jueves, agosto 03, 2006

AGUARDANDO LA TEMPESTAD

Ayer y hoy ha permanecido cerrada la universidad por razones de fuerza mayor (cuanto menos, el instituto donde laburo). Éste se ha convertido en una isla en mitad de un lago al que no acceden los coches cuyas bujías pueden acuíferamente infartarse. La ciudad, que ya de por sí, la pobre, nunca ha sido bonita, está llena de baches en el pavimento y ahora parece una adolescente poco agraciada con la cara picada de viruelas. Hoy toda la mañana ha trascurrido especialmente soleada, aunque nuestros vecinos que todo lo saben auguran para la noche una tempestad corajuda con tormenta eléctrica, rayos y truenos. ¡Tonerre! Las tardes transcurren tranquilitas, leyendo una novela de Philip K. Dick, Aguardando el año pasado. Al final de la tarde, una película. Ayer vi por fin Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969), de Peckinpah, un western de los llamados crepusculares, con mucha suciedad y conciencias más sucias todavía. Una historia de amistad y odio entre Pike (William Holden) y Thornton (Robert Ryan), que se persiguen por toda la frontera tex-mex mientras el primero intenta reventar bancos con su banda y el segundo intenta acabar con su vida para no tener que regresar a la prisión de Yuma. Una modélica película de acción, con mucho alcohol y tabaco, putas y mucha sangre. Pero sobre todo, la evocación de un mundo que se extingue (el del Oeste) y cuyos personajes sólo pueden huir a México en plena revolución villista para ganarse la vida a salto de rodadera, como seres fuera del tiempo. También Peckinpah vio en México el último refugio de los inadaptados, el último bastión de la furia homérica. Un país donde la vida común suele tener vínculos fuertes con la épica, y siempre con el melodrama. Grupo salvaje es una película que resumen en 140 minutos que la vida es combate, sangre, polvo, sexo y risa. Y cuando el arte sensible tiene alguna cabida, no tiene en el fondo más importancia que las cancioncillas que cantan las mujerucas que siguen al General Mapache (Indio Fernández) por su cruzada de furia y sangre. La película tiene, como no podía ser menos, ese encanto nihilista que nos gusta tanto, y en muchos sentidos concuerda bastante con The Misfits y con otras producciones de ese otro vitalista bebe-sin-sed que fue John Huston. Sin embargo, Grupo salvaje (rodada casi íntegramente en Parras Madero, para mí ya lugar de peregrinación) es un nihilismo realista, alejado de la pieza teatral milleriana y culta que originó Misfits. Grupo salvaje es la existencia misma, y ahondar en este sentido sería ahondar en el sentido de la vida, y en porqué nos gustan tanto las películas de perdedores (quizá porque al hacer recuento, todos nos sentimos más perdedores que ganadores en esta romería que es la vida).

Los documentales que acompañan esta nueva edición en dvd de Grupo salvaje son largos y enjundiosos. Así, así sí se combate la piratería: con elevada calidad y precio razonable. Lo demás son mierdas, y gimoteos de putas baratas bajo la lluvia.

1 comentario:

nacho dijo...

Aquí saludando y con la esperanza de que los torrentes no hayan afectado tus intereses vitales; la ciudad, lo sé, es una versión fronteriza de Waterworld. Espero todo vuelva a la normalidad pronto.
Un abrazo. nacho mondaca