duros de la historia del cine? Lo que es reconfortante para nuestro pudor, ¿es justo para con la tragedia de las mujeres que han sufrido violación? ¿Acaso no merecen que sepamos cuánto y cómo sufrieron? Veámoslo ahora desde otro punto de vista: ¿no será esta escena de violación un estímulo libidinoso para personalidades sádicas? También las preguntas y sus respuestas son cuestión de estilo. La vida es compleja, y afortunadamente, el buen cine también lo es, pues no está desprovisto de ideología. En Irreversible predomina una idea en toda la película, aquella que sugiere que en el fondo estamos dominados por las más irracionales pasiones. Marcus y Pierre vengan a Alex asesinando al Tenia, quien ha violado y destrozado a Alex al ejercer sobre ella, no la tan traida y llevada “violencia de género”, sino la no tan debatida “violencia de clase”. En esta película, el paria que viola a la jovencita llamándola “burguesita” mientras la sodomiza; a manera de hipótesis sobre la vida real, el hombre de dinero que viola a la obrera o fornica con la prostituta llamándola “mugrosita”. Muchos quisiéramos vivir en un mundo donde fuésemos iguales sin distinción de sexo, donde se proscribiese, por tanto, la violencia por cuestión de sexo; no estaría de más soñar, de pasadita y porque es gratis, con un mundo donde la diferencia de clases no fuese tan violenta, para que se erradicara algo que también existe: los crímenes sexuales por razón de clase.

Irreversible es, por tanto, la confirmación de que una obra de arte es, por encima de todo, un estilo. Más allá de éste, casi todas las historias son viejas y conocidas. Aburridas e intrascendentes, incluso. El estilo (en este caso contundente, opresivo, realista y sórdido) marca la diferencia entre lo vívido y lo marchito.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero fijate en este detalle: No es al Tenia al que matan, y forma parte del reproche que Piuerre le hace a Markus "que no piensa".Y ese "no pensar" lo hace matar al que no debe, lo que empeora toda la ireversibilidad de esta pelicula. Fijate en el detalle: el Tenia esta contra la pared dandose con crack, y al q matan es al primero que defiende al Tenia.
Otro detalle es cuanto mas sereno se pone el film, mas terrible se vuelve todo, ya que la dimension del horror es contrastado con la creciente felicidad del final, lo que vuelve todo mucho mas horroroso, justamente, porque sos testigo de algo ... irreversible.
Esa pelicula sin la escena de la crudeza de la violacion (para nada pornografica) es imposible de entender, se convertiria en otra basura hollywwodiana y perderia todo lo violentamente poetico que trae.
Muy buen analisis el tuyo, espero haberte aportado algo.La pelicula me parece una genialidad absoluta fruto de una mentalidad mas que lucida.