Philip K. Dick es uno de los grandes autores de la historia de la ciencia-ficción, pero para muchos es la ciencia-ficción, el autor máximo y más representativo. Mucho podría escribirse y se ha escrito sobre su biografía: es dueño del aura que rodea la cabeza de los santos malditos: adicto a las anfetaminas y otras drogas, esquizofrénico, temperamental… Muere a los 53 años antes de ver estrenada la primera adaptación al cine de una novela suya: Blade Runner. Más tarde llegarían más adaptaciones de novelas suyas. Independientemente de quien adapte la novela y dirija la película, los argumentos siempre son fascinantes en sí mismos: enrevesados e imaginativos: son K.Dick.
En el supermercado librero de Gijón compré una novela suya, Aguardando el año pasado, y en casa me aguardaba aquella que inspiró esa bella película que es Blade Runner: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (mañana la comento). Debo decir que K. Dick era una de mis cuentas pendientes (una de tantas), cuántos años oyendo hablar de él, pero sin haberlo leído hasta hace unos días. ¿Imperdonable? Ya lo creo, pero debo decir en mi descargo que durante muchos años sus novelas fueron difíciles de conseguir (al menos para mí).
Aguardando el año pasado data de 1966, y está ambientada durante una guerra entre humanos y Lilistarianos contra los alienígenas Reegs. El presidente de las Naciones Unidas (un organismo que en la novela sí vale para algo) y máximo líder de la contienda es Gino Molinari, alias La Mole, un hombre enfermo que sobrevive en cierto modo sometiéndose a clonación una y otra vez bajo los atentos cuidados de Eric Sweetscent, un médico en continuas trifulcas con su esposa (reflejo de las relaciones de amor y odio que tenía K. Dick con sus esposas y que él trasladó a sus criaturas de ficción). Sweetscent es ejecutivo de una empresa que tiene el pintoresco nombre de Compañía de Tintes y Pieles de Tijuana, una fábrica que funciona en la fronteriza ciudad mexicana, ciudad que sigue siendo un extraño reducto de peligro y libertad tanto en el ayer de nuestro presente como en el futuro soñado por K. Dick. El ingrediente más interesante de la novela lo constituye la droga JJ-180, una substancia adictiva desde la primera ingesta y que genera la muerte en poco menos de dos meses. Ideada por los humanos como arma de guerra contra los Reegs, algunos terrícolas comienzan a experimentar con ella. ¿Los efectos de esta droga? Permiten a su consumidor viajar en el tiempo. Es esta la parte que más he disfrutado de la novela: los momentos en que Sweetscent viaja al futuro, en buena medida para hallar el antídoto de la propia droga. Aguardando el año pasado es una novela a veces un poco confusa, morosa en su inicio, de la que no se sabe muy bien hacia dónde va, en la que conviven muchos focos de interés interrelacionados, de entre los cuales K. Dick no se queda con uno solo. La profusión de continuums o universos paralelos (el término continuum ya aparece en El eternauta de Oesterheld y Solano, escrita más una década antes) y las influencias que estos universos paralelos tienen sobre nuestra realidad son lo más sugestivo de la novela.
3 comentarios:
Acaba de salir una nueva adaptación de la obra de P.K. Dick. Se trata de una película llamada " A Scanner Darkly," en la que se manifiesta también la percepción influida por las drogas que Dick parecía tener, y en donde la virtud de anticipar eventos que la historia ha de comprobar después, característica de la ciencia ficción, se manifiesta maravillosamente. Seria interesante leer la fuente, y esperar que la película se exhiba alguna vez en México.
Abrazos.
Sí que es imperdonable :)
Estoy deseando tanto ver la peli "A scanner darkly" (de la que me he visto cien veces el anuncio en su página web) como el "eternauta" (pedido en la Casa del Libro y dispuesto para ir a recogerlo)
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