Espero con ganas la oportunidad de ver Ágora, la última película de Alejandro Amenábar. Y de comprar una buena edición en DVD con extras. La crítica le ha puesto peros, pero esto es lo de menos. Que no es una obra redonda, que resulta un poco fría... Bueno, si es tan poco redonda como 55 días en Pekín, de Nicholas Ray, o tan dispareja como La caída del Imperio Romano, de Anthony Mann, me daré por bien servido. No es fácil enfrentarse a un reto de semejantes proporciones, a saber: reinventar la vida de una mujer, Hipatia de Alejandría, y recrear la Alejandría del siglo IV de nuestra era. Espero que esta vez el presupuesto haya dado para recrear una Alejandría con vistas aéreas, y no como cuando se invirtió una fortuna para filmar aquel Alatriste que nos escamoteó un panorama general del Madrid del Siglo de Oro. Que sea una película espectáculo, vaya, llena de licencias históricas que luego pueda uno discutir en clase con los estudiantes. Si por nosotros fuera, los académicos sólo querríamos ver películas-fósil.
De momento, la respuesta del público español es buena y de España me llegan buenos comentarios de espectadores de cine de los de toda la vida, de los que prescinden de la crítica y la teoría antes de ver una peli. Sólo el diario La Razón acusa al film de ser “anticristiano”, y señala a Amenábar de “reconocido ateo y homosexual”. Estará bien que Ágora funcione en un país como España donde el cine español está mal visto. Siempre lo ha estado y no es nuevo. Ya en los 70 y 80 se prefería Hollywood, siempre Hollywood. Ahora es lo mismo. El fantasma de la españolada no ha desaparecido nunca. No puede ser que el cine español sea tan malo como decimos, pues va contra toda lógica humana y las leyes de la estadística. Por malo que sea (como todos) tiene sus títulos destacables cada año. Recientemente estuve en un congreso sobre teoría cinematográfica y asistí a una mesa donde la ponente, una profesora argentina, explicaba que a los argentinos no les gusta el cine argentino; que a los mexicanos no les gusta el cine mexicano; que a los latinoamericanos no les gusta el cine latinoamericano. Igualito que en España. El cine autóctono es despreciado donde se eleva a los altares el cine hollywoodense, casi siempre doblado. Creo que no es una cuestión de falta de calidad de las cinematografías autóctonas, sino de profundos e históricos complejos de inferioridad que se arrastran por América y España desde los tiempos de las peores dictaduras.
4 comentarios:
YO EL DINERO PREFIERO GASTARMELO EN IRME DE PUTAS.
Pues el cine hollywoodense de temática clásica que nos llega recientemente y que hasta cierto punto ha "proliferado" deja bastante qué desear a los que tienen cierto interés en el tema. Amenabar, tal como Tarantino, no me parece que aporte nada al quehacer cinematográfico, y me parece que sólo ha reciclado fórmulas que en otro momento fueron menos afortunadas, o que se echaron al olvido, y que en sus obras parecen una novedad. Sin embargo, me he visto todas sus pelíclas y ésta promete ser la excepción. Es bueno que por lo menos aborde el tema de Hipatia y pueda suscitar interés entre el público en los personajes más recónditos de la cultura clásica.
Un saludo muy afectuoso y un abrazo, Ricardo!
Es que Amenábar es precisamente uno de los directores españoles más holiwoodianos. Ya expuso en este sentido su declaración de principios en tesis, en boca del profesor de cinematografía. "Los otros" podría haber sido filmada por cualquier director anglosajón, y en otras, como Tesis o Abre los ojos, la sociedad espñola que retrata parece más falsa que un euro de madera. Me da la impresión de que esta Hipatia va a andar más cerca de Gladiator que de La caída del Imperio romano, pero en fin, ya veremos.
Un saludo
Anónimo debe frecuentar unas putas muy baratas, ya que todavía resulta más económico pasar la tarde en el cine.
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