lunes, septiembre 28, 2009
SOLIDARIDAD CON GUSTAVO DE LA ROSA
lunes, septiembre 14, 2009
sábado, septiembre 12, 2009
lunes, septiembre 07, 2009
EXTINCIÓN Y JUSTICIA POÉTICA
domingo, septiembre 06, 2009
TEBEOTECA (VI): LA NAVE DEL TIEMPO, DE AMBRÓS Y VIDAL SALES
fue el más grande dibujante del tebeo español (quizá nadie merezca ese título, por tendencioso), sí fue uno de los más amados de la historia.
La nave del tiempo fue la primera obra que Ambrós dibujó tras llegar a la Editorial Bruguera y fue guionizada por un factótum de la compañía: José Antonio Vidal Sales. La acción comienza en Winnipeg durante la Nochevieja de 195…y pico. El famoso científico español Oscar Villar, posiblemente exiliado durante el franquismo, acaba de inventar una nave que permite remontar el tiempo hasta el pasado y que han construido otros compatriotas (más exiliados murcianos y gallegos). Nuestros protagonistas son el piloto César (también español), su sobrino Max, y Coral Villar, hija del profesor, que es profesora de Historia. Su proverbial torpeza femenina causará muchos enredos durante las peripecias temporales. Todos viajan con mucho escándalo en el tiempo sin preocuparse de interferir o no en las vicisitudes de nuestro pasado, contraviniendo la famosa regla de urbanidad de los viajes en el tiempo: no meterás las narices donde no te llaman las notas a pie de página.
Viajan por el tiempo hasta Sudán en el siglo XVI (#1), a la época de conquista de Perú por los españoles (2), participan en la Guerra entre Francia y Inglaterra por Canadá (3), se entretienen
en la Rusia de Pedro el Grande (4), conocen a Robin Hood (5), turistean por la prehistoria (6), combaten contra Francis Drake en las costas de Chile (7, con la franquista visión de conquistadores contra crueles salvajes); también en 1874 conocen al famoso explorador de áfrica Henry Stanley (8), a Gengis Khan en su jugo (9) y por fin recalan en la Roma de Sulla, quien imita al cruel Nerón en promover la merienda de cristianos en el Circo. Fue el número 10 y último. Curiosamente, este inexistente Sulla también aparecería en los primeros cuadernos del Jabato, y uno piensa que se trataba del emperador romano de utilería contratado ad infinitum por Editorial Bruguera y a quien no hay que confundir con Sulla (transliterado al español: Sila) el dictador romano del ocaso de la época republicana. Este último tebeo nos deja con el buen sabor de boca de imaginar un Jabato dibujado por Ambrós (sin afán de demeritar al gran Darnís, que en El Jabato desarrolló un trabajo variable, pero siempre excelente).
La nave del tiempo se presentó como suplemento de Pulgarcito en un extraño formato alargado que quizá intentaba aprovechar retales de papel. Cada tebeo parece como tiras diarias invertidas, con las viñetas presentadas en cascada. Completaban cada cuaderno dos páginas de lecciones de historia compartidas entre Ambrós (formidable la del Perú y sus fanáticos adoradores) y después por Rafael Cortella, artista eficientísimo al servicio de la didáctica en el tebeo industrial de los 50. Los guiones de Vidal Sales, sin demasiado relieve en el tratamiento de personajes, basan su mayor encanto en poner al servicio de un dibujante superdotado el turismo histórico con algunos de sus ambientes y personajes más emblemáticos entre la chiquillería. No tardaría Ambrós en reencontrarse con Genghis Khan o Ricardo Corazón de León en El Capitán Trueno, personaje a quien los protagonistas de La nave del Tiempo no pudieron visitar porque todavía no nacía de la juvenil y fértil imaginación de Víctor Mora.
El mayor mérito de esta serie fue permitir que Ambrós se fogueara para el Capi, ya que en esta pequeña colección, bajo los planos guiones de Vidal, exploró en cierta medida los mundos que luego desarrollaría con maestría para la serie de Mora, sobre todo porque, merced al globo del mago Morgano, podrían visitar pueblos precolombinos, indios norteamericanos, combatir contra Gengis Khan o enfrentarse a monstruos prehistóricos en rincones ignotos del planeta. Quizá los mejores números, donde los dibujos de Ambrós parecen tener más garra o el artista pareció disfrutar más, sean los que transcurren en la prehistoria y en Roma. O quizá sólo fueron los que más me gustaron.
jueves, septiembre 03, 2009
EL PRISIONERO (1967)
Cuando lo primero que uno descubre en la pantalla es a un individuo como éste conduciendo un auto como ése, no podemos dejar de pensar que nos enfrentamos a una serie de televisión en la que todo puede ser creíble. Llevo oyendo hablar de la serie El prisionero desde antes de nacer. Se emitió y a continuación canceló en 1967, después de 17 episodios que han quedado para la posteridad como una de las fantasías orwellianas más interesantes de la historia de la televisión.
La Villa es una parodia de las sociedades totalitaristas donde ideas como democracia, responsabilidad ciudadana o libertad se hallan tan tergiversadas y retorcidas que, a fuerza de ser manipuladas y usadas con fines perversos, han acabado por perder todo su sentido. Desde este punto de vista, el único cuerdo y amargado es el número Seis, que rumia su odio contra la Villa y sus habitantes mientras éstos, completamente idiotizados o simplemente
resignados ante su destino, son felices creyendo vivir una vida plena de libertades y confort. La gran reivindicación del Número Seis es la de reivindicar la rebeldía como principio máximo y motor de la vida, la rebeldía ante todo, la rebeldía porque sí, la rebeldía como naturaleza. En el cuento del escorpión y la rana, el número Seis sería sin duda el Escorpión.
El final circense de la serie, tras unos episodios un poco flipados donde nadie parecía tener muy clara la dirección del programa y la linealidad daba tumbos decantándose por realidades paralelas y ejercicios camaleónicos sobre la realidad, no vino a cerrar una línea argumental definida sobre la prisión de los seres humanos en las sociedades contemporáneas. Inmersos ya todos en la colorida fantasía que supone ver hoy El Prisionero, tras haber recurrido a todos los viajes que este malencarado Alicio ha protagonizado a través del espejo que le lleva y le trae del terrorífico País de las Maravillas, El Prisionero finaliza con un giro sobre sí misma en un final abierto que no nos garantiza que, en definitiva, todo no haya sido más que un sueño soñado por el Número Seis durante media hora de sueño. Ni que haya sido todo lo contrario. La cadena AMCTV prepara para dentro de muy poco un remake de esta serie en seis episodios. McGoohan no quiso saber nada del proyecto antes de su fallecimiento. No tendrá, sin duda alguna, aquel encanto rabiosamente pop que hace del Prisionero hoy una serie emblemática de un tiempo pasado.