viernes, agosto 19, 2005

RELAJUATO EN GUANAJUATO

Ha concluido una semana laboral enjundiosa. Principalmente, porque casi no he tenido clases, y he podido dedicarme a los textos griegos y latinos de mi tesis. Los estudiantes de Literatura de la universidad todavía andan (más bien debería decir que trepan) por las callejuelas de la sinuosa Guanajuato. Han acudido en tropel a un Congreso Nacional de Estudiantes de Literatura, el tercero que se celebra en México. Algunos, como Jorge o Romelia, no tenían excusa para no leer ponencia, ya que comparten el feo vicio de leer y de escribir, y sobre todo, de pensar en voz alta con sus ejercicios ventrílocuos de blogombligo. No sólo habrán aprovechado para transmitir algo y aprender algo (aunque sea del sabio silencio de las tímidas momias), sino también para pasearse por una ciudad con un embrujo semejante al de Granada o Córdoba; para intercambiar impresiones con otros estudiantes del país; para hacer relajo en las callejoneadas o en cuartos de hotel; y en definitiva, para divertirse con aquellas experiencias no académicas que también comporta la vida universitaria.

La idea de un congreso de estudiantes me pareció magnífica desde que oí hablar de ella. Creo que en España no tenemos cosas así, o en mis tiempos no las había. Había congresos para los académicos, y los estudiantitos sólo mirábamos de lejitos a la Jet-set, y si éramos buenos, nos podíamos tomar un vinito entre ellos (no con ellos). Si hemos de besar los pies del nuevo Constructivismo o acuerdo de Bolonia (que en su conjunto detesto a rabiar, pero que contiene grandes aciertos y tendría enormes posibilidades si no se estuviese quedando, apenas recién nacido, en pura palabrería ministerial), qué mejor cosa para la construcción del estudiante que concederle facilidades para investigar, escribir y compartir el fruto de sus inquietudes en congresos o publicaciones. Para que se vayan construyendo los que quieran construirse, que tampoco son todos. Es ahí donde tiene mayor futuro el docente del mañana: en aconsejar, en compartir trucos que enseña la experiencia, en infundir ánimos, en señalar errores de juventud aunque parezcamos viejillos cascarrabias... Muchos dibujarán en su cara una sonrisilla condescendiente y expresarán: "Los estudiantes todavía tienen muuucho que aprender como para andar leyendo sus cositas en congresos". Si algo valioso tienen que aprender todavía los estudiantes, y no lo dudo ni un ápice, poco puede ser de las universidades totémicas, de las escuelas de mandarines (como las llamaba el Cervantes murciano Miguel Espinosa). Aprenderán verdaderamente si tienen amor por el conocimiento, y esto, lo sabemos todos los que hemos pasado por universidades, es algo que no se enseña, pero que se puede estimular si se carga en las tripas. ¿Qué pueden aprender los estudiantes de universidades como la española donde casi nunca se estimula en el estudiante el deseo de investigar, reflexionar y escribir? ¿Qué se puede aprender de algunos profesores que todos tuvimos que parecían bustos funerarios mientras leían unos apuntes redactados a máquina sobre folios completamente ajados y amarillos por el tiempo? ¡Oh, cómo me aburrí yo durante mis años de universitario, sin que casi ningún profesor me pidiese un escrito donde pudiese demostrar con ganas la creatividad que yo creía tener, así como mi interés por la literatura! Aprendí, sí; pero más aprendí huyendo de los profesores y de los pasillos de las universidades para refugiarme en las bibliotecas. Sobre todo cuando mi chulería de no acudir nunca a clase me granjeaba el encono de algún docente receloso y acomplejado. Más aprendí durante la noche cerrada traduciendo a Eurípides cuando tocaba examen de Demóstenes, y a Propercio cuando los legados de César venían a querer perturbarme el gozo. Fui, a mi manera rebelde y tonta que tuve que lamentar en más de una ocasión, alguien que construyó su propio conocimiento. Incompleto y malamente, porque siempre lamentaré aquella anarquía de mi vida, pero mío al fin y al cabo. Conocimiento que sigue en construcción, como el de un estudiante más de los que ahora andan clausurando congreso en Guanajuato e inaugurando esta noche que se llenará de cantinas y de encuentros y despedidas. Deseo que toda la tropa tenga un feliz retorno. Ojalá algo hayan aprendido, aunque sólo sea a embotellar al vacío los mejores momentos de estos días y estas noches de juventud. Un día tendrán que extraer el corcho de esa botella para poder recordarse a sí mismos cuando hayan envejecido sólo un poquito. Algunos de ellos, no lo dudo, serán los próximos maestros, y heredarán la pesada carga de ser considerados por la sociedad los jardineros de los frutales del futuro.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Andamos ya en Juárez. Ricardo, tu foto de la Universidad de Guanajuato está tomada desde la panorámica de El Pípila. Se ve genial. Ante todo, esas escaleras (donde hay unas hormiguitas de personas en la foto), escaleras que tomó Buñuel para una escena de Él. Curiosamente, la escaleras y el Auditorio dentro, no tienen más de cincuenta años de antigüedad. Así que lo que filmó Buñuel era algo nuevo. Nada más que en este momento no recuerdo el año de Él. Poco tiene de colonial.

