martes, mayo 04, 2010

ANTONIO BERNAL: EL CAPITÁN TRUENO EN TRES DIMENSIONES

Este artículo fue publicado en el número 1 de la revista Trueno (Asociación de Amigos del Capitán Trueno, España, 2005). Desde entonces han aparecido por ahí algunos originales de Antonio Bernal para portadas de Trueno Color. Aunque ello me obligaría a modificar y/o matizar algunas afirmaciones de este artículo, lo dejo tal cual, con la esperanza de que sean muchos más sus aciertos que sus involuntarios errores. Aunque he intentado reproducir la mayoría de portadas citadas en mi texto, no ha sido posible. Recomiendo durante su lectura la cosulta gráfica de esta excelente página con la totalidad de portadas de Bernal para Trueno Color.

El Capitán Trueno en tres dimensiones.

A Juan Arnáez y Elías Bravo, con agradecimiento.

La belleza que encierra la obra de Antonio Bernal (1924) se agiganta con el paso del tiempo. Vinculado al cómic español desde 1953, Bernal no alcanzaría la consagración como dibujante de historieta, sino como portadista de algunas de las mejores obras del tebeo español. Dedicado desde 1957 a realizar portadas a color para Bruguera, sería en los años 70 cuando su larga trayectoria estallaría literalmente en algunas de las mejores portadas de toda la historia del tebeo nacional. Quizá pueda parecer exagerado, pero el portadismo autóctono de los años 70 pertenece a Antonio Bernal. Citar títulos consagrados como Trueno Color, Jabato Color, Joyas Literarias Juveniles, El Sheriff King o El Corsario de Hierro es hablar no sólo de sus dibujantes y guionistas, sino del portadista Antonio Bernal. Él supo mejor que nadie (número a número, semana a semana hermoseando con muchas series los kioscos españoles) vestir hermosa a la novia para que la novia fuese, independientemente de la verdad escondida bajo la portada, la novia más hermosa del kiosco.

Fue sobre todo con el refrito de los finales de los años 60 y 70 de Trueno y Jabato donde Bernal brilló como la gran estrella de aquellas publicaciones. Alguien ha escrito recientemente que las hermosas portadas de Bernal no justificaban aquella lamentable edición perpetrada a cuchilladas sobre los originales que fue la de Trueno y Jabato Color. Lejos de justificarla, hemos de señalar ahora con toda justicia que, cuanto menos, nos dejó sus irrepetibles portadas. Ahora que es tan fácil conseguir las reediciones facsímiles de El Capitán Trueno y El Jabato sin mutilaciones ni omisiones, muchos deseamos YA la reedición en un lujoso tomo de las portadas de aquel artista cuyo arte estaba tan influido por el cartelismo cinematográfico de su épóca, una forma de entender la publicidad del cine tan desaparecida hoy día como su consecuencia lógica: la forma de vender tebeos que entrasen al comprador por los ojos.

Creo que Bernal alcanzó su gran momento ilustrando las portadas de Trueno y Jabato Color —y puesto que esta revista está dedicada a Trueno, hablaré sólo de Trueno Color (TC)—. El formato de la ilustración de portada (23x16 cm.) se alejaba del cuadriculado de Joyas Literarias Juveniles (20x20) y sus secuelas Sheriff King o Corsario de Hierro, y esto permitió a Bernal jugar más y mejor con el espacio que tenía disponible en cada portada, aunque con una peculiar limitación: la ilustración siempre era más larga que ancha. Bernal supo extraer excelentes resultados de aquel formato oblongo que constituye, a mi entender, la fórmula mágica para que el artista se implicase en la experimentación formal que constituyeron —con diferencia incluso con respecto a su producción de la misma época en las series del formato Joyas— las portadas de Trueno y Jabato Color. La tridimensionalidad aludida en el título de esta cariñosa evocación del gran maestro Bernal no se debe al hecho de que sus portadas fuesen pintadas, frente al trabajo de Ambrós o Pardo que en el refrito sufrió un coloreado infame, sino al experimentalismo formal al que se sometió Bernal cuando se lanzó a la búsqueda de una profundidad de campo de la que se beneficiaron otras series, pero que en mi humilde opinión no llegaron nunca a los niveles expresivos y plásticos de su trabajo para el refrito de Trueno y Jabato.

Sin abandonar nunca la portada de figurines clásica (como el simple pin-up, en TC 6; en combate, como en TC 44; estática, como TC 20 o 178) los trabajos más gozosos de Bernal fueron aquellos en que la distribución de elementos dentro de la ilustración se producía aprovechando diversos niveles de profundidad que Bernal usaba magistralmente. En muchas ocasiones, por ejemplo, uno de estos elementos (objetos, fieras o los protagonistas de la serie) ocupa el punto de vista del observador de la portada, produciendo así la ilusión de que éste se encuentra dentro de la misma, como en TC 65, 81, 90 o 151. Esta misma técnica, de la que Bernal extraería estupendos efectos, sería aprovechada dramáticamente en ilustraciones como TC 51, en que el Capitán está a punto de ser arrojado a un infierno de fuego que ocupa más de la mitad de la portada.

Los resultados de Bernal cuando quería transmitir la sensación de profundidad y vacío podían ser fantásticos, como en TC 142, donde Goliath y Crispín se ocultan de sus perseguidores en la cornisa de un palacio a los pies de un abismo.

Además, Bernal reforzó esta búsqueda con un efecto de ruptura consistente en que algunos elementos se salían del recuadro de portada superponiéndose a los créditos de la serie. Cuando combinaba este elemento de tridimensionalidad con la distribución de personajes y objetos en la portada, podía conseguir efectos francamente dramáticos, como en TC 25, cuyo resultado final se acercaba mucho al experimentalismo de aquella rareza que fue el cómic en 3-D.

Tampoco renegaba del encuadre cinematográfico atractivo y audaz: picados como en TC 139 o 245; contrapicados como en TC 21; planos generales aéreos llenos de fuerza y tensión, como en TC 245.

Bernal, hombre del tebeo, no era un artista estático, sino que sus portadas vibraban siempre con un sentido dramático, o estaban llenas de una movilidad trepidante, como en TC 202. Sus líneas cinéticas imprimían una enorme fuerza al conjunto, como vemos en TC 125.


Como pintor que era, la luminosidad casi rabiosa de su paleta y la ejecución rápida de sus portadas —Bernal se ha definido como un artista rápido en entrevista aparecida en Tebeolandia número 4— le condujo a veces a crear obras de predominio cromático: verde, rojo, amarillo... (TC 9, 139 y 84 respectivamente) y otras donde su inspiración le conducía a una explosión colorista de rabiosa belleza, como es el caso de TC 170.


Las portadas de Bernal no eran temáticamente predecibles, y en buena medida presentaba a los protagonistas enfrentándose no contra otros hombres, sino contra monstruos, animales salvajes o cataclismos naturales, que predominaron en su obra para TC más que los combates cuerpo a cuerpo, lo que imprime a su visión del mundo y del hombre un espíritu ciertamente civilizador. Dentro de estas obras yo quisiera destacar, por su curiosidad y belleza, aquellas en que Bernal distribuía la acción de la portada dedicando media al fondo del mar y media a su superficie, convirtiéndose en artista de simultáneos espacios naturales, como en TC 108, 126, 204 o 272.

No podemos afirmar que Antonio Bernal fue el artista más grande de su época, pero su ingente contribución al portadismo de Bruguera y su presencia casi masiva en los kioscos españoles durante tantos años le convierten, sin ningún género de dudas, en el portadista por antonomasia de la última época del tebeo semanal de aventuras en España.

Su labor pictórica en Trueno Color convirtió a Antonio Bernal en el cuarto y último gran artista dentro del canon estético de la época clásica de la serie El Capitán Trueno: Ambrós, Pardo, Fuentes Man, y —digámoslo de una vez y bien alto— Antonio Bernal Romero.

1 comentario:

anarkasis dijo...

ejemplares de lujo, se cambiaban con demasía, por su calidad, es decir se entregaban 2 o 3 comic por uno de esos,