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Ay, la dureza del corazón de los hijos, que están vivos y hacen de sus silencios muerte (p. 129).*
Todo lugar en la tierra es la antecámara del infierno, unas veces se llega muerto, otras se va vivo y la muerte viene después, Por ahora aún estamos vivos, Mañana estaremos muertos (p. 261)*
Dejó un huerto y una casa vieja. Tenía unas tierras en lo alto de la Vela. Pasó años limpiándolas de piedras hasta que la azada pudo entrar en tierra blanda. No ha valido la pena, las piedras están allí otra vez, en definitiva, para qué viene un hombre a este mundo (pp. 355-6).
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