Anónimo dijo...

Pero vayamos a lo importante:

ROMELIA SE LUCIÓ

realmente me gustó mucho la ponencia de ella.

Aunque fijate Ricardo que nos comentas (a Romelia y a mí) y se agradece muchísimo pero habría que recordar la participación de Víctor, Florencia, Vicky y Juan José. Que no tengan blog es malo pero no significa que esté en la chacota.

La ponencia de Victor se mantuvo básica pero dentro de 180 y casi cien rechazada, significa que hizo simplemente su trabajo.

Juan José leyó algo de Los de abajo (como drama) y estuvo muy chido.

En Vicky y Florencia puedes confiar para unos buenos trabajos.

Espero que Romelia se de una vuelta por aquí y comente algo.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Hola, Jorge. Bienvenidos todos, me da gusto saber que regresaron enteritos.

En un principio pensé en colgar una de mis fotos de Guanajuato, pero se veían muy feas, así que la que he puesto no es mía y la bajé de internet.

La peli de Buñuel era de 1952. Simpático y un poco surrealista el efecto del eco en la película, que no es veraz. Yo lo intenté, y de eco, nada, ni por Umberto. Preciosa la escalinata, y sabrosos desayunos caseros en la fondita que está a sus pies.

No mencioné a Vicky, Florencia, Juan y Víctor porque no los podía enlazar a un blog que no tienen. Enlazar permite hacer publicidad de quiénes son ustedes y cómo piensan, escriben y son (la escritura es la radiografía del alma). No dudo de la capacidad de los ausentes en mi cita, pero poco más podía haber demostrado de su existencia en la globalidad. No creo que no tener un blog sea algo malo. Comprendo que el juguete es hermoso y enamora, pero es un juguete nada más. Aunque pienso que cada ser vivo con conexión a internet debería tener su blog. Sobre todo, los que trabajan con palabras e ideas en carreras como las literarias.

No me extraña nada el lucimiento de Romelia.

De nuevo, bienvenidos.
Un saludote.

r o m e l i a dijo...

Yo, lo confieso, no pude llegar a la ponencia de Jorge. (No me pregunten por qué) A las de los otros compañeros sí llegué y todos estuvieron muy bien.
Confieso que llegué a maldecir tantas escaleras, sobretodo cuando a Víctor se le ocurrió subir ca-mi-nan-do al Pípila. Pero la vista desde ahí, vale la pena.
Yo me la pasé muy bien allá, espero que en Zacatecas, con mi compañera meretiz, Izela, me la pase mucho mejor.
Gracias por acordarse de nosotros, profe. Nos vemos mañana en latín.

Anónimo dijo...

Pues bien, a mí de verdad que no me incomodó que Romelia no estuviera en mi ponencia. Ese día inventé una excusa ante los demás:

—'¿oye como que eres roommate de Romelia y que no asista a tu ponencia?'

—'Sepa...'

(creo que escasamente califica como excusa)

La blogósfera está en una gran incertidumbre de lo que pasó con ella... pero un día de estos cuento el secreto de Romelia. Yo lo sé. ¿Romelia, te refieres al hecho que te comiste una hamburguesa triple y dos minutos antes nos habías dicho a Víctor, a Diego y a mí que estabas a dieta?

Oops!

Anónimo dijo...

...creo que era otro secreto. La bulimia de Romelia es de todos conocida.

/Tengo el don de la calumnia...

El Pobresor Gafapasta dijo...

Romelia: si ascendieron por el callejón del Calvario, hicieron el calvario adecuado, y tiene su mérito. Yo, que ya no soy tan joven como Víctor y ustedes, tuve la precaución de subir en taxi (mis vértigos no toleran el funicular) y bajar por el Calvario. Descender por el Calvario es un calvario más llevadero, como el calvario de ser calvo, que no se es para tanto.

Jorge: si tienes el don de la calumnia, eres adecuado para la blogosfera. La calumnia es una de las características del medio.

Un saludote a ambos, y repasen sus conjugaciones para el jueves.

r o m e l i a dijo...

Está bien, diré la razón de mi ausencia en la ponencia de Jorge: me habían dicho que en Guanajuato no había lupanares y fui a hacer una investigación de campo.
Ninguno encontré, así que, fiel al instinto meretriz, improvisé uno.

Anónimo dijo...

Hola
Que buena foto da la ciudad de Guanajuato.
Ademas, que buen diseño tiene tu blog, sencillo pero muy original.
Saludos desde Leon Guanajuato